𝐗. 𝐀 𝐧𝐨 𝐬𝐞𝐫...

𝐒𝐚𝐯𝐚𝐧𝐧𝐚 𝐕𝐞𝐠𝐚

ᴍᴇ ᴀɢᴀᴄʜᴇ́ ʏ ʀᴇᴄᴏɢɪ́ ᴄᴀᴅᴀ ᴘʀᴇɴᴅᴀ ᴍᴇᴛɪᴅᴀ ᴇɴ ʟᴀ ʟᴀᴠᴀᴅᴏʀᴀ. Las puse en un cesto y me dirigí hacia el patio; Tenía que tenderlas.

Sentí mi boca seca, así que pensé que si me paraba, aunque solo fuera por un instante en la cocina para beber agua, no pasaría nada.

Dejé el cesto en la Isla y cogí un vaso, lo rellené y me lo bebí de un soló golpe.

—Sí que tenías sed, ¿no? —dijo una voz, que rápidamente identifiqué: Pedri.

Lo miré con ironía empezando a fregar mi vaso.

—Sí, no bebo nada desde esta mañana. —y era cierto, he estado tan ocupada que no había bebido nada hasta que había llegado la tarde, osea, ahora.

—Bueno, recuerda beber dos litros de agua al día. —dijo con una sonrisa, apoyándose en la Isla.

—¿Necesitas algo? —pregunté recordando mi puesto.

—No, solo iba a preparar palomitas. —respondió acercándose a la despensa.

—Las puedo preparar yo, para eso estoy. —le dije dejando el vaso en su sitio, ya fregado.

Él negó repetidas veces con la cabeza.

—Savanna, estás aquí como empleada para las labores de la casa, no como esclava. Esto lo puedo hacer yo sin mínimo esfuerzo. —dijo sin borrar su sonrisa.

Con agilidez cogió la bolsa para hacer palomitas y la puso en el microondas, pulsó unos par de botones y las palomitas empezaron a girar en el microondas.

Cogí el cesto de la ropa dispuesta a irme cuando alguien entró a la cocina. Un chico castaño entró hablando.

—Pedri, se me ha olvidado decirte que también trajeras... —se interrumpió así mismo cuando me vio —. Algo de beber.—finalizó frunciendo el ceño.

Levanté una mano y le saludé con esta.

—Gavi, esta es Savanna, mi nueva empleada —me presentó Pedri acercándose a mí y poniendo una mano en mi espalda —. Savanna, este es Gavi, mi amigo y compañero de equipo.

Miré la cara de Gavi y vi cómo su expresión cambió, parecía entenderlo todo.

—¡Claro! Tú eres su nueva empleada, con la que se rumorea ser el cuerno de la relación de Katia y de este. —dijo con una sonrisa.

Sin poder evitarlo rodé los ojos. ¿En serio iba a empezar a ser conocida como un cuerno? ¿Encima falso?

En ese momento también entendí muchas cosas. Este chico era el que estaba junto a Pedri en la foto que me enseñó Anna aquella vez. El que le caía mal a mi amiga y según ella era un presumido.

Como si pensarla fuera una invocación, mi teléfono, en mi bolsillo, empezó a vibrar indicando una llamada de la misma.

—¿Anna? —pregunté cuando lo cogí, teniendo la mirada de los dos chicos del lugar sobre mí.

—La misma. Estoy yendo para la casa de Pedri. —me informó a través de la línea.

Fruncí el ceño.

—¿Y eso? —pregunté.

—¿Acaso no puedo visitar a mi mejor amiga? —preguntó en tono inocente.

—Te creería si no fuera porque te conozco bastante bien. ¿Qué pasa? —dije bajando el tono, no quería que estos dos se enteraran de cualquier cosa que pudiera hablar con Anna.

—Ya te cuento, porque es terrible. —dijo haciendo que me preocupara, después de eso solo hubo silencio.

—¿Anna? —la llamé interrogativamente —. ¿Anna? —repetí con demanda, pero Anna había colgado

Gruñí guardando mi teléfono de nuevo. Me giré para encarar a los chicos, dándome cuenta que su atención seguía sobre mí.

—Con permiso... —murmuré saliendo de la cocina.

Fui hacia el gran jardín de la casa y tendí todas las prendas en el tendedero colgante que había en una parte. Fue poco después que mi nombre resonó por toda la casa; Pedri me había llamado.

Tan rápido como los pies me podían, caminé hacia donde provenía la voz.

—Anna ha venido a verte. —me informó cuando llegué a la entrada de la casa.

Asentí haciendo que él se fuera ya con su mensaje emitido. Me asomé a la puerta y ahí vi Anna con una sonrisa, que parecía más una mueca.

