𝐕. 𝐖𝐨𝐰

𝐒𝐚𝐯𝐚𝐧𝐧𝐚 𝐕𝐞𝐠𝐚

sᴜᴇʟᴇɴ ᴅᴇᴄɪʀ ǫᴜᴇ ʟᴏs ᴀɴɪᴍᴀʟᴇs sᴀʙᴇɴ ᴘᴇʀғᴇᴄᴛᴀᴍᴇɴᴛᴇ ʟᴏ ǫᴜᴇ ᴘᴀsᴀ ᴀ sᴜ ᴀʟʀᴇᴅᴇᴅᴏʀ. Que saben si estás triste o no, cosas así. Desde mi punto de vista pienso que es cierto, pienso hasta que son más inteligentes que nosotros, los humanos.

Un ejemplo totalmente claro es mi perra, Raiza. Por lo visto tenía muy claro que nos íbamos a otro sitio, ya que corría de un lado para otro por todo el departamento, absteniendose de la idea.

Raiza es un parrita de raza Cavalier King. La tengo hace menos de un año y la amo con locura, le da más color y alegría a mi vida.

—¡Raiza, ven! —exclamé correteando detrás de ella, con los brazos extendidos hacia delante intentando cogerla.

Mientras tanto, Anna, que había venido a ayudarme con la mudanza, se estaba echando unas par de risas mientras veía con gracia la escena.

Me paré por un momento respirando agitadamente y apoyé mis manos en mis rodillas intentando descansar. Giré mi cabeza para mirar a mi amiga.

—Te lo estás pasando bien, ¿no? —le dije con ironía.

—Ya ves que sí, eh. —habló riendo con los brazos cruzados.

La miré con los ojos entrecerrados y hablé.

—Podrías ayudarme y dejar de reírte. Llevo diez minutos detrás de Raiza, por si no te diste cuenta. —dije incorporándome y poniendo las manos en mis caderas.

—Perdón, perdón —se disculpó levantando los manos —. Ya te ayudo venga.

Acto seguido se colocó a mi lado y puso sus manos en su cintura.

—La cosa es, ¿dónde se ha metido ahora? —preguntó mirando nuestro alrededor.

Repetí la acción; Raiza no estaba por ninguna parte del salón (que es donde nos encontrábamos).

—Creo que sé donde puede estar. —hablé empezando andar hacia mi cuarto.

Entré a mi habitación, ahora ex, y la observé. No era nada del otro mundo, un cuarto pequeño pero acogedor. Ya no quedaba nada mío, solo los muebles (que no eran de mi pertenencia). Hoy también era un día con cielo triste, así que el estado de la habitación, el paisaje en la ventana y la luz que entraba al lugar por ella, hacia que lo sintieras como un lugar fúnebre.

Raiza muchas veces se escondía en una esquina característica de esta misma habitación, bajo el escritorio. Caminé unos cuantos pasos más hasta acercarme a este, me agaché y ahí la vi. Inconscientemente sonreí con ternura.

—Raiza, ven —le pedí extendiéndole la mano. Aún así ella se abstenía, encongiendose en la esquina —. Yo sé que te va a gustar nuestro nuevo hogar, va a ser mucho más grande y cómodo que este. —le aseguré a mi perrita. A lo mejor ni me entendía, pero aún así me gustaba hablarle.

Sinceramente no tenía ni idea de cómo era la casa de Pedro, pero tenía un buen presentimiento. Raiza se acercó a mí lentamente y por fin pude cogerla entre mis manos.

—¿Está aquí? —preguntó Anna entrando a la habitación.

—Sí. —respondí levantando a Raiza en mis manos.

Ella asintió sonriente y se apoyó en el marcó de la puerta.

—Ya está todo listo, ¿no? —supuso cruzándose de brazos.

—Sí, lo único que faltaba era atrapar a esta bicha. —dije riendo mientras salía de la habitación.

—Perfecto. —soltó suavemente mi amiga siguiendo mis pasos.

Llegamos a la entrada del departamento, ahí estaban todas mis pertenencias: una gran maleta y dos mochilas. La verdad no es que tenga la gran cosa.

—¿Te vas sin despedirte? —dijo una voz que atormentaba mis días y mis noches.

Cerré los ojos con fuerza y me giré sobre mi misma, intentando poner mi mejor cara. Vero, la chica con la que compartía piso, estaba apoyada en la pared del pasillo de la entrada, con una Coca-Cola en su mano y mirándome con esa sonrisa siniestra.

Vero desde siempre me dio muy mala espina, pero no tenía más opción que vivir con ella. Tenía el pelo de color naranja desteñido, muy maltratado. Tenía un aspecto bastante descuidado.

Tengo muy malas experiencias con ella, empezando porque dejaba todo tirado y la única que organizaba el piso era yo. Otro factor es que nunca podía entrar en su cuarto para decirle algo o lo que sea. No es porque no me dejara, es que yo no quería; esta chica se duchaba una vez a la semana y se llevaba todo el día encerrada con ventanas sin abrir. Si entraba en su cuarto la peste era abundante.


