❛ 𝘃. 𝗅𝗈𝗏𝖾 𝗒𝗈𝗎 𝗅𝗂𝗄𝖾 𝗁𝖾𝖺𝗏𝖾𝗇 𝖺𝗇𝖽 𝗁𝖾𝗅𝗅 𝗇𝖾𝗏𝖾𝗋 𝗐𝗈𝗎𝗅𝖽.
❛ 𓄼 QUINTO CAPÍTULO 𓄹 ៹
EL AIRE FRESCO DEBIDO A LA HUMEDAD TRAS LA LLUVIA NO PARECÍA TENER EFECTO SOBRE LA RIZADA, con su nariz roja y sus ojos hinchados que volvían a la normalidad con el pasar de los minutos gracias a su lado vampírico. Sentía la voz áspera después de gritar y destrozar su habitación, enfurecida por la decisión de Edward y por su cobardía junto con la del resto de los Cullen por abandonar a Bella —y a una parte de ella— sin despedirse correctamente. Sin un último abrazo, o un último adiós.
Lo supo cuando después de caer en llantos al suelo junto con la noche, Charlie había aparecido frente a su puerta ahogado de preocupación y angustia, sin conocer el paradero de Bella. Había estado desahogando su dolor que se olvidó que Bella estaría pasando por una situación muchísimo peor que la de ella, siendo completamente abandonada.
Muchos pueblerinos se congregaron fuera de ambas casas, con mapas del bosque sobre autos y luces iluminando los unos a los otros. Elizabeth había estado mirando el mapa frente a ella, sobre el auto de policía de Charlie, estoica, aproximadamente por diez minutos, ignorando cualquier palabra que los adultos cerca de ella dijeran.
—Intentaré llamar nuevamente a los Cullen —el apellido tocó una fibra sensible dentro de ella, sintiendo una repentina oleada de lágrimas querer surcar de sus ojos.
—Ellos se fueron, Charlie —murmura, abatida, lo suficientemente audible para el humano a su lado.
—Por fin —una mirada asesina le fue dirigida al anciano a su derecha, un hombre de apellido Clearwater.
—¿A dónde se fueron? —preguntó el sheriff a ella, porque su lógica le decía que Elizabeth debía de saber.
—Rose y Jazz se quedaron en Olympia —se encoge de hombros, negando a punto de romper por tercera vez en la noche a llorar, haciendo que Charlie esbozara una mueca y la envolviera en sus brazos, acariciando su cabello sumando el dolor de Elizabeth a su pila de preocupaciones—. No sé dónde están, Charlie. No sé dónde está Bella.
—Todo estará bien, kiddo. La encontraremos —intentó apaciguar, sintiendo su corazón encogerse por la desaparición de una hija y el dolor de... Otra.
—¡La tengo! —un grito con voz resonante provino detrás de ellos, saliendo del bosque. Solo esas palabras les bastaron para separarse y salir corriendo al encuentro de un hombre de rostro mayor, piel cobriza y cabello negro, quien en sus brazos pendía Bella, luciendo como un muerto en vida, y no precisamente haciendo referencia a los vampiros—. Está bien. No creo que esté herida —le explicó por un motivo desconocido a Billy y Harry—, pero no cesa de repetir ❛ se ha ido ❜ —Gilbert lo miró de pronto, sintiendo una ira abrasadora recorrer su sistema al unir los puntos.
¿Terminó con ella y la dejó abandonada en el bosque? —Bella se merecía un rompimiento decente, no la desconsideración de ser tratada como un animal abandonado a su suerte. ¿A quién en su sano juicio se le ocurriría romper con alguien en la soledad del bosque? Para después dejar que esa persona se las arreglara para volver. Estaban hablando de Bella, una humana, ¿Qué iba a conocer ella del bosque y de encontrar un camino de regreso a su casa?
—Bella, cariño, ¿Estás bien?
—¿Charlie? —su voz era extraña y débil, como una niña asustada y desconsolada por una pesadilla. Una pesadilla que se había vuelto real para ella.
—Estoy aquí, pequeña.
—Lizzie —Bella saltó, asustada, el reflejo en sus ojos solo podía decir que temía que Elizabeth también la hubiera abandonado—. ¿Ella...?
—Aquí estoy, corazón —asegura, acariciando su mejilla—. No me he ido, ¿Si? Estamos juntas en esto.
Hubo un cambio sobre quién cargaba a Bella, Charlie se tambaleó bajo su peso.
—Quizás debería seguir sosteniéndola —sugiere el hombre.
