𝐒𝐞𝐱𝐨 𝐜𝐨𝐧 𝐫𝐨𝐩𝐚.
—¿A qué hora llegamos? —preguntó Killua aburrido viendo como no avanzaban por la ventana.
—¡A la hora que se tenga que llegar! —la voz de Leorio se notaba irritaba y molesta. ¿Por qué siempre le tocaba manejar en situaciones de sumo estrés? Parecía ser un chiste.
—No te preocupes, Leorio. Estoy seguro que el tráfico cesara pronto. —Gon estaba en los asientos de atrás igual que el albino, ya que estaban más cómodos por la cantidad de maletas que tenían. Y es que apenas el aspirante a médico llevaba su confiado maletín, lo demás era de la pareja.
El azabache estaba acariciando el cabello blanco que estaba siendo decorado con una diadema. Killua se encontraba en una posición cómoda con la cabeza contra su regazo, la relajación parecía ser total pero tuvo un recuerdo que le hizo inquietarse y tomar su celular.
—¿Killua, que pasa? —estaba inspirado en hacerle un nuevo peinado con trenzas.
—No es nada, olvidé mandar un mensaje. —era una mentira a medias, desde hace semanas hizo un pedido en una tienda mexicana. Se supone que debería estar llegando en esos días.
Estaba tan decidido a conseguirlo que no le importó pagar el doble para lograr que se lo enviaran. Pero la parte que tuvo que lidiar fue con el vendedor que no le entendía ni la mitad de lo que decía.
Tiendita de la esquina:
Que padre que le quieras regalar algo a tu novio, pero será algo difícil mandarlo tan lejos :c
Killua:
Sí, como sea. ¿Se puede o no?
Tiendita de la esquina:
Pues sí
Creo que debería estar llegando justo hoy, chamaco
Killua:
AS8DASDI34KOWSF
Tiendita de la esquina:
¿Ahora que pedo con este wey?
El que le estaba contestando hizo cara de estreñimiento. Al menos ya le había pagado, sabía que empezar a trabajar en una tienda era pésima idea. Mejor seguir escribiendo fanfics.
Mientras el albino estaba entrando en una crisis. Tenía que ir a buscarlo prácticamente en la zona donde iban a quedarse unas dos semanas. El dinero perdido en el peor de los casos era lo que menos le importaba, el conjunto valía la jodida pena.
Como si el mismísimo Dios Meruem escuchara sus plegarias, comenzaron a avanzar sin problemas al lugar donde rentaron algo alejado de la cuidad. Fueron dos horas largas de espera bien merecidas al notar el agradable silencio y el clima frío de la montaña.
A Killua le recordaba a su antiguo hogar. Un desagradable escalofrío le recorrió.
—¿Por qué traen tantas cosas? —se quejó Leorio que los ayudaba a bajar todo del carro.
—Riorio, deja de preguntar tanto. Espero que tengas un abrigo aunque sea porque no te pienso prestar el mío.
—¡Ya no te puedo decir mocoso como antes, pero sigues siendo insoportable!
—Vamos, el cielo se está oscureciendo. Démonos prisa. —Gon volvió a intervenir mientras dejaban todo adentro de la acogedora cabaña.
—Chicos, saldré rápido para conseguir algo para comer. Conozco bien el lugar así que no tardaré mucho.
—¡Entonces la cama al lado de la ventana es nuestra! —Killua se acostó sin pensarlo dos veces.
—¡Rayos, quería esa!
—Está bien. ¿Seguro que iras solo? —el azabache sonrió.
—Sí. No te preocupes.
Killua se mantuvo bocarriba mirando el techo, inquieto. Ni siquiera escuchó el sonido de la puerta cerrarse por la salida de su amigo.
No iba a ser buena idea ir con él, sería demasiado sospechoso y no soportaría que se enterara. Lo molestaría por semanas.
Justo cuando Gon iba a acercarse con intenciones de abrazarlo el más alto se levantó.
—Voy a dar una vuelta. —dijo contando el dinero que tenía en mano para tomar un autobús.
—Uhm... Bueno. —se quedó sentado en la cama algo desanimado. Killua le dejó un beso en los labios.
Tenía su celular por si las dudas. Logró orientarse para llegar al centro de envíos más cercana, por otro lado el azabache estuvo curioseando los alrededores para limpiar un poco ya que la cantidad de polvo le causaba picazón en la nariz.
Justo cuando entró en calor dejando parte de la cocina y la sala como nuevos alguien tocó la puerta.
El albino había hecho una promesa con su pareja de no usar sus habilidades en ese viaje. Pero la ocasión lo tenía contra la espada y la pared, así que tomar un atajo no sería nada malo. Mientras no se enterara...
Estando ya en el sitio justo como indicaba el mapa en su celular, habló con la encargada que le indicó que dejara sus datos para revisar si tenían su paquete. Pero en eso recibió la llamada de Gon:
—Killua, acaba de llegar algo para ti. —ni tuvo tiempo de responder cuando el lápiz que usaba para escribir se rompió.
Justo también llegó un mensaje de la tienda:
Tiendita de la esquina:
Buenaaas, se me olvidó decirte que logré enviarlo al sitio que estás ahora. Por las molestias te regalamos un lubricante totalmente gratis.
Gracias por la confianza, llévalo a la luna por mí.
¿Cómo rayos supo que iba a usarlo con cochinas intenciones? Tuvo un tic en una de sus cejas.
—Ya voy de regreso. —contestó para guardar
Estaba irritado de que su esfuerzo fuera en vano, pero apenas dio un paso en la cabaña vio a su novio vestido justo con el atuendo de conejo y las pantimedias negras haciendo que se quedara en blanco.
Menos se esperaba que Gon se acercara rojo hasta las orejas.
—Leorio todavía no ha llegado, ¿quieres...?
No tuvo que ni terminar la oración para besarlo con intensidad y se lo llevó cargado por los muslos hacia la primera cama que estuvo disponible. Las medias fueron casi destruidas quedando con huecos, Killua apenas se bajó el pantalón y la ropa interior para no perder ni un solo minuto.
Cuando terminaron cayeron en cuenta que lo hicieron en donde se suponía que Leorio iba a dormir. Minutos después que el mencionado llegó. Crearon la excusa de que tenía insectos y que tuvieron que limpiar las sábanas quedándose en esa para descansar.
Pero no era tan estúpido. El olor a sexo estaba en todos lados.
Killua deja de desperdiciar la plata, así los regalos no duran nada :c
La ropa es de una tienda mexicana real, de ahí saqué la idea JAJA. Por cierto habrá un capítulo extra <3
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