I

PROFESORA DE HISTORIA

                          EDWARD AGARRÓ SU mochila sin darle mucha importancia, tomó el cierre para abrirla y meter los libros que utilizaría ese día y su libreta que estaba en blanco ya que casi nunca escribía por saber todo lo que enseñaban. Para él, un exámen era como una simple hoja de actividades diarias.

— Me alegra que hayas vuelto, cariño — Ni siquiera se giró, sus ojos dorados enfocaban su cartuchera, se fijaba en tener todos los útiles escolares. Tal vez no estudie, pero le gustaba tener todo ordenado.

— Esme, solo me fui una semana — sonrió divertido por fin viendo a la vampiro que era como su madre.

En teoría, era su madre por papeles adoptivos. Esme tenía un cuerpo curvilíneo, unos orbes idénticos a los suyos por ese color ámbar y una piel palida como las hojas de su libreta, llevaba una sonrisa maternal tan característica de ella.

— Si, pero sabes que no me gusta que estén lejos, se volvieron una mala costumbre — bromeó acercándose a tomarlo por los hombros, el cobrizo la miró con cierta ternura

— Tenía que hacerlo, los Denali además me trataron bien — Tranquilizó besando su frente — No podía estar aquí

— Lo sé... ¿Su olor es...? — hizo gestos con una pequeña mueca tratando de expresarse.

—¿muy fuerte? Si —Asintió a su pregunta alejándose para tomar su mochila.

Edward Cullen había llegado a Forks hacía un año y medio, pero a mitad de curso, hacía una semana, una joven había llegado al pueblo que había logrado llamar la atención de todos los residentes del lugar. Él no se interesó en ella, ni en lo más mínimo, pero sabía por Carlisle que era hija del sheriff del pueblo. Cuando fue a clases, su escaso interés se volvió en sed en cuanto sintió su aroma.

Isabella Swan, la nueva, era su tua cantante.

Su olor tan excitante, parecía una sirena que le cantaba para atraerlo hasta poder drenarla y dejar su cuerpo sin una gota de sangre. De tener la imagen de Isabella inerte y de sus labios bajando una línea del líquido metálico sentía un gran apetito, pero cuando escapó a Alaska por una semana con los Denali, Eleazar le dijo que no debía de asesinarla y mantener su dieta, incluso podía explorar ese sentimiento de curiosidad al no poder leer sus pensamientos y conocerla. Tal vez convertirla en su compañera.

Edward pensó en que después de cien años podía haber encontrado a una humana en al cual convertir en su compañera.

—Eddie, debemos ir a la escuela —Escucharon a Emmett avisar desde abajo, Edward se acomodo la mochila y besó la mejilla de Esme para desaparecer en un parpadeo.

Uso su velocidad sobrenatural para llegar al garage dónde salto el auto se Rosalie y sentarse atrás, sin tener ganas de ir en su coche. Rosalie se subió de copiloto estando de mal humor por la llegada de Isabella, Alice se sentó de copiloto y los dos restantes; Jasper junto a Emmett, se subieron al Jeep.

— ¿Estás bien? — Alice le preguntó a su hermano adoptivo, tratando de cantar una canción en su mente para que no viese su visión

— Si — respondió con extrañeza, escuchando los pensamientos de Alice — ¿Qué ocultas?

— Nada — Mintió volviendo la vista al frente

Rosalie frunció sus perfectas cejas sin entender la reacción de Alice, pero los ignoró para prender el vehículo e ir directo al establecimiento escolar.

Alice había tenido una visión días atrás donde veía a la verdadera compañera de Edward llegar, el único que sabía esto era Jasper quien se aguantaba las ganas de burlarse de Edward por su mala suerte al transformarse tan joven, siendo que él se había transformado a los veinte y el cobrizo a los diecisiete.

Las edades habían sido variadas en sus transformaciones, la mayor era Esme que tenía veintiséis años, luego estaba Carlisle quien tenía veintitrés, seguían Emmett y Jasper quienes tenían veinte años exactos, luego estaba Alice quien contaba con diecinueve y Rosalie que tenía dieciocho. El menor era Edward, que a pesar de ser el primero que transformó Carlisle, tenía diecisiete años.































































                       ASTARTE SE acomodó su peinado en el espejo retrovisor del auto, estaba sumamente nerviosa por dar su primera clase como profesora. Se había mudado hace menos de una semana a Forks, saliendo graduada de Seattle, no estaba lejos de sus conocidos sin embargo estaba a unas horas de viaje.

Tampoco es como si tuviera mucha familia. Era hija única, su madre padre había fallecido hacía dos años por cáncer de pulmón y su madre viajaba por el mundo. Lo único que tenía eran sus pocos amigos de la universidad.

