;; 𝗧𝗛𝗜𝗥𝗧𝗘𝗘𝗡: 𝗧𝗛𝗘 𝗧𝗜𝗠𝗘 𝗢𝗙 𝗝𝗨𝗗𝗚𝗠𝗘𝗡𝗧 ;;

Debería de haberlo esperado. No había manera de que eso acabara bien.

Con la poca electricidad que desprendía la linterna, apuntó a la cara del ya fallecido Davey. Su cabeza estaba hacia abajo, su estómago estaba sangrando, y su cabeza también. Dns se aguantó una arcada ante esa asquerosa visión, el olor de la muerte, la sangre y el enjuague bucal impregnado en el aire.

Todo a su al rededor daba vueltas cuando salió de lo que alguna fue el taller del alien que acababa de matar. Las palabras "voy a arreglar todo" se reproducían en su mente como si de un disco rallado se tratase. Todo parecía encogerse y agrandarse a su al rededor, sentía como los ojos azules de Papaya le observasen, juzgando cada una de sus acciones en un silencio que lo agobiaba.

Cuando pisó la desordenada enfermería, un escalofrío le recorrió de pies a cabeza. Papaya estaba tumbada en la cama, cuyas sábanas estaban llenas de sangre. Su sangre.

Callando cualquier pensamiento de sentido común que pudiera tener, Dns agarró a la ex-capitana, llevándola a estilo nupcial. Se paró a mirar la caja de la pistola abierta en el cajón de la camilla, pero no por mucho tiempo, girándose para recuperar camino.

La ojiazul no apartaba los ojos de él. El de lentes trataba de no mirarla mucho, apenas y notaba su tacto en sus brazos. Sin medicamentos, se moría. 

Y, justo así, con la cara y el cuerpo quemados y sin una pierna, la ojiazul parecía un personaje de un juego de terror.

Al entrar a la sala principal, quitó de en medio uno de los dibujos de Skylor, donde salían el canino y la ardilla juntos, pintados como hermanos. Lo empujó con el pie, haciéndose paso. En la gran mesa ovalada, estaban los cuerpos de Davey, Link, Víctor y Skylor sentados en sus respectivas sillas, con sus respectivos platos y cubiertos. Aunque el cocinero era el que más alejado estaba, una pista silenciosa del desprecio que le tenía a este cuando estaba vivo. 

Dns tumbó a la ex-capitana en la mesa, tomando su asiento.

 Los cadáveres de sus compañeros comenzaron a hablar. Dns estaba al borde de la locura, estaba todo en su cabeza, su puta cabeza de psicópata.  

— ¡Yuju!—  Skylor levantó la manos, aplaudiendo, en sus ojos no se podía distinguir nada, cegado por el hachazo— ¡Feliz cumpleaños, capitán! Esto es la caña.

— ¡Atención todo el mundo!— Exclamó Davey, levantando una botella de enjuague bucal—¡por el capitán Dns!— y bebió.

— ¡Venga!— continuó Víctor, con los ojos idos— Tienes que dar un discurso.

Link se encogió de hombros.
— Adelante, capitán. Más te vale que sea bueno— en sus ojos se distinguía indiferencia y algo de rabia. Aunque era difícil de decir.

—¡Y tanto! Más te vale, tío— comentó el can, con mucho más entusiasmo.

— Nuestro capitán— Davey levantó la cabeza, orgulloso—. El capitán Dns.

Papaya solo observaba todo, aterrorizada. Dns cogió el cuchillo, sin querer pensarlo más de dos veces, y se dispuso a cortar la única pierna de Papaya, quien gritó en agonía.

— Mucha gente sufre para poner comida en la mesa— comenzó a decir el despiadado capitán, sentándose nuevamente en la mesa. Cada uno de los cadáveres tenía un trozo de la pierna de Papaya en su plato, él incluido—, pero eso no era suficiente, ¿verdad, capitana? El peldaño más bajo de tu escalera es el más alto para nosotros. Hasta que se esfumó todo a tus pies. La vida no vale la pena si es al mismo nivel que nosotros, ¿cierto?— ladeó la cabeza, con una sonrisa de suficiencia— Pero te perdono. Todos lo hacemos. No pienso abandonarte, a pesar de todo, creo en ti. Vamos a superar todo esto. Juntos. A veces prosperamos en nuestro viaje por el vacío infinito del espacio. Sin embargo, a veces hay que aceptar que puede haber días como este. Es algo que aprendí de ti, Papaya. Vamos a comer. Vamos a sobrevivir— terminó, con convicción. Una convicción atemorizante, a cuanto menos.

Dns sacudió la cabeza para enfrentarse a la realidad. Una realidad donde sus compañeros estaban muertos, y él era el único culpable de ello. Sentía como la oscuridad que lo rodeaba lo abducía. Guardándose una arcada, agarró a Papaya nuevamente.

Tratando de no chocarse, la llevó al taller de Davey, donde estaba la única cápsula criogénica que había sobrevivido después del impacto. Con dificultad, abrió la cápsula, dejando a Papaya dentro.

—Estarás bien— dijo, con falsa convicción—. No pasa nada, Papaya. Vas a estar bien— ahora sonaba más convencido, una sonrisa culpable comenzó a aparecer en su cara— Tú siempre me has cubierto las espaldas. Pese a que solo intentaba salvarnos, acabé haciéndote daño. Pero, ahora, vas a sobrevivir. Es tal y como lo dijiste: juntos, podemos soportar cualquier cosa. Estoy orgulloso de haber sido tu amigo y copiloto, capitana. Ahora nadie podrá hacerte daño— bajó la mirada hacia hacia la pistola, cargada, que yacía en sus manos. Luego puso una mano en el cristal de la cápsula— Yo... lo he arreglado...

Se apartó de la cápsula, encendiéndola. Luego volvió a mirar la pistola entre sus manos. Cerró los ojos, poniéndola en su sien. 

Y apretó el gatillo.



CRONOLOGÍA PRINCIPAL ACABADA ✓

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