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CAPÍTULO VEINTINUEVE
• DÍA CAÓTICO •

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Hoy es la salida a Hogsmeade y por supuesto el grupo de amigos no pueden faltar y ahora están todos apretados los seis en el carruaje, el único que decidió no ir todo apretado fue Regulus quien les dijo para encontrarse allá nada más.

— Ya me estoy arrepintiendo de haberme subido con ustedes — habló Eloise suspirando exageradamente.

— Es que somos la mejor compañía, obviamente ibas a querer venir con nosotros — dijo Sirius sonriendo arrogante.

— Nah, no te creas tanto Black, hay mejores que tú.

— No te creo, enumera quiénes son.

Y mientras ellos hablan Remus anda metido en su lectura, Peter está intentando arreglar el cierre de su ropa que se descompuso de camino, Eris está callada y mirando a la nada desde que se subió y James quien está a su lado anda pendiente a ella mirándola a cada tanto ciertamente un poco preocupado ya que no la ve bien, así que no pudiendo más soportar estiró su brazo y agarró delicadamente su mano llamando su atención.

— ¿Estás bien Eris? 

— Sí..no..no sé, tengo un mal presentimiento y eso nunca es algo bueno.

— Si quieres nos bajamos ahora mismo y regresamos caminando a Hogwarts.

— No — negó repetidas veces — No quiero arruinar la salida.

— No lo harías — apretó un poco su mano mirando a su alrededor notando que ya casi llegan — ¿Cuánto es la probabilidad de que pase algo malo cuando tienes un mal presentimiento?

— Desde que tengo mis dones activos..10 de 10.

— Mierda — susurró ya ahora preocupado sabiendo la situación de ella — Hay que re..

El grito de alivio de Sirius diciendo que ya llegaron lo interrumpió y antes de que siquiera pudiera convencerla de volver ella ya había bajo junto al resto y solo lo esperan a él que no tardó en bajar y ponerse a un lado suyo mirándola fijamente.

— Tranquilo, quizás no es nada grave — forzó una sonrisa intentando apaciguar su preocupación.

— No te alejes de nosotros.

La rubia se limitó en asentir y caminar con el resto en silencio, escuchando de fondo como Eloise y Sirius se molestan entre ellos como cada vez que se juntan, también a Remus iniciando una conversación con James distrayéndolo de su plena atención hacia Eris por las dudas. Peter quien se había percatado de que algo le sucede a su amiga se colocó a su lado poniendo la mano en su hombro.

— ¿Quieres probar unos dulces muy deliciosos que me envió mi mamá?

Pese a saber que probablemente es algo malo lo que le pasa no quiere hacerle revivir eso, sino distraerla y alegrarle un poco la salida porque adora verle a su amiga feliz e irradiando con su luz propia.

— Claro que sí.

— Son frutales, así que elige el sabor — quitó el paquetito de su bolsillo y le extendió viéndola atento como elige tan minuciosamente — Dime tu veredicto.

— Bien, probaré primero el de piña.

Sacó el envoltorio del caramelo y llevó a su boca saboreando y de inmediato abrió grande los ojos al gustarle mucho.

— ¡Esto es delicioso! — exclamó causándole una sonrisa a Peter.

— Te lo dije, puedo regalarte un paquete luego, tengo varios.

— Lo aceptaré encantada, pero podríamos hacer una tarde juntos hablando y comiendo estos caramelos ¿qué te parece?

— Siii — dijo al instante emocionado y con una sonrisa — Ya extrañaba nuestras tardes juntos.

— Volveremos a eso como los viejos tiempos — sonrió.

Al ser unos centímetros más bajo que ella lo abrazó por los hombros comenzando una amena conversación entre los dos dejando atrás toda preocupación atrás y bajando la guardia, un pequeño error suyo ya que se hubiera dado cuenta del ambiente pesado que hay alrededor.

Cuando llegaron a Las Tres Escobas fueron a su mesa habitual del fondo topándose con Regulus, pero no solo, sino que está con Barty Crouch Jr y por la expresión del primero todos pudieron deducir que su conversación no es nada bueno.

— ¿Qué hace él aquí? — preguntó despectivo Sirius con el semblante serio.

Al mayor de los Black no le gusta para nada la amistad que ambos Slytherin formaron, más que nada porque tiene miedo de que después de todo Crouch le influencie a su hermano para que se una a Voldemort pese a que este ya se desligó de toda carga en el momento en que se fue a vivir con los Macmillan.

— Ya me iba — se levantó mirándole a la rubia un momento y luego se fue rápido.

— No me gusta tu amistad con él.

— Ahora no es momento Sirius — se levantó al instante — Eris, necesito que regreses a Hogwarts ahora mismo.

— ¿Qué está pasando? — preguntó James ya alarmado.

