❛ 𝘅𝗶𝗶𝗶. 𝖼𝗋𝗒 𝗐𝗁𝖾𝗇 𝖽𝖾𝗌𝗌𝖾𝗋𝗍 𝗂𝗌 𝗌𝖾𝗋𝗏𝖾𝖽.




❛ 𓄼 CAPÍTULO TRECE 𓄹 ៹




          TOMAR UNA DUCHA A TEMPERATURA CÁLIDA LE PARECIÓ UNA BUENA MANERA DE REFLEXIONAR. Sintiendo el agua quemar su piel, su cabeza colmada de los recuerdo de esa misma noche le llevaron a poner sus prioridades en orden.

La primera y más clara, Jasper y Rosalie. Cruzando los límites de Forks el par confirmó las palabras de Emmett y Alice, ambos correspondían a ser sus compañeros de por vida, y ella la de ellos. Según Jasper, informado por su padre, eran extraños los casos donde resultaba ser más de un compañero, y Elizabeth admitía que aquella confirmación le dio esperanzas de finalmente establecerse en un pueblo y dar el frente a su padre.

Lo último, un efímero pensamiento que se esfumó tan pronto como apareció. No podía, no se dignaba a ello.

Su segunda prioridad, Bella. Apenas alcanzó a enrollarse en una toalla cuando la castaña irrumpió en su habitación —únicamente ella y su padre poseían una llave extra a su vivienda— balbuceando incoherencias y lanzando prendas de ropa para que la morocha se vistiera. Para el momento en que logró tranquilizar a la adolescente una palabra se escapó de los labios de esta misma. ❛ Vampiro ❜. Isabella le reveló lo que el castaño cobrizo afirmó ser mientras él los regresaba a Forks.

La morocha estaba hecha una furia contra Edward, porque la confianza depositada de Bella hacia Elizabeth la puso entre la espada y la pared. Swan confió en ella, aún si existiera la posibilidad de que le dijera lo loco y estúpido que sonara la verdad que ocultaba Edward, ella confió. De pronto, se sintió presionada a contar su secreto también. No estaba obligada, pero ella necesitaba tener a una humana conociendo su ser, como en el pasado ella lo fue para los hermanos Salvatore.

—Bella —aún con la toalla puesta se sentó a los pies de su cama, palmeando a su lado invitando a la humana a sentarse con ella—. Entenderé si reaccionas con miedo, porque yo una vez lo hice, pero quiero que sepas que si en todo este tiempo no te he lastimado no lo haré ahora.

—¿De qué hablas, Liz? —frunció el entrecejo, confundida.

—Soy un vampiro —farfulló—. Soy una clase diferente a la de Edward, pero lo soy.

—¿Qu–qué tan diferente? —ella no retrocede, manteniéndose serena e impasible. Elizabeth se encuentra sorprendida por su facilidad de aceptar y creer en su palabra.

—Mi piel, mi temperatura corporal, mi poder, mucho a comparación —su mano fue a ponerse por sobre la de Bella, sin recibir una respuesta negativa—. ¿Me crees, Bells? Prometo explicarlo todo, pero, ¿Estamos bien?

Isabella desvió la vista por un segundo, antes de murmurar una afirmación y girar la mano para dar un apretón a la de Elizabeth.

Pasaron en vela, Elizabeth contando lo mismo que a los Cullen.

          A LA MAÑANA SIGUIENTE GILBERT SE LEVANTÓ MÁS TEMPRANO DE LO USUAL, preparada y con la intención de ofrecer un desayuno a Charlie y Bella en el hogar de los Swan, saliendo a toda prisa por la puerta.

El aire parecía impregnado de humo, había más niebla de lo acostumbrado y la neblina era tan densa que si fuera humana no hubiese visto el descapotable de Rosalie estacionado en la carretera frente a ella.

—Sube, Liz —anima Emmett, siendo el primero de los Cullen en hablar, desde el asiento trasero, detrás de Alice.

