(1.2) Alas de Desesperación
Dark Pit dejó la bandeja encima de las piernas de su gemelo para que pudiera comer sin problema. Cogió una de las sillas y se sentó a su lado.
—Pittoo...—
El contrario se volvió ante la dulce voz de Pit. Definitivamente lo amaba más que a su propia vida. —¿Sí Pit?—
—¿Tienes...miedo de esto?— Dark Pit desvío la mirada un breve momento. Volvió a mirar a su gemelo con cara seria —Tengo miedo, sí, pero no de esto.—
—¿Entonces de qué tienes miedo Pittoo?— el de ojos carmesí le sonrió y sostuvo las manos del otro mientras se sonrojaba.
—De perderte mi dulce ángel.— La cara de Pit era una completa cereza y sentía su corazón latir a mil por hora. —Pit, sé que no es un buen momento, pero verás, tú...—
—También me gustas Pittoo— el pelinegro se impactó ante tal declaración, no lo esperaba para nada. De la nada, lo abrazó fuertemente, como evitando que se fuera.
—Me has hecho el ángel más feliz del mundo.— Pit le correspondió el abrazo y le acarició el pelo. —Tú también me haces muy feliz Pittoo.—
El ángel oscuro se separó del otro para mirarse a los ojos. Ambos se miraron con una sonrisa, cerraron los ojos y se besaron.
En estos momentos dolorosos, se creó una burbuja aislante que los protegía de ese dolor y miedo. Fue un beso suave y tierno, moviendo ligeramente la mandíbula.
Al poco rato se separaron. Juntaron sus frentes y soltaron una risita. —Ahora mismo...no me importa nada.— dijo el azabache en un susurro. —el momento era perfecto.
Tres días después...
Ambos ángeles no podían ser más felices. Los demás ya se dieron cuenta porque, de vez en cuando, los veían dándose besitos y riendo juntos. Link se disculpó con el azabache por haber sido tan sobreprotector con Pit. Habían terminado de comer y se dirigieron a sus cuartos.
—Pittoo, tengo que ir un momento al gimnasio.— el otro lo miró confundido.
—¿Por qué, Pit?— el oji-azul le dio un beso y le acarició las mejillas. —Tengo que recoger una cosa.—
—De acuerdo, pero por favor ten cuidado. No tardes mucho.— se dieron otro beso, pero esta vez fue más intenso. Se separaron dejando un hilo de saliva entre ambos. —No sé qué haría si te perdiera.—
Quedándose solo, Dark Pit se fue a su cuarto a hacer para divertirse. Se dirigió a una pequeña librería y cogió un libro de tapa morada y empezó a leer.
Había pasado media hora y Pit no volvía. El otro supuso que se había parado a hablar con alguien, ya que se tarda muy poco en ir del gimnasio al dormitorio.
De repente, como un flash, Dark sintió una punzada en el pecho e inconscientemente soltó unas lágrimas. Soltó el libro y se impactó.
—Pit...— salió corriendo de su cuarto y sin pensárselo aporreó la puerta de enfrente. Se abrió la puerta y salió Link muy mosqueado.
—¿Hace falta matar a la puerta?— bromeó.
—A la mierda la puerta, ha pasado algo muy malo.—
—¿¡Zelda está embarazada!?—
—¿¡Qué!? ¡No!—
—Uff...gracias a Hylia.—
—¡Vámonos ya joder!—
Link y Dark Pit salieron corriendo hacia el gimnasio con un mal presentimiento. En cuanto llegaron vieron la puerta cerrada. Ambos le metieron varias paradas pero esta no cedía. Hasta que Dark Pit se dio cuenta de algo.
—Link...tira de la puerta.
Y la puerta cedió. Resulta que se abría hacia afuera.
Desearían no haberla abierto...
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