𝐗𝐗𝐈𝐈. 𝐅𝐚𝐭𝐢𝐠𝐚
𝐒𝐚𝐯𝐚𝐧𝐧𝐚 𝐕𝐞𝐠𝐚
Pᴀsᴀʀᴏɴ ʜᴏʀᴀs ᴅᴇsᴅᴇ ʟᴀ visita de Katia cuando Sergio, un amigo mío que tengo en común con Anna, me envió un mensaje diciéndome que me arreglara para esta tarde porque le había preparado una fiesta sorpresa a Anna.
Le pregunté quién iba. No me dijo mucha gente, pero entre ellas se encontraba Gavi, así que me apeteció preguntarle también si me podía llevar a Pedri conmigo. Dijo que no tenía ningún problema.
Cuando Pedri llegó de entrenar con su madre, le pregunté si le apetecía venir y no dudó ni un segundo en decir que sí. Por esto mismo, ahora me encontraba debatiendo entre si ponerme un vestido rojo o lima.
Los minutos pasaron y yo seguía sin decidirme. Mi cuerpo se llenó de tal desesperación que fui al cuarto de Rosy para pedirle ayuda.
-¿Se puede? -pregunté después de llamar con el nudillo de mis dedos a la puerta.
-¡Adelante!
Tomé el pomo entre mis manos y abrí la puerta. La cerré tras mía y le sonreí al verla sentada en la cama. Estaba viendo la televisión que estaba frente a su cama.
-¡Savanna! ¿Qué pasa? -me preguntó devolviéndome la sonrisa.
Alcé ambos vestidos, cada uno en una mano.
-Tengo un cumpleaños y no sé cuál ponerme. -le expliqué adoptando una mueca.
Sus ojos brillaron.
-Si quieres puedo ayudar a arreglarte -parecía que le daba mucha ilusión -. La verdad es que me aburro.
Me parecía una buena idea, así que asentí rápidamente. Sin más palabras, nos dirigimos a mi cuarto.
Me duché y salí del baño con el vestido lima puesto. Rosy se encontraba sentada en mi cama y me observó al salir del baño.
-Te queda bien -opinó -. A ver, pruébate el otro.
Asentí y volví a meterme en el baño. Esta vez salí con el rojo puesto. Los ojos de Rosy resplandecieron con un brillo especial al verme con el vestido.
-Madre mía, niña. El rojo, definitivamente, es tu color. Estás preciosísima. -habló con una sonrisa de oreja a oreja mientras se levantaba.
Sonreí con ternura y no aguante el impulso de abrazarla.
-Gracias. -murmuré mirándola a los ojos cuando me separé del abrazo.
Ella negó con la cabeza mientras me agarraba de un brazo.
-Ni me las des, guapa -acto seguido me arrastró hasta sentarme en el tocador -. Ahora toca el pelo.
-¿El pelo también? -le pregunté mirándola a través del espejo.
-Claro, ¿por qué no?
Sonreí mientras despegaba la mirada de Rosy.
Esta mujer es un amor.
Le indiqué dónde se encontraba la plancha, y después de que la sacara y enchufara, me empezó a planchar el pelo.
-Cuéntame, ¿qué estudias? Mi hijo me ha contado que vas a la universidad. -dijo sin apartar la vista de mi pelo.
-Medicina -respondí -, estudio medicina.
-¡Vaya! -me miró por el espejo durante un segundo antes de seguir con la labor -. Te debe de gustar mucho eso para estudiar esa carrera tan cojonuda.
Me quedé callada mientras miraba cualquier lugar de la habitación.
-Porque te gusta, ¿verdad? -volvió a hablar Rosy.
Volví mi mirada hacia el espejo, encontrándome con la suya.
-La verdad es que no -me encogí de hombros -. Sólo la escogí porque se me daba bien.
La canaria abrió los ojos de par en par.
-¿Y no hay nada que te guste de verdad? -preguntó con curiosidad.
Dirigí mi vista hacia la ventana y observé el hermoso atardecer anaranjado que asomaba por ella. Una sonrisa inconsciente se plasmó en mis labios.
-El diseño. -dije sin darme cuenta, aunque no me arrepentí.
Una sonrisa se adueñó de los labios de Rosy.
-Así que te gusta el diseño...
-Sí, Siempre ha sido un sueño para mí -admití -. De hecho creo que eres la primera persona a la que le digo esto.
-Pues pienso que deberías de lanzarte a cumplir ese sueño. -comentó.
Suspiré risueña: -Ojalá. Pero es tan complicado triunfar y ganarte la vida en ese mundo.
Ella me miró con una sonrisa burlona a través del reflejo.
-¿Y cómo crees que mi hijo a triunfado? El fútbol es un mundo, igualmente, complicado, donde cuesta triunfar. Y ahí tienes a mi Pedro. Lánzate, inténtalo. -me dijo sin quitar su sonrisa.
-Tienes razón.
Pocos segundos después, desenchufó la plancha y me dio la vuelta en la silla giratoria.
-Tienes el pelo listo. -sentenció mirándome.
Le sonreí con dulzura.
-Muchas gracias.