—Buenos días para ti también, Emmett —saludó, sorprendida—. Estoy contando cuatro hermanos, supongo que el quinto será quien lleve a Bella —inclinándose sobre la puerta de Rosalie acercó su rostro al de la rubia, sus labios curvando una sonrisa—. ¿Qué tal tu mañana, preciosa? —murmura con la intención de ser apenas audible para el resto de vampiros en el vehículo.

De los labios de Rosalie se escapa una risa encantadora, devolviendo el saludo con un guiño.

—Edward llegará pronto —afirmó la duendecilla, esbozando una sonrisa más grande y emocionada, respondiendo a la afirmación de la morocha—. Vamos, sube, todo el mundo estará esperando nuestra llegada.

—Oh, Alice —Elizabeth colocó su mentón sobre su mano, su codo recargándose en la puerta mientras ladeaba la cabeza para mirar a la hermana Cullen—, ¿Hice una elección correcta de vestuario esta mañana?

—Lo vi anoche, y serás la envidia.

—Yo creí que lo sería por salir con ambos Hale —tamborileó los dedos sobre la superficie roja, desviando su mirada ahora a Jasper—. Has estado callado, soldado mío, ¿Cómo estás?

El rostro de Emmett se giró al de su hermano, sonriendo porque sabía el lío emocional que tenía en mente el rubio.

—No sabe si besarte o darte un mordisco —suelta en burla el pelinegro para aligerar la tensión, recibiendo un golpe a sus costillas por Jasper.

—Buenos días, Elizabeth —le regaló una suave sonrisa, saliendo del auto y posando un beso en sus nudillos, ofreciendo el lugar del centro con la puerta abierta.

—Sin presiones, Jazz —el corazón de la rizada se encogió antes de besar su mejilla, adentrándose.

Elizabeth intuía que de los dos rubios, Jasper era quien más asustado se encontraba por sus sentimientos, dudando de cómo debía comportarse alrededor de Gilbert. Por eso no le pedía muestra alguna hacia ella. Al contrario de Rosalie, quien estaba dispuesta a lanzarse en cualquier momento para reafirmar su estado de compañeras.

Durante el camino a la preparatoria, se escucharon varios quejido por parte de Emmett queriendo conducir el vehículo y preguntas de Elizabeth queriendo conocer verdades a medias o mentiras sobre las décadas pasadas.

Unos segundos después llegaron al estacionamiento, todo transcurría con normalidad hasta que la población adolescente observó a Elizabeth salir del descapotable, con una mano enrollada en el brazo de Jasper.

Las miradas y cuchicheos se pusieron al corriente en el momento en que Rosalie se colocaba junto a Elizabeth para sostener su mano libre, dando a lugar reacciones anonadas.

—¿Incómoda por la atención? —pregunta la rubia con seriedad, deseando que Elizabeth estuviera cómoda y feliz.

—Es extraño, pero estoy bien —se encoge de hombros, aislándose en una burbuja donde los únicos eran ellos tres—. Ustedes deben de estar acostumbrados.

—Siempre es lo mismo —concuerda Jasper esbozando una media sonrisa.

Continuaron su camino, los pares de ojos manteniéndose en sus espaldas hasta perderlos de vista.

Rosalie y Jasper se aseguraron de dejarla frente a su clase de geografía, esperando con paciencia a la despedida que Elizabeth se rehusaba a darles frente a los alumnos.

—Entonces, los veré en el almuerzo —posó su mano derecha sobre el antebrazo de Rosalie, acariciando distraídamente con el pulgar—, y después en historia —esta vez se dirigió a Jasper, una mueca de pesadez luciendo en su rostro.

—¿Tienes planeado el resto del día?

—Lo siento —odia romper las esperanzas de la Cullen, asintiendo con la cabeza—. Tengo doble turno en la cafetería.

—Podríamos dejarte de camino a casa.

—Rosalie Cullen —habló la morocha con una falsa sorpresa—, ¿De verdad quieres cualquier oportunidad para estar conmigo?

—La mínima si es posible —su brazo rodea la espalda baja de Elizabeth acercando su cuerpo al suyo por algunos centímetros, mirando sus labios antes de volver sus ojos a los suyos.

