❛ 𝗶. 𝗍𝖾𝗆𝗉𝗍𝗂𝗇𝗀 𝗆𝖾 𝗍𝗈 𝗍𝖾𝖺𝗋 𝗒𝗈𝗎𝗋 𝖼𝗅𝗈𝗍𝗁𝖾𝗌.
❛ 𓄼 PRIMER CAPÍTULO 𓄹 ៹
LAS VACACIONES DIERON INICIO A LA MEDIANOCHE DEL BAILE, oficialmente, pero para ese momento los mellizos Hale y la morocha Gilbert ya se encontraban en el hogar Cullen. Jasper fue el primero en desear marcharse, abrumado por las diferentes emociones en el lugar, además de el acelerado latir de los corazones de los humanos estando bailando y riendo.
Rosalie estuvo compitiendo con él, por muy de cerca. Al cabo de un rato los humanos le causaron molestia con su actuar, revoloteando como niños pequeños. Ciertamente preferiría una fiesta privada con su familia, era lo único que necesitaba para tener una agradable noche.
—Rosalie —había rodado los ojos Elizabeth, más divertida que molesta—, literalmente son niños. Humanos. Si no vas a disfrutar tu graduación, alguien tiene que hacerlo —esbozó una sonrisa perezosa, entrecerrando los ojos fue cuando sus compañeros se dieron cuenta que no estaba del todo lúcida.
—¿Has bebido? —preguntó la rubia, incrédula—. No, quiero decir, ¿Puedes emborracharte?
Jasper le rodeó la cintura, apegando su cuerpo con el suyo y acercando su dorso a la frente de Elizabeth, como si quisiera medirle la temperatura por medio del toque, o más bien sus emociones. Jasper no necesitaba del contacto físico para hacerlo, pero quería tocar a Elizabeth, su piel helada acariciando la suya de temperatura regular.
—¡Pues claro! —admitió—. Pero mis células se regeneran rápido, así que debo encontrarme con Tyler en el baño cada diez minutos. Es él quien me da la botella. Aunque ha decir verdad yo se la he quitado —una serie de balbuceos comenzaron, gracias a la audición vampírica de los hermanos fueron capaces de comprenderlos.
—Esa fue nuestra señal. Nos vamos —declaró Rosalie para su propio alivio y el de su hermano.
—Tienes que convencerme —se remueve la morocha, un puchero surcando de sus labios—. Alice se enojará con ustedes. Más contigo, Jazz —espera que el rubio adopte una expresión de pánico, pero el vampiro solo sonríe, como si anticipara algo—. ¡Hasta Bella sigue aquí! —giró con torpeza a su mejor amiga, quien tenía los mismos ánimos que los rubios. Por el subsuelo.
—Mmm... —Rosalie miró cuidadosamente a su alrededor, Jasper no pasando esto por alto y replicando la acción de su hermana al leer su comportamiento y emociones. Cuando hubo un asentimiento por parte de ambos, Elizabeth había parpadeado y ya se encontraban en la entrada de la finca, apoyada en uno de los árboles del oscuro bosque—. ¿Qué te parece si te damos una sorpresa?
—¿Qué clase de sorpresa? —hay una risilla que se escapa de Gilbert. Sus niveles de alcohol se encuentran a punto de llegar a término, pero como no necesita de ellos para comportarse acaramelada con su pareja, traza una línea a lo largo del escote profundo de la rubia, rozando su pálida piel. Su dedo se engancha al final de la abertura, tirando de Rosalie hacia ella.
Rosalie cierra los ojos momentáneamente, conteniendo sus deseos por unos segundos más. Después, la imita, con una sonrisa traviesa. Se inclina sobre la figura de Elizabeth, con su dedo índice le aparta uno de los tirantes de su vestido, besando el punto de unión entre el cuello y el hombro. Su punto débil. Elizabeth suelta un suspiro, su cabeza se inclina hacia atrás, siendo recargada en el hombro de Jasper quien se une girando su cabeza hacia su rostro, poniéndole el dedo bajo el mentón, arruinando su retocado labial con un beso profundo y cariñoso.
—Jasper —refunfuña Rosalie como un regaño, más para ella misma que para él, porque no puede evitar caer ante los encantos de la morocha.
Por ello, el manipulador de emociones le baja la temperatura de un suspiro, tomando distancia suficiente de Elizabeth como para volver al motivo de su salida de la fiesta, pero sin abandonar el agarre alrededor de su cintura.
