𝐄𝐧 𝐥𝐚 𝐜𝐨𝐜𝐢𝐧𝐚.
Después de lo que pasó esa tarde donde Leorio les interrumpió en medio de sus cochinadas ambas partes quedaron algo insaciables por ello.
No volvieron a intimar como si se hubieran puesto de acuerdo de esperar en hacerlo un par de días.
Pero Gon era el menos paciente, teniendo ya necesidad de que el albino lo pusiera en contra cualquiera pared y le hiciera sentir bien. Tanto así fueron sus pensamientos que no podía concentrarse mientras hacia las labores rutinarias.
Llegó a su límite bastante rápido. Siguió a Killua tras escucharlo decir que iría a buscar agua y prácticamente se le colgó apenas llegó. Por poco se le caía el líquido que tenía en la mano por el brusco movimiento.
Sino fuera por sus increíbles reflejos hubiera terminado de una manera muy diferente.
—¿Cariño? —el apodo cariñoso le hizo restregarse con más ganas contra el pecho del albino.
—Killua, vamos a hacerlo aquí.
Por poco y el vaso se rompe debido a la sorpresa de escucharle tal propuesta cuando en su aniversario donde hubo una leve oportunidad las cosas le salieron mal por andar de chistosito. Ahora su pareja le pedía lo que quería desde hace bastante tiempo.
—¿Hum? ¿A qué se debe? —acarició la espalda contraria con su mano libre, dejando el utensilio en el mesón.
—Es que... Nos interrumpieron la última vez.
Una sonrisa gatuna se amplió en el rostro de Killua que se divertía al escucharlo pedir intimar.
—Sí. ¿Entonces qué quieres hacer?
Empezaron a caminar como robots en retroceso. Gon no se soltaba de la cintura que rodeaba entre sus brazos y su pareja solo se dejaba hacer mientras se acercaban al mismo mesón amplio donde disfrutaban día a día inventando miles de platillos.
La pregunta confundió al moreno que fue sujetado para dejarlo sentado teniendo al albino entre sus piernas.
Por la diferencia de estatura tuvo que ver arriba para lograr hacer contacto visual.
—¿Que quiero hacer? —repitió mientras sus muslos eran apretados con lentitud.
Killua se mantuvo callado esperando la respuesta. Aunque no tenía muchas esperanzas de que escucharía lo que pensaba. El moreno por otro lado se mantuvo mirando los ojos azules hasta que no pudo más, no solo por la algo incómoda posición que estaba, también porque empezó a sentirse sofocado.
Cuando esto paso el albino procedió a acortar lo que pudo la poca distancia que se mantenía. Ocultando su rostro entre el hombro y cuello de Gon que ladeó la cabeza al sentir los vellos erizarse.
—Que te bese, toque, lo que tú quieras. Solo pídelo.
No fue capaz de responder. Los nervios retumbaron tan repentinamente en su cuerpo que suspiro para intentar relajarse.
El cabello rebelde le provocaba cosquillas cerca de la nariz. Se mantenía abrazado de su espalda y parte del cuello cerrando los ojos queriendo que Killua hiciera algo, cualquier cosa. Pero tampoco era capaz de pedirlo.
Resultó extraño sentirse así de sumiso pero a la vez gustarle tanto la tensión que se formaba.
Fuera de todo pronóstico ambas partes buscaron los labios ajenos haciendo un toque donde la pasión se desató. Suspiros y roces inundaron la cocina, se aferraban con necesidad para separarse segundos regresando de nuevo con más ansias que la anterior.
Las piernas canelas abrazaron la cintura cuando fue acostado sobre la superficie con cuidado. Ambos gimieron al frotar su entrepierna por los movimientos bruscos donde la ropa empezó a caer al suelo.
El albino lo sujetó por los muslos para arrimarlo hacia la orilla mientras bajaba con deseo los pantalones cortos de su pareja junto a la ropa interior.
Pero se detuvo un segundo dejando un beso sobre la frente para buscar algo entre uno de los cajones del cuarto de al lado.
Pronto volvió sintiendo su peso arriba suyo y como dos dedos fríos se movían alrededor de su entrada. Se sujetó del cuello de Killua para poder soportar las sensaciones placenteras.
Gon reconoció el sonido de la cremallera al ya no tener los tres dedos que estuvieron abriéndose paso en su interior caliente y estrecho saliendo con lentitud tras unos eternos minutos.
Inconscientemente movió su cadera a los lados cuando el glande presionaba hasta entrar de manera lenta llegando a ese punto que tuvo que morder lo primero que tenía cerca para no dar un gemido alto. Y eso fue el hombro de Killua el cual no se quejó.
Apenas el moreno podía mantener la posición de sus piernas, estás temblaban sintiendo que perdía las fuerzas por la rudeza de las embestidas en su zona sensible. Dejó caer su cabeza hacia atrás balbuceando, empezando a impacientarse de sentirse de nuevo lleno de ese líquido.
Estaba tan mojado que los sonidos obscenos no se hicieron esperar. Las caderas del que estaba debajo fueron sujetadas haciendo que ambos se volvieran un desastre. Iban a llegar casi al mismo tiempo si continuaban así.
Los movimientos se volvieron irregulares hasta que Gon gimió alto dejando salir su esencia con un poco de saliva resbalando de su mentón. Su pareja tuvo el mismo destino al ser repentinamente apretado dejando de moverse para apoyar su cabeza del pecho agitado.
Cuando el azabache apenas tocó su cabello para apartar los mechones algo sudados este habló:
—Si Leorio volvía a llamar juro que lo iba a buscar para ahorcarlo.
—Killua eso ya pasó... —sonrió un poco ante la actitud infantil. —Además, se sintió muy bien.
Se dieron un corto beso.
—Sigamos en el cuarto.
Ni pudo responder porque fue cargado por el albino que no iba a dejarlo en paz el resto del día.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top