❛ 𝗶𝘃. 𝖻𝗈𝗇 𝖺𝗉𝗉𝖾́𝗍𝗂𝗍, 𝗋𝗈𝗌𝖺𝗅𝗂𝖾 𝗁𝖺𝗅𝖾.




❛ 𓄼 CAPÍTULO CUATRO 𓄹 ៹




          HOMBRO ROZANDO CON HOMBRO, Isabella y Elizabeth salieron del instituto contándole a la otra adolescente su experiencia en la séptima hora, la de cabello castaño alzando las cejas sorprendida al escuchar la agradable conversación —además de la ayuda— que tuvo la morocha por parte del apuesto y siempre hosco Jasper Hale.

—Al parecer no todos los Cullen son malhumorados —se burló el ser sobrenatural una vez cerró la puerta de la camioneta naranja.

—No contigo, más bien —Bella sonrió sin mostrar los dientes, arrancando—. Jessica me contó que es el más arisco de entre sus hermanos. Su melliza peor.

Elizabeth rodó los ojos mientras una carcajada se escapaba de sus labios. —Míranos, ambas relacionándonos con nuestros compañeros Cullen. Y basada en las reacciones que tuvimos, yo seré la favorita —guiña un ojo a la chica, recibiendo por parte de Bella unas mejillas sonrosadas.

—No estoy interesada en relacionarme con ninguno de ellos, Elizabeth.

Ella sacudió su cabello, girándose a ella. —¿Me llevarías a Carver? Empiezo hoy como mesera.

Bella no pudo reprimir una risa después de verla suspirar y hacer un puchero adorable, asintiendo. —Bueno, tengo el mismo camino. Comeré con Charlie.

━━━━━━━ ELIZABETH ANUDÓ SU DELANTAL ROJO ALREDEDOR DE LA CINTURA, mordiendo el labio inferior mientras se miraba en el espejo del baño de la cafetería. Tras unos segundos decidiendo asentir aprobando la idea de trabajar con las botas de tacón, después de todo era un vampiro y sus dedos tendrían la resistencia que necesitaba.

Se dirigió a la cocina a la espera de una orden, y tan rápido como había llegado, un plato de papas fritas acompañando una hamburguesa y otro plato de ensalada fueron depositados en sus manos.

—Para la mesa del jefe Swan —apuntó la mayor a la mesa de la esquina, donde Charlie y Bella se encontraban en un terrible silencio incómodo.

—Espero tengas hambre, Bella —sonrió dejando el plato frente suyo, colocando el envase de cátsup a un lado.

—No te imaginas cuanta —ríe, agradeciendo después por la comida.

—Charlie —saludó con un asentimiento, dejando el plato de comida—. ¿Cómo está el pueblo el día de hoy, jefe?

El pelinegro esbozó una pequeña sonrisa, jugando con su ensalada, disgustado. El hombre era de comida chatarra, pero su hija intentaba cuidar de su salud. —Tranquilo, como siempre. No pudiste haber elegido mejor lugar para vivir.

—Ya lo creo, me gusta esto del pueblo desconocido y chico —sus palabras le recordaron a su antigua vida en Mystic Falls.

—Y, ¿Qué tal tu primer día de clases, Liz? —ambos pares de ojos cayeron sobre ella, aún buscando ser interrumpidos.

—Oh, bueno —parpadeó, saliendo de sus recuerdos—. Conocí a varias personas y Bella y yo compartimos algunas clases. No estuvo mal del todo —de reojo, su superior la apuraba a seguir con su trabajo—. Lo siento, tengo que volver.

—Si necesitas un descanso, sabes a quién llamar —la morocha soltó una risa, asintiendo mientras se alejaba de la familia Swan.

—Probablemente en el futuro, Charlie.

          SUS COLMILLOS SE HUNDIERON EN EL CUELLO DE SU COMPAÑERA DE TRABAJO, bebiendo tortuosamente su sangre para no desangrarla ahí mismo, contando mentalmente el minuto de descanso que le restaba, manteniendo una de sus manos en la nuca de la castaña y otra envolviendo su brazo.

Cuando decidió haber tomado suficiente se separó de ella, regresando a su aspecto normal y con una uña ejerció presión en su muñeca cortando su piel, obligando a la chica a beber de su sangre para cerrar la herida en su cuello.

