𝐨𝐧𝐞. petrova.





















Mystic Falls.

¿Cuándo fue la última vez que puse un pie en este pueblo? Fueron siglos. Bueno, considerando que hablamos el idioma vampiro, entonces soy más vieja que los dinosaurios.

Digo, no es que la cantidad de brujas me abrume junto a los latidos a mil por hora de algún licántropo perdiendo el control tal vez ese era mi verdadero problema o tratando de localizar a dos hermanos vampiros, que no los estaría encontrando por ningún lado.

No era el día, no aún. El día que lo fuera, ya estaría dormida en mi ataúd.

La carne humana daba vueltas por todo el complejo, lo único que podría escuchar a kilómetros era chismes de alguna mujer engañada, cuernos colgando por alguna repisa imaginaria mientras que en una esquina escuchaba los halagos hacia mi persona de una forma muy... Asquerosa.

Supongo que el siglo veintiuno no era para los vampiros. Bueno, si para está generación dónde pensaban que besarse en público era la manera más coqueta de decir «te amo, cariño». O quizás soy demasiado cohibida. Si, es eso.

Los pasos habían sido cortos e interminables, tendría que aprender a adaptarme junto a las consecuencias por perseguir a la sed de venganza en persona: Katherine Petrova. Mi adorable, pero dulce hermanita. Como la encuentre, presionaré los colmillos en su cuello para drenar propiamente su sangre.

Nadie esperaría una visita tan lejana, o cerca de los estándares de locura, por muy estúpido que suene "te extraño", realmente tenía que detener su incontrolable afán por sentirse atraída hacia los Salvatore.  Echando con suerte y futura fuerza, apartó los últimos mechones oscuros de su rostro antes de tocar la penúltima puerta de la lista.

──Por última vez, no voy a cambiar de opinión Katherine...──el vampiro que me abrió quedó estupefacto, claramente uno entendió quien no soy.

Aunque Damon no sea precisamente el más sensato a la hora de tomar una decisión.

──No me equivoqué, que feliz estoy.

──¿Yelena?

La voz de Damon parecía estática, seguramente muchos recuerdos le habrán llegado ahorita, considerando la situación, yo también estaría así. Si fuera normal, claro está.

──¿Interrumpo algo?

──En efecto, si ──una segunda voz. Stefan apareció detrás de su hermano quien observaba curioso nuestra nueva conversación──. ¿Qué haces aquí, Yelena?

──Estaba hablando con Damon, no me interrumpas Stefan ──me obligué a calmarme, sin embargo, una parte de mi quiso golpearlo y abrazarlo al mismo tiempo.

──Entonces habla, yo también quiero escuchar la mentira con la que vienes.

──Acusarme de mentir es una causa poco razonable.

──Eres la hermana de Katherine, es suficiente razón para mí.

Stefan respondió con seriedad, y ella resopló.

──Descuida, no me enamoraré de ti. Tengo mejores gustos.

──Gracias ──dijo Damon, mientras apoyaba el brazo en el hombro de su hermano. ──Hermanito, está conversación es para los adultos ──se burló.

── ¿Ahora tu eres el adulto responsable?

Damon alzo sus manos.

──Nunca dije que lo fuera.

Yelena negó suavemente ante dicha entre hermanos. Carraspeó, y ellos se giraron a verla.

──¿Me dejarían pasar primero? ──los observé a ambos, agotada──. En serio, no soporto estos malditos tacones, y eso que he caminado peores tramos con ellos.

──Pase la pequeña dama a la gran mansión Salvatore ──invitó el hermano mayor mientras que el contrario negó ante su comportamiento ──. Gracias.

──Ya sabes como es nuestra hospitalidad, siempre tan servicial.

──Cállate, Damon.

──Solo digo la verdad ──contraatacó el hermano mayor──. Además es nuestra invitada, Yelena no tiene la culpa que nosotros nos dejáramos llevar por el placer de conquistar a Katherine.

──¿Insinuando culpas, hermano? ──retomó Stefan.

──Stefan, ambos sabemos que aquí el que más culpa tiene eres tú y tu "bella humanidad".

La discusión entre hermanos divertía un poco a la vanidad, pero como la misma no tenía cara para disfrutar lo que sus ojos presenciaban con deleite, fue de la única forma que, pudo llamar su atención.

