𝐎 𝐂 𝐇 𝐎


Felix prácticamente se estaba apoyando en Hyunjin cuando entraron a la casa. Estaba tan nervioso por lo que acababa de pasar que sus piernas aún temblaban. Sin decir nada, Hyunjin lo condujo hasta su habitación y lo acostó en la cama.

— Estás muy nervioso —le dijo pasándole una manta por encima—. Duerme un rato, te levantaré para la cena.

Felix obedece y, cuando su pareja cierra la puerta, sus párpados pesan tanto que en cuestión de minutos está completamente dormido.

[...]

No sabe cuánto ha pasado, pero comienza a sentir unos dedos acariciando su rostro, perfilando su mandíbula y yendo hacia su cuello. Sin embargo, no puede abrir los ojos del cansancio que lleva encima.

— Hyunjin, ahora no —murmura adormilado.

Este le empieza a besar el cuello y acariciarle la cintura por debajo de sus prendas. Felix no puede despertar.

— Para —logra decir despacio—. No me apetece.

Pero no deja de acariciarle, incluso llegando a su pelvis y hacer el amago de tocar sus partes íntimas. Quiere apartarlo, más sus extremidades pesan tanto que es imposible para él moverlas. Los besos en su cuello ascienden y, cuando besan sus labios, Felix puede lograr reincorporarse de golpe.

Retrocede sobre la cama cuando ve a Chan sentado al borde de la misma.

— ¿M-me has besado?

— ¿Disculpa? —su cara se frunce en confusión— La cena ya está lista, te estamos esperando.

Felix piensa que quizá todo ha sido un sueño, fruto de su imaginación como el resto de pesadillas, y se siente estúpido.

— ¿Te encuentras bien? —seguramente se lo pregunte porque ha perdido el color del rostro y Felix atina a asentir levemente.

Chan sale de la habitación dejando la puerta abierta. Lee se toca los labios, los tiene húmedos. No cree que lo haya soñado todo.

Estaba anocheciendo, por suerte, solo les quedaba esa noche y mañana por la mañana estaría en su departamento sano y salvo. Se levanta dirigiéndose al espejo y puede ver que su piel ha descendido unos cuantos tonos respecto al color. Sus ojeras se marcan más, incluso sus pecas parecen más oscuras. Tenía un color enfermizo.

Puede ver la puerta abierta detrás de él y parte del pasillo. Una figura oscura pasa rápidamente por ahí, lo que le hace asustarse. Lo que ha visto no son imaginaciones suyas, perfectamente vio una especie de ente pasar rápidamente. Fue un segundo, pero lo captó bien, porque es como si estuviera esperando que mirara en esa dirección para pasar. No pudo identificar si era un hombre o una mujer, pero no es un impedimento para ir detrás.

Al salir de la habitación, mira a ambos lados del pasillo y, a la izquierda, lo puede volver a ver escondiéndose en la siguiente esquina. Corre en esa dirección.

Al llegar allí, una de las puertas está abierta y es azotada por el viento. Antes de entrar, escucha los murmullos de unas personas. Son mujeres. Hablan en un tono bajo. Llega hasta esa habitación, pero no hay nada. Es una habitación llena de trastos y muebles tapados con sábanas. Suspira yendo hacia la ventana, la cual no paraba de chocar contra la pared y se dispone a cerrarla.

Esa ventana da al patio delantero, el que da al barranco. Puede ver una gran mesa de piedra llena de fruta y otros obsequios de oro, dejando un gran hueco en el centro. Hay cuatro círculos pintados con ceniza alrededor de esta mesa. No hay que ser un genio para darse cuenta de que se trataba de un rito, pero Felix ya no sabe si es satánico o qué, igualmente su corazón se acelera y su mente le grita que corra lejos.

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