Una vez que nada parecía diferente, escuchó pasos aproximarse. —Elizabeth —el cocinero abrió la puerta trasera del lugar—. Algunos de los Cullen están aquí —el hombre carraspeó incómodo, removiéndose en su lugar mientras echaba una mirada furtiva a sus espaldas—. Y como ninguna de las meseras quiere tomar su orden, eres la única que queda.

Gilbert frunció el ceño, pero terminó por encogerse de hombros volviendo su atención a su compañera. —Olvidarás lo que acaba de pasar —su pupila se dilató, separándose de la adolescente—. ¿Tienes espejo?

La castaña rebuscó en sus bolsillos, aún en estado de conmoción, tendiéndole en la mano lo pedido. Elizabeth se vio reflejada, limpiando los rastros invisibles de sangre de la comisura de sus labios y arreglando su cabello y vestimenta, antes de volver su camino al café.

Lo primero que notó, fueron los murmullos y miradas indiscretas a la rubia de los Cullen y a sus hermanos sentados en la esquina, los clientes y trabajadores interrumpiendo lo que hacían con tal de escuchar. Supuso que los Cullen no pasaban por la cafetería a menudo. Gilbert giró su rostro a eso, buscando saber si Charlie y Bella aún se encontraban en la mesa de la esquina, pero esta ya se encontraba ocupada por alguien más.

Se acercó a la barra, observando a la de ojos ámbar esperarla pacientemente. —Bienvenida. Rosalie, ¿Verdad? —cuestionó dubitativa, sacando libreta y pluma de su delantal.

Rosalie se congeló por un segundo, antes de enviar una fulminante mirada a Alice y Emmett, quienes desde sus lugares le mostraban su apoyo con una sonrisa, por haberla arrastrado a la cafetería con mentiras y sobornos.

—Elizabeth —asiente como saludo, mostrando una sonrisa y sus dientes perlados luego de haber soltado un suspiro para tranquilizarse—. ¿Qué me recomiendas? —pregunta después de una larga leída al menú.

—Oh —parpadea confundida—, honestamente no tengo idea. Es mi primer día trabajando aquí. Creí que lo sabrías considerando el hecho de que llevas dos años viviendo en Forks.

Rosalie sonríe con gracia. —¿Dos años? Vaya, eso es muy preciso.

—No me culpes —se disculpa, después de caer en cuenta de su error—. Jessica es una bocaza y estuvo a punto de contarme toda la historia de los Cullen. Perdón.

—Descuida —ambas sonrieron con timidez.

—Bueno, tal vez te pueda ofrecer un pedazo de pastel —sugiere después de recorrer las mesas y sus comidas con una rápida mirada—. Es lo que me han pedido hoy más de lo que yo esperaba.

—Sí, claro.

La morocha se mordió la carne de su mejilla inferior, lanzando una sonrisa coqueta sin pretenderlo, pero que estaba con ella gracias a su sangre Petrova. Depositó el plato frente a la rubia, inclinándose a ella por sobre la barra.

—Bon Appétit, Rosalie Hale —compartieron una mirada cómplice, Rosalie jugando con la crema del pastel cuando tuvo la cuchara en sus dedos.

—¿Qué tal tu primer día de escuela? Cuando llegamos tomaron una semana en dejar de mirarnos —Cullen dudó por un segundo, pero se obligó a sí misma a engullir una bocanada de pastel para aparentar frente al ceño fruncido de Elizabeth. Sin embargo, reprimió una arcada cuando el sabor a tierra llegó.

—Bueno, yo no tengo el título de familia rica —se opuso.

—Pero si el aura de chica misteriosa que huye de su pasado; te hace casi igual a nosotros —el rostro de Elizabeth se contrajo en una mueca, tomando distancia de la rubia y aclarándose la garganta—. Lo siento, no pretendía... —murmuró una vez se dio cuenta de su error, mirando con temor hacia Alice sin saber qué decir para reponerlo.

—Descuida, Rosalie —agitó la mano tratando de disipar la incomodidad del ambiente—, puede que tengas razón, pero eso te lo dejaré a tu imaginación. Disfruta el pastel, y saluda a tus hermanos de mi parte, supongo —se encogió de hombros dubitativa, retirándose a la cocina.

—Vaya, parece que lo has arruinado —se burló Emmett cuando la rubia llegó a su lado, esbozando una sonrisa socarrona.

—Cállate —masculló entre dientes dejándose caer en el asiento, lanzando el plato hacia el centro de la mesa.

—Créeme, fue un buen comienzo, Rose —felicitó Alice dando brincos en su asiento—, llamaste su atención. Más de la que ella ya tenía puesta en ti.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top