𝗰𝗵𝗮𝗽𝘁𝗲𝗿 𝘁𝗵𝗿𝗲𝗲

▃▃▃▃ 𝗦𝗧𝗔𝗥𝗦:
¡!  ֺ ָ ֙⋆ 🍒  ִ𓄼ꜝꜞ ᳝ ࣪ 𔘓 ֺ ָ ֙⋆ ࣪ ꞌꞋ
𝐌𝐈𝐑𝐀𝐃𝐀𝐒 𝐐𝐔𝐄 𝐃𝐄𝐒𝐏𝐈𝐄𝐑𝐓𝐀𝐍

Había pasado un día desde aquella salida que tuvieron las cuatro chicas. A decir verdad, Dalmi logró formar un vínculo con ellas, en especial con Sooah, quien siempre se preocupaba porque ninguna fuera excluida, o, en su caso, integrándola más a sus conversaciones. Con Soojin era normal, se llevaban bien desde hace tiempo; sin embargo, antes no sentía que fuera una amistad, simplemente una conocida que le caía bien.

Finalmente, con Jukyung logró llevarse bien, nada fuera de lo normal, aunque Seo notaba algunos comportamientos extraños cuando solían hablar solo entre ellas dos.

Dalmi se encontraba en el gimnasio donde se practicaba el jiu-jitsu, y Suho le explicaba algunas técnicas, pues él era mucho mejor, ya que ella solo llevaba un año practicando ese deporte.

— Me parece que eres muy mala —comentó el chico, mientras ambos caminaban en círculo, uno frente al otro — No logro entender cómo te aceptaron en este deporte en tu anterior secundaria.

Dalmi sabía que aquellos comentarios eran para hacerla enojar. Aunque en sí el pelinegro bromeaba, Seo solo logró seguirle el juego.

La castaña fue la primera en acercarse, aunque algunos de sus "golpes" sí llegaban hacia Suho, él siempre terminaba en el piso, fallando en todos sus intentos cuando ella quería hacer lo mismo con él.

— Deberías entrenar más — aconsejó, mientras la ayudaba a levantarse — ¿Estás bien? — preguntó al verla usar su inhalador.

Dalmi pasó sus manos por la tela de su uniforme — Eres muy pesado, ¿cómo se supone que debo tirarte? — contestó no muy alegre, ignorando la pregunta.

Suho se limitó a sonreír levemente — Seguro eres buena cuando te pongan contra alguien de tu peso y estatura — dijo, obteniendo un asentimiento por parte de ella. Cuando competía contra chicas de su mismo peso y estatura, solía ganar la mayoría de las veces.

El chico observó detenidamente el cabello de Dalmi — ¿Por qué ya no usas tu listón rojo? — preguntó, pues siempre solía llevarlo.

Seo llevó sus manos a su cabello, era verdad que siempre lo llevaba, no podía creer que en todos esos días no se hubiera dado cuenta de que no lo tenía.

La atención de ambos adolescentes se desvió de inmediato hacia la persona que acababa de entrar al lugar.

— Hola, hijo — se trataba del padre de Suho, a quien Dalmi conocía muy bien — Eres alguien difícil de encontrar — bromeó, aunque el chico no parecía agradarle la idea de verlo.

El mayor se volteó hacia la chica, formando una sonrisa de inmediato — Seo Dalmi, tanto tiempo sin verte — saludó —  Sigues igual de bella como la última vez que te vi.

— Un gusto volver a verlo, señor Lee —respondió ella, devolviendo el saludo — Después de tanto tiempo que pasó en el extranjero.

Aquella pronta conversación fue cortada por el pelinegro — ¿Para qué has venido?

— Me volveré irrelevante si vivo lejos — explicó con simpleza, aunque de nuevo su atención se fue hacia Seo — ¿Cómo está tu padre? Tal vez luego vayamos a visitarlos Suho y yo.

— Él está bien — aclaró — Con mucho trabajo, como siempre.

El señor Lee miró a ambos — ¿Estaban entrenando juntos? — cuestionó de manera obvia, con un tono divertido — ¿Mi hijo no pensó en otra idea de cita?

Dalmi abrió aún más los ojos, sorprendida ante tal repentino comentario, negando inmediatamente — No es así — explicó — Me acabo de transferir a la secundaria Saebom y me está ayudando con jiu-jitsu, él lleva más tiempo en esto, así que puede ayudarme a mejorar.

