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CAPÍTULO TREINTA Y UNO
• UNICORNIOS •

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Los rumores corren tan rápido que la gran mayoría ahora habla de que uno de los merodeadores ya no está disponible, y para la mala dicha es James Potter, el chico de la fantasía de muchas personas y el que varios desean mínimamente por un poco de su atención al menos. Todo esto pasó desde que lo vieron agarrado de la mano con Eris durante todo ese día que salió de la enfermería, al principio solo creyeron que sería de un día, pero luego dos días después seguía andando de la mano con ella y siendo más atento de lo normal, y si bien ya muchos sabían la cercanía de estos anteriormente, ahora va más por el lado romántico lo que tienen y se puede notar, incluso por como se miran, pero obviamente aunque sea muy notorio algunos dicen cosas malas, por supuesto más que nada dirigido a la chica.

— Calvario — le hechizó Sirius a dos chicas.

Estas de inmediato soltaron unos chillidos tocándose su cabeza ahora sin cabello a lo que el pelinegro sonrió burlón.
Uno de los que no se abstiene a defender a su mejor amiga/prima es Sirius, apenas escucha que dicen cosas horribles de ella y ya salta en su defensa, pese a que Eris intentó hacerles entrar en razón a todos sus amigos con que no hace falta luego de que James cayera a los golpes con un tipo que dijo que seguro es una puta que abre fácil las piernas y por eso está interesado en ella.

— ¿Era necesario eso? — preguntó Remus quien justo pasó por ahí.

— Obvio que sí, nadie insulta a Eris sin salir impune y ya que ella no quiere defenderse yo lo haré.

— El tema es que si ella se defiende y pierde el control es capaz de acabar como si nada con todo aquel que se le enfrente o esté cerca.

Y vaya que todos están conscientes de ello, especialmente Sirius que supo desde el principio sobre sus dones y comparado a esos primeros entrenamientos se ha desarrollado demasiado, al punto de que si tuviera maldad en su ser podría convertirse en una perfecta villana y acabar con todo aquel que se le propone, ni hablar de la inteligencia que tiene, sumado a eso podría hacer lo que quisiera y jugar a las marionetas con las personas.

— Lo sé, por eso hago sus veces — sonrió de lado — Pero cambiando de tema ¿Ya aceptarás una cita conmigo?

— Ya hablamos de eso Sirius — rodó los ojos alejándose de él.

— Pero ya cambié — se justificó al instante siguiéndolo — Ya no soy ese idiota que sale con cualquiera como antes, en verdad puedo tener una relación seria, te lo he mostrado.

— ¿Lo haces por gusto o por obligación? — le observó serio notando como se quedó callado — Eso creí.

Aceleró sus pasos metiéndose en un pasadizo y Sirius se quedó ahí maldiciendo al haber dudado, obvio que lo hace porque él mismo decidió que ya no estaría con varias personas, es más, desde que aceptó lo que siente ya no le despierta tanto interés tener algo con cualquiera, pero eso parece no entender Remus, aunque ciertamente le confunde igual, no sabe lo que siente el castaño, si al menos siente atracción hacia él o algo más, es todo un misterio.

— ¿Problemas en el paraíso? — preguntó Regulus viéndolo recargado por la pared.

— Ni paraíso tenemos — bufó desordenando su cabello.

— Tal vez ni le interesas y tú sigues insistiendo.

— Wow, gracias por tu apoyo hermanito — dijo sarcástico viéndolo mal.

— Admito que me causa gracia que puedas tener a quien sea menos al que quieres, digamos que disfruto un poco de tu sufrimiento — sonrió de lado en forma de burla — El karma es una perra justa.

— Creí que ya habíamos avanzado como hermandad y dejado atrás los rencores quedando como que los dos cometimos errores.

Aunque no lo diga una parte de Regulus siempre sentirá cierto rencor hacia Sirius por más que hayan decidido hacer las pases el año pasado y dejar todo lo que pasó entre ellos atrás.

— Burlarme de la gente es parte de mi personalidad — respondió simplemente dándole la espalda y comenzando a caminar relajadamente como siempre.

— ¡Espera! — caminó rápidamente hasta posarse a su lado — Ya llego tarde a clases así que no entraré y me quedaré contigo.

— ¿No tienes a otro a quien molestarle?

— Sí, pero mejor a ti hermanito.

— Me vuelves a decir así una vez más y te corto la lengua.

Y así continuaron discutiendo a medias pero también hablando como se puede ya que los dos son muy diferente; sin embargo, Sirius ya está acostumbrado a un carácter parecido teniéndole a Remus que a veces se carga un humor terrible, todo lo contrario Regulus quien le exaspera que hable demasiado y tenga energía en exceso.

