❛ 𝗶𝗶. 𝗇𝖾𝗐 𝖺𝗇𝖽 𝗉𝗈𝗉𝗎𝗅𝖺𝗋 𝖺𝖼𝗊𝗎𝗂𝗌𝗂𝗍𝗂𝗈𝗇𝗌.




❛ 𓄼 CAPÍTULO DOS 𓄹 ៹




          LAS NUEVAS AMISTADES NO ERAN ALGO A LO QUE BELLA LE RESULTARA FÁCIL, solía ser tímida y tener nervios de no encajar con las típicas adolescentes como cuando vivía en Phoenix, pero Elizabeth era un torbellino que le resultaba una pacífica, y a su vez vivaz, convivencia, consiguiendo cierta cercanía a la castaña en menos de una semana.

—Buenos días, Bella —saludó cerrando con llave la puerta principal, colgándose una correa de la mochila al hombro y corriendo a refugiarse de la llovizna bajo el techo de la entrada de su vecina.

—Hola —alzó levemente las comisuras de sus labios en una pequeña sonrisa. Bella solía tener un vocabulario seco, era más fácil que Elizabeth entablara la conversación y que ella le siguiera.

—¿Estás lista para ser las nuevas y populares adquisiciones de Forks? —preguntó con una sonrisa burlona mientras se colocaba la campera sobre la mochila y se subía la capucha—. Todos estarán mirando.

—Eso no debería emocionarnos —se quejó, odiaba ser el centro de atención.

—Es inevitable —suspiró—. ¿Tu camioneta o mi auto?

—Aún no he tenido la oportunidad de conducir —contestó, ambas asintieron apresurándose a subir a la camioneta naranja, sacudiendo sus cuerpos una vez dentro para remover las gotas de agua—. ¿Qué tienes ahí? —pregunta curiosa al darse cuenta del bolso negro a los pies de Elizabeth.

—Mis botas de tacón —las sacó intercambiando sus botas de lluvia por las otras—, no puedo ir a ninguna parte sin ellas —agregó, echando una mirada aprobatoria a sus pantalones y su blusa roja acompañada de la chaqueta—. Y un paraguas, para cuando bajemos.

Bella asintió arrancando el coche a la primera, el cual profirió un estruendo antes de hacerlo andar. Durante el camino, Elizabeth fue cambiando entre las viejas y pocas estaciones de radio a una que fuera lo bastante animada, ambas se encontraban nerviosas por su primer día en un nuevo lugar que no hallaban el deseo de hablar.

El instituto se encontraba al lado de la carretera, y gracias a la bandera ondeando y el cartel, se adentraron al estacionamiento aparcando junto a un par de automóviles en mejor estado que la camioneta de Bella, pero no tan ostentosos, importándoles poco al momento de bajar.

—Al parecer no necesitaremos el paraguas —sonrió, la lluvia disminuyó su intensidad convirtiéndose en chispas.

—Lindo vehículo —halagó un chico, pero Elizabeth no supo reconocer el sarcasmo o la verdad en sus palabras, por lo que solo entrecerró los ojos.

—Gracias.

Se dirigieron a pasos rápidos a la oficina principal, recibiendo miradas de los pocos estudiantes que se encontraban a sus alrededores. En ese momento, Bella le dio la razón a Elizabeth. Eran la nueva adquisición. Isabella fue la primera en hablar, tomando de la mujer el horario de clases, un comprobante de asistencia y un plano de la escuela.

Cuando fue el turno de Elizabeth, procuró hablar en voz apenas audible para la castaña, entregando a la señora Cope más papeles dentro de un portafolio.

—Tu expediente está incompleto —dijo después de verlos y compararlos con los de la semana pasada.

—Revise otra vez —pidió mirando a sus ojos—, ahí está lo necesario.

La mujer le da la razón y, recibiendo lo mismo que Bella, salen de la oficina caminando mientras comparaban sus materias, esperando estar juntas en la mayoría de ellas.

Captando las miradas que les eran dirigidas una vez más, Elizabeth abre la boca para comentarlo con una cabizbaja Bella, siendo interrumpida por un chico de facciones asiáticas, cabello negro y sonrisa amistosa.

—Ustedes son Isabella Swan —señaló a Bella—, y Elizabeth Gilbert, las chicas nuevas. Hola, me llamo Eric, los ojos y oídos de este lugar —las dos le regalaron una sonrisa amable—. Lo que necesiten, un guía, una cita, con quién llorar... —dejó las palabras al aire esperando sus respuestas.

—Ah, en realidad, soy más de las que sufren en silencio.

—Bueno, gracias, pero no lloro si solo nos conocemos de un minuto —se encogió de hombros con una pizca de duda en sus ojos dirigidos a Bella, no sabía qué respuesta era la correcta para eso.