El hombre asintió algo decepcionado — Me gustaría que ambos salieran — Suho miró a su padre algo incómodo — La familia Seo y la familia Lee tendrían una bella descendencia.

— Suho no es mi tipo — aclaró Dalmi, obteniendo una cara confusa del mayor, mientras que del pelinegro una expresión algo ofendida — Él es muy aburrido.

— ¿Crees que tú eres mi tipo? — cuestionó el chico incrédulo, sin expresión alguna en su rostro.

Dalmi alzó los hombros con una leve sonrisa, claro que lo hacía para molestarlo, pues después de sus palabras mientras entrenaban, sentía la necesidad de regresarle algunas.

— Me iré a cambiar y después tengo que irme — se dirigió al padre de su amigo — Que tenga una linda noche, señor Lee —finalizó para después tomar su mochila y dirigirse a los vestidores.

Después de cambiarse, aquel uniforme salió del gimnasio, algo agotada por las tantas veces que fue tirada al suelo. Llevó su mano a su cuello al sentir un leve dolor.

No esperó mucho cuando Jaesung llegó al lugar, este ayudándola a subir al auto como siempre solía hacerlo.

— ¿Cómo le fue hoy, señorita Dalmi? —preguntó amablemente el chófer, arrancando de inmediato — Se ve algo cansada.

— El jiu-jitsu es algo agotador — exclamó con algo de dolor.

Jaesung la miró unos segundos por el espejo — Señorita Dalmi — llamó, obteniendo la atención de la mencionada — Si practicas ese deporte desde hace un año, ¿por qué en tu anterior secundaria no te defendías de las burlas sobre tu enfermedad? — cuestionó algo angustiado.

Aquella pregunta atónito un poco a la castaña, realmente no sabía la respuesta con certeza.

— Seguro acababan con un brazo roto, Jaesung — bromeó, a lo que el mayor rió — Además, ¿qué diría mi padre si me mandaban a la oficina del director por pelear?

El chófer asintió, comprendiendo. Seguramente el señor Seo la castigaría durante algunos largos meses.

El camino transcurrió normal, la noche era algo fría y con una leve brisa que la castaña logró sentir al acercarse a la ventana. Finalmente, al llegar a su casa, dejó en el sofá aquella pesada mochila que cargaba desde muy temprano.

— Dalmi — llamó su padre — ¿Cómo te ha ido en tu día? — preguntó, mientras abrazaba a su hija con cariño.

— Supongo que bien — contestó — ¿Qué haces en casa? — cuestionó algo extrañada al verlo.

— Me enteré de que Lee regresó del extranjero — explicó, a lo que la chica soltó un leve suspiro — Tengo que descansar para hablar con él mañana — el mayor pasó su mano por el hombro de Dalmi — Seguramente pronto iremos a tu secundaria.

La castaña cerró los ojos en forma de desagrado, nunca le había gustado la idea de que su padre asistiera a donde ella estudiaba.

— ¿Llevas contigo tu inhalador? — preguntó al ver su mochila de entrenamiento — No quiero verte mal, has mejorado mucho.

Ella asintió levemente con una sonrisa. A pesar de que su padre no estuviera con ella la mayoría del tiempo, sabía que se preocupaba por ella.

La pelinegra entendía perfectamente que si llegara a necesitar a su padre algún día por una emergencia, estaba segura de que él sería el primero en llegar hacia ella.

Oh, Dalmi, qué equivocada estás...



La castaña se encontraba bajando del auto, antes de retirarse se despidió de Jaesung con una sonrisa, corriendo de inmediato al ver a sus tres amigas que se dirigían a la entrada de la secundaria.

— Qué bueno que llegas, Dalmi — habló Sooah, para después tomarla del brazo — Estábamos platicando sobre Soojin — Seo volteó a ver a la mencionada — Ella enfrentó y defendió a Jukyung de un acosador que le tomaba fotos.

Dalmi sonrió ante tal comentario — Entonces no solo eres linda e inteligente, también muy valiente — mencionó, haciendo reír a la chica — Si fueras chico, no dudaría en que fueras mi novio — bromeó Seo, obteniendo esta vez risas de parte de todas.