Eris mantuvo contacto visual con Regulus y al percibir todas sus emociones ya supo que algo malo sucede, y como es rápida en dar deducciones sabe que tiene algo que ver con mortífagos porque Barty es uno a candidato para eso y posiblemente le advirtió sobre algo.

— Me voy ahora mismo.

Se dio la vuelta dispuesta a irse pero ya era tarde, fuertes gritos inundaron fuera del lugar y las personas cerca de las ventanas soltaron unos chillidos al ver quienes aparecen tirando hechizos por todas partes.

— ¡Mortífagos! — gritó con fuerza una mujer.

Seguido de eso la puerta explotó y James rápidamente le protegió a Eris por impulso. Cinco personas con túnicas negras y encapuchados con una máscara cubriendo sus rostros entraron ocasionando todo un caos de gente gritando y queriendo huir, pero los más adultos quitaron sus varitas y comenzaron a luchar con los sujetos.

— ¡Quiten rápido a Eris de acá! ¡La quieren a ella! — gritó Regulus.

Peter se asustó al ver como alguien cayó muerto y su miedo pudo más en él huyendo del resto en un intento de salvarse a sí mismo dejándole a los chicos. Remus sin dudarlo fue a ayudarle a la gente a escapar y Sirius maldijo yendo rápidamente detrás suyo para protegerlo por si le hacen algo.

— ¡Yo la llevo! — gritó James mirando a su alrededor buscando una salida.

— ¡Yo igual! — habló Eloise quitando su varita.

Sin embargo, Eris ni dejó que le salven y fue directo hacia una ventana agarrando una silla tirando con fuerza por el haciendo que el vidrio se rompa en añicos y sin dudarlo saltó saliendo.

— ¡Maldita sea! ¡Eris! — gritó James corriendo hacia ella esquivando gente.

Lo malo fue que las personas dentro vieron como ella escapó y están pasando por ahí impidiéndole el paso para seguirla, aunque sería en vano porque ella apenas salió corrió observando el caos de gente corriendo por su vida mientras varios mortífagos aparecían, pero lo que más le dolió fue ver personas muertas, la mayoría tan jóvenes y con toda una vida por delante.

— ¡Ayuda!

Al escuchar ese grito agudo se detuvo y volteó a ver topándose con un mortífago apuntando a una niña aterrorizada tirada en el piso, y sin dudarlo fue rápidamente hacia ahí aunque tenía que esconderse porque no puede dejar que le maten a alguien.

— ¡Ni se te ocurra matarla! — quitó su varita apuntándole apenas se dio vuelta — Aléjate de ella.

— Pero miren a quien tenemos aquí, justo a la que buscamos. ¿En serio serías capaz de matarme? — soltó una risa burlona.

Cuando iba a responder le vio aparecer a Larontex sin siquiera ella haberlo llamado y en ese momento supo que acabaría con todo aquel que quiera hacerle daño.

— Tal vez yo no, pero él sí.

— ¿De qué hablas niña? Solo estamos nosotros y esta mocosa.

La respuesta llegó pronto cuando algo le alzó por los aires y antes de siquiera quejarse su cuello se rompió cayendo muerto, en otra ocasión Eris se sentiría horrorizada pero ahora solo se preocupó por la niña ayudándola a levantarse y asegurándose que no tenga ninguna herida visible.

— Estás bien, ahora quiero que corras sin detenerte a buscar un lugar escondido — le habló suavemente al sentir lo aterrorizada que se encuentra — ¿Puedes hacerlo?

— Sí..sí pu-puedo — tartamudeó.

— Bien, corre ahora.

Sin dudarlo la niña corrió rápidamente y Eris miró a su alrededor desesperada con un gran debate mental de si quedarse a ayudar o huir para evitar más muertes por su culpa. La respuesta vino pronto al ver a personas inocentes siendo atacadas y una rabia se apoderó de ella lo que directamente ocasionó que agarre su varita con fuerza y comience a luchar igualmente.

— ¡Depulso! — gritó haciendo que su primera víctima salga volando al ser atacado por la espalda.

La persona que estaba siendo aprisionada salió corriendo sin dudarlo dejándole a ella quien comenzó a ayudarle a más personas a alejarse de la zona, en su mayoría eran los más jóvenes, niños de 13 o 14 años que no saben aún tanto sobre distintos hechizos con el cual defenderse contra unos mortífagos que utilizan en su mayoría hechizos oscuros.

Todo iba bien de momento, ella esquivando a más no poder hechizos y ayudándole a personas, pero eso no duró mucho cuando uno de ellos se colocó frente a ella y antes de que pueda reaccionar y lograr huir o defenderse este le apuñaló tres veces en su abdomen.

— Agradece que te estoy liberando de todo lo que te espera con tu muerte — habló y seguido de ello desapareció.

Eris sintió la familiaridad de su voz, pero no se tomó el tiempo de pensar por el asombro de haber sido apuñalada, tanto así que solo cuando se tocó su abdomen y vio sus manos llenos de sangre recién cayó en cuenta de la situación, al igual que sintió un inmenso dolor en esa zona.

— ¡Eris! — gritó James y al verla caer de rodillas corrió asustado hacia ella.

Apenas llegó vio su ropa blanco lleno de sangre y asustado y desesperado presionó la herida sin saber exactamente que hacer.

— No, no, no, no me dejes — gesticuló con los ojos llorosos — ¡Ayuda! ¡Ayuda!

— Ja-James — dijo apenas tosiendo cuando la sangre comenzó a fluir de su boca.

— No hables, no hables — la observó desesperado y volvió a gritar una vez más por ayuda.

La rubia sentía que su vida se iba, y no solo lo suponía por la sangre que perdía cada vez más con el pasar de los segundos, sino que al tener su don ligado a la muerte no solo percibe o ve cuando la gente muere, sino también cuando el suyo está cerca. Tiene miedo, nunca creyó que moriría tan joven y sin hacer todo los planes en mente aún, pero lo acepta, siempre aceptará la muerte con los brazos abiertos porque tiene claro que en algún momento iba a pasar por eso.

— Por favor no me dejes, no aún.

Cada vez iba escuchando más lejano todo el ruido que la rodea y la voz desesperada de James que la aprisiona entre sus brazos, pero hasta su tacto dejó de sentir e inevitablemente sucedió, cerró los ojos siendo los sollozos y súplicas lo último en haber escuchado antes de caer en la oscuridad.

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James nunca odió tanto la enfermería como en esos últimos tres días que ha pasado ahí luego de aquel caótico día, día en que creyó que le perdería por siempre a Eris, y de hecho así fue por dos minutos, pero de milagro volvió a revivir cuando la reanimaron. Nunca tuvo tanto miedo y desesperación como en ese momento en que dejó de respirar en sus brazos, y en el momento en que volvió sintió un poco de alivio, pero no del todo, no hasta ahora que sigue sin despertar, aún sigue el miedo latente de que muera.

— Deberías ir a dormir James, te ves muy cansado — habló Remus viéndole preocupado a su amigo — ¿Al menos comiste algo hoy?

— No me iré de aquí, si despierta quiero estar para ella — dijo ignorando la pregunta.

Desde el accidente él no se ha querido mover de ahí, incluso ha faltado en clases y el único momento en que se va de su lado es cuando quiere ir al baño. El resto de los chicos por supuesto también están afectados, pero no llegan al extremo como James al punto de no tener ni ganas de comer, con eso es que se dieron cuenta de lo ligado que está a Eris y de que la ama de verdad.

— A ella no le gustaría que te descuides de esa forma.

El de gafas sabe que tiene razón y por esa razón no dijo nada y solo siguió viéndole a la rubia mientras acaricia su mano, Remus ante eso suspiró negando, ya había intentado hacerle entrar en razón pero parece no haber caso, su amigo al parecer está aferrado a seguir así hasta que ella despierte, lo cual le preocupa y ya suficiente tiene con verle a su mejor amiga en ese estado como para tener que andar detrás de él, pero aún así lo hace.

Sirius ingresó con una bandeja de comida ya suponiendo que James no ha comido aún en el día.

— Vas a comer todo o te juro que te lo meteré en tu boca forzadamente — amenazó poniendo la bandeja en su regazo.

James observó lo que trajo con el apetito cerrado pero con el estómago aún así gruñendo por el hambre que tiene, y sin ganas de discutir agarró una tostada dándole un pequeño mordisco ante la atenta vista de sus amigos.

— Cuando Eris despierte le contaré como te andabas descuidando para que te rete.

— Sabes que probablemente no me regañaría, más bien me daría toda una charla sobre la importancia de cuidar la salud para luego llevarme a comer algo y obligarme a dormir.

Los tres sonrieron levemente sabiendo que posiblemente pase eso, siempre es más de la que da toda una charla larga respecto a algo y es muy raro que se enoje o se comporte agresiva.

— Ya quiero que despierte, la extraño mucho y apenas han pasado pocos días — murmuro Sirius soltando un suspiro triste mientras la mira.

— Todos queremos eso — opinó Remus.

Cada uno del grupo de amigos se van intercalando para venir a verla, a veces se juntan todos pero Madame Pomfrey suele echarlos por ser muy ruidosos y solo deja que James se quede siempre porque ya se dio cuenta de que no hay forma de quitarlo de ahí.

— Yo sé que despertará — susurró James — Tiene que hacerlo, aún no es mi esposa y la madre de mis hijos como tengo planeado.

— Me gusta tu determinación amigo, pero primero confiésale ya de una vez lo que sientes.

El chico asintió ante lo que le dijo el pelinegro pensando en ello. Después de casi perderla definitivamente ya no piensa perder más tiempo.

— Lo haré.

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