Sonrió para si misma sintiendo su estómago apretarse y revólverse, sensación que la hacía retorcer en su asiento. Negó tomando su bolso con sus libros y bajo del coche, agradeciendo que ya todos estaban dentro del edificio por ser una hora después de la hora de entrada.

Caminó escuchando sus tacones y evitando los charcos de agua hasta entrar a la escuela. Miró los pasillos ya sabiendo el recorrido por haber ido el día anterior a terminar los papeles y se dirigió a su salón.

Escuchó las voces de sus alumnos hablando, riendo, bromeando o quejándose, suspiró una vez más tratando de no mostrarse nerviosa, abrió y cerró sus manos repetidas veces antes de tomar el picaporte y entrar.

Los alumnos se callaron volteando a verla, quedando sorprendidos por tan joven mujer que entraba como una hermosa modelo sonriendo.

Mientras que Edward volvía a maldecirse en menos de un mes, el olor que desprendía la mujer no era nada parecido al de Isabella, este tenía un aroma a vino, dulces de gomitas y labial de fresa. Sintió todo su cuerpo querer levantarse e ir a esconderse en su cuello y oler su perfume más de cerca.

Astarte dejo su bolso en el escritorio y volteó a ver el silencio del curso, tragó en seco antes de sonreír. Tomó una tiza para girarse al pizarrón y escribir su nombre.

— Buenos días, mi nombre es Astarte Min Robert, pueden decirme cómo querían, no creo que sea necesaria la formalidad cuando vamos a estar un largo tiempo compartiendo hora — se giró al curso con una sonrisita — Claro, mientras sea con respeto

Edward se maldijo el encontrar a su compañera.

Edward adoró que sea tan hermosa y perfecta.

Edward odio el transformarse tan joven.

— ¿Alguien puede decirme lo que es la historia? — Preguntó Astarte apoyándose sobre su escritorio con sus manos a sus lados, ayudándose a sostenerse

Una alumna levantó su mano.

—¿Si, señorita...? —Astarte la miró con curiosidad y la joven tomó eso como una luz verde a responder.

—Angela Weber, profesora. La historia es un acontecimiento o hechos vividos por una persona o un grupo en pasado — Respondió bajando su mano y acomodando sus lentes

— Bien, que respuesta tan elaborada, espero no estén usando el celular para ver las respuestas — Bromeó escuchando al risa de los alumnos — Pero sin embargo, la historia es más que eso ¿Quién sabe a qué me refiero?

Su pregunta dejo en silencio al curso que no sabía exactamente que responder, se miraban entre ellos sin tener la más mínima idea y Astarte sonrió por su geniuna incrédulidad y curiosidad. Edward, por su lado, ya sabía la respuesta por sus pensamientos, pero amaba ver la pasión con la que enseñaba Astarte.

Un alumno moreno levantó su mano sorprendiendo a más de uno, Tyler pocas veces respondía si no era con un chiste mientras que Eric Yorkie, a su lado, también levantó la mano. Ambos peleaban con el otro para responder sacando la risa de los alumnos y una sonrisa divertida en al profesora.

—Tyler. La historia es lo que vivieron gente importante y marcó la actualidad —Respondió cuando Astarte los señaló.

— ¡Era mi respuesta, me escuchó y la robó! — Se quejó Eric lanzandole un lápiz enojado, los demás volvieron a reír.

— Voy a confiar en la palabra de...

—Eric Yorkie.

—Eric, pero aún que su respuesta también sea buena, no es la que deseo escuchar — Astarte se levantó para moverse del otro lado del escritorio. Sonrió al saber que la madre de Eric era otra profesora que se había presentado el día anterior —¿Nadie más desea intentar?

—Profesora.

Alzó su mirada al escuchar una voz tan atractiva, tenía un toque de inocencia pero era sumamente sensual y atrayente. Pensó en que no podía ser un alumno pero se equivocó, se encontró con un chico de ojos dorados que la miraban con intensidad y pudo jurar que casi se sintió intimidada por el joven que no aparentaba más de dieciocho. Tenía su mano levantada pidiendo permiso para hablar.

Astarte salió de su pequeña ensoniacion, regañandose a si misma por pensar de esa manera de un alumno que ni siquiera era mayor de edad. Solamente era un joven apuesto. Lo señaló con su lapicera dejándolo responder.

Edward leyendo sus pensamientos se recriminó por parecer tan joven, pero sonrió ladinamente al ver que ella pensaba que era lindo. Los alumnos se giraron en sus asientos para verlo, sacándole suspiros a más de uno por su sonrisita y sorprendiendo de que quiera responder, casi nunca lo hacía a menos de que un profesor lo pidiera.

— La historia es todo, todo es historia — Respondió bajando su mano

Astarte sonrió con tanta sinceridad, sorpresa y alegría que logró que el pecho de Edward sintiera un calor agradable, casi pensó que su corazón había vuelto a latir. Había hecho trampa, leyó la respuesta en sus pensamientos, pero por por primera vez que lo había hecho lo sintió bien.