— Oh, por cierto — llamó Sooah — ¿Cuáles eran sus uniformes anteriores? — preguntó con emoción — Quiero ver, ¿tienen fotos?

— Ah, no, nunca me saqué una foto —contestó Jukyung, y aunque la de cabello corto no estaba convencida del todo, esperó a que Dalmi contestara.

— Tengo una foto por aquí — comentó mientras buscaba en su galería — Aquí está — mostró a las tres — Sinceramente, el uniforme de esta secundaria es más lindo.

Al mostrar tal fotografía, la castaña notó cómo Jukyung dio un pequeño paso hacia atrás, restándole importancia.

— ¿Ibas en Yongpa? — preguntó con asombro de nuevo Sooah, Seo asintió — Seguro eras muy popular.

Las chicas se detuvieron por un momento, bloqueando el paso de algunos estudiantes.

— Muevanse — la voz de Suho hizo que todas lo miraran — Quiero pasar.

Soojin y Jukyung se hicieron a un lado para que pasara. Este finalmente siguió su paso.

— No le cuesta nada ser un poco amable — exclamó Dalmi.

Sooah volteó a ver a la chica — Dalmi, hace unos cuantos días eras igual de seria que él — la mencionada sonrió con vergüenza— Me agrada que ya tengas confianza y hables más.

Antes de que Seo pudiera contestar, una pequeña ráfaga de viento pasó a su lado, notando que se trataba de un estudiante, quien manejaba una motocicleta a toda velocidad.

Dalmi notó a todos los estudiantes murmurar sobre aquel chico, quien, al estacionarse, quitó el casco que cubría su rostro. Para sorpresa de la chica, se trataba del motociclista con el que se había encontrado algunos días atrás.

— Volvió Han Seo Jun — rompió aquel silencio Sooah — ¿Por qué está aquí? —esta vez habló Soojin.

— ¿Han Seo Jun? — preguntó, aunque era más por recordar cómo aquellos chicos que lo perseguían habían mencionado su nombre.

— Así como el triángulo de las bermudas y los agujeros negros, en nuestra escuela tenemos dos chicos encantadores que, si te enamoras de ellos, no tienes escapatoria — explicó la de cabello corto — Suho es misterioso, Seo Jun es rebelde, decidir quién es más encantador es como elegir entre tu comida y postre favoritos, son los dos dioses de la secundaria, los mejores.

— Eso es algo extraño — finalmente volvió a hablar Jukyung, a lo que Dalmi estuvo de acuerdo.

Las chicas volvieron a caminar en seguida. Esta vez se había unido a ellas el novio de Sooah, quien era Taehoon.

Dalmi, por otro lado, observaba cómo Suho y Seo Jun se miraban con algo de enojo. No entendía el porqué de esa situación.

— ¿Pero qué ocurre? — cuestionó con su mirada puesta en ambos — Parece que no se llevan bien.

— Eran mejores amigos, pero algo pasó — explicó de nuevo la de cabello corto, quien parecía querer informarles de todo a las dos nuevas — Ahora siempre están peleando entre ellos.

Seo asintió levemente ante tal explicación, esperando que aquel chico de la motocicleta no la reconociera, pues no recordaba en dónde había dejado tal casco.

Sin importarle mucho, siguió el paso de sus amigas, hasta que finalmente llegaron al aula para tomar sus asientos.

— Atención — llamó el profesor ante la clase — Han Seo Jun finalmente volvió a la escuela, nos alegramos, ¿verdad?

Todo el aula respondió con un sí, a excepción de dos personas, Suho, que claramente no le gustaba la idea de que volviera, y Dalmi, quien dejó caer su cabeza levemente al ver que estarían en la misma aula.

— Bueno, Seo Jun, siéntate ahí — el docente apuntó a un escritorio — Al lado de Suho.

El ruido de un leve golpe hizo que Dalmi se reincorporara, notando que aquel chico se encontraba enfrente de Jukyung.

— Muévete — exclamó hacia la chica, parecía ser algo igual de grosero que Suho — Estás sentada en mi lugar.

— Ella se sienta ahí porque no puede ver bien de lejos — informó el mayor — Taehoon, tú que eres tan amable, ¿puedes sentarte ahí? — pidió, refiriéndose al escritorio que estaba al lado de Suho.

