𝐃 𝐎 𝐒
Ambos bajaron del coche en cuanto estacionaron. El aire a esas alturas era mucho más frío y Felix se abrazó a sí mismo. Tenían a escasos diez metros un precipicio, podía escuchar las olas chocar con fuerza contra las rocas. Más a la derecha había un camino cuesta abajo para llegar a la playa, pero aún así era peligroso.
La casa era oscura, de madera antigua y muy grande. Habían pasado por otras casas en el poblado, pero parecía un lugar fantasma. Las luces no estaban encendidas de ninguna morada, pero quiso pensar que es que era muy tarde.
Hyunjin se estirazó y fue hasta el maletero para sacar la bolsa que ambos compartían con su ropa. Solo serían cuatro días de estancia. Unas mini vacaciones antes de empezar a estudiar para los exámenes finales.
— ¿Aquí es donde has vivido de pequeño?
— Efectivamente.
— ¿A ti te gusta?
— Te acostumbras.
Se acercaron a la casa. Las luces no estaban encendidas y la casa en sí imponía a Felix. Fue pegado a la espalda de Hyunjin, algo asustado.
— ¿No nos van a recibir?
— ¿Mis hermanos? Estarán dentro.
— Parece que no hay nadie.
— Oh, sí que están —los nudillos del alto golpearon la puerta.
Pocos segundos después, alguien abrió la puerta, encendiendo a su vez las luces de la planta de abajo. Era un hombre de cabello castaño claro, ojos rasgados y parecidos a los de Hyunjin. Pálido y una nariz afilada.
Hyunjin se abrazó con el que suponía que era su hermano.
— Este es Felix, mi pareja —el rubio lo presentó.
— Soy Minho —Felix le extendió la mano, pero este no se la cogió aunque tenía una sonrisa amable en la cara—. Mi hermano nunca nos ha presentado a nadie, creíamos que moriría solo —el menor retiró la mano incómodo—. Vamos, pasad. Os estábamos esperando.
Felix prefiere dejar a un lado el suceso incómodo y vergonzoso que acaba de ocurrir y seguir a Hyunjin de cerca. La casa era antigua por fuera, pero por dentro lo era más. Parecía un museo lleno de cuadros, estatuas y objetos de valor antiguos.
Llegaron hasta un gran salón, donde otros dos muchachos estaban sentados en los sofás de estilo rococó. Ambos se abrazaron a Hyunjin y a Felix no le costó reconocer quien era quien. Con uno de ellos se dió un abrazo, este duró mucho más que el que se dió con Minho y, al separarse, el trillizo le acarició las mejillas. Era Seungmin, lo dedujo porque con el siguiente solo estrechó la mano, recordando que Chan era alguien distante.
— Soy Felix, un gusto —se inclinó ante ellos levemente.
— Soy Chan, y él es Seungmin —acertó en su hipótesis.
Felix parpadeó varias veces para corroborar que Seungmin lo estaba mirando fijamente sin ninguna expresión en el rostro. Es peculiar. Recuerda las palabras de Hyunjin, pero no puede evitarle la mirada. Si no fuera porque toda su atención en los hombres iba dedicada a Hyunjin, caería rápido a los pies de Seungmin. Era muy bonito y con una piel perfecta. Felix lo envidió más que gustarle.
— Ven —le dijo Minho—. Te enseñaré vuestra habitación.
Felix deja el salón para seguir al hermano mediano con la bolsa en la mano. En la casa tienen muchísimos cuadros, más concretamente parecen ser cuadros de seres mitológicos. Felix se detiene a mirar un gran cuadro antes de subir las escaleras.
Eran tres mujeres, las tres tenían el cabello lleno de serpientes, de fondo una playa en calma. Una de ellas parecía ser medio pez, como una sirena. Resaltaba una en el centro más bella que las demás.
— ¿Te gusta? —le pregunta Minho.
— ¿Qué es?
— Son las Gorgonas —responde apoyando un brazo en el pasamanos de la escalera—. Eran tres monstruos de la mitología griega —explica—. Se llamaban Esteno, Euríale y Medusa. Las tres eran hijas de las divinidades marinas Forcis y Ceto.
— ¿Eran hermanas?
— Sí, trillizas.
— Como vosotros —afirma con sorpresa—. ¿Por eso tenéis tantos cuadros de esto?
— Nuestra madre era creyente de la mitología griega y nosotros también —el castaño hace un gesto restándole importancia.
— ¿Hyunjin cree en la mitología griega? —el mayor le mira frunciendo el ceño, esperando por una explicación— Es que él confía mucho en la ciencia.
Minho soltó una risa. Felix se sintió tonto.