—Eh, perdón. Adiós. —logré decir mientras me arrascaba la nuca.

—¿No tienes frío? —preguntó Anna a mis espaldas.

Sabía que la pregunta iba para Vero, ya que iba en pantalones cortos y camiseta de tirantes, estando en pleno Enero.

—El frío me gusta. —dijo dejando un silencio incómodo.

—Vale... Me voy. Que te vaya bien. —dije con una risita con notoria incomodidad.

Vero se bebió de un trago lo que quedaba de su Coca-Cola y se tiró un gran eructo. Puse una cara de desagrado, que intenté cubrir (sin éxito).

—Igualmente... —murmuró pasota mientras se marchaba.

Me giré abruptamente para mirar a mi amiga y hablé:

—Vámonos ya.

Con ayuda de Anna pude bajar mi equipaje. Fue complicado ya que vivía en un cuarto sin ascensor.

—¿A qué estamos esperando? —preguntó mi amiga cruzada de brazos.

La miré y le sonreí. Ya estábamos fuera del edificio.

—Pedro nos recogerá. —le notifiqué mientras empezaba a llamar a dicho.

—¿Me estás diciendo que voy a conocer al puñetero Pedri? ¿Ahora mismito? —interrogó alterada.

Justo en ese momento Pedro descolgó, así que puse la mano en alto frente a ella para que esperara en un momento.

—¿Savanna, no? —preguntó el canario a través de la línea.

—Eh, sí, soy yo —respondí de inmediato —¿Ya vienes?

—Sí, en dos minutos llego.

—Perfecto. Adiós. —me despedí.

—Chao.

Al colgar metí el móvil en el bolsillo derecho de mis tejanos. Me giré hacia Anna y le contesté.

—Llega en dos minutos. —avisé.

Su rostro rápidamente se volvió en uno que transmitía verdadera alerta.

—¿Por qué no me has dicho esto antes? Me habría traído mi camiseta del Barça, así me la firma. —habló poniendo sus manos en sus caderas.

—Pero vamos a ver, An, si voy a vivir en su casa lo vas a ver más veces. —le dije riendo.

Ella miró a la nada mientras asentía, parecía que estaba meditando algo.

—Tienes razón. —contestó y sin más encendió su móvil y se puso a verlo.

Un minuto después Pedro llegó, con un bello coche verde. Bajó la ventanilla y habló.

—Hola. —nos saludó con una sonrisita de labios cerrados. Después subió la ventanilla de nuevo.

Me giré a ver a Anna, estaba riéndose por el gesto comicamente inconsciente del futbolista. Aun así también se le veía nerviosa.

El canario se bajó del coche y se plantó frente a nosotras. Se acercó a mí, me dio dos besos en forma de saludo y repitió la acción con mi amiga, la cual se presentó ante él.

—Voy a meter estas cosas. —dijo y sin más cogió mi gran maleta.

Anna y yo llevamos las otras dos mochilas y las metimos al maletero. Después nos metimos en el coche, yo delante con Pedro (por petición de Anna) y mi amiga atrás.

—¿Cómo se llama? —preguntó Pedro.

—¿Qué? —dije aturdida.

—Tu perrita, ¿cómo se llama? —aclaró con una sonrisa.

—Raiza. —respondí sonriente bajando mi vista.

Mi perra se encontraba en mi regazo, tumbada. Después de diez minutos de trayecto acariciándole su pelaje se había quedado dormida.

—¿Usted tiene mascotas? —le pregunté mirándolo.

—Sí, un gato. Y por favor, tuteame. —dijo sin despegar la vista del trayecto.

—Pero usted —me calle un momento antes de seguir hablando —. Perdón. Pero tú ahora eres mi jefe. —rectifiqué volviendo a fijar la vista en él camino.

Me di cuenta que nos estábamos alejando de la parte central de la ciudad a una donde menos gente habitaba. Las casas empezaban a ser más lujosas, parecía una cara urbanización.

—No importa eso —le restó importancia —. Es que me hace sentir viejo. —confesó riendo.

—De acuerdo.

Segundos después llegamos a la esperada casa. Bajamos del coche y quedé encantada con la vista. Su hogar estaba situado cerca de la costa de Barcelona, un poco alejado de la multitud. La casa es de tez blanca y es bastante grande, con arquitectura avanzada.

Sacamos mis cosas del maletero y nos dirigimos hacia el gran portón. Pedro usó sus llaves para abrirlo y así pudimos entrar.

Ya estando dentro suspiré y miré a mi alrededor. Después de un rato quieta en mi lugar mirándolo todo hablé.

—Wow.

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¡Hola! Quiero pedirles una disculpa por tardar. Como cualquier adolescente de catorce voy al instituto, entonces, tengo exámenes y más cosas que hacer. Espero que entiendan, gracias.🫶🏻

Atte: Ari la anónimaᕕ( ᐛ )ᕗ

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