𝐗𝐗𝐈𝐕. 𝐀𝐥𝐠𝐨 𝐧𝐮𝐞𝐯𝐨
𝐒𝐚𝐯𝐚𝐧𝐧𝐚 𝐕𝐞𝐠𝐚
Mɪ ᴍᴀɴᴏ ᴅᴇʀᴇᴄʜᴀ sᴇ dirigió al cierre de mi vestido verde. Ya era la tercera vez que intentaba cerrarlo y todavía no lo conseguía. Zapateé en el suelo de la impotencia. Qué rabia me dan estas cosas.
Se escuchó un 'toc, toc' en la puerta y después pude ver cómo Pedri cruzaba la puerta de mi cuarto. Iba con una camisa azul y unos pantalones negros de vestir. Guapísimo.
—¿Cómo va la reina del lugar? —me preguntó con una amplia sonrisa.
Se me escapó una risa incrédula.
—Frustrada. —respondí.
—¿Y eso?
—No puedo cerrar la cremallera.
Pedri me dedicó una sonrisa tranquilizadora, y con un gesto, me indicó que me girara. Lo hice, así mismo, quedando frente al espejo de cuerpo completo. Una imagen muy cliché de película.
Se me pusieron los pelos de punta cuando los dedos de Pedri rozaron con la parte desnuda de mi espalda, después se delizaron por mi piel hasta llegar a la cremallera y subirla lentamente.
Acto seguido, el pelinegro acercó su cara hacia mi cuello, rozando su nariz con este mismo. Empezó a dejar un rastro de besos húmedos por mi cuello, haciendo que yo cerrara los ojos por el contacto.
Desde atrás, Pedri apretó mis caderas contra su pelvis. Y cuando jadeé, supe que si seguíamos así no íbamos a llegar al restaurante a cenar.
—Pedri. —le dije con tono regañino.
—Savanna...
—Ahora no, que si no, no salimos. Lo sabes. —hablé serenamente sosteniendo sus manos puestas en mis caderas.
Él se separó suavemente mientras soltaba unas leves risas.
—Tú haces que mi autocontrol se vaya a la mierda —dijo agarrando mi mano y dándome una vuelta sobre mí misma —. Vamos.
Le sonreí notando un leve sonrojo y empecé a caminar junto a él, pero me paré abruptamente al recordar algo.
—Pedri, ¿vamos a ir a un restaurante? —le pregunté con una ceja enarcada.
El canario me dedicó una sonrisa burlona al mirarme.
—¿Pues a dónde cenariamos con este atuendo si no?
Abrí los ojos como platos.
—¿Se te ha olvidado que eres famoso? —mascullé sintiéndome nerviosa de solo imaginar estar rodeada de gente, incluso de cámaras, observándonos consecutivamente.
Pedri soltó una carcajada.
—Savanna, cariño —pronunció acercándome la mejilla con una de sus manos —, por algo he alquilado durante unas horas el restaurante.
Fruncí el ceño mientras sentía que mis ojos se iban a salir de sus órbitas.
¿Que ha hecho qué?
—¿Que has hecho qué? —le pregunté atónita.
—Eso. He alquilado todo el restaurante por unas horas, así nadie nos molesta. —contestó con una sonrisa.
Me tapé la boca para reprimir una risa.
—Pedri, no me digas que en serio has hecho eso.
—¿Por qué no? Vamos a tener una cena tranquilísima, ya verás. —aseguró giñándome un ojo.
Sonreí embobada.
—Estás loco. —sentencié agarrando su mano de nuevo para salir del cuarto.
—Te gusta este loco.
—¿Y tú que sabes? —bromeé mientras cruzábamos el pasillo.
Él acercó su boca a mi oído y susurró: —Yo lo sé todo.
Solté una carcajada antes de bajar las escaleras.
☆
—Las damas primero. —dijo Pedri al llegar a la puerta del restaurante, dándome paso a entrar.
Asentí con una sonrisa y pasé. Inspeccioné cada detalle del lugar. El suelo era de mármol blanco y le acompañaban las paredes de color beige. Las mesas y sillas también eran de color blanco y habían grandes y bonitas lámparas de cristal colgando del techo.
Miré el sitio impresionada. Se nota que es un restaurante bueno, caro, y sobre todo, grande, que se nota más aún porque está totalmente vacío. Cadente de gente. Lo que más me impresionó fue el gran tocadiscos que había en medio del lugar.
Un señor vestido de pingüino nos recibió y nos indicó nuestra mesa. Nos sentamos, uno frente al otro, y ahí decidí hablar.
—Si solo supiera que eres futbolista, no me impresionaría que vinieras a estos lugares, pero conociéndote, sabiendo que no eres igual que otros, me sorprende que me traigas aquí. —admití.
Él sonrió.
—Esta es una de las pocas veces que vengo a lugares así... Pero quise probar algo distinto. No todos los días se viste uno así de guapo. —dijo giñándome un ojo.
Solté una leve risa.
—¿Otra de las pocas veces que fuiste a un restaurante así fue cuando nos conocimos? —pregunté —. El Aqua Chef no es tan impresionante como este restaurante, pero sigue siendo caro y con lujos.
Pedri asintió.
—Pues sí. De hecho, cuando nos chocamos, estaba yendo al baño, porque aunque estuviera en un restaurante caro, la gente no me dejaba en paz. —contó formando en sus labios una línea fina.
El mesero nos trajo la carta sin decir ni una sola palabra y después se fue. Pedri cogió una y me tendió a mí la otra, y ambos, empezamos a bichear la comida que había.
—A veces debe de ser frustrante, ¿no? —murmuré, refiriéndome al tema anterior.
—¿Mhm?