Acto seguido, agarré máscara de pestañas y un pintalabios del mismo color que mi vestido, rojo. Me apliqué ambos productos y cogí mi bolso.
-Ahora sí que estoy lista. -hablé mientras me miraba en el espejo.
-Estás preciosa. -dijo una tercera voz, que no era de Rosy.
Me giré para encontrarme en el marco de la puerta a Pedri, observándome. Lo analicé de arriba a bajo. Tenía puesto una camisa negra, con los primeros botones abiertos, y unos pantalones beige. Tan guapo como siempre.
-Tú también estás muy guapo. -comenté con una sonrisa.
-Bueno -intervino Rosy, bastante animada -, yo creo que deberíais de iros ya. No vayáis a llegar tarde.
Pedri asintió.
-Tienes razón -alzó una de sus manos hacia mí -. ¿Vamos?
Agarré su mano como respuesta y los tres salimos de la habitación.
Nos despedimos de Rosy y cogimos camino hacia el departamento de Anna, que era donde se iba a celebrar la fiesta de cumpleaños. Llegamos, llamamos a la puerta, y segundos después, se abrió.
-¡Savanna! -exclamó Sergio, acercándose para abrazarme. Le correspondí el abrazo -. Estás perdida.
Solté una leve risa.
-Este es Pedri, aunque creo que ya lo conoces. -dije después del abrazo, agarrando la mano del canario nuevamente.
-¡Como para no conocerlo! -dijo riendo, dándonos pasó hacia dentro de la casa.
-Encantado. -habló mi acompañante, ya dentro del departamento.
Nos adentramos al salón, donde todo estaba decorado con globos dorados y serpentinas.
-¡Gavi! -exclamó Pedri cuando vio a su amigo. Él castaño se acercó a nosotros y ambos empezaron a hablar.
-Sergio -me acerqué al rubio -, ¿y Anna?
Él me miró con una sonrisa cómplice.
-Esto es una fiesta sorpresa. Ahora viene. -respondió.
Yo sonreí mientras negaba con la cabeza. Pasaron unos cuantos de minutos cuando ruidos de que alguien estaba abriendo la puerta se escucharon. Apagamos las luces y nos hundimos en un rotundo silencio.
Se escuchó la puerta abrirse y después cerrarse, y poco después, cuando Anna cruzó el marco del salón, encendimos las luces y gritamos al unísono: <<¡Sorpresa!>>
Sonreí al ver la cara de mi amiga, llena de sorpresa y alegría. La primera en abalanzarse hacia ella para abrazarla fui yo. Hacía bastante tiempo que no nos veíamos.
-¡Felicidades!
-Te he echado mucho de menos, cabrona. -mencionó apretándome entre sus brazos.
-Y yo.
Anna empezó a saludar a todos los invitados y les dijo que esperaran un segundo para cambiarse de ropa, ya que no sabía nada de esto.
Me pidió que la acompañara y acepte sin dudarlo. Le avisé a Pedri, quien me giñó el ojo con una sonrisa mientras asentía como respuesta.
Me dirigí con Anna a su cuarto, y después de elegir el vestido que se iba a poner, la empecé a maquillar. Algo sencillo.
-¿Qué te cuentas? -me preguntó mientras yo le aplicaba corrector.
-Bueno, nada en concreto -de repente, algo se me vino a la cabeza -. Ah, sí. Me he acos... -carraspeé -. Con Pedri.
Ella abrió los ojos como platos.
-¡Qué dices! -exclamó con una sonrisa -. Pero estáis juntos... ¿o qué?
Negué con la cabeza.
-Lo que sé es que estoy pilladísima -confesé mordiendome un labio -. No sé si le hará bien tenerme a su lado.
Mi amiga frunció el ceño.
-¿Y eso por qué? -preguntó.
-Es que... la prensa a subido fotos de nosotros dos saliendo de casa, también de yo tendiendo... Ahora todo el mundo sabe que soy empleada suya y sospechan de que tengo algo con él. -le conté agarrando el rubor.
-¿Y eso qué?
-Pues que nos están criticando a los dos, porque, claro, a un futbolista no le pega salir con alguien como yo. -dije para después reír secamente.
-¡Ey, mírame! -me ordenó con voz fura -. Ni se te ocurra decir eso. Los dos sois afortunados de teneros, ¿okay?
Me quedé en silencio durante unos segundos.
-También Katia ha venido hoy a casa, pero para verme a mí -al ver la cara de confusión de Anna, proseguí -. Me decía que si realmente quiero a Pedri, debería de dejarlo ir. Simplemente porque lo nuestro arruinaría su reputación.
-Eso es ridículo. Lo que quiere esa gilipollas es quitarte al hombre. -espetó Anna, frunciendo el ceño.
-La cosa es: ¿Y si tiene razón? No quiero perjudi-
-No -me interrumpió -. Ni se te ocurra pensar eso.
Negué con la cabeza repetidas veces.
-Mejor hablemos de ti y de Gavi -la miré suplicante -, por favor. Ya habrá más tiempo para hablar de lo mío.
