III || The Cabin




Season 4, Episode 14 (part 2)
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ᴀᴠᴀʟᴜɴᴀ
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Nueces, alrededor, en todo el suelo. Crujían con cada paso que dábamos y a mi solo me daba pesar escuchar tal sonido, como si imaginara huesos quebrar.

—Todavía iremos a Terminus, ¿no?

¿Terminus? Literalmente está en el nombre, ¿realmente quieren ir a un lugar así?

—Bueno, creo que nos podríamos quedar a descansar un día o dos... había un ciervo cerca de aquí, lo podríamos cazar para comer –hablaba mientras abría el portón de la valla y nos dejaba entrar–. Además hay una cerca, no tan resistente, pero es mejor que nada.

—¡Miren! –apuntó Lizzie hacia el cielo, inmediatamente todos giramos–.

—Así que eso era lo que olíamos...

—Lo suficientemente lejos como para no preocuparnos –mencionó mientras cerraba la cerca–.

—¿Qué lo habrá causado?

—Un rayo, un campamento... solo hay que agradecer que no es cerca.

Durante todo ese tiempo, simplemente me quedé en silencio, nada de esto me daba buena espina y no había llegado tan lejos sola sin haberle hecho caso a mis instintos.

—Vamos, hay una casa detrás –apresuró con pistola en mano–.

La bebé fue dada a la rubia mayor mientras que ella, su hermana y yo nos quedábamos lejos de la puerta principal. Mejor para mi.

—No eres de hablar mucho, ¿verdad? –se escuchó la voz de la más pequeña–.

—La verdad no, cuando estás sola huyendo por tu vida, tienes que guardar silencio... supongo que se hizo hábito.

—¿Cuántos años tienes?

—Más que tu –la menor rodó los ojos–.

—Eso lo sé.

—Bien, entonces tienes sentido común.

—¿Por qué no me quieres decir tu edad?

—Por qué dar información es establecer un vínculo.

—¿Un qué...? –suspiré, tenía que recordar que eran niñas más pequeñas que yo–.

—Un vínculo, un lazo, una conexión... algo que ata una persona a otra.

Parecía que con la explicación, esta vez entendía a lo que me refería.

—¿Y por qué no quieres crear un vínculo?

—Por qué me iré.

—¿Por qué te irás?

—Por qué siempre termino haciéndolo.

—¿Te da miedo?

—¿El qué?

—El que te dejen, por eso te vas primero, para no quedarte atrás sola...

Fruncí el ceño, bien dicen que las conversaciones más profundas y honestas son con borrachos y niños.

—¿Alguna vez te han dicho que haces muchas preguntas? –dije de manera brusca, pero la niña no parecía inmutarse por mi actitud–.

—Si, pero me gusta saber cosas.

No pude más y me puse de pie.

—Iré a revisar la parte de atrás.

—Pero nos dijeron que nos quedáramos aquí.

—Les dijeron a ustedes. Yo soy mi propia persona –interrumpí mientras hacía que Mika tomase la pistola con mejor agarre–. Estaré atrás.

Me giré con cuchillo en mano dispuesta a entretenerme en algo para alejarme de ellas. Lizzie no me terminaba de caer, se sentía... rara, mientras que Mika era demasiado curiosa y ya me había desesperado, me empezaba a desagradar también, me recordaba a una yo que ya no existe, ¿así de frustrante era yo para mis tías y mi mamá cuando no dejaba de preguntar por las cosas?

No alcancé a dar más de unos pasos cuando se escuchó un gruñido y como las niñas gritaban, me giré con rapidez y corrí la poca distancia que había entre nosotras. ¿Por qué nunca corren?

—¡Para!, ¡Para ya!

Mika continuaba disparándole al cadaver que se movía en dirección a ellas, solo gastando balas.

—¡A la cabeza, Mika!, ¡dale a la cabeza!

Corrí hasta ponerme detrás de ella, no tenía tiempo ni de quitarle el arma así que solo ajusté su puntería y por sobre su dedo hice que apretara el gatillo dándole de lleno a la cabeza, éste cayó al instante. Carol y Tyreese llegaron corriendo desde dentro de la casa.

Yo me hice unos pasos para atrás, dándoles espacio.

—Están bien... ya están bien... –decía mientras ayudaba a poner a Lizzie de pie y Tyreese tomaba a la bebé de sus brazos–.

Yo no podía hacer otra cosa más que mirar fijamente al infectado... o caminante como les dicen ellos.
Esa cosa... había visto a varias como ese, nunca me animé a enfrentarmeles, siempre era correr y esconderme o dejar que alguien más se encargara. No me daban lástima, me daban asco, solo pensar en estar tan cerca de ellos... me invadía un sentimiento de rabia e impotencia. Se suponía que ya estaban muertos, ¿por qué volvían a la vida?, ¿qué garantizaba que no volverían otra vez después de un rato de matarles?

Mi mente me llevó a un bucle sin fin en donde veía a esa cosa levantarse y caminar hacia mí, lo peor de todo es que sabía que no era real, por eso no me movía, pero la rabia e impotencia en mi crecía con cada segundo que no pude evitar arremeter contra el pútrido cuerpo frente a mí.
Una y otra vez le encaje el cuchillo que tenía en la cabeza, estaba haciendo un tipo de masacre y no me inmutaba en lo más mínimo, solo necesitaba asegurarme que esa cosa no tuviera posibilidad de volver.

—...luna... ¡Avaluna!

Paré de golpe, solté el cuchillo, todo volvía a mi. Estaba salpicada de asquerosa sangre putrefacta, Carol me llamaba a gritos, Mika me miraba asustada... me arquee y vomité lo poco que tenía en el estómago.

—Avaluna, ¿estás bien? –se acercó con tranquilidad esta vez, imaginaba que se había dado cuenta que volví–. ¿Qué fue eso?

—Yo... yo no sé...

Me había perdido en mi misma, ¿pero de dónde saqué tanta rabia?

No había notado cuando Lizzie se había alejado o cuando Mika la siguió, solo pude escucharles contar mientras que miraban a unas flores puestas en unos maceteros. Se veían lindas.

—Vamos dentro, ¿si?, todos.

Asentí mientras que me puse de pie, sacudiendo mi pantalón puesto que había caído de rodillas. Me quité la camisa de cuadros que había manchado con sangre y me la amarré a la cintura quedando solamente en una camiseta vieja que corté a la cintura puesto que antes de estaba deshilando.
Judith no dejaba de llorar en brazos de Tyreese, me acerqué más calmada de lo que he estado en mucho tiempo.

—¿Puedo? –le pedí casi en un murmullo–.

Con algo de escepticismo miró a Carol quien estaba detrás de mí, como si esperase algún tipo de respuesta de parte de ella, respuesta que supongo fue positiva ya que después de eso tenía a Judith en mis brazos.

—Ten cuidado con ella, todavía es pequeña así que-...

—Así que no debo tenerle confianza sola, debo sostenerle la espalda y la cabeza correctamente para que no haga un movimiento brusco y se lastime –asentí–. Lo sé.

—Bueno, parece que alguien tiene experiencia –me sonríe el hombre–.

—Tenía primos y sobrinos –me limité a decir–.

No necesitaba mentir ni ocultar, pero tampoco necesitaban información innecesaria.

—Bien... ¿alguien quiere nueces?

Y con eso último entramos todos a la casa, no quería seguir pensando en lo que hice ni cómo me sentí, mucho menos... en lo aliviada y tranquila que me sentí después.

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Este es un poco más corto, pero es que si no lo cortaba aquí se harían el doble de palabras.

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