Por otro lado Eris iba por los pasillos dando saltitos aprovechando lo solitario que está y no tiene con quien chocar por como va, igualmente influye que se siente muy contenta por dos razones, razones de las cuales quiere contarle primero a James y por eso va a irrumpir su clase para quitarlo.

Apenas llegó en lugar de tocar la puerta e inventar alguna excusa para quitarlo fue hacia la ventana mirando disimuladamente en busca de James hasta que lo encontró con la mitad de su cuerpo acostado sin prestar siquiera atención a la clase, algo típico de él.
Para su gran suerte miró hacia la ventana y apenas la vio sonrió a lo que ella le hizo una seña para que salga y esté por supuesto se paró al instante. Sin embargo, hizo todo un drama sobre que le duele su estómago, incluso se retorció y suplicó a la profesora para que lo deje salir, y obviamente logró su objetivo.

Cuando se encontró con Eris ella estaba sonriendo divertida ante todo lo que presenció y su sonrisa no hizo más que aumentar cuando James agarró su cintura dejando un beso en su mejilla.

— ¿Te gustó mi gran espectáculo?

— Oh claro, disfrute mucho, más cuando te retorcías como si estuvieras poseído.

— Gracias, al menos aprecias la buena actuación — bromeó sonriendo — ¿Y a qué se debe que faltaste a clases y me llamas? Eso no es para nada normal en ti.

— Oh cierto, vamos — agarró su mano y lo llevó emocionada — ¿Recuerdas que quería ver unicornios?

— Y vaya que lo recuerdo, desde el año pasado que andas diciendo que es tu sueño ver uno.

— Pues hoy es el gran día en que voy a ver — sonrió dando un saltito de la emoción a lo que James sonrió enternecido — Hagrid me comentó que están en época de apareamiento y que toda una manada anda cerca, en el bosque específicamente.

— Y entonces iremos juntos a verlos ahora ¿es así?

— Exacto, pero solo si quieres.

Ni aunque quisiera negarse, cosa que no, podría hacerlo al ver su cara suplicante y luego de presenciar la emoción que le genera eso. Siempre va a desear su felicidad por sobre todo y no le importa aceptar lo que sea con tal de verla contenta.

— Claro que quiero, será genial ver unicornios, aunque raro si andan apareándose frente a nosotros — arrugó su nariz causando una risita en Eris.

— Solo aparta tu mirada de los que están haciendo eso..ah y no te acerques tanto, no les gusta los hombres, nada más se dejan tocar por mujeres.

— Que gran falta de respeto, hay discriminación al hombre entre unicornios y nosotros que somos los más buenos — bromeó suspirando exageradamente.

— ¿Sabías que en el reino animal la gran mayoría de las comunidades que están liderados por hembras siempre prevalecen y crecen en armonía? En cambio los que son liderados por machos hay más muertes por la agresividad con el que se manejan y no existe un buen orden, además de que algunos se extinguen.

— ¿Qué estás queriendo decirme con eso? ¿Que ustedes son mejores?

— Quizás — sonrió balanceando sus manos unidas — Ahora ponte a imaginar cómo hubiera sido el mundo si eran liderados solo por mujeres.

James se puso a pensar seriamente sobre la situación y vaya que es normal cada que se pone a hablar con ella, siempre lo deja pensando sobre varias cosas que plantea y a veces realmente le sorprende la capacidad que tiene para quitar distintos temas en cualquier momento, es como si su mente estuviera plagado de conocimiento de toda clase y admira eso, además de ser un rasgo de su personalidad que le encanta.

— Bien, admito que hubiera sido un mundo mejor si las mujeres estuvieran al mando.

— Lo sé, las mujeres son maravillosas.

— Sí que lo son, tú eres una de las mujeres más maravillosas que me ha tocado conocer — sonrió viéndola con ojitos de enamorado.

— Ay James — sonrió sintiendo un leve ardor en sus mejillas.

Todo el camino continuaron entre conversaciones interminables hasta que tuvieron que callarse por obligación al ver que ya llegaron y por seguridad se escondieron detrás de un arbusto mirando los diversos unicornios de todo los tamaños que hay. Ambos se encuentran fascinados de presenciar semejante belleza de criatura a nada más una poca distancia; sin embargo, Eris está que se aguanta en no ponerse a chillar de la emoción o de salir corriendo a abrazar uno, más aún luego de ver hasta unicornios pequeños que le causan una profunda ternura.

— Son bellísimos — susurró encantada.