—Hablo sobre ser famoso. Tu durante un momento fuiste alguien normal y corriente, y de repente, te conoce todo el mundo. —expliqué mejor.
Él me miró directamente a los ojos durante unos segundos antes de formular palabra.
—La verdad, sí —admitió —. Estoy muy agradecido con todo lo que los aficionados me dan, pero, a veces me agobia el hecho de que, da igual a que sitio vaya, siempre voy a tener puesta encima la mirada de alguien. Viendo lo que hago. O que hasta a veces me rodeen muchísimas personas cuando voy en coche, o incluso andando. Da algo de terror, sientes que te viene todo muy grande.
Asentí analizando sus palabras y le agarré la mano sobre la mesa con empatía, después empecé a acariciarla con mi pulgar.
—Pues tú lo estás sabiendo llevar muy bien. Admiro tu capacidad para afrontar todo esto de la fama y seguir siendo tan humilde como siempre has sido. —dije una sonrisa.
Él me mostró una sonrisa de dientes y con una de sus manos me pellizco la mejilla.
—¿Cómo no se te va a querer, Savanna?
☆
𝐏𝐞𝐝𝐫𝐢 𝐆𝐨𝐧𝐳𝐚́𝐥𝐞𝐳
Pedimos de cenar pasta. Una recomendación de la casa.
Preparé la cita con esmero, y la verdad es que quería que saliera todo bien, sobre todo, que Savanna disfrutara.
Estuvimos charlando de cosas variadas mientras comíamos. A veces no podía evitar quedarme embobado mirándola mientras hablaba. Creo que ella no se da cuenta de lo preciosa que es.
—¿Qué tal la pasta? —le pregunté cuando el mesero recogió nuestros platos.
—Muy buena, la verdad. —contestó alzando sus cejas.
—Bueno —murmuré levantándome de la silla —, ¿quisieras bailar conmigo?
Savanna me miró confundida y después plasmó una sonrisa burlona en su boca.
—¿Sin música?
—Eso se puede arreglar. —le resté importancia mientras le extendía una mano. Ella la tomó y se levantó quedando a mi lado.
En ese momento, le hice una seña al camarero que se encontraba al lado del toca discos que había en medio del restaurante. Todo estaba ensallado, y él sabía que cuando le hacía seña significaba que tenía que poner la canción que le di. Perfect de Ed Sheeran.
—No me lo puedo creer. —dijo Savanna entre risas cuando la música empezó a sonar.
Llevé sus manos a mis hombros y las mías a su cintura. En esta misma pose empezamos a bailar levemente al ritmo de la música.
—No sé bailar, Pedri. —se quejó mirándome a los ojos con pena.
Yo le sonreí ampliamente.
—Yo tampoco, pero no importa, tenemos el restaurante para nosotros solos; nadie nos va a ver. —hablé seguro sin dejar de moverme de un lado al otro.
I found a love, for me
Darling, just dive right in and follow my lead
Well, I found a girl, beautiful and sweet
Oh, I never knew you were the someone waiting for me
—Pedri. —me llamó mirándome con ojos brillantes.
—Dime.
—Gracias por todo. Por esto y por todo lo demás que has hecho por mí —dijo con una leve sonrisa —. Me has cambiado la vida, te has vuelto muy importante para mí.
Yo la miré con cariño. Una de las cosas que más me gustan de Savanna es que sabe apreciar todo. Es agradecida hasta las trancas.
—Savanna, de verdad, yo hago todo esto con gusto —repliqué acercándola más a mí —. Me gusta verte sonreír.
—No me hagas llorar ahora. —me pidió entre leves risas, apoyando su mejilla en mi hombro.
Le acaricié la espalda mientras nos seguíamos meciendo. Sentí que mi corazón empezó a acelerarse de forma desenfrenada y un calor enorme me hinundaba el pecho. Todo lo estaba causando ella.
Baby, I'm dancing in the dark
With you between my arms
Barefoot on the grass
Listening to our favourite song
When you said you looked a mess
I whispered underneath my breath
But you heard it
Darling, you look perfect tonight
—Savanna. —le llamé yo esta vez.
Ella levantó la cabeza para mirarme.
—Creo que me estoy enamorando de ti. —logré decir en un hilo de voz. Lo dije inconscientemente, sin poder evitarlo.
Ese instante fue un choque mental para mí, porque fue justo ahí, diciéndolo en voz alta, que me di cuenta y lo vi real. Me estaba enamorando de Savanna sin poder controlarlo.
Ella me miró asustada.
—Pedri...
—Escúchame —le interrumpí —, no quiero que te asustes. Vamos a ir a tu tiempo. Todavía tenemos que conocer muchas más cosas el uno del otro. Yo voy a estar contigo.
Su mirada se relajó rápidamente al escuchar mis palabras y me dio una brillante sonrisa.
—Siento muchas cosas por ti, Pedri. Pero necesito un poco de tiempo —explicó analizando mi cara —. Esto es nuevo para mí.
Asentí tranquilo. Creo que eso me había puesto más feliz de lo esperado.
De algún modo, no me sorprendió que esto acabara así. Por algún motivo, desde el inicio, sentí que nuestros corazones estaban conectados. Sin ni siquiera conocernos.
━━━━━━━━━━━━━━━━━━━
Hola, babys. Aquí actualizando.
Tengo que decirles que se pongan los cinturones, porque el drama de verdad empieza ahora😼.
━━━━━━━━━━━━━━━━━━━
ᵃᵗᵗᵉ 𝖠𝗋𝗂 𝗅𝖺 𝖺𝗇𝗈́𝗇𝗂𝗆𝖺ᕕ( ᐛ )ᕗ
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top