Rosalie tiene el deseo de besar sus labios, pero se contiene, no deseando que su primer beso fuese en la escuela rodeados de ojos inoportunos, por lo que decide dejar un beso en la comisura de sus labios.

—Acepto, en ese caso —sus palabras son seguidas por el timbre de la campana, ordenando a los estudiantes ingresar a sus respectivas clases—. ¿Compartiremos mesa? Porque quiero spaghetti, mucho spaghetti, coca cola y postre. Llegaré de gimnasia.

—Tus deseos son órdenes —Jasper se despidió, besando su frente.

Una vez ambos se fueron, se giró para ingresar al aula, encontrándose a Eric agitando la mano hacia ella como saludo.

—Eh, Liz, no te salvas de contarme de los Cullen —el pelinegro se esforzaba por sonar casual, comprendiendo que debía aceptar la amistad sincera que Elizabeth le ofrecía.

Ella soltó un suspiro, mientras negaba con una sonrisa que no supo describir.

—Solo si se queda entre tú y yo. No Jessica, y mucho menos Mike.

—Palabra de honor —alzó la mano en gesto solemne, enderezando su espalda.

El resto del día el par Hale se había empeñado en preguntar cada insignificante detalle de su existencia —probablemente movidos por seguir los pasos de Edward quien hacía lo mismo con Bella, tomando más cercanía con ella que Rosalie y Jasper con Elizabeth— mientras la acompañaban a gimnasia, cuando se reunieron en el almuerzo —ahí, inclusive Emmett y Alice morían por conocer aquellos datos— durante la clase de historia Jasper realizó todas las preguntas y durante el resto del día cada que Elizabeth pasaba junto a su mesa en el café.

Para la hora del cierre, los vampiros Cullen la esperaban fuera del establecimiento, hablando entre ellos en pequeños murmullos antes de ser atrapados por Elizabeth usando velocidad antinatural para aparecer junto a ellos.

—¿Qué tanto cuchichean? —levantó una ceja.

—Mi hermana y yo nos preguntábamos si te gustaría asistir el sábado a una comida con nuestra familia —responde Jasper abriendo la puerta del copiloto para ella, sin duda, el rubio no tenía problema para responder cualquier cosa que le preguntara—. Edward invitará a Bella, en todo caso.

—¿Comida familiar? —repite, albergando dudas. La inseguridad recorriendo su cuerpo—. Me intimidan.

—¿Nuestra familia? —Rosalie enciende el motor, girándose a ella una vez se ha puesto el cinturón. La morocha no pasa por desapercibido el intercambio de miradas entre los hermanos.

Elizabeth niega esbozando una sonrisa avergonzada. —Las comidas familiares —se lleva el labio inferior a sus dientes, mordisqueando—. Sé que Bella se lo ha contado a Edward, y por lo tanto, él a ustedes. No tengo problema con ello, solo no pretendan que no saben de lo que hablo.

—Nosotros no somos así —asegura Rosalie, con el coraje subiendo por la garganta al recordar el momento cuando se enteró del motivo por el cual Elizabeth no estaba cómoda en familia—. No dejaríamos que nada te pasara; ya eres una de nosotros, Liz. Si es necesario lo demostraremos.

—Tal vez —Jasper intercede en un tono calmo, posando una mano sobre el hombro de la rubia para detener sus palabras con suavidad—, lo que mi hermana intenta decir, quitando la actitud hostil, es que no tienes ninguna inquietud por la cual preocuparte. Nos tenemos los unos a los otros, el concepto de familia es de suma importancia para los Cullen, un pilar. Nunca haríamos algo que pudiera lastimar al otro —guía la mano a la mejilla de la morocha, acariciando—. Estás en casa con nosotros.

Gilbert deja escapar una sonrisilla de sus labios, inclinándose a la mano de Jasper antes de dejar un beso casto en esta.

—Gracias. Eso ha sido perfecto.

—¿Lo que necesitabas? —la de ojos ámbar pone en marcha el auto, dirigiéndolo a la casa de la joven.

—Prometo al menos no largarme a llorar cuando sirvan el postre —enlaza su mano a la de Rosalie, besando sus nudillos.

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