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CAPÍTULO VEINTIOCHO
• PERSEGUIDA •
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𝟷𝟼 𝚍𝚎 𝚜𝚎𝚙𝚝𝚒𝚎𝚖𝚋𝚛𝚎 𝚍𝚎 𝟷𝟿𝟽𝟽
— ¡Eloise! — gritó James corriendo rápidamente hacia ella — ¿Has visto a Eris?
— Está en la habitación toda paranoica, no sé qué le pasa, incluso me echó de ahí— le contó preocupada — Pero ve a verla, quizás a ti te cuente y si no llévale a Sirius, ella tiene cierta debilidad por él.
— Está bien.
Sin perder más tiempo corrió hacia la torre de Ravenclaw y el problema vino cuando le dieron la adivinanza y tuvo que intentar pensar bien en medio de toda la preocupación que siente, pero para su gran suerte un estudiante de esa casa llegó adivinando al instante y lo dejó entrar y nuevamente fue corriendo hasta la habitación y golpeó la puerta.
— Eris, soy yo, James ¿me dejas pasar?
Apoyó su oreja contra la puerta intentando escuchar aunque sea pasos pero no se oyó nada durante varios segundos, así que sin esperar le tiró un Alohomora cuando se dio cuenta que estaba con llave.
Apenas ingresó un fuerte olor a mezclas de hierbas le llegó y vio un poco borroso ya que hay una humareda cubriendo casi toda la habitación, ahí supuso que el olor proviene de eso ya que no se ve nada quemándose, aunque si hay algunas velas blancos y negros encendidos en lo que Eris lo llama su altar.
Caminó lentamente buscándola, aunque no hizo falta hacerlo tanto ya que escuchaba susurros y guiándose por ello la encontró sentada en el piso cerca de su cama con las piernas pegadas a su pecho, tapando sus orejas con sus manos, los ojos cerrados con fuerza y balanceándose despacio de un lado a otro. Se acercó preocupado y se arrodilló frente a ella escuchando los susurros sin entender muy bien ya que parecen ser varios idiomas mezclados.
Jamás esperó encontrarse con un panorama como ese, hasta podría decir que parece haber perdido la cabeza.
— Eris — la llamó y viendo que no dio resultado agarró suavemente sus muñecas apartando y ella dio un brinco abriendo al instante los ojos solo para ver que se encuentran enrojecidos suponiendo que estaba llorando — Tranquila linda, soy yo.
Frunció de inmediato el ceño al ver que en un brazo hay como un arañazo enorme cubriendo casi todo sin curar y en el otro hay una hematoma grande que parece haberse formado por alguien que dio un apretón muy fuerte.
— ¿Qué te pasó? ¿Quién te hizo eso?
— Ellos no me dejan tranquila — susurró apartando sus brazos de su agarre para abrazarse a sí misma — No paran de hablar y de querer torturarme.
Comenzó a llorar nuevamente y James no sabía qué hacer porque no está entendiendo quiénes son ellos, así que solo la abrazó contra su pecho en un intento de querer protegerla de lo que sea que le atormenta, doliéndole verla en ese estado que nunca antes la había visto.
— Tienes que irte.
— No me iré Eris.
— Te van a dañar — murmuró entre sollozos.
— Voy a quedarme contigo sin importar que me dañen — se separó y agarró su rostro viéndola fijamente — No te dejaré, pero necesito que me digas qué es lo que sucede.
Eris intentaba centrarse solo en él y en lo que dice pero las voces mezcladas en forma de susurros que escucha se le estaba dificultando y la desesperaba un montón. No tiene ningún control en absoluto de ese don hoy y se aprovechan de ello, todo se da porque a medida que iba practicando fue mejorando en ese ámbito, lo que significa que no hace falta que las entidades, espíritus y más estén presentes como para escucharlos, sino que ahora es como una red que está conectada en donde sea que ellos habitan, como si un doble suyo estuviera en ese plano justo ahora que no tiene control y ella es como una luz atrayendo a todas esas polillas.
— Eris, concéntrate en mí — habló desesperado al verla ida y ya a este punto suponiendo lo que está pasando — Mírame, yo sé que puedes, tú eres más fuerte que todos ellos, tú tienes el control, recuerda.