—Rose armó la sorpresa —se sinceró el vampiro—, pero quiere dártela en nombre de ambos —de un movimiento suave, la cargó entre sus brazos de manera nupcial. La rubia por su parte le tendió la mano y Elizabeth se la aceptó, aturdida por la posición.
—¿Pero seguiremos con esto pronto? —ambos Hale se miraron, ambos con el mismo deseo de traspasar la barrera que era la ropa de Elizabeth.
—Pronto, tal vez —el rubio titubea, el calor en las emociones de Elizabeth, Rosalie y las suyas propias nublando su sensatez.
—Está bien —la mano que se sostenía del cuello de Hale acarició su cabello, Elizabeth mirándolo con calma debido a la expresión de frustración de su contrario—, no queremos afectar lo que sientes. Veamos esa sorpresa.
EL RELOJ DE LA SALA DE ESTAR MARCÓ LA MEDIANOCHE, Gilbert subía las escaleras detrás de Rosalie, por delante de Jasper, sus dedos entrelazados con el de sus compañeros.
—¿Dónde están Carlisle y Esme? —preguntó ante la falta de ruido en el hogar, denotando falta de presencias.
—Están en una cena romántica. En Seattle —explicó Jasper. Sus manos se posaron en los hombros de la morocha, guiando su camino a una puerta de madera, casi al final del pasillo del ala izquierda—. Bienvenida.
—¿Bienvenida? —al mismo tiempo que sus palabras abandonaron sus labios Rosalie abrió la puerta, dejando ver una habitación en tonos cálidos.
La cama llamó su atención primero, su tamaño era lo suficientemente grande como para que los tres, e inclusive una persona extra, la ocuparan; lo segundo, un librero que tomaba la pared completa —a excepción de el espacio que ocupaba la puerta— y que tenía variaciones en tamaños y colores de libros, pero que no alcanzaban a llenar ni la mitad de los estantes; el tercero fue el balcón, con puertas deslizantes de cristal que dejaban ver la oscuridad del bosque fuera, y una barandilla. De manera desorganizada, su atención saltó desde el candelabro de oro en el techo, hasta la televisión frente a la cama, y también en el tocador y el sillón en la esquina entre televisor y balcón. La puerta junto al librero debía ser el armario, a falta de cómoda.
—El diseño es precioso —suelta, impresionada—. ¿Es... Nuestra? —duda, no queriendo asumir lo incorrecto.
Rosalie se acerca a ella por su espalda, quedando a la izquierda de su mellizo, y Elizabeth la toma como una pared sólida para colocarse sobre su pecho y ladear la cabeza, esperando a que le dijera algo.
—¿Te puedo contar un secreto? —Rosalie murmuró, y aunque Jasper la pudiera escuchar pretendía que solo fuera entre ella y la morocha. Sus labios rozaron su oreja—. Tan pronto como apareciste en las visiones de Alice, ya había preparado una habitación solamente para ti. Es tuya, por completo de ahora en adelante, y esperamos en un futuro pronto nos dejes ser parte de ella.
—¿Tanto significo para ustedes? —a tientas busca la mano del rubio, pero cuando logra tomarla este le hace dar una vuelta, enfrentándolos—. Quiero decir —se encoge de hombros, como si le restara importancia cuando en realidad busca recuperar un poco de su armadura—, no me conocían de nada, no me habían visto siquiera.
—No fue necesario —Jasper se interpone entre las mujeres, sosteniendo el rostro oliva entre sus manos—. De un modo u otro nuestros corazones te hubieran pertenecido. Fueras quien fueras, eres nuestro destino.
Un destello se refleja en los ojos de Elizabeth al ver a Jasper, su rostro enamorado y determinado, sus perfectos rizos rubios y sus orbes dorados que solo tenían su atención en ella.
Irrumpe en su espacio, sus labios se lanzan sobre los suyos, mordisqueando el labio inferior.
—Creo que me estoy enamorando de ustedes —farfulla, demasiado expuesta como para querer repetirlo.
—Nosotros ya lo estamos de ti, Liz —ahora Rosalie se encuentra con sus manos en su cintura, atrayéndola a sí misma para posar sus labios con adoración.
Al mismo tiempo, las manos de Elizabeth se dirigen a su vestido, bajando del cierre y soltando de la tela que ajustaba su cuerpo.
—No tienen que hacerlo si no lo desean —asegura cuando se ha separado y ha visto el intercambio dubitativo de miradas entre los Hale—. Han vivido años como hermanos. Si eso es lo que les preocupa.