—Exacto, muy bien... —Lo señaló esperando su nombre

— Edward Cullen, profesora — Se presentó con gran victoria al ganarse la atención de ella

—Muy bien, señor Cullen —Se giró para tomar una tiza y también para suspirar borrando unos segundos su sonrisa.

Mierda, mierda, mierda. Pensó tratando de ya no sentir calor en su rostro, pro alguna razón tener la mirada dorada tan poco tiempo, pero a la vez demasiado, en su cuerpo la había puesto verdaderamente nerviosa.

Comenzó a escribir el título "Historia" con la fecha del día a un costado y abajo comenzó a escribir lo mismo que decía en sus palabras.

— La historia es todo, lo que alguna vez dijiste se volvió historia, lo que alguna vez leíste fue parte de la historia, dicen que la historia es el pasado plasmado en una hoja o en cuentos que le decimos a alguien. Entonces, todo lo que digas y pasaron dos segundos ya se vuelve historia — Terminó de copiar, viendo a los alumnos observando algo interesados

—¿Absolutamente todo? —Preguntó Mike Newton frunciendo el entrecejo.

— Exacto, absolutamente todo — Asintió limpiando el polvo blanco de sus manos — La historia está en la filosofía al escuchar de los primeros escritores como Socrates, la historia esta en biología por ser quien escribió los descubrimientos científicos, la historia esta en todo — comenzó a caminar al rededor de los alumnos

Los jóvenes admiraban el cuerpo de la joven profesora desfilar, sus caderas menearse y su sonrisa risueña por la materia que enseñaba.

— Sin embargo, aún que podría hablarles de cualquier cosa ya que incluso la matemáticas es historia, debo lograr que a final del año aprendan todo lo que los directivos de la escuela me dieron para enseñarles a su curso — Observó a cada uno, frenando unos segundos más en Edward que le devolvió la intensa mirada

Hasta que Astarte no soporto y la corrió, obligándose a si misma a ignorar la belleza del alumno.

— Así que ¿Por dónde podríamos empezar? A mí me fascina la mitología por ejemplo, mientras que yo sé que a ustedes muchas cosas de la historia se les va a ser aburrida — Los miró divertida — La historia a mí también me parecía aburrida, pero no es la materia lo que aburre, es el profesor — Susurro lo último como un pequeño secreto travieso haciéndolos reír — Porque todos tuvimos una materia que amabamos pero el profesor era horrible

— La de matemáticas, iugh, que vieja estresante — Hablo Tyler haciendo reír a unos alumnos

—¡Tyler! —Jessica lo regañó viendo a Astarte, como si ella fuera a delatarlos.

— Oh, no he hablado con ella pero por ejemplo, mi profesor de español era lo peor; hablaba dos palabras lo más lento posible y luego nos dejaba treinta hojas de tarea sin explicarnos — Astarte se quejó como si hubiera vuelto a ser una alumna logrando provocar risas y una buena impresión en sus alumnos

— El profesor de gimnasia, como fue el capitán en la secundaria ahora cree que queremos verlo subir la cuerda — Mike hizo una mueca de asco igual que sus compañeros

Astarte hizo una mueca cómica de asco involuntaria que logró enternecer a Edward y reír a los alumnos que en verdad estaban disfrutando su clase.

—Bueno, yo voy a tratar de que entiendan mi agrado por mi materia y además salgan de aquí sabiendo. Porque no quiero que se aprendan las respuestas de memoria, quiero que lo sepan — Aviso antes de sentarse en la silla de su escritorio —¿Qué tal si copian lo de la pizarra y luego les muestro un vídeo que me ayudó a entender más la materia?

—¡Si!

Respondieron emocionados, adoraban el no tener que escribir más que el pequeño párrafo en la pizarra y más sabiendo que Astarte tenía un vídeo de una película lo que lograba llamar su atención.

—Bueno, pasaré lista para aprenderme sus nombres y apellidos, así que avísenme si los leo mal o algo —Pidió tomando la lista —Sofía Sánchez —alzó la mirada para ver a una joven rubia alzar su mano.

—Presente.

Astarte se estaba convirtiendo en la profesora favorita de ellos.

— Edward Cullen — leyó alzando su mirada directo al cobrizo

Edward la miró con tal apasionamiento que se sintió como si estuviese totalmente desnuda frente a él. El joven cobrizo sonrió de manera ladina logrando su corazón dar un vuelco.

— Presente, profesora — Respondió amando el color de sus ojos, Astarte bajo la mirada a la lista nuevamente

No lo mires. Se pidió a si misma, no iba a caer por los encantos de un alumno.

¿O si?

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