— ¿Por qué los más pequeños son dorados y otros plateados? Creí que todos serían blanco.

— Son de los tres colores en su desarrollo, nacen dorados, a los dos años se vuelven plateados y a los siete años cuando han alcanzado todo su desarrollo se vuelven de ese blanco brillante.

— Wow, impresionante, eso no sabía, tal vez andaba dormido en clases cuando dimos eso.

— Lo normal — dijo distraída mirando a su alrededor.

En su mente está pasando las probabilidades de ser atacada si sale despacio a poder tocar aunque sea uno, después de todo no son tan pacíficos como se ven.
Volteó a ver a James dudosa de dejarlo ahí porque él sí que no debe salir al ser hombre.

— Quédate aquí.

— No estarás pensando ir con ellos ¿verdad? — se alarmó al verla levantarse — ¿No? Eris..

— Si salgo indefensa te voy a preguntar algo — sonrió.

— ¿Preguntar qué?

No obtuvo respuesta ya que se fue y se quedó ahí viendo nervioso esperando que no le pase nada, y si él está nervioso desde su lugar Eris ni que decir mientras se acerca despacio, pero respiró hondo varias veces para que no la perciban de esa forma, sino alguien tranquila y pronto logró calmarse, también llamar la atención de los unicornios que la observaron fijamente.

— Hola, disculpen por irrumpir su lugar, nada más quiero verle de cerca a ustedes, no vengo con otras intenciones, así que espero me lo permitan solo un rato.

A medida que hablaba se iba acercando lentamente a ellos y en posición sumisa para que no piensen que quiere atacarlos y de momento funciona ya que ninguno se sintió en peligro con su presencia ni se mostraron alarmados, es más, pudo ver claramente como un adulto se acerca a ella, por ende se quedó quieta esperando a saber que pasará mientras intenta controlar sus emociones, James en cambio detrás de los arbustos ni se molesta en ocultar como se siente, ya hasta anda pensando en rezar para que no le haga nada viendo que uno grande se acerca a ella.

Finalmente llegó frente a ella deteniéndose y para su gran sorpresa agachó su cabeza, Eris tardó unos segundos en procesar hasta que finalmente le dio una caricia en su cabeza ya sin poder ocultar su felicidad y esa enorme sonrisa que tiene en su rostro lo demuestra.

— Eres bellísimo — susurró fascinada tocando su suave pelaje.

Un unicornio más pequeño se acercó con toda la confianza dándole un golpecito con su hocico haciendo que ella suelte una risita.

— ¿También quieres caricias? Bien, te los daré.

Comenzó a tocarle a los dos y pronto ya sus manos no le alcanzaron para darle caricia a todos los que se acercaron por atención. Sus risas de felicidad inundaron el lugar siendo para ella todo un sueño cumplido estar rodeada de unicornios, su niña del pasado sin duda estaría muy feliz de saber que pudo lograr conocer no solo uno, sino que varios.

James a lo lejos se encuentra atento a todo con una sonrisa plasmado en su rostro al serle una vista tan adorable de apreciar, además de que se siente contento por ella, por haber logrado algo que tanto quería; ver su felicidad le llena de la misma emoción.

Se encuentra tan inmerso viéndola que se llevó un gran susto cuando algo chocó con su espalda y rápidamente volteó alarmado pero se topó con lo que menos esperaba, un unicornio color oro tan chiquitito que le dio una inmensa ternura, pero luego recordó lo que le dijo Eris.

— Shu, shu, aléjate — retrocedió aún sentado pero este avanzó igual — Ay por Merlín, vete con el resto que luego no quiero que tus padres me maten por verte cerca de mí.

Pero el unicornio todo obstinado se acercaba de nuevo a él buscando quién sabe qué, por tanto se paró e iba retrocediendo mientras le pedía que no se acerque que no se dio cuenta que ya había salido de su escondite llamando la atención del resto que al instante se pusieron en alerta, esto le confundió a Eris quien volteó su cabeza en dirección donde miran.

— James.

Este al oír el llamado se detuvo y abrió grande los ojos al darse cuenta que se encuentra a la vista de todos, y por si no fuera poco el mini unicornio saltó por él.

— ¡Auxilio Eris! No me quiere dejar — exclamó huyendo de nuevo.

La rubia en lugar de ayudarlo se rio divertida al verlo huir de un pequeño unicornio como si ese fuera capaz de matarlo, pero lo que más le pareció gracioso fue cuando otros unicornios también de ese tamaño comenzaron a seguirlo a lo que James chilló alarmado.

— ¡Se suponía que no se acercan a los hombres!

