❁ཻུ۪۪⸙OO3

Un erizo azul se encontraba durmiendo...

No había comido desde hace un par de horas, debido al incidente anterior, por lo que dormir le calmó el hambre que lo consumía por dentro.

A pesar de no ser un lugar cómodo y de tener cadenas extremadamente pesadas, dormía profundamente, dando pequeños ronquidos.

Pero dormir profundo no era conveniente... Ya que le impedía estar alerta.

Sin percatarse del sonido, el cuarto en donde estaba fue abierto y una sombra se acercaba cada vez más a él con una siniestra sonrisa.


Las celdas se abrieron por un momento, significaba la hora de la cena. Una pareja de humanos caminaban por las mesas de la prisión con charolas en sus manos, con comida que no se veía nada apetitosa.

Escogieron un lugar vacío y ambos se sentaron uno frente al otro. Todo parecía bien, hasta que un tipo realmente grande y con finta de maliante se acercó a interrumpir les la paz; lanzando la charola de comida del ya conocido Tom Wachowsky.

— Escuché que eras un oficial — dijo con una voz ronca y seria — Si eres uno de ellos... ¿Qué haces aquí?, Tú no deberías estar aquí — se acercó más a él.

— Pues fíjate que tienes toda la razón... Yo no debería de estar aquí, pero sabes que — le miró fijamente hacía los ojos — Tú no me intimidas.

El tipo grande tomó de la camisa al ex oficial de Green Hill's, listo para propinar le una golpiza.

— Cuídate... Que aquí odiamos a los oficiales... Y si por algún momento te vemos solo... Entonces llegará tu final, bastardo — lo soltó aún mirándolo, mientras se alejaba caminando lentamente.

— ¿Ah sí? Pues no lo permitiré — tomó la charola que estaba en el suelo y golpeó en la cara al tipo, provocando que se enojara bastante.

Se dió la vuelta, lanzando un golpe, el cuál Tom esquivó y acabó dándole al tipo de atrás.
Una pelea había comenzado, y los oficiales corrieron a evitar que la cosa se agrandara.

Todo la atención ahora estaba dirigida a la pelea, por lo que Tom tomó de la mano a Maddie y se fueron rápidamente hacia uno de los pasillos para esconderse.

— Tom, ¿Qué planeas? — dijo confundida.

— Solo sígueme, conozco a alguien que nos podrá ayudar a salir de aquí — siguieron por el pasillo hasta llegar a una de las celdas, la cuál estaba abierta y con un tipo ya mayor de edad adentro de ésta.

Entraron lentamente, cerrando la celda por detrás de ellos.

— Hola Chuck — Saludó esperando una respuesta.

— Hola Tom, ¿Qué te trae por aquí? — habló mirándolo.

— Necesitamos tu ayuda para salir de aquí, porfavor.

— ¿Qué me ofreces a cambio?.

— Digamos que me debes un favor desde “ aquella vez” — sonrió con seguridad.

El hombre quitó una de las rocas que habían en la pared, dejando ver un túnel.

— sigan el túnel y hallarán la salida.

— Gracias amigo — le tomó del hombre con una sonrisa — tú primero Maddie — dirigió a la chica hacia éste, esperando a que entrara para luego entrar él.

En cuanto Tom entró por el túnel, el hombre nuevamente lo selló perfectamente para no levantar sospechas.

— Tom... ¿Cómo lo conoces? — pregunto la chica avanzando por la tierra.

— Era un amigo de la escuela... Un día estando patrullando por la ciudad me lo encontré robándole la llanta a un automóvil. Me dijo que no lo arrestara, lo dejé huir y me dijo que algún día me devolvería el favor y ese día llegó. — sonrió recordando.

— Je, en cuanto hallemos la salida de éste túnel te ayudaré a salvar al erizo azul del espacio — paró por un momento mirándolo a los ojos.

— Gracias Maddie... Haré hasta lo imposible... Él merece ser feliz.

Ambos sonrieron mutuamente y siguieron con su camino, ésta vez con un nuevo objetivo y posiblemente con un nuevo plan.


