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— Bitácora 1... Hoy se iniciará la prueba más grande hecha en la historia — Habló frente a la cámara mientras sostenía una jeringa — Son la 4 a.m de la madrugada del día 24 del mes 5. Año 2020 — Tomó uno de los frascos y lo enseño a la pantalla — Éste pequeño frasco... Es la gloriosa razón de todo ésto.

Tomó asiento en una de las sillas que estaban frente a la cámara y acercó a él una pequeña mesa con una bandeja cubierta con una manta blanca.

Con la jeringa, tomó la muestra de sangre de aquel erizo azul y lo levantó por unos momentos.

— Un pequeño paso para el hombre... Un gran salto para mí.

Introdujo la jeringa cerca del cuello, cerrando los ojos, mientras la sangre dentro de aquel objeto escaseaba.

Retiró la jeringa, mientras una sonrisa cínica se formó en sus labios. Abrió finalmente los ojos, un brillo azul obscuro se notó en su mirada.

Estiró una de las manos, apuntando hacia la pared, un rayo de energía obscura salió de su dedo, rompiendo en duro material al instante.

— La nueva era... Comienza

— Tom... ¿Seguro que estamos en casa?

Millones de soldados invadían el lugar, estaba totalmente clausurado y la entrada estaba cubierta de bandas que impedían el paso.

— Al parecer... Sí

Tomó la mano de su esposa, rápidamente corrieron entre los arbustos. Al ver una camioneta de transporte, no dudaron a meterse.
Cerró la puerta del vehículo, intentando pensar que harían.

— Tengo una idea — la chica sacó de una de las cajas de equipamiento unos trajes.

— Me gusta tu idea — Lo tomó con rapidez, colocándose lo.

En cuanto los dos acabaron, salieron de allí con unas armas. Caminaron hasta la entrada de su casa, pasando totalmente desapercibidos. Retiró las bandas que tapaban la puerta y entraron al lugar, cerrando puertas y ventanas.

Tomó una de las computadoras, creando un perfil falso y eliminando la ubicación, comenzó a buscar la ubicación del laboratorio en el que se encontraba el erizo.

— Próxima parada... Washington.

— Okey Sonic... Recuerda el plan — estiró las manos, seguido de un giro en la cabeza — Aquí vamos.

Comenzó a correr en línea recta, a pesar de no avanzar por las cadenas, aumentaba un poco la velocidad con la intención de forzar aquel material resistente que le impedía moverse.

El estruendo de las cadenas captó la atención de los guardias que vigilaban al erizo por fuera, por lo que decidieron dar un vistazo. Al abrir la puerta, el azul aceleró con todo lo que podía, llenando el lugar de rayos azules.

Las cadenas comenzaron a desgastarse, hasta finalmente partirse en pedazos. El pequeño, pero astuto erizo esquivó con facilidad a los guardias y se apresuró hacia la puerta, la cual rompió con un spin dash.

Se apresuraba por los pasillos, pronto su libertad se acercaba, era imparable... Pero nada dura para siempre.

Una de las puertas del laboratorio lo golpeó justo en su estómago vendado, causando que cayera mientras en su rostro se reflejaba el dolor. Miró hacia todas las direcciones, buscando qué era lo que lo había causado... O más bien, quién.

De las sombras, unos rayos color obscuro salieron a la luz — No — Murmuró al ver de quién se trataba.

— Más bien... Si

El científico, quién levitaba en el aire con ayuda de los rayos, se acercó poco a poco al erizo hasta quedar frente a él.
Con su mano, señaló al de los ojos esmeralda y lo levantó en el aire, tomándolo del cuello con uno de los rayos.

— ¿Qué crees que haces aquí pequeño? — lo miró fijamente con una sonrisa.

— La pregunta aquí es... ¿En qué te has convertido — Intentó soltar el agarre, soltando pequeños rayos azules, al igual que sus ojos adaptaron un color azul neón.

El del bigote lo levantó con fuerza y lo arrojó hacia la pared, para luego levantar diversos materiales de fierro y colocarlas en las manos, pies e inclusive cuello del azul.

— Creo que puedo responder a tu pregunta... Ahora soy el ser humano más poderoso de éste mísero lugar... Y tú... — Sus ojos quedaron de aquel color obscuro —
AHORA ERES MI FUENTE DE PODER.