—Ya la tengo —replicó Charlie, un poco sin aliento. Mientras él caminaba de regreso a su hogar, despacio y con dificultad, Elizabeth se paró como un soldado frente a la puerta de entrada, mirando a la multitud de voluntarios.
—Muchas gracias por su ayuda, pueden retirarse; nos haremos cargo —Elizabeth solo quería envolver a Bella en sus brazos, pero debía aligerar el trabajo de un padre a punto de perder la cabeza por su hija al despejar el ambiente.
Cuando todos se retiraron y solo quedaron dentro de la casa los tres muchachos morenos uno de ellos quien había encontrado a Bella, el doctor Gerandy, y el padre tanto de Mike Newton como de Ángela Webber, Elizabeth decidió acercarse a los tres primeros.
—Gracias por encontrar a Bella, no sé qué hubiera pasado si quedaba fuera toda la noche —al ser un desconocido lo único que hizo fue extenderle la mano, que el contrario aceptó con un ceño fruncido y una temperatura cálida.
—No fue nada —desestimó, aunque fue con el mejor de los tonos, como si de verdad no deseara recibir el crédito por ello.
—Liz, te presento a Sam Uley. Billy lo mandó a él y a sus dos chicos al bosque, lo conocen mejor que todos nosotros.
Ella asintió y se presentó a sí misma. Sam le presentó a los otros dos. Jared Cameron, un adolescente que debía de rondar los dieciocho con ojos marrones y piel marrón rojiza, y otro con un ceño fruncido que parecía tener un día de perros con el mismo color de pelo que los otros dos y rozando por un idéntico color de piel, Paul Lahote. De no ser por sus facciones, parecían haber salido de la misma madre, además de que ninguno vestía ropa además de unos shorts largos y unos tenis. Se preguntó cómo estarían de locura como para vestir poca ropa con el frío clima de Forks y mantenerse a una temperatura cálida, en el caso de Sam.
—Charlie, iré a prepararle la cama a Bella —avisó, mirando al hombre detrás de ella por sobre su hombro.
Swan asintió. —Sí, claro. Será mejor que la dejemos descansar —esa fue la señal para que el resto de personas se fueran y los dejaran a los tres solos.
Mientras Elizabeth acomodaba la habitación de Bella, pudo ver su álbum de fotografías en el suelo, así que lo levantó para echarle una ojeada. Pasando página tras página, pudo notar que varías fotos se encontraban siendo sujetadas por las pequeñas esquinas metálicas, excepto que habían varias faltantes. Todas aquellas que tenían en la descripción el nombre de alguno de los Cullen hacia falta.
❛ Alice Cullen y Bella Swan, cumpleaños en la casa Cullen, 11 de septiembre. ❜
❛ Carlisle Cullen, Esme Cullen y Bella Swan, cumpleaños en la casa Cullen, 11 de septiembre. ❜
❛ Jasper Hale, Elizabeth Gilbert y Rosalie Hale, cumpleaños en la casa Cullen, 11 de septiembre. ❜
❛ Edward Cullen, cocina de Charlie, 13 de septiembre. ❜
Un sonido incrédulo y ofendido salió de sus labios. No podía creer que Edward le había robado aquella fotografía que nunca supo cuándo la tomaron, porque ya no se encontraba ahí para verla. Era de Bella, era suya, no era del castaño cobrizo. No era su derecho robar las fotografías que Bella había colocado con tanto cariño.
Decidió guardar el álbum bajo la cama y ordenar un poco la habitación, sacando ropa de dormir de la castaña mientras escuchaba todo lo que decían Charlie y Bella abajo.
Escuchó cómo varios muchachos en la reserva habían encendido una hoguera para celebrar la marcha de los Cullen de Forks. —Son unos ridículos del demonio —habían dicho Charlie y Elizabeth, aunque el primero sin la grosería hacia ellos.
—Quiero saber si Edward te dejó sola en mitad del bosque —cuando el padre Swan había llegado a esa insistencia un nervio actuó sobre Elizabeth, provocando que no lograra controlar su fuerza e hiciera añicos en su mano izquierda un vaso de cristal que pretendía lavar, derramando su sangre mientras se abría y se cerraba una herida en cuestión de segundos.
—Fue culpa mía. Me dejó justo aquí, en el sendero, a la vista de la casa, pero yo intenté seguirle —pese a haberla abandonado, claramente en el recóndito bosque, seguía defendiéndolo, como si fuera su propia madre. Elizabeth tendría mucho con lo cual trabajar, al menos para que Bella superara una parte de Edward en base al odio, ante tal descarte—. No puedo hablar más de esto, papá. Quiero irme a mi cuarto.
