"𝒀𝒐𝒖 𝒌𝒆𝒑𝒕 𝒕𝒉𝒊𝒔?"

Por fin el día había llegado, se mudaría a su nuevo hogar junto a su amado azabache.

Años después de la universidad, y al fin su sueño se hacía realidad.

Guardaba sus pertenencias en una caja aparte, la cual iría en el auto en el que manejaría su azabache. El azabache preparaba el auto mientras él guardaba ambas pertenencias, se encaminó directo al closet, pero por su baja estatura no podía alcanzar la parte de arriba del closet.

Se puso de puntillas para tratar de alcanzar la caja que reposaba en ese estante, hasta que por un mal agarre la caja cayó golpeando su cabeza.

El cobalto soltó un quejido mientras sobaba su cabeza, más su oreja derecha que fue la mas afectada.

Sus ojos se percataron que la caja se había abierto gracias a la caída, se arrodilló para abrirla y al hacerlo, sus ojos se abrieron de más sorprendido.

—Esto es...

Sacó aquel pañuelo café asombrado, no lo podía creer, era su antiguo pañuelo, el que creía que había perdido hace más de un año. No entendía, ¿qué hacía en una caja en la casa de Shadow?

Un sonido en la puerta lo sacó de sus pensamientos viendo al azabache en la puerta. Se incorporó con el pañuelo en mano, viendo como los rubí del azabache se dirigían al pañuelo que reposaba en su mano enguantada.

—Así que ahí estaba —dijo son simplicidad.

—¿Dónde lo encontraste? Lo había estado buscando —le cuestionó curioso, sentía mucha curiosidad.

—Es algo chistosa aquella historia —rió un poco.

—Quisiera oírla.

—Bueno, el camión de mudanza todavía no llega, así que podemos aprovechar —se sentó en la cama.

Le hizo una seña al cobalto para que se sentará a su lado, lo cual el cobalto accedió.

—Bien, todo comienza con un pequeño erizo distraído —tocó la punta de la nariz del otro con uno de sus dedos.

—¡Sonic date prisa, llegaremos tarde! —le gritó un zorrito de dos colas mientras lo esperaba en la entrada de la universidad.

El zorrito había quedado en ayudar a la chica que le gustaba y en el proceso arrastró a su mejor amigo para que lo ayudara y no lo dejara solo, claro que en esa situación Sonic no estaba de acuerdo, no quería ser el mal tercio.

Pero era su mejor amigo, no podía dejarlo tirado.

Aunque el cobalto iba un poco retrasado, ya que se había entretenido hablando con unos amigos sobre una fiesta que se daría por fin de curso y al terminar, iba echando una carrera con tal de alcanzar a su compañero.

—¡Ya voy!

Se apresuró a llegar y solamente recibió un sermón por parte del zorrito por su "impuntualidad", claro que al erizo le hacía mucha gracia ya que se veía muy tierno cuando se enojaba.

No le quedaba la facha mala y dominante.

Sin esperar, el zorro arrastró al cobalto jalandolo en el proceso, pero el pañuelo que traía puesto estaba algo flojo y por la rapidez y fuerza con la que el zorro lo había sometido, el pañuelo terminó por soltarse y quedar en el suelo.

Sonic no se había dado cuenta porque iba muy entretenido peleando con el zorro.

Pero, un erizo azabache si que se percató de eso. Se agachó para recogerlo antes de que el viento o alguien más se lo llevará.

Fue suspicaz y espero en una oportunidad devolvérselo y así, invitarlo a una cita.

Pero eso solo se extendió hasta mas de un año.

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—Entonces, ¿guardaste esto todo este tiempo? —preguntó aún sorprendido mientras acariciaba aquella tela con sus dedos.

—Si, debido a tus prácticas y mi trabajo, no había manera de poder devolvertelo, y quería ser yo mismo quien te lo diera de nuevo, pero nunca encontraba el tiempo —rasco su cabeza algo nervioso por la reacción de su pareja ante aquella confesión.

Sonic se lanzó a abrazarlo feliz, aquello lo había puesto demasiado contento, su novio había guardado algo de él y espero para poder devolvérselo.

Y todo para tener una cita con él.

Se separó y lo miró directamente a los ojos, causando un sonrojo en aquellas mejillas de tez morena.

—Siempre estaré feliz de haberme cruzado en tu camino~ —mencionó con voz tranquila pero seductora.

El azabache pasó saliva nervioso, el cobalto sabía cómo bajarle la guardia.

Sonic acercó su rostro con cautela y con una sonrisa de malicia en su rostro, apenas rozó su boca con la del otro y el azabache comenzó a mover una de sus piernas con frenesí, demostrando lo nervioso que estaba en ese momento.

—Desde que nos conocimos siempre has hecho ese movimiento cuando estas nervioso —soltó una pequeña risa mientras se separaba de él.

—¿Qué esperabas? No puedo evitar ponerme nervioso cuando se trata de ti.

Ambos juntaron sus rostros frotando la mejilla con la del otro felices, para segundos después, ambos escucharán la bocina del camión de mudanza.

Una nueva puerta se les abría en sus vidas.

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