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CAPÍTULO VEINTICUATRO
• FIN DE CLASES •
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𝟷𝟺 𝚍𝚎 𝚓𝚞𝚗𝚒𝚘 𝚍𝚎 𝟷𝟿𝟽𝟽
El año escolar había concluido y Eris no esperaba estar tan triste, no por el hecho de terminar, sino más bien porque Narcissa ya se graduó y no volverá a verla, aunque ella diga lo contrario sabe que no es cierto, más porque se casará por obligación ese mismo mes con Lucius Malfoy, alguien quien por cierto la detesta y conociendo como es la mayoría de los matrimonios de sangres puras del tipo retrógradas él la prohibirá mantener cualquier contacto con ella.
— Ya suéltala Eris — le dijo Eloise una vez más.
— No quiero — la abrazó más fuerte y Narcissa soltó una risita.
Ya varios minutos que lleva abrazándola sin querer soltarla e incluso sus amigos intentaron alejarla pero no pudieron, y es que Eris le tiene un enorme cariño a la chica Black, es como esa hermana mayor que nunca tuvo y del cual la protege, escucha y aconseja siempre.
— Ya verás que si nos volveremos a ver linda — da caricias en espalda hablando tranquilamente — No podrás deshacerte de mí tan fácil.
— Pero él te obligará a no verme.
— No me prohibirá hacerlo y si lo intenta me divorcio de él, algo que por cierto no le conviene o arruinaría su reputación — rodó los ojos.
— Pero y si te hace daño y te quedas traumatizada y después ya sigues todas sus órdenes por eso.
— No pasará, te lo prometo.
— ¿Y si te obligan a unirte a Voldemort?
Ahí si ya no supo qué decir ya que los más probable es que la obliguen a unirse a él por más que no quiera y no esté de acuerdo con esos ideales.
— Entonces si pasa eso será conveniente porque seré tu espía que te cuenta lo que quieren hacer contigo.
— Yo no quiero una espía, yo quiero que estés segura y en un lugar donde te den todo el amor que mereces y no tengas que vivir reprimida y con miedo de lo que puedan hacerte.
El corazón de Narcissa se encogió al oír aquello porque es todo lo que ella desea y que no puede tener porque no se siente lo suficientemente valiente como para huir como sus primos lo hicieron y por más que Eris le diga que puede vivir también con ella no puede aceptarlo, y es que le han lavado tanto el cerebro que cree que es su deber como mujer tener una vida así y que ese es su destino y no puede evitarlo, por más que sufra y sea infeliz ante eso.
— Lo siento Eris, debo hacer esto — dijo más seria sujetando sus hombros y separándola de ella.
Eris la observó triste y ya solo se limitó a asentir resignada porque al parecer no existe forma de hacerla cambiar de parecer, y eso que durante dos meses insistió a más no poder.
— Está bien, solo prométeme cuidarte, responder las cartas que te envío y vernos en algunas ocasiones.
— Lo prometo Eris, ahora tú prométeme lo mismo y que no me dejarás en el olvido este año que no esté contigo.
— Lo prometo Cissy.
Ambas se volvieron a fundir en un abrazo pero mucho más corto que el anterior y al separarse se miraron fijamente por unos largos segundos como si se comunicaran de esa manera.
— No jodas, ya nos fuimos a comer y explotar el baño y ustedes siguen despidiéndose — apareció Sirius todo agitado y despeinado por haber corrido mucho.
— Déjalas — habló James en el mismo estado.
— ¿Que hicieron qué? — preguntó al instante Remus viéndolos con reprobación — Les dije que no hicieran nada en el último día.
Y antes de que pudieran salir en sus propias defensas se le escuchó a McGonagall gritando el apellido de ambos y dirigiéndose rápido hacia ahí a lo que ambos rieron y corrieron hacia el tren empujándose entre ellos y apostando a quien llega primero se le dará cinco galeones.
— Estos niños me quitarán canas verdes algún día — protestó la profesora negando — Ustedes seis, ya entren al tren que está a punto de partir.
— Hasta luego Minerva, que tengas unas lindas vacaciones — habló Eris sonriendo y se acercó a ella abrazándola por el cariño que le tiene.
— Tú igual señorita Macmillan — sonrió un poco dándole unas palmadas en su espalda — Ahora ve antes que los dejen.
Después de cada uno despedirse por educación, Eris, Narcissa, Regulus, Remus, Eloise y Peter comenzaron a caminar hacia el tren ante la vista de la profesora McGonagall.
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Otra despedida difícil para la rubia es la de Alexander quien también terminó este año, por tanto, ahí se encuentra nuevamente abrazando sin querer soltar, la diferencia es que ambos están callados disfrutando de su quizás último abrazo en un largo tiempo y ni siquiera les importa estar en el pasillo del tren, aunque para su ventaja no está tan recurrido.
— Llegaremos pronto Eris — susurró el pelinegro.
— Lo sé — suspiró volviendo a estar triste.
Los dos se separaron del abrazo pero sin alejarse tanto mientras se observan sin parpadear siquiera, y mientras eso pasa Alexander tiene todo un debate interno en sí contarle sobre los sentimientos que tiene hacia ella o seguir callando como lo ha hecho durante varios meses para no arruinar la amistad que tienen. Sin embargo, ahí está, a punto de decirlo; después de todo ya no la verá todos los días, ese fue su incentivo para tomar valentía y hacerlo.
— Estoy enamorado de ti — confesó directamente.