Sacudió un poco su cabeza en un intentó por llamar su atención y al parecer funcionó porque lo miró.
— James.
— Sí, soy yo, quédate solo conmigo, intenta ignorar todo y céntrate en mí.
James continuó hablándole e iba funcionando ya que Eris solo trataba de centrarse en su voz y no en aquellos que quieren arrástrarla con ellos. Poco a poco fue disminuyendo los sonidos hasta que solo quedó la voz del azabache y apenas todo se calló la rubia se lanzó a sus brazos dándole un fuerte abrazo a lo que él le correspondió al instante ya silenciándose suponiendo que todo ha pasado, algo que le hizo soltar un suspiro de alivio.
— Cada vez es peor — susurró con la cabeza escondida en su cuello.
— Tienes que hablar con Melania — susurró igual dándole una caricia en su cabeza — Quizás ella pueda ayudarte.
— No puede tanto, no tiene el mismo don que yo.
James intentó pensar en alguna forma de ayudarla al no gustarle verla sufrir de esa forma, pero obviamente no supo qué hacer, nunca antes se había topado con personas como ella. Eso lo hace sentir impotente, el no poder ayudarla por más que desee.
— No sé qué hacer Eris — se separó de ella agarrando sus brazos viendo la lastimadura — Pero si puedo intentar curarte al menos, ¿qué otra parte te lastimaron?
En lugar de responder se levantó y alzó su vestido hasta sus pechos sin importarle que la vea en ropa interior, pero eso no importó porque James se centró en observar horrorizado las lastimaduras parecidas a sus brazos cubriendo gran parte de sus piernas, abdomen y espalda.
— Por Merlín — susurró sorprendido.
— Desde hace dos días que pierdo el control repentinamente y ellos aprovechan para lastimarme — se sienta en el suelo derrotada teniendo ganas de llorar nuevamente más que nada por el estrés que le genera — Soy una inútil, no puedo ni controlar mi propio don.
Sin poder contenerse lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas y se tapó el rostro evitando soltar un sollozo, en parte igual avergonzada de que la vea derrumbarse porque pese a ser sentimental nunca le gustó que la gente la vea llorar, prefiere sufrir en compañía de la soledad y frente a la gente mostrar una linda sonrisa porque ya todos tienen suficiente con sus propios problemas como para que lidien con ella igual.
James se acercó de inmediato a ella apartando sus manos de su rostro doliéndole verle en ese estado.
— No eres inútil linda, aprendiste varias cosas con tu propio esfuerzo, incluso a sobrellevar muchas situaciones agobiantes, eso definitivamente te hace una persona fuerte y valiente.
Sin ánimos de hablar sobre eso y de como se siente se levantó y fue a buscar algo que la hizo colapsar y perder de nuevo el control.
James la siguió con la mirada confundido y aún más cuando le extendió un sobre negro.
— ¿Qué es eso?
— Léelo.
Solo asintió en respuesta y quitó la hoja del sobre leyendo lentamente.
"Te he observado lo suficiente como para saber que estando conmigo seremos poderosos juntos.
Ven y únete a mí fácilmente y todo será por las buenas. Rechaza esta oferta y tendré que actuar por las malas; sea la decisión que tomes voy a tenerte.
El tiempo corre niña.
Lord Voldemort."
James en ese momento sintió todo un revuelto de emociones, pero lo que más sintió es miedo, no a él en sí, sino más bien a lo que es capaz de hacerle a Eris si logra tenerla, porque está más que claro que ella se negará a todo y es capaz de matarla incluso.
— Debemos decirle a Dumbledore.
— Él no hará nada James, si de verdad quería ya lo hubiera enfrentado desde hace tiempo, después de todo supuestamente es el mago más poderoso actualmente, pero aún así sigue dejando que Voldemort haga de las suyas.
— Pero..
— Solo déjalo así, no hay escapatoria para mí.
Se dejó caer nuevamente en el suelo mirando un punto fijo sin saber que hacer más que rendirse y dejar que pase lo que tenga que pasar.
James se acercó a ella y se sentó enfrente con ganas de abrazarla fuerte y protegerla de todo lo que le hace daño.
— Entonces lucharé contigo — agarró su mano dándole un apretón y llamando su atención — Vayamos a enfrentarlo y acabar con él.
