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▃▃▃▃ 𝗦𝗧𝗔𝗥𝗦:
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𝐏𝐈𝐋𝐎𝐓𝐎

La vida de Seo Dalmi no era específicamente como ella lo quería.

La chica vivía con su padre en una casa verdaderamente lujosa. Se podría decir fácilmente que tenía todo lo que ella quería y deseaba, claro, solo lo material.

El padre de Dalmi era un empresario reconocido al cual todos admiraban, a excepción de su hija, pues ella sabía que todo su éxito se debía a su corrupción tan planificada.

La madre de la pelinegra simplemente había decidido no hacerse cargo de ella. Dalmi no había tenido una figura materna, o al menos no podía recordar, mucho menos sabía el porqué no quiso estar con ella, pues su padre tenía prohibido hablar de ese tema.

Dalmi claramente obedecía, pues cuando era una niña de ocho años, recibió una bofetada por querer saber el porqué su madre no la quiso.

Claro que ella, cada noche de insomnio, trataba de pensar en algunas posibles ideas del porqué su madre se fue de su lado, aunque todas las madrugadas caía en el mismo pensamiento.

Es por mi enfermedad — pensaba y pensaba la chica, aunque sabía que si no fue por eso, era porque simplemente no la quería, así que prefería pensar que fue por su primera opción.

El tener arritmia había perjudicado ciertamente su vida. Sus compañeros de la escuela Yongpa solían verla raro y molestarla. Dalmi sabía que aquellos adolescentes eran unos completos ignorantes.

Dalmi solía platicar algunas veces con su chófer, aunque su padre le prohibía hablar con la servidumbre. Esta no solía acatar las órdenes.

— ¿Qué tanto mira al cielo, señorita Dalmi? — cuestionó el chófer llamado Jaesung. Ambos se encontraban en el jardín. Mientras él limpiaba el auto, la chica se encontraba sentada en su columpio, admirando por completo la noche.

— Jaesung, ¿No te parece hermoso cómo las estrellas iluminan la noche? —preguntó con gran admiración.

El hombre mayor se tomó unos momentos para observar el cielo — Son hermosas — aceptó, sin embargo, siguió con su labor — Siempre me han gustado.

Dalmi miró con atención al mayor — ¿Por qué razón? — cuestionó con gran intriga.

Jaesung dejó a un lado la manguera con la cual limpiaba el auto, metió sus manos en los bolsillos y volvió su vista al cielo — Sabe, señorita Dalmi, las estrellas pueden definirnos en grandes aspectos.

La chica lo miró una vez más, confundida. El chófer soltó una risa ronca ante tal mirada — Las estrellas brillan por sí solas, sin embargo, nunca están solas — contó con gran admiración — Creo que, como seres humanos, nunca debemos estar solos, nos necesitamos unos a otros por naturaleza. Pero el brillo de cada uno depende de uno mismo.

La señorita Seo sonrió ante tal comentario. Solía admirar cómo aquel señor se expresaba. Jaesung trabajaba en aquella casa desde que Dalmi tenía cuatro años. Su admiración ante su gran sabiduría venía desde hace tiempo.

— ¡Dalmi! — escucharon ambos el llamado del señor de la casa, haciendo que ambos se sobresaltaran.

La chica corrió de inmediato hacia su padre, esperando que no la regañaran fuertemente.

— Dalmi, ¿Qué te he dicho de no platicar con gente diferente? —le recordó a su hija — Ve a dormir, recuerda que tienes que descansar.

La pelinegra solo asintió varias veces para después irse a su habitación, un poco extrañada de que su padre no se enojara como lo solía hacer.


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