— Nadie puede renegar de sus raíces, querido Perseo.
— ¿Qué es Perseo? —pregunta subiendo las escaleras tras el otro.
— Qué no, quién. Que poco sabes de mitología, ¿no? —Felix prefiere no contestar y seguir su camino.
Sueltan la maleta en la habitación que Minho le ha mostrado. La planta de arriba era aún más aterradora y oscura que la de abajo. Los pasillos estaban vacíos de cuadros. Solo madera oscura y puertas, muchas puertas cerradas.
Vuelven a bajar y la mesa larga del salón está puesta con sus cubiertos y copas respectivas. Hay velas adornando la mesa y mucha comida puesta sobre ella. Un pavo, muchos cuencos con fruta, verdura cocida en otros pocos... Felix no puede identificarla toda.
Se sienta al lado de Hyunjin, frente a ellos tienen a los dos menores y, de cabeza de mesa, está Chan. Hyunjin le sirve vino en una copa y le sirve su cena. Todos cenan en completo silencio, cosa que le parece extraña porque lo normal es que estuvieran hablando mucho. Por lo que le había contado el rubio, llevaba un año sin verlos.
— ¿Cuántos años tienes? —le pregunta Seungmin. Es la primera vez que le escucha hablar.
— Veintidós.
— ¿Y de qué conoces a Hyunjin?
— De la universidad.
— ¿Estudias lo mismo que él?
— No, yo hago filología inglesa.
— Ósea, nada interesante —responde tajante. Felix deja de cortar la carne para mirarlo, pero es que no le está prestando atención.
Salta en su asiento cuando escucha un trueno sobre la casa, hay una tormenta fuera desde hace unos minutos.
— ¿Qué tienes pensado hacer después de la carrera? —le pregunta Chan. Se siente intimidado por su porte, pero intenta actuar con naturalidad.
— Me tomaré un año sabático, estoy ahorrando para ello.
— Suena bien.
Siguen comiendo. Le ha dejado mal sabor de boca que Seungmin le hablara de esa manera. Quizá es de esos celosos con las parejas de sus hermanos.
— ¿Cuánto lleváis juntos?
— Dos meses —contesta Hyunjin.
— ¿Y qué intenciones tienes con mi hermano? —le pregunta Seungmin directamente a Felix, quien se lo toma con sorpresa.
— Yo...
— No se te ve alguien muy responsable —le interrumpe—. Y como le hagas daño, sabrás lo que es sufrir.
Lo estaba amenazando. Sentía sus mejillas arder de la vergüenza. No sabía dónde meterse. Ninguno de los otros tres había dicho nada, ni siquiera se habían inmutado y Felix sintió la bilis en la garganta.
— Iré a dormir, no tengo mucha hambre. Si me disculpan.
Felix se levantó dejándolos cenando y subió a la planta de arriba. Sabía que era una mala decisión, tenía que haber dejado a Hyunjin antes de acceder a venir. ¿Por qué dijo que sí? ¿Por qué? Solo recuerda los profundos ojos de Hyunjin buscando una respuesta a su petición y no pudo negarse.
Al llegar arriba, su objetivo era ir a su habitación, pero en el fondo del pasillo empezó a escuchar voces. Era de la última habitación, la más apartada de todas, sumida en la absoluta oscuridad.
Escucha el llanto de un niño, pero también los gruñidos de un hombre. Felix se fue acercando poco a poco, procurando que la madera no chille bajo sus pies.
— No quiero, papá —dice el niño con voz débil.
— Eres un bastardo, un estorbo —gruñe el hombre y el niño grita por un golpe que le ha dado. Con un cinturón, tal vez.
Felix se asusta, piensa en llamar a los hermanos, pero no puede evitar que sus pies sigan caminando curiosos.
— Ponte en la cama —la voz firme del hombre le ordena.
— No, otra vez no, por favor —el menor solloza y después chilla por otro golpe.
Esos gritos de resistencia se han metido tanto en los oídos de Felix que tiene las lágrimas saltadas. Está a punto de abrir la puerta para detener lo que sea que esté ocurriendo dentro de la habitación, pero se asusta al escuchar una voz a su espalda.
— ¿Qué haces ahí? —era Hyunjin y Felix pudo respirar tranquilo.
— Estaba... —mira la puerta de la que provenían los gritos, pero ya no se escuchaba nada. Silencio.
— Vamos a dormir —echa uno de sus brazos por encima de sus hombros—. Ha sido un día largo.
Siento que el primer cap, como es un poco introductorio, no capta el interés, así que he decidido subir este capítulo <8
Nos vemos la semana que viene, o antes jiji
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