Mi amiga me miró fijamente antes de asentir y empezar a contarme todo. Por lo visto había empezado de rollo con él. Estaba dispuesta a contarme más, pero el sonido abrupto de la puerta del cuarto abrirse nos interrumpió la conversación.
Era Gavi, que había venido a decirnos que bajaramos ya porque estábamos tardando mucho. Así que, después de una mini discusión entre los dos tortolitos, bajamos.
Oficialmente, la fiesta había comenzado. Apagaron las luces, pusieron música y colocaron una mini bola disco, decorando la sala de luces de colores.
Me senté en el sofá al lado de Pedri cuando bajamos. El canario colocó su brazo izquierdo encima de mis hombros.
-¿Todo bien? -me preguntó, mirándome con una sonrisa.
Me giré para mirarle y le apreté la mano que tenía sobre mis hombros.
-Sí. -respondí devolviéndole la sonrisa.
Poco después, todo el mundo empezó a bailar. Pedri y yo nos quedamos hablando amistosamente con una pareja que había también en la fiesta.
De repente, mi móvil empezó a vibrar estrepitosamente. Me estaban llegando miles de notificaciones. Fruncí el ceño asustada y puse mi teléfono en modo silencio. Pedri no se había dado cuenta de ello, ya que seguía hablando con la pareja.
Desbloqueé mi móvil, totalmente confundida. Todas las notificaciones eran de Instagram. Cuando me metí a la App sentí mi cuerpo estremecerse.
Tenía casi mil seguidores nuevos y miles de mensajes.
Por lo visto, las fans del canario que tenía al lado, habían descubierto mi Instagram.
Mis manos empezaron a temblar cuando me metí a ver los mensajes que me estaban enviando. Todos llenos de odio hacia mi persona o riéndose de mí por mi clase social.
¿Cómo coño han descubierto mi Instagram? Si Pedri ni siquiera me sigue.
Me entraron un agobio y unas ganas de llorar terribles. Esto no me debe de estar pasando. Leer todos esos mensajes eran como si me estuvieran clavando puñales. Decidí apagar el móvil y no leer ninguno más, pero mi estado de ánimo ya había cambiado y era inevitable no sentirme mal.
Pedri se tuvo que dar cuenta de que algo me pasaba, ya que de repente me quedé totalmente callada. Se giró para mirarme y su rostro se volvió preocupado al ver el mío.
-Savanna, ¿qué te pasa? -me preguntó -. Estás muy pálida y tienes mala cara, ¿te encuentras bien?
"Vale, se ha dado cuenta de tu estado de ánimo. Ya no vale decir que no pasa nada", pensé.
-Es por la regla -mentí intentando que no viera mis ojos agüados -, me encuentro un poco mal.
Su rostro se tornó aún más preocupado.
-¿Quiéres que nos vayamos a casa? -cuestionó agarrando mi mano.
-Es el cumpleaños de mi amiga -dije negando con la cabeza -: no la puedo dejar sola.
Pedri esbozó una pequeña sonrisa cargada de empatía.
-Seguro que Anna lo entenderá, pero me niego a que estés aquí encontrándote mal. Vamos a casa, anda. -dijo levantándose del sofá y dándome la mano para yo hacerlo también.
Acabé aceptando porque, de verdad, no me encuentro bien, me siento mareada. Nos despedimos amablemente de la pareja con la que anteriormente estábamos charlando y después nos dirigimos a Anna.
Le explicamos la situación y ella apoyó el pensamiento de Pedri: tampoco quería que estuviera aquí sintiéndome mal. Le di mi regalo antes de irnos y montarnos en el coche.
Encendí el móvil para desinstalarme Instagram, pero fue inevitable no ver algunas de las nuevas cosas que habían puesto. Los mensajes que me enviaban expresaban lo repugnante que les parecía mi supuesta relación con Pedri y que por mi culpa su estatus se iba a caer a la mierda -básicamente apoyando el pensamiento de Katia-.
Pensé que la cosa no podía ir a peor hasta que vi comentarios de hombres en mis publicaciones, totalmente obscenos. Diciendo cosas morbosas o frases como "Puede ser la empleada, pero yo también me la trincaría".
Desinstalé la app rápidamente y apagué el móvil. Miré por la ventana intentando pensar en otra cosa.
Ahora creo que tengo fatiga.
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¡Hola! Yo creo que este es el capítulo más largo que he escrito en esta historia.
Quería escribir este capítulo para que se pueda ver cómo a Savanna le sienta esa fama arrepentina, no deseada y de esa forma.
Claro que cada uno tiene su forma de enfrentarlo, pero siendo Savanna una persona que sobrepiensa las cosas y mira más por los demás que por si misma, creo que esta es la forma correcta.
Quería plasmar cómo es a veces la fama. Más cuando es de este tipo: no deseada. Lo mal que pueden sentar los comentarios a las personas a través de las redes sociales, etc...
Espero que les guste porque, como les dije capítulos atrás, iba a empezar el drama aquí, y debo de decir, que oficialmente ha empezado.
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ᵃᵗᵗᵉ 𝖠𝗋𝗂 𝗅𝖺 𝖺𝗇𝗈́𝗇𝗂𝗆𝖺ᕕ( ᐛ )ᕗ
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