—Veré qué puedo hacer con eso para un título. Será un gran reportaje. Escribo en el periódico y saldrán en la primera plana.

Bella y Liz se asustaron, aunque la primera por no querer darse a conocer y la segunda para evitar que su rostro quedará en los registros escolares, pero en otras condiciones, ella misma se ofrecería a tomarse una foto para acompañar el artículo. —Oh, no. No, por favor.

—No vayas a... —pidieron, Eric interrumpiendo y despreocupando sus inquietudes.

—Tranquilas, no habrá reportaje.

Agradecieron, aceptando su ayuda como guía, Bella a su clase de lenguas y Liz a su clase de geografía.

Colgó su campera en una de las tantas perchas que había, entregando su comprobante al maestro, recibiendo miradas —que no se esforzaron en ser discretas— de toda el aula. Agradeció no tener que pasar aquello en la siguiente clase, teniendo dos horas de la materia, compartiéndola junto a Eric, por lo que sus hombros dejaron ir la tensión riendo a causa del pelinegro, escuchando las anécdotas graciosas y entretenidas que tenía para contar.

          LA MOROCHA ESBOZÓ UNA MUECA EN CLASE DE GIMNASIA, por fin coincidiendo con Bella, al observar los pantalones que vestía la castaña.

—Me quedaré con los shorts —afirmó para ella misma haciendo de su cabello una coleta alta, saltando de la emoción después de enterarse sobre el partido de voleibol.

El balón fue lanzado a Bella, siendo Elizabeth quién lo golpea mandándolo de regreso al campo del equipo contrario, salvando a Bella de participar y fallar en el intento, pero los integrantes del equipo contrario volvieron a lanzar el balón hacia Bella dejándola sin opción más que golpear, pero fracasando al ver que si Liz no se hubiera agachado ella sería la del golpe y no el chico rubio.

—¡Isabella, por dios! —farfulla Elizabeth con una mano en el pecho, fingiendo haberse asustado cuando en realidad sus reflejos sobrenaturales le ayudaron.

Bella la ignoró yendo a el chico. —Lo siento, les dije que no juego bien —fue su disculpa sintiendo la presencia de Elizabeth a los pocos segundos.

—No, no es nada, en serio —ambas captaron la atención total del adolescente, expresando la maravilla de tenerlas frente a sus ojos—. Ustedes son Isabella y Elizabeth, ¿Verdad?

—Solo Bella.

—Liz —corrigieron ellas una detrás de la otra—. Pero también puedes llamarme Elizabeth.

—Claro, sí. Hola, me llamo Mike Newton —estrechó su mano primero con Bella y luego con la rizada.

—Mucho gusto.

—Remata muy bien, ¿Verdad? —una chica castaña y con el cabello perfectamente recogido en una coleta se acercó a ellos sonriendo de oreja a oreja—. Me llamo Jessica. Oye, eres de Arizona, ¿Cierto? —Bella asintió tímidamente—. Se supone que la gente de Arizona está bronceada —bromea. Elizabeth le asustó lo mucho que miraba al rubio.

—Sí, tal vez por eso me corrieron —Mike soltó una risa y al instante fue seguida por Jessica, confirmando los pensamientos de Gilbert sobre el fuerte enamoramiento que parecía tener ella en Newton.

A la hora del almuerzo, Mike logró encontrar a Bella y Liz pese a estar en clases diferentes —él con ellas— siendo su acompañante al almuerzo y ayudándoles con las sillas.

—Hey, Mikey —saludó Eric a la izquierda de Bella—, conociste a mis chicas.

—Oh, ¿Tus chicas? —Elizabeth e Isabella se miraron, la primera rodando los ojos y la segunda incómoda.

—Mis chicas —un beso inesperado se plantó en la mejilla de Swan, Elizabeth previniendo aquel acto al apartar su rostro, viendo a Mike correr lejos.

—¡No somos pertenencias, animales! —grita a los dos muchachos que han corrido lejos, regresando su cuerpo al resto en la mesa—. ¿Qué mierda le sucede a la población masculina de esta escuela?

—No puede ser, es como en el primer grado —se acercó a Elizabeth tomando el lugar del rubio a su lado. Sin pensarlo mucho, alejó su silla de Jessica—. Son como el juguete nuevo.

—Sonrían —la morocha frunce el ceño contra el flash de la cámara, confundida—. Lo siento, es para el reportaje.

—No hay reportaje, Ángela —Eric regañó con tono mordaz—, no vuelvas a hacerlo —y antes de irse, se inclinó a ellas—. Tienen mi apoyo, bebés.

—Oh dios mío, ¿Cuándo considerar mudarme a Forks fue una buena idea? —Bella no contuvo la risita al escuchar a Elizabeth hablándose a sí misma, masajeando sus sienes.

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