Una luz lo despertó... Lo enfocaba directamente dañándole la vista.

Se tomó unos minutos para enfocar su vista, observando que estaba enganchado de las muñecas y talones hacia una pared.
Tenía bastante temor hacia lo que le podía pasar, su respiración se aceleraba y sus nervios lo consumían poco a poco.

La puerta se abrió... Era más que obvio quién estaba tras todo ésto.

— Perdón por interrumpir tus sueños... Pero el descubrimiento y el estudio nunca descansan — apartó un poco la lámpara que enfocaba al erizo, para que no "estorbara" tanto.

El agente Stone cruzó por la puerta empujando un carrito con una bandeja encima, cubierta por una tela blanca.

Al destaparlo, varios instrumentos de operación se dejaron ver.
El pequeño erizo se alarmó bastante e intento soltarse del duro metal que lo sostenía de las muñecas.

— ¡JA, JA! ¿Qué intentas hacer? ¿Escapar?... No me hagas reír — Se burló del azul entre risas — Stone, ponle el anestésico — ordenó mientras preparaba el equipo.

— Sí, señor — succionó con la jeringa aquel líquido.

Sonic intentó escapar nuevamente, forzando sus manos sin guantes del duro metal, Stone lo sujetó con fuerza y le inyectó el anestésico.
Tenía la esperanza de que quedase dormido, pero no fue así, lo único que la inyección le hizo fue no sentir la mitad de su cuerpo.

Acercaron los instrumentos de trabajo hacia donde estaba.
Ahora más que nada tenía miedo, pequeñas lágrimas se formaron en sus ojos y miró con temor al científico, el cuál tomaba un bisturí y se acercaba lentamente hacia el.

— Q-que planeas — habló con mucha dificultad por el miedo que tenía.

— ¿Tú qué crees? — sonrió de una manera aterradora.

Llevó poco a poco el objeto cortante hacia el estómago del pequeño erizo, haciéndole un corte horizontal.

Cerró los ojos, quería no ver lo que le estaba pasando, hubiera preferido que lo adormecieran antes que ver todo lo que le iban a hacer.

La sangre comenzaba a salir como si de un río se tratase. Lágrimas salían de sus ojos, apesar de no sentir nada, el alma le partía saber lo que le estaba sucediendo.

...

Al paso de unas horas su herida fue cocida, mientras que la sangre del erizo fue guardada para hacerle algunos estudios.

— Bueno... Me imaginé que habría algo interesante en éste pequeño ser, pero es totalmente ordinario — afirmó mientras se lavaba las manos ensangrentadas — pero tengo las esperanzas de encontrar algo "útil" en la sangre — sonrió dirigiéndose al de los ojos color esmeralda y a su "secuaz".

— Ya lo termine de vendar señor — dirigió su vista hacia el mostachudo.

— llévatelo — ordenó seco.

Tomó al velocista entre sus brazos y lo llevó a su celda colocándole cadenas.
Apesar de servirle a aquel hombre cruel... En el fondo Stone se sentía culpable de hacerle aquello al pequeño ser, mirándolo por última vez, para después cerrar la puerta.

Buscó acurrucarse en el frío suelo... Se sentía fatal.
Aún tenía los rastros de sus lágrimas por la mejillas.

El dolor que sentía... No podía dejar de pensar en ello.
Nuevamente lágrimas comenzaron a emerger, ésta vez con más fuerza.
Bajó las orejas mientras sollozaba, tomó asiento con gran dificultad mirando hacia el techo.

¿Porque no podía solamente vivir tranquilo?
¿Porque cada que su vida tomaba un color de rosa siempre se tenía que tornar gris?

Pareciera como si del dolor no pudiera escapar...

Como si por cada sonrisa su dolor se multiplicara...

Tan solo deseaba ser feliz...

¿Acaso era mucho pedir?

En verdad le dolía... No poder recibir ese cariño que tanto anheló.
Lanzó un grito de dolor, intentando desahogarse.

Se limpió las lágrimas con sus manos sin guantes...
— S-solo... Solo quiero ser feliz — se acostó cerrando los ojos, mientras las lágrimas bajaban por su rostro.

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