Su atención volvió repentinamente a Bella, escuchando su salida a trompicones del sofá, deslizándose por las escaleras y entrando a la habitación cerrando la puerta de un portazo, girándose a ella con desesperación y perdición.
—Lizzie, por favor, dime que sabes algo —las lágrimas comenzaron a salir, explotando, la humana se deslizó al suelo junto a su cama, notando el suave suelo de madera en las rodillas y luego en las palmas de sus manos. Elizabeth se tiró junto a ella, sorbiendo por la nariz, envolviendo su cuerpo entre sus brazos y estrechándola contra su anatomía, recargando su mentón sobre el castaño cabello de ella.
—Rose y Jazz también se despidieron de mí, corazón —no era el momento adecuado de decirle, de revelarle que ella aún tenía la oportunidad de mantener contacto con sus compañeros, tal vez en el fondo no quería restregarle a su mejor amiga aquello por lo cual sufría. Pero tal vez en el fondo, Bella ya lo sabía—. No sé adónde se fueron —ella se dio cuenta, el lazo que había formado con el resto de la familia pareció insignificante para ellos; por lo que a Elizabeth le concernía, Carlisle, Esme, Emmett y Alice la habían abandonado igual que a Bella.
—Él dijo que no quería que lo acompañara —solloza Bella, sin fuerza, así que apenas hace uso de su voz para que el oído sobrenatural de Elizabeth capte sus palabras. Está totalmente vulnerable y frágil en los brazos de su alma gemela—. Dijo que no me quería. Que sería como si nunca hubiera existido... Yo le entregué mi alma, Lizzie, no me importaba lo demás.
Elizabeth se muerde con tanta fuerza su labio inferior que lo parte, saboreando su propia sangre con una sensación agridulce. Coraje y muerte recorren sus pensamientos una y otra vez.
—Es un idiota por no quererte, Bells. Eres una persona preciosa, desinteresada y bondadosa que no te merece —comenzó a acariciar su cabellera, tarareando una melodía—. Pero está bien, yo te voy a querer como el cielo y el infierno nunca lo harían. No te preocupes más por tu alma, yo la voy a guardar y atesorar hasta que estés lista.
Isabella Swan se quedó dormida en los brazos de Elizabeth Gilbert, en los brazos de su alma gemela. Las oleadas de dolor se alzaron y barrieron su mente, hundiéndola con su fuerza. La vampira se encargó de cambiar su ropa y arroparla en la cama, siendo el salvavidas que las mantendría luchando contra las corrientes y peleando por flotar en la superficie.
TRANSCURRIÓ UNA SEMANA DESDE EL SUCESO, los padres de Bella habían decidido que la mejor opción para su hija era que regresara a Jacksonville a vivir con su madre, cuando Elizabeth estaba a punto de dar todas sus razones para negarse —porque eso significaría alejarse más de una hora de Jasper y Rosalie porque al ver el estado de la castaña claramente sería un viaje de dos— Bella se soltó en un berrinche que jamás imaginó que ella sería capaz de hacer, manifestando finalmente su dolor y rabia. En Forks estaban sus recuerdos, y después de aquella primera semana, que ninguno de los tres mencionaba jamás, Bella no había faltado un solo día a la escuela ni al trabajo —decidiendo buscar otro medio para sobrevivir a ojos de sus padres, consiguió trabajo en la tienda familiar de los Newton—. Sus notas eran magníficas. Nunca había roto el toque de queda, aunque no había ningún toque de queda que romper si se tenía en cuenta que apenas salía a ninguna parte —las otras ocasiones fue obligada por Elizabeth a salir de caminata, de compras, al cine, a comer en un restaurante y demás cosas— y eran raras las ocasiones en que trabajaba en la tienda fuera de su horario.
Octubre. Noviembre. Diciembre. Enero. Cuatro meses pasaron y Elizabeth se encontraba haciendo malabares. Durante los primeros dos meses pudo balancear el ir a su trabajo en la cafetería, cuidar de Bella —lo que consistía en alimentarla propiamente y desarrollar actividades físicas y emocionales— y visitar a sus compañeros los fines de semana, más las llamadas telefónicas cada noche o madrugada. Para el tercer mes, diciembre, se vio obligada a renunciar y vivir a base del dinero de los Cullen, el de Rosalie y Jasper porque aún se encontraba lo suficientemente enojada con el resto como para aceptar su dinero, y de su compulsión, manteniendo así sus sobresalientes calificaciones y estilo de vida. Las llamadas y visitas se vieron afectadas, disminuyendo, impactando a su estado emocional. Las pesadillas de Bella la mantenían despierta, ella prometía velar por sus sueños y junto con Charlie la tranquilizaban, interpretando melodías para lograr que descansara. Para ese entonces, ya se había mudado a la habitación de Bella, junto con la planta que esta le regaló en su primer día.
