𝐒𝐞𝐱𝐨 𝐝𝐞 𝐫𝐞𝐜𝐨𝐧𝐜𝐢𝐥𝐢𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧.
Killua pensaba que lo que estaba pasando era una estupidez.
En primer lugar resultaba ridículo que terminaran discutiendo por algo no resultaba ser grave, sino que ambos nuevamente querían tener la razón. El ego humano podía resultar ser mortal.
Comenzó con el hecho de que el moreno comió de los famosos chocolates sin pedir permiso de la alacena y esto tuvo como consecuencia que se molestara su pareja. En conclusión él se molestó solo porque el otro lo hizo.
Continuaron de esa manera durante días, sin dirigirle la palabra al otro. Así estuvieron hasta que Gon decidió tomar cartas en el asunto, necesitaba de su cariño urgentemente y seguir con eso le ponía de muy mal humor.
Tomando la computadora como en ocasiones anteriores, empezó a buscar ideas que resultarían en una posible solución. Por ahí leyó en una ocasión que a veces que las parejas discuten que resulte en intimidad tenía sus posibilidades de ser exitoso. Con eso le bastaba.
Siempre el albino le compraba juguetes y ropa, pero nunca probaron lencería hasta el momento. Debía ser una señal.
Una muy buena del Dios Meruem.
Después de contactar a la tienda fue personalmente para medírselo. Estando convencido solo quedaba esperar a que el sujeto de prueba apareciera después de salir nuevamente con su hermana para estar en casa a principios de la tarde.
Las dos piezas resultaban algo transparentes completamente blancas. La superior se sujetaba del cuello y solamente tapaba la zona del pecho. Pero sin duda alguna la inferior era la que le resultaba algo extraña de usar, nunca usó ese tipo de prenda, menos hilo.
Lo que le encantaba era el diseño de líneas afiladas en un diseño gótico. Se veía muy bien sobre la piel canela.
Terminó por colocarse una camisa grande que llegaba por los muslos para esconderlo y llevar a cabo su plan. Cuando escuchó la puerta tuvo nervios pero respiró hondo para relajarse.
Al asomarse logró verlo comiendo al frente de la cocina lo que dejó para él, estaba concentrado en el teléfono que tenía en la mano libre. Seguramente estaría avisándole a Alluka de su llegada. Tomando los bordes de la prenda ancha que llevaba caminó como si nada para ir a la nevera para disimular.
Hablar lo delataría. Así que siguió tomando un vaso de agua para seguido lavarlo en un silencio, entonces tomó cualquier utensilio para tirarlo al suelo.
Fingió un sonido de queja para ponerse sobre el suelo en un ángulo que para cualquiera sería inevitable no mirar. Prácticamente se le veía el trasero desnudo mientras bajaba el torso queriendo tomar lo que él mismo tiró.
Por lo inclinado que estaba la prenda se subió un poco dejando al descubierto parte de su cintura. Tuvo un escalofrío al escuchar el sonido característico del vidrio hacerse añicos.
—Gon... —podía sentir su presencia a sus espaldas. La determinación que juntó parecía desaparecer en cuestión de un segundo.
Pero tenía que seguir lo que empezó. Meneó un poco las caderas haciendo un movimiento atrevido.
—Es que no alcanzo... —se quejó con falsa inocencia.
Killua no meditó lo que iba a hacer. Su mano se dirigió a la zona suave pero firme que tenía al frente después de agacharse para estar a la altura, por suerte no se había lastimado tras romper el vaso que estaba usando.
Después de acariciar la superficie obteniendo cortos suspiros y apretar la piel un poco sin poder evitarlo notó el pedazo de tela blanca que resaltaba en la piel canela. Tuvo que tragar con dificultad, juraba que estaba desnudo desde que lo vio en su posición.
Gon se quedó quieto en todo momento. A veces acercaba el trasero hacia atrás en busca de más contacto, sus brazos que estaban apoyados desde los codos en el suelo temblaban cuando los escalofríos se presentaban. En ocasiones miraba hacia atrás pero no lograba ver el rostro del albino por cómo estaba.
—Killua... Tócame más. —volvió a moverse llamando a su pareja en un gemido.
Ya podía sentir su pene despierto. Eso le ocasionaba vergüenza pero a la vez alegría por como reaccionaba su cuerpo por un simple roce. La piel suave de lencería le resultaba cómoda.
El albino lo sacó de su improvisado escondite, donde parte de su cuerpo estaba debajo de la cocina. Las manos firmes en su cintura lograron sacarle un chillido para seguido quedar bocarriba en el suelo en un movimiento, la camisa se alzó lo suficiente quedando encima de sus clavículas.
Separó sus piernas por inercia dejando que el mar de ojos azules le observara sin remordimientos, terminó de quitarle la molesta prenda para ver bien lo que usaba.
Escuchó como maldijo entre dientes, volviendo a tocar lo que tenía a su disposición. La vista borrosa de Gon comenzó al ser besado con brevedad por el cuello y donde la piel se encontraba libre, tomó los bordes de la lencería inferior para quitársela.
—¡Es-espera! —la masturbación que comenzó con rapidez y desespero le quitaron la voz.
Tuvo que aferrarse de su espalda, también quería tocarlo. Pero se estaba rindiendo por la necesidad que por fin recibía.
Las piernas le temblaban mientras era penetrado con fuerza. Llegaron a su habitación de un momento a otro y apenas tenía voz para expresar el placer que sentía, podía escuchar los suspiros y gemidos bajos que Killua producía contra su oreja. Lo mantenía cerca contra sí lo más que podía, juntaron sus manos mientras el albino se alejaba para observar las expresiones de su pareja.
—¡Killua! —gimió alto sin poder dar aviso de su pronto orgasmo, de nuevo su miembro fue atendido logrando así que su interior se apretara al contrario que entraba llegando tan profundo que terminaba por salir un poco de saliva de la comisura de sus labios.
—Extrañé demasiado esto, se siente demasiado bien. —ambos estaban perdidos en el calor del momento.
—I-igual... yo... —iba a decir algo más pero el orgasmo lo interrumpió. Terminó por correrse en abundancia sobre su propio abdomen y parte de su novio para dejar de morder su labio cuando la sensación cesó.
Después de que Killua pasará por lo mismo dejando todo en el interior salió con lentitud para quedarse cerca del moreno. Lo miró a los ojos para besarlo con necesidad.
—Esto quiere decir... ¿Qué ya no estamos peleados?
Le sonrió para apartar el sudor que se le acumuló en la frente. La respiración ya calmada de Gon seguido de su expresión de amor le ablandaba el corazón.
—Eso creo, cariño. Podemos hacerlo las veces que hagan falta. —sonrió de forma gatuna.
Gon amaba cuando le llamaba por ese tipo de apodos.
Fotito de referencia, es así pero en color blanco.
Penúltimo día </3
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