— No seas impulsivo James, lo único que ganarás es que te mate al instante, además no quiero que nadie se meta en esto, no quiero que mueran por mí.
— No digas tonterías, yo soy capaz de matar o morir por ti, así que saca de tu cabeza que no voy a meterme en esto porque lo haré de todas formas, quieras o no — habló decidido observándola con seriedad, todo lo contrario a ella que lo veía triste.
— Tú instinto de salvador acabará contigo — susurró suspirando— Eres demasiado terco ¿lo sabías?
— Lo sé, mis padres me lo dicen de seguido desde que tengo memoria.
Ambos soltaron una leve risita y Eris se quedó observándolo fijamente prefiriendo sacrificarse ella antes de que Voldemort los mate por estar de su lado.
— Solo prométeme una cosa.
— ¿Qué cosa?
— Nunca te enfrentes a él, mucho menos sin varita.
James frunció el ceño confundido ante su petición, más que nada por lo segundo.
— ¿Por qué me enfrentaría a él sin varita? Suena tonto.
— Solo promételo.
— Bien, lo prometo Eris.
La rubia asintió un poco conforme deseando con todo su ser que recuerde esa promesa por siempre, y teniendo la necesidad de estar cerca luego de recordar aquello se puso a un lado suyo y lo abrazó acurrucándose contra él, James se quedó quieto un momento sorprendido pero luego la abrazó esperando que no escuche su corazón acelerado ante la cercanía, porque está más que claro que el de gafas anda lo suficientemente enamorado de ella como para causarle miles de cosas con solo un abrazo.
— Debes dejarme curarte — susurró volteando a verla y cuando ella lo hizo retuvo su respiración momentáneamente ante lo cerca que quedaron.
— Será en vano, ya intenté curarme hasta con magia pero no sirve y no entiendo porqué.
— Que extraño.
Frunció el ceño mirándola fijamente mientras piensa en alguna posibilidad de cual sea la razón, pero sin querer de tanto mirarle a los ojos se perdió en ellos y se puso a imaginar cosas que no tienen nada que ver con lo principal, cosas como que ella le confiesa que también siente lo mismo y en ese momento cortan la distancia y se besan como tanto ha anhelado.
Ella sintió sus mejillas arder y apartó rápidamente la mirada por un momento haciendo que él salga de inmediato de su trance y se ponga un poco nervioso pensando que ya se habrá dado cuenta, aunque de todas formas no es que sea muy discreto, tal vez y ella hasta ya sabe sobre sus sentimientos.
— Gracias por estar para mí en estos momentos James — se acercó a su rostro y plantó un suave beso en su mejilla.
— Siempre estaré — dijo más como una promesa mientras la observa embobado por el beso.
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James se había ido con el chisme y se puso en contacto ese mismo día con Melania informándole sobre la situación, por tanto, dos días después aquí está él llevándole a Eris a la sala de menesteres con la mentira de que es una más de las citas que suelen tener de vez en cuando.
— ¿Por qué acá?
— Shuu, preguntas para después.
Cuando la puerta se visualizó agarró la mano de la chica entrando y apenas ella le vio a Melania se quedó confundida y le miró al instante a James con el ceño levemente fruncido.
— Creí que era una cita.
— Sí, lo siento por mentirte pero le conté a Melania sobre la situación y ella sabe de alguien que te puede guiar. No te enojes, es que me preocupo por ti — habló rápidamente esperando que no se moleste por ello.
— Tranquilo, no me molesta — volteó a verle a la mujer — ¿Quién me ayudará?
— Yo.
Ambos adolescentes voltearon a ver topándose con un joven alto de ojos grises y cabello rubio claro ondulado que están seguros que debe llamar la atención donde sea que vaya por su gran atractivo. Sin embargo, Eris percibió esa leve conexión que ahora ya logra estar más al tanto, algo que le indica directamente que lleva sangre Macmillan, y cuando se presentó lo confirmó.
— Malakai Macmillan — extendió la mano hacia la chica a lo que esta lo estrecho.
Y antes de poder decir algo se escuchó la puerta abrirse dejando ver la presencia de un Sirius agitado.