— A los pequeños no le importa eso, se me olvidó decirte — le contó divertida y soltó una carcajada cuando finalmente lo derribaron escuchando el chillido que emitió James.

— ¡Auxilio! ¡Me atacan! — dramatizó aunque ni le hagan daño.

Entre todos se amontonaron alrededor suyo y dos de ellos finalmente quitaron lo que tanto olían, James al verlos intentar comer los dulces que tenía en su bolsillo entendió que eso les llamaba la atención y no que querían atacarlos, así que suspiró aliviado sentándose pero aún siendo rodeado de todos ellos.

— ¿Estás bien? — preguntó Eris con una sonrisa luego de acercarse.

— Por un momento pensé que moriría a manos de unicornios bebés asesinos.

— Tranquilo que lo más probable es que los grandes te hagan algo, pero ya ves que no te hicieron nada y sigues vivo — sonrió arreglándole sus gafas que están torcidos y luego intentó con su cabello.

— Al menos eso — susurró cerrando los ojos ante sus manos en su cabeza sintiendo como un efecto calmante.

Eris continúo intentando pero se rindió ya que su cabello es difícil de domar, aunque igual le gusta como le queda así todo desordenado.

— ¿Recuerdas lo que te dije antes de ir con los unicornios?

— Sí, ahora dime que ya me da curiosidad — abrió los ojos solo para verla con intriga.

La rubia asintió y agarró su mano jugando con sus dedos en un intento de calmar sus nervios repentinos mientras se da aliento mentalmente, pero al levantar la cabeza y toparse con sus ojos supo con seguridad que es la decisión correcta.

— ¿Quieres ser mi novio?

James abrió grande los ojos y la boca de la sorpresa ya que jamás se hubiera esperado eso, pensaba que le iba a contar algo que le pasó y no eso.

— Yo..wow..se suponía que yo iba a pedirte en una linda cita que ya tenía todo planeado mentalmente.

— ¿Eso es un no? Podríamos esperar más tie...

— ¡Claro que quiero! — exclamó interrumpiendo rápido con una gran sonrisa — Ya somos oficialmente novios y después nos vamos a casar.

— ¿Cómo que casarnos? No me digas que ya andas pensando en eso — preguntó sonriendo entre divertida y enternecida.

— Obvio, pero eso es después, ahora centrémonos en que ¡somos pareja! — exclamó cayendo en cuenta al 100% de la situación.

Internamente se puso a chillar de la felicidad, por fin se le había dado después de haber pasado todo un caos de aceptación a lo que siente para más tarde tener que soportar esos sentimientos que mantenía oculto sin poder hacer nada al respecto, pero ahora aquí está, finalmente teniéndola de novia y lo mejor de todo es que ella se lo pidió. Pensando en todo ello se acercó contento a su rostro y sin dudarlo la besó siendo inmediatamente correspondido porque no es el único feliz ahora mismo, sino también Eris quien estuvo días con ese gran debate mental luego de que ambos se habían confesado, pero luego llegó a la conclusión de que ya no hay tiempo que perder por todo lo que anda pasando.

Tuvieron que separarse del beso ya que un unicornio se metió en medio y Eris sonrió dándole caricias.

— ¿Quieres más dulce pequeño?

— Siento que le tengo de novia a una variante de Blancanieves, siempre las criaturas o animales se te acercan fácil.

— Pero eso es por mis dones.

— Lo sé, pero shh — puso su dedo encima de sus labios — No me arruines el sueño.

— Ay bueno, tienes una novia parecida a Blancanieves entonces — sonrió negando.

— Mucho mejor.

Ambos soltaron una risita y el resto de la tarde pasaron un buen momento entre los dos y rodeados de unicornios, hasta que tuvieron que huir corriendo entre risas al presenciar que iban a comenzar a aparearse recordando la razón por la cual todos ellos están instalados ahí.

— Ahora me toca decirte algo más — habló Eris.

— ¿Qué cosa?

— Mis padres aceptaron dejarme en Hogwarts hasta terminar.

— ¿En serio? — dijo igual sorprendido.

Y apenas asintió la abrazó de la cintura alzándola y dando vueltas sonriendo de la felicidad mientras Eris ríe divertida abrazándolo del cuello.

— ¡Te quedarás!

— Hice de todo para convencerlos, pero digamos que la insistencia de ustedes también sirvió de algo.

— Sabía que serviría hostigarles con cartas — soltó una risita deteniendo las vueltas.

Después de eso estuvieron juntos hasta altas horas de la noche pasando por primera vez el día siendo finalmente ya parejas oficiales.

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