—Maldito sea mi hermano por tener a mi compañera —el gruñido de Rosalie es verdaderamente animal, arrojando el cuerpo de Elizabeth sobre la cama y el suyo propio sobre el de ella, sin restringir el deseo y la necesidad que habían crecido con cada roce y el paso de los días desde que se conocieron finalmente.
Ambos supuestos mellizos habían mantenido días atrás conversaciones sobre lo que harían en el momento en que los deseos carnales por su compañera llegaran. Tenían cientos de años de madurez, y pese a quererse como una familia debido al tiempo juntos coincidían que tendrían que trabajar en lo que respectaba a su comodidad y la atención que le darían a Elizabeth. La persona que les importaba y por la cual estaban, dicho de algún modo, atados.
Elizabeth aterriza con los codos sobre la colcha, la mitad de su cuerpo recostado cuando las piernas de Rosalie se colocan a cada lado de ella, alzando su vestido hasta los muslos. Los tirantes de la morocha caen de sus brazos, dejando ver su pechos a plena vista de dos pares dorados. Aquel acto saca a Jasper de su embobamiento, mirando cómo el cuerpo de su compañera era arrojado contra la cama.
El rubio se coloca detrás de Gilbert, inclinando su cuerpo para besar sus labios por segunda vez sobre su hombro, mientras Rosalie suelta una risilla llevando sus labios al cuello de Elizabeth. A la morocha se le escapa un gemido cuando los dedos de Jasper se posan sobre su pecho izquierdo y los besos de Rosalie bajan al derecho, el cuerpo de la rubia bajando igual hasta que sus rodillas tocan el suelo, jalando el vestido verde fuera de Elizabeth para dejarla en una prenda inferior negra.
—Me están tentando a romper su ropa —advierte, una línea delgada formándose entre la sugestión y la desesperación.
—Probablemente Alice nos mataría —una sonrisa de dientes es mostrada por Jasper, haciendo a Elizabeth voltearse para encarar al rubio, arrastrando sus rodillas a él y acariciando su torso en camino a sus hombros, deshaciéndose de el saco negro y la corbata. Se mezclan entre besos rudos e impacientes, tomando el rostro del otro con firmeza.
De pronto, el sonido de la tela rasgándose y rompiéndose detrás de ella, después sintiendo el cuerpo semidesnudo de Rosalie contra su espalda, le ha dado la idea de que la rubia se encontraba lo suficientemente encendida como para importarle poco la reprimenda que sufriría por aquella pieza de vestimenta.
—Me da igual —la rubia Hale logra decir entre mordiscos y besos por el cuello y hombros, sus manos ocupadas con sus dedos enterrados en la cadera de su pareja, sus uñas enterrándose con tanta fuerza que hacen sangrar a Elizabeth, pero a ninguno de los tres le importa, nublados por el placer—, quiero esto fuera. Me está estorbando —sin más palabras logra romper en dos lo último que quedaba de ropa encima de Gilbert.
—Eres hermosa. Eres increíble —logra murmurar Jasper, si es posible decir recupera el aliento que se le ha escapado cuando ha visto la curvatura de sus senos, su ardiente piel oliva centelleando por ellos, su figura de reloj de arena y sus muslos presionándose entre ellos.
—Y eso que no has visto su encantadora parte trasera —sus manos apretaron su trasero, Elizabeth dando un respingo complacida contra Jasper, juntando sus cuerpo más de lo que ya estaban.
—Yo también los quiero tocar —protesta destrozando la camisa de Jasper en un segundo para poder observar su torso tonificado.
Las manos de Jasper envuelven sus muñecas al siguiente segundo, llevando ambas manos a sus labios para trazar un camino en ellas. —Está noche es tuya, compañera.
—No quieras arruinar lo que tenemos preparado para ti —el peso detrás suyo desaparece, Elizabeth tiene la intención de mirar a sus espaldas donde estaba Rosalie, pero el vampiro detiene su rostro.
—¿Qué planeas...? ¡Dios, Rose! —la joven pega un grito cuando sus ojos se encuentran con los de su compañera, debajo suyo.
Esto es lo más lejos que me verán
llegar a la hora de escribir smut.
¡Nunca logro seguir o terminar!
Bueno, los comentarios son bien
recibidos respecto a esta escena,
me gustaría mejorar, y siendo
honesta no se cómo. ¡Gracias!
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