—Entra, vamos. —dije impaciente, queriendo saber esa cosa tan importante que me dijo anteriormente que me tenía que anunciar.

—Voy, chiquilla, voy... —masculló —. ¿Me puedes dar agua? —preguntó ya dentro de la casa.

Asentí con la cabeza y la cogí de la mano, arrastrándola a la cocina. Al llegar le serví la agua que me pidió y con los ojos buen abiertos me apoyé en la Isla.

—Escupe, habla. —le espeté con nerviosismo.

Soy de esas personas que cuando me dejan con algo de suspense ya no puede dejar de pensar en ello.

Anna me hizo poco caso, ya que su mirada pasó de estar puesta en mí a  estar en mi lado derecho, haciendo que su rostro palideciera por completo.

—Joder, Anna, ¿estás bien? —le pregunté preocupada acercándome a ella.

Al no obtener respuesta ni movimiento de su parte giré mi cabeza hacia donde sus ojos paraban, encontrándome con Gavi con el mismo semblante de palidez que Anna.

¿Qué coño pasa?

Oye, tío... —empezó a hablar Pedri entrando a la cocina, pero rápidamente se detuvo al ver a mi amiga y a su amigo tan quietos y pálidos como una estatua.

El canario me miró con una cada de desconcierto. Me encogí de hombros con cara de preocupación, dándole a entender de que yo tampoco sabía lo que estaba pasando.

—Anna... Vamos a mi cuarto, ¿vale? —le murmuré cogiéndole de la mano.

Ella por fin dio señales de vida asintiendo con la cabeza. Con ese ademán me dirigí hacia mi habitación con ella a rastras. Me senté en la cama junto a ella y la miré aturdida. Anna parecía haber cogido algo más de vida al entrar a mi cuarto, ya que suspiró pesadamente, como si se hubiera librado de una gorda.

—¿Qué ha pasado ahí, Anna? —le pregunté posando mi mano encima de la suya.

—Él. —dijo sin más.

—¿Él? ¿Gavi? —cuestioné frunciendo el ceño.

Ella asintió rápidamente.

—De él te quería hablar. —me explicó.

—Pues dime. —le pedí.

—Tú sabes que no me cae nada bien. —empezó —. Pues... es que..., el otro día... —titubeó nerviosa.

—Venga, tranquila. Habla tranqui. —le dije brindándole una leve sonrisa.

—El otro día fui a una fiesta, con mi amiga de Madrid, que vino a visitarme. —ella buscó mi mirada para ver si la estaba siguiendo, yo asentí —. Pues fuimos a una discoteca y me lié con un chico.

No era nada raro que Anna se liara con chicos. Desde... eso, Anna no quería nada serio.

—La cosa es que como en la discoteca estaba todo tan oscuro y yo iba medio borracha, pues no sabía quien era el chico. Tenía unos bonitos ojos y una buena boca, era lo único que me había fijado y pues me lie con él. —siguió contando.

Fruncí el ceño.

—¿A dónde quieres llegar? —le pregunté asustada, suponiendo cosas.

—Ese chico era Gavi, el maldito Pablo Gavi. —terminó haciendo que todo colapsara.

Me tapé la boca con mi mano derecha, procesando toda la información. Inconscientemente sonreí.

—Madre mía, pero qué show de película —hablé sorprendida —. ¿Y qué pasó luego?

—Bueno, yo me di cuenta que era él cuando me separé para buscar aire. Cuando caí en ello me separé bruscamente de él y cuando le di explicaciones se ofendió, y se molestó. —contó arrascándose el cuello nerviosamente.

—Por eso has reaccionado así en la cocina, por eso él también reaccionó así. —dije ya entendida de todo.

Ella asintió.

—No estaba preparada para volver a verle. Mejor dicho, no quería volver a verle. —dijo refregándose la cara con ambas manos.

Sonreí y le acaricié el hombro en señal de apoyo.

—No te preocupes, solo intenta olvidar que pasó y llevarte normalmente con él presente —hablé intentando ayudar, pero ella me miró de soslayo, con nerviosismo —. A no ser... —murmuré —. Qué te haya gustado.

Ella abrió los ojos como platos.

—¡¿Qué?! ¡No, por supuesto que no! —exclamó con los brazos al aire.

—¡Te gustó! —dije sonriendo, levantándome de la cama.

Ella repitió mi acción y colocó sus manos en mis hombros.

—No.

—Conmigo no tienes que finjir. —sentencié mirándola.

Ella agachó la cabeza y tras unos segundos habló.

—Sí, me gusto —levantó la cabeza y me miró —, muchísimo.

Sonreí y la abracé. Esto de estar rodeadas de gente famosa iba a estar... curioso.

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Atte: Ari la anónimaᕕ( ᐛ )ᕗ

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