𝐉𝐮𝐞𝐠𝐨 𝐝𝐞 𝐚𝐩𝐮𝐞𝐬𝐭𝐚𝐬.
Todavía no regresaron a casa ya que Alluka tenía un hambre insaciable por continuar de ver las peleas más esperadas en el Coliseo así que nadie iba a decirle que no.
En una de esas noches donde ninguno de los dos lograba conciliar el sueño a Killua se le ocurrió algo para pasar el rato.
—Gon... ¡Gon! —apenas se acercó para abrazarlo asustándolo.
Hizo un gritito tierno al estar con la guardia baja. Se acostumbraba demasiado estando solo con su pareja.
—¿Q-qué pasa? —no era buen augurio que el albino moviera su cola imaginaria de lado a otro.
—Hagamos un juego. Será divertido.
—¿De qué? —achinó los ojos desconfiado.
—No es nada malo, tonto.
Se levantó para tomar unas cartas de la mesita donde estaba el televisor encendido de fondo.
—Cada partida que gané uno de nosotros haremos una apuesta, ¿te parece bien?
—¿Una apuesta? ¿Cómo qué?
—Puedes pedirme algo que normalmente no harías.
La mente de Gon se quedó en blanco pero estalló con miles de posibilidades haciendo que enrojeciera un poco.
—En-entiendo. Hagámoslo.
Cada carta fue colocada en la cama, siendo seis para ambos. Iba a ser el clásico juego de UNO, donde las reglas fueron explicadas con brevedad por el albino.
Aunque a veces el moreno hacía jugadas que no eran posibles continuaron sin ser capaces de mencionar lo que formulaban en sus cabezas.
—No hemos dicho que haremos si el otro gana... —dijo Gon tomando una carta al no poder seguir.
—Bien, yo lo diré primero. —tomó la atención del azabache. —Si gano te quitarás la camisa.
Quedó boquiabierto, no esperaba que las cosas tomaran ese rumbo pero tratándose de Killua era obvio. Tragó saliva.
—En-entonces si gano yo, tú te la quitas.
Fue simple pero eficaz.
—Ok. —sonrió con picardía.
El resultado se dio a conocer bastante pronto. Gon ganó.
—¡Mierda! —por supuesto el albino se quejó tras perder lanzando las cartas que le quedaron en el colchón.
—Vamos, sé un buen perdedor y quítatela.
Ninguno de los dos asimiló el tono sugerente que uso Gon sino segundos después haciendo que enrojeciera completamente. Killua aprovechó la oportunidad.
—Bien. —lentamente empezó a retirar su camisa dejando ver sus increíbles músculos. No importaba cuantas veces lo viera al moreno siempre le dejaba sin aliento, no pensó en nada más. Ni siquiera cuando le estaba hablando.
—Gon, ¿qué apostamos ahora? —preguntó haciendo que finalmente cayera en el planeta tierra y negara con la cabeza para intentar despejarse.
—¡Ah! Uhm...
Colocó una mano en su mentón mientras veía como nuevamente tenían nuevos mazos para empezar.
—¡Si gano entonces me darás un beso!
Killua quedó de piedra. Con tantas cosas que podían plantear para hacerlo interesante a su novio se le ocurría lo que podía darle sin que lo pidiera... Pero era lógico.
—Bien, entonces yo apuesto a que te quites el pantalón.
Comenzaron con el albino con una clara ventaja, y es que notaba los nervios del moreno cada vez que lo veía. Fue claro desde el principio quién ganaría.
—Moo ~
Se levantó para poder dejar que su pantalón corto cayera. Cuando volvió a sentarse notó el gesto sorprendido de Killua.
—¿Qué pasa?
—¿Cuándo compraste esa ropa interior? —ambos se fijaron en ella.
—¿Es enserio? ¡Siempre los tuve!
Intentó hacer memoria pero nada. Solo recordaba cuando Gon abría las piernas para él, su rostro sudoroso o los gemidos altos cuando llegaba al orgasmo. Carajo, no era momento para eso. Además esos boxers parecían de señora.
—Bu-bueno... —trató de seguir para evitar la mirada molesta del moreno. —Continuemos, puedes elegir primero que quieres que haga.
—Pues... Lo mismo que lo anterior.
—¿Seguirás pidiendo lo mismo?
—¡Sip!
—Entonces... —suspiró. —Te quitarás la camisa ahora.
—Killua... Puedo desnudarme si quieres, no tienes que ganar.
—¡¿Pero qué cosas dices, idiota?!
La partida se quedó estancada, ya que ambos no lograban conseguir la manera de avanzar. Siempre terminaban tomando una carta de más.
—Gon, has algo. Me estoy desesperando.
—Eso intento, no elijo que es lo que me sale.
—Mierda, pero llevamos como media hora aquí...
Siguieron hasta que el azabache abrió la boca sorprendido.
—Oh, sí podía hacer esto y ganar...
El albino dio un grito de desesperación.
—Dame mi beso, Killua. —el mencionado se acercó.
—¿Dónde lo quieres? —ante la mirada miel confundida añadió: —¿Aquí? —acarició sus labios.
Ante la afirmación silenciosa tomó su rostro para besarse con brevedad. Pero tras probarlos continuó, dando otros haciendo que Gon riera.
—Era uno... —susurró pero inmediatamente rodeó con sus brazos el cuello del pálido para acercarlo.
Se acomodaron mejor, cuando estuvieron satisfechos un poco del otro Gon volvió a hablar.
—¿Tenemos sexo?
Fue muy graciosa la expresión de Killua avergonzada.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top