──Primer día que he llegado a este asqueroso pueblo para ver a dos fieras morder el mismo hueso ──crucé mis brazos enojada──. Vine a detener a mi hermana, primera porqué no puede ocultar mi existencia, y segunda porque quiero vivir sin estar atada a la misma doppelgänger que ella.

Damon pareció confundido, tanto que tomo un vaso, lo rellenó con whisky para sentarse. Poco después ambos hermanos se juntaron al notar que esa información podría beneficiarles.

¿Y quién no lo pensaría? No todos los días alguien toca a tu puerta para decirte “¡Hey, hola! Soy la hermana de Katherine Pierce, ¿La perra loca? Si esa, mira yo tengo información muy útil sobre ella.” Puede que en mi mente haya sonado mucho mejor. Debería pensar más, y hablar menos.

─Bien, habla ──Damon me hizo una seña con su mano mientras se acomodaba.

──Katherine y yo no siempre compartimos todo, pero cuando nació esta chica, Elena Gilbert era su destino terminar siendo su doppelgänger. Yo no.

──¿Qué quieres decir? ──Stefan me observó muy despacio.

Estaba analizando a su oponente, a la bestia que podría matarlo con los ojos cerrados.

─Mi deber era ser un vampiro, vivir en las sombras.

──Sin las ataduras a un ser humano, un inmortal poco amistoso que viene a vivir con los demás. Interesante manera de vivir.

Damon sonrió.

──Exactamente.

──Pero Katherine supuso que ibas abandonarla, por lo cual te ató, y estás aquí buscando cortar el lazo.

Stefan resopla enojado.

──Buena manera de comenzar el día.

──Wow ──el mayor negó──. ¿Entonces si te ayudamos, te irás de Mystic Falls? ¿Qué ganamos?

──No les pediría ayuda si pudiera atraparla yo misma ──tomé un poco de aire──, pero si ustedes lo hacen, pueden estar seguros de que seré de ayuda con lo que sea que necesiten.

──¿Una alianza?

──Si quieres ponerlo así, entonces sí.

──Yo me uno ──Damon sonrió.

──Claro que te unes, no piensas en las consecuencias── Stefan lo regañó, por tercera vez en el día.

──¡Claro que lo hago! Pero escucha bien, tenemos a la hermana de Katherine, ella consigue información y nosotros la nuestra, le ayudamos. Todos felices.

──¿Tú tienes una especie de complejo por el peligro, no? ──Stefan negó.

──Como sea, par de tortolitos ──el vampiro sonrió tomándose un último trago── vivirás aquí con nosotros, por lo tanto suponiendo que hayas traído muy pocas maletas, te sugiero mi asombrosa compañía para ir en busca de ellas.

──¿Desde cuándo te ofreces a llevar a alguien que no sea a ti mismo en tu auto, Damon? ──su hermano intervino luego de haber guardado silencio los primeros cinco minutos.

──Siempre hay una primera vez para todo, Stefan. Deberías intentarlo de vez en cuando. Ah, y procura que los demás estén enterados de nuestra nueva aliada ──Damon le advirtió antes de salir donde estaba su auto.

──Tranquilo, les diré ──expuso seriamente el contrario.

Si así se sentía tratar con Stefan. ¿Cómo sería hablar con Elena Gilbert?

──¿Aliada? ──susurré observando al nuevo conductor.

──Pues claro, Yelle ──Damon observaba la carretera sin problemas──. Eres alguien de la familia, Stefan podrá parecer el chiquillo duro que reza por su familia, pero nunca sería capaz de abandonarte en la calle.

──Ah ──digo indignada──. ¿Pero tú si?

──No me malinterpretes ──el sonrió── pero si fuera a dejarte a vivir conmigo, habría un acuerdo mutuo placer. Sería divertido.

No, claramente no.

──Mucha excitación gratis, ¿verdad?

──Iba decir que una partida de tragos en el bar más costoso de New York, pero si quieres el plan más rápido...

──¡Oye! ¡No pienso acostarme contigo!

──Nunca te dije que lo hicieras, tú solita te acercaste al barranco.

──¿Sabías que estos tacones duelen más que los colmillos de un vampiro?

──Ni se te ocurra ──respondió el.

Sonreí. Ese era el vampiro que me hacía sentir mejor en días oscuros, grises, o como sea que le digan los humanos.

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