Taehoon tomó su mochila rápidamente, dándole una sonrisa a los que ahora estaban a su alrededor.

La castaña llevó de nuevo su mirada a Seo Jun, quien rápidamente notó su mirada sobre él, haciendo que la chica se volteara de inmediato.

El chico, antes de recostarse por completo en su escritorio, observó a la chica de nuevo algo confuso, pues parecía recordar aquel lindo rostro.

— Ya la he visto antes — murmuró, intentando recordar vagamente.


La clase había finalizado, ocasionando que todos los alumnos se pararan de sus asientos, incluso Dalmi, quien se dirigió hacia las chicas.

La castaña observó a Jukyung, quien miraba a Suho y a Soojin. Dalmi había notado entre la clase cómo aquella chica miraba a su amigo, incluso parecía un coqueteo de alguna extraña manera.

— Oye, ¿Soojin es cercana a Suho? —preguntó Jukyung.

— Sí, son muy cercanos, se conocen desde muy pequeños — aclaró Sooah — Es probable que sea Soojin con la única chica con la que él habla — esta negó de inmediato al ver a Seo a un lado de ella — Y a Dalmi también, incluso se ofreció a ayudarla con jiu-jitsu.

Aquellas palabras de la chica hicieron recordar en la castaña que debía inscribirse lo antes posible en aquel deporte. Sin pensarlo mucho, salió del aula corriendo, obteniendo una mirada extraña de parte de las dos chicas.

Dalmi llegó hasta el patio de la secundaria, donde se detuvo al ver la hoja azul que Suho le había mencionado. Sin esperar mucho, escribió su nombre y el grupo. Y aunque ya había ido al gimnasio a practicar, todavía le faltaba ese paso importante.

Soltó un gran suspiro al terminar de firmar aquello, lista para iniciar su camino de regreso al aula, se detuvo al escuchar voces cerca de un pasillo. Sin dudarlo, se dirigió hasta la pared para observar de quiénes se trataban.

Oye, ¿no piensas que es un hermoso día para morir?

Escuchó Dalmi, dándose cuenta de que se trataba de un grupo de chicos, quienes se dirigían a Seo Jun. Pensó en los tantos problemas que estaría enfrentando ese chico.

¿Los que usan motocicleta tienen que ser rebeldes siempre? Pensó de inmediato.

Sus pensamientos fueron desechados al escuchar risas entre aquel grupo.

— Esta broma ha ido demasiado lejos —aclaró Seo Jun, a lo que todos rieron.

Dalmi suspiró, solo se trataba de una tonta broma, pues al parecer eran amigos. Al verificar que todo fuera así, se retiró, dirigiéndose directo al comedor, donde la esperarían sus nuevas amigas.

Por otro lado, Seo Jun se encontraba en su plática.

— Son tan ridículos, ¿por cuánto tiempo tengo que seguir jugando a esto?

— Cuéntame, ¿tu madre está mejor? —preguntó Kim Chorong.

— Sí, está mucho mejor — respondió con una sonrisa.

Todo el grupo pareció mirarse entre ellos, a lo que el motociclista frunció el ceño — ¿Viste a las chicas nuevas de tu clase? — preguntó Cho con una sonrisa ladina.

— Sí, ¿qué tiene? — preguntó sin darle importancia.

— Vamos, Seo Jun — le dio un leve golpe en el hombro — ¿No te parecieron lindas?

Seo Jun recordó el rostro de aquellas dos chicas, recordando aún más el de Seo Dalmi, quien, a pesar de recordarla por su extraña familiaridad, también lo era por lo bella que la consideraba.

— ¿Cómo se llama la chica que se sienta atrás de Suho? — preguntó con curiosidad, a lo que todos lo miraron con sonrisas burlonas.

— Seo Dalmi, es hija del empresario Seo Doyun — explicaron de inmediato — ¿Por qué? ¿Acaso Han Seo Jun le gusta la chica nueva? — comenzaron a preguntar, a lo que todos siguieron.

— ¿Qué? — cuestionó confuso — Déjenme en paz — aclaró para después retirarse del lugar, siendo perseguido por todos aquellos chicos.

Para Han Seo Jun, el hecho de que aquella chica le pareciera atractiva no significaba que le gustara, al menos hasta ese instante.

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