— ¿Qué? — susurró sorprendida.
— No hace falta que digas algo al respecto, sé que no te sientes de la misma forma y realmente lo respeto y no haré nada para hacerte cambiar de parecer porque jamás te obligaría a estar conmigo, solo que necesitaba decirlo antes de que esto me siga consumiendo.
— Alex..
— Tampoco quiero palabras de disculpas por algo que tú no controlas — respiró hondo sintiéndose mal pero intentando disimular — Solo permíteme besarte una vez más antes de que me vaya.
Eris asintió y él sin dudarlo la besó con suma delicadeza como si fuera a romperse, pero quien se está rompiendo por dentro es él al saber que ella jamás podría sentir lo mismo y que el beso significa mucho para él pero para ella solo es una acto de pena hacia la situación, aún así intentó disfrutar lo máximo posible pese a ese amargo sentimiento de despedida y corazón roto.
James quien solo había salido a buscar dulces estaba de piedra observando el panorama y a un lado de él se encuentran Sirius y Remus viéndolo fijamente esperando que se ponga sumamente triste y tener que consolarlo por horas, pero vaya sorpresa se llevaron al ver su expresión molesta.
— Maldito desgraciado ¿quién se cree que es para besarla?
— Espera un momento — interrumpió Sirius — ¿No estás triste?
— Lo único que importa es que ya no me quedaré de brazos cruzados como un idiota esperando que ella sienta algo por mí de milagro mientras yo escondo mis sentimientos para no arruinar nada, así que a la mierda con todo, desde ahora en más ya no me importará nada y comenzaré conquistarla como se debe.
— Ha despertado la bestia — bromeó Remus sonriendo.
— Ya era hora — sonrió entusiasmado Sirius — Por fin le veremos nuevamente al James en acción insistiendo hasta el cansancio a una chica.
— Pues prepárense porque no descansaré hasta que Eris sea mi novia este mismo año — habló bastante decidido.
— Te ayudaremos — dijeron al unísono.
— Bien, ahora vamos por esos dulces y dejémosle disfrutar a ese imbécil su último momento con Eris porque nunca más la tendrá de esa forma.
Mientras tanto ambos jóvenes se separaron del beso y Alexander abrió lentamente los ojos y antes de alejarse por completo besó la frente de Eris deseando quedarse así por siempre pero lastimosamente lo bueno no dura siempre.
— Espero que encuentres alguien que te ame y aprecie tanto como yo lo hago y te haga la mujer más feliz en esta tierra porque eso es lo que mereces, nada menos a eso porque eres una de las personas más maravillosa que me ha tocado conocer y estoy agradecido por ello.
Y sin esperar respuestas se alejó rápidamente de ahí ya no pudiendo seguir frente a ella y mucho menos escucharla hablar sin sentir que se rompería en cualquier momento y pese a la confianza que le tiene nunca dejaría que lo vea llorar y menos porque es a causa de ella. De todas formas no quiere hacerla sentir más culpable porque sabe tan bien lo empatica que puede llegar a ser y que sufrirá al verlo así.
Con las palabras atoradas en su garganta Eris se quedó ahí viendo como se aleja cada vez más sintiéndose mal y con ganas de decir tanto pero sabiendo que nada solucionará y lo que sea que le diga no lo hará sentir mejor, así que solo se dirigió a su vagón con la mente de lleno en lo sucedido.
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Tras despedirse de Remus y Peter se colocó a un lado de Regulus mientras espera que los otros se despidan ya que sus padres les informaron que los señores Potter's se ofrecieron a llevarlos a su casa en su minivan a lo que ellos aceptaron ante su amable petición pese a que es más rápido aparecerse que ir en auto.
Ella se ha mantenido callada desde la situación con Alexander y sus amigos ya estaban sospechando que algo le pasa pero luego de insistir y no obtener respuestas decidieron no volver a preguntarle para no incomodarla. Justo por eso se encuentra así ahora mismo, pero eso no es todo, sino que desde que bajó del tren siente un mirada muy pesada sobre ella, algo que la agobia dado que a pesar de estar rodeada de personas y poder sentir las emociones que emanan solo de ese algo lo siente más que nada y es tan maligno y asfixiante que ya solo está deseando huir de ahí, es como si a propósito se hiciera notar ante ella y lo que le asusta es que llevada por su intuición ya sabe a quien pertenece tanta oscuridad.
— ¿Estás bien? — le preguntó Regulus sujetando su brazo.
— Creo que él está aquí y me observa.
— ¿Quién? — analizando su expresión ya supuso de quien habla y rápidamente observó a su alrededor — Debemos largarnos de aquí en este instante.
Le llamó de inmediato a Alhena y Marcus quienes dejaron de hablar con Euphemia y Fleamont para acercarse a ellos.
— ¿Qué sucede?
— Hay que irnos ahora mismo en casa — habló Regulus con seriedad.
— Pero ya les informamos que iremos con..
— Mamá por favor...No me siento bien — mintió la rubia no queriendo preocuparlos.
— Está bien cariño, iré a informarles que nos vamos aparecer — avisó Marcus acercándose a los Potter's.
James y Sirius le escucharon a Marcus y rápidamente fueron con la rubia preocupados.
— ¿Estás bien? ¿Qué te pasa? — preguntó James al instante.
— No te me mueras estúpida — le siguió Sirius ganándose una mala mirada por parte de su hermano.
— Tranquilos, estoy bien, solo ya necesito irme.