Todo hubiera terminado en el primer mes, con un parpadeo de sus ojos Elizabeth pudo haberla puesto bajo compulsión para olvidar a Edward, superar el dolor, sanar más rápido, detener las pesadillas, salir de la depresión, pero Bella fue inmune a cada uno de sus intentos por hacerla mejorar, y no es que la castaña se estuviera resistiendo. Elizabeth se preocupó al instante, creyendo que su poder había sido afectado, pero cuando lo intentó con Jessica todo funcionaba a la normalidad. Tenía que ser Bella.
❛ —No, corazón, no eres el problema —le había dicho—. Es igual a como eres inmune al lector de mentes —no hizo falta decir su nombre y Gilbert tampoco tenía el gusto de pronunciarlo. ❜
En la víspera de Navidad Elizabeth decoró la casa Swan de pies a cabeza, con adornos, luces y un árbol enorme en la sala, había obligado tanto a Bella como a Charlie a vestirse acorde a la ocasión para una cena que ella misma preparó. Agradeció con todo su corazón el esfuerzo que Isabella implementó en su actitud, saliendo de su estado sin vida, para pasar una bonita noche en compañía de su padre y mejor amiga, que no había desistido de cuidarla y apoyarla en su depresión. El día de Navidad ambos habitantes de la casa fueron despertados con regalos y chocolate caliente acompañando a un desayuno, Charlie obtuvo un kit costoso de pesca y Bella obtuvo un sencillo collar de zafiro, su piedra de nacimiento.
Otro acontecimiento que nadie mencionó jamás, fue cuando Elizabeth empacó ligero y se fue el veintiséis de diciembre, regresando un día después de Año Nuevo. Tras tres meses Elizabeth se aseguró a sí misma merecer aquellos ocho días en compañía de Rosalie y Jasper, quienes la llenaron de besos, abrazos y mucho más, pasando el cambio de año con ella. Su departamento en Olympia era enorme y elegante, pero la habían recibido con espíritu navideño habiendo decorado con dorado, rojo y verde el lugar, plantando el más hermoso árbol en la esquina.
Elizabeth no preguntó por ninguno de los Cullen, y Rosalie y Jasper preguntaron por Bella. Apreció el interés y relató todo lo que vivió los pasados meses; la culpa de Jasper era inexistente para ese entonces, viendo que eso había sido nada para Swan comparado con el abandono de su novio. Sus ojos habían vuelto a dorados, Rosalie en el interior extrañando el carmesí al contrario de su hermano, por lo cual disfrutó cuando en una tarde que quedó sola junto a su compañera, volvió a beber de su sangre, extasiada. El último día de diciembre hubo fuegos artificiales y un banquete de comida humana y sangre animal, no durmieron nada gozando la compañía. El segundo día de enero llegó al igual que una despedida, la soltaron después de obligarla a prometer que sus llamadas volverían a ser recurrentes.
Durante el primer mes de un nuevo año, Elizabeth comenzó a frustrarse con la situación. Jamás culparía a Bella de batallar contra la depresión —tal vez lo único que quisiera reprocharle fuera la razón, la persona, por la cual se encontraba así— pero desearía poder hacer más por ella para ayudarla a mejorar. Logró hacerla hablar, participar en conversaciones con Charlie y ella, cuidar de su salud física, a veces corrían y a veces solo le aplicaba faciales y tratamientos, y también expresar sus inseguridades y sentimientos, en cada uno de ellos la escuchó y le aconsejó lo mejor que pudo. Pero ella no era una profesional, era aún una chica atrapada en el cuerpo de una adolescente por cumplir la mayoría de edad. Le faltaba mucho antes de romperse.
O tal vez no, lo suficiente para la llegada de una parte de su pasado.
De verdad que yo la más feliz porque
ando escribiendo con locura hasta la
madrugada. Pero dioos mío, ya llevo
cinco capítulos APENAS VOY EN LA
PRIMERA MALDITA MEDIA HORA
DE PELÍCULA. Y yo que aseguraba
que Luna Nueva sería más corta por
la falta de los Cullen. Creo que no.
También la historia está sujeta a que
haga saltos de tiempo, los relevantes
o suficientes, porque aunque Bella y
Elizabeth estén pegadas a lo largo de
toda la saga, la protagonista sigue
siendo Liz, así que debo asegurarme
de que tenga sus momentos aparte.
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