— Escuché que vino mi abuela y pensé que habrá entrenamiento y yo no puedo perderme por más que no haga na...Wow, tú quién eres — se quedó clavado viéndole al rubio y como es algo característico suyo puso una sonrisa pícara.
— Tu primo lejano, así que olvídalo Sirius — se metió Melania ya sabiendo como es su nieto.
— Entre primos más me arrimo..¿o cómo era? — bromeó sonriendo de lado, algo que no le duró ya que Eris le dio un zape — ¡Oye! ¿Y eso por qué?
— Remus ¿Te suena ese nombre o te aclaro?
— Oh cierto, ahora debo ser un hombre recatado y fiel aunque ni me haga caso aún — se colocó más recto asintiendo con el semblante serio.
— Exacto, compórtate.
— Ya, perdón Eris.
Mientras tanto James y Malakai observaban divertidos la interacción, todo lo contrario a la mujer que negaba ante la situación.
— Dominado — bromeó James sonriendo burlón.
— Ni hables tanto amigo que la misma mujer te domina igual.
— Claro que no — exclamó al instante.
— No sigas su juego James — le dijo Eris negando.
— Cierto, mejor no.
— Y luego dices que no — se burló Sirius con una sonrisa.
— Siempre es una mala idea que ustedes estén juntos — opinó Melania negando cansada ya que se desvían del tema principal.
— Lo sentimos — se disculpó Eris y ya le prestó suma atención a ella y Malakai — ¿Cómo podrás ayudarme?
— Tengo un buen control sobre ese don, más no es mi don principal, así que no podré ayudarte a controlar completamente, solo te ayudaré a no perderte en el plano en donde te sueles ir sin darte cuenta y también poder dominarlos a tu gusto a quien desees.
— ¿Y si podrá armar un ejército como dijo mi abuela? — se metió Sirius solo deseando que le protejan a su prima.
— Por supuesto, además si controlas completamente todos tus dones serás imparable Eris — sonrió de lado.
— Eso es lo que deseo, más ahora — hizo una mueca al recordar que prácticamente está amenazada por un mago malvado.
— Ya enséñale, no quiero que la lastimen más — habló un impaciente James.
Malakai asintió acercándose a Eris pidiendo permiso para tomar su mano y cuando ella accedió la sujetó alejándole del resto ante la atenta mirada protectora de James y Sirius que son capaces de saltar por él si le hace algo.
— Podrás ir al plano de los muertos y otros seres una vez que controles.
— ¿No es peligroso?
— Lo es si eres una novata porque podrías quedarte atrapada ahí para siempre, lo que obviamente no te voy a permitir hacer a menos que yo te lleve conmigo — se detuvo ya cuando estaba lo suficientemente alejados para que no escuchen e interrumpan — Me imagino que no entenderás la razón por la cual tus heridas no sanan de ninguna forma.
— No, ya intenté de todo pero nada funciona, no sé porqué.
— Cuando lo causan ellos suele tardar en sanar el doble de lo que normalmente pasa, pero tranquila, nuestros antepasados crearon un ungüento especial para estos casos, al finalizar te lo doy.
— Es un alivio saberlo, me duelen muchísimo, tengo que estar tomando algo para calmar un poco más el dolor — confesó solo porque es como un desconocido y no se va a preocupar demás como sus amigos.
— Créeme que lo entiendo, he pasado por todo eso igualmente. Lo peor eran las voces juntas que me daban una jaqueca horrible, hasta sentía que me volvería loco con cada cosa que escuchaba.
Eris asintió repetidas veces sintiéndose por fin comprendida en ese aspecto. Es un infierno pasar por ello, peor que cualquier otro don que tenga.
— Exactamente, hasta me hizo llorar mucho de la desesperación, pero James estuvo conmigo en estos días ayudándome a distraerme y que una parte de mí no vuelva allá.
Ambos miraron hacia allá topándose con él contando algo emotivamente mientras Sirius se carcajea por lo que sea que dice.
— Deben tener un fuerte lazo como para que te ayude en eso, no suele ser fácil.
— Creo que sí, no sé.
— ¿Te gusta? — volteó a verla de regreso viendo como le mira al de gafas y con eso ya supo — No respondas, ya lo sé.
La rubia sonrió tímidamente a la par que apartaba la mirada del chico. Es obvio que le gusta, incluso más que eso, pero no es un tema del que se tocará en este momento.
— Mejor centrémonos en lo importante.
— Bien, hagámoslo.
Y con eso dieron inicio a unas largas prácticas en donde incluso en un momento dado él la llevó en el otro plano, aunque no duraron ni dos minutos porque Malakai la sacó inmediatamente ya que es muy reciente aún para que la rubia ya ande vagando por ahí como si nada; también aprendió a controlar un poco para ya no dejar que la aterroricen y lastimen, entre otras cosas.
— Por hoy ya es suficiente, otro día vamos a avanzar más.
— ¿Eso significa que seguirás viniendo? — preguntó ya lo obvio pero queriendo escucharlo confirmar.
— Sí, tienes un gran potencial y es necesario que te vuelvas poderosa.
— ¿Por qué? — frunció un poco el ceño confundida.
— Por tu futuro y de ese niño — respondió sin más alejándose de ella dejándola más confundida que antes.
Se quedó quieta pensando a que niño se refiere porque no conoce a ninguno, todos los que conoce ya son grandes. Sin embargo, no se permitió pensar tanto en ese instante y se acercó al resto que están todos sentados charlando, aunque se ve que los dos adolescentes son quienes más hablan.
— Hasta que terminas por fin — habló Sirius dándose cuenta de su presencia — ¿Ya nos podemos ir?
Antes de que ella pueda responder Malakai se puso a un lado suyo extendiéndole un frasco de vidrio llamando su atención.
— Es el ungüento que te dije, ponte en la mañana y antes de dormir hasta que se cicatricen tus heridas.
— Está bien, gracias Kai — agarró el frasco — ¿Puedo decirte así?
— Por supuesto.
— ¿Ahora si ya podemos irnos? — volvió a preguntar.
— No seas insistente Sirius — le regañó Melania negando al ver como rodó los ojos en respuesta.
Luego de despedirse finalmente salieron los tres caminando directo hacia la sala común de Gryffindor a petición de los dos chicos.
— ¿Por qué ya querías venir tanto? — preguntó la rubia.
— Se juntará a estudiar con Remus, puedes creer que aceptó estudiar solo para estar con él y poder verlo fijamente cuando se distrae — se burló James riendo.
— Ay cállate — bufó el pelinegro cruzándose de brazos molesto.
— A mí me parece algo lindo — sonrió enternecida — Podrías aprovechar e intentar tirarle cumplidos sutilmente.
— ¿Y si le incomoda?
— Canuto, literalmente te pasaste años coqueteándole en broma, a este punto Remus ya es inmune a todo ello, nada le incomodará.
— Solo no toques el tema de sus cicatrices aún, si halagas eso repentinamente si le va a incomodar — aconsejó la rubia — Y dale cumplidos como más "complejos", es decir, no te bases en lo básico como te ves lindo hoy y demás, sino que halaga su inteligencia, sus cualidades, lo interesante que son lo temas de conversación que da, el buen gusto que tiene en la lectura y cosas así. Eso le encanta más que lo otro que suele oír varias veces de las personas.
Sirius asintió en todo momento escuchándola atento y tomando nota de todo porque realmente ya quiere tener algo con el chico lobo que lo trae loco de amor.
— ¿Tú cómo sabes todo eso? — preguntó James viéndola intrigado.
— Somos mejores amigos, sé todo lo que le gusta y viceversa, y créanme que no será tan fácil enamorarlo, es complejo, más aún por todas las inseguridades que tiene.
— Lo sé, pero estoy dispuesto a todo — sonrió seguro de sí mismo y luego observó su reloj — Mierda, ya voy más rápido, nos vemos luego.
Ambos lo vieron correr y apenas desapreció de la vista los dos se miraron al mismo tiempo como si estuvieran sincronizados y el de gafas fue el primero en hablar.
— ¿Tienes algo que hacer ahora?
— No ¿por qué?
— Porque ahora sí te llevaré a una cita, si aceptas por supuesto.
— Ya sabes cual es mi respuesta de siempre — sonrió extendiendo su mano.
James sonrió de inmediato y agarró su mano entrelazando y comenzaron a caminar pasando un agradable resto del día juntos en donde esa conexión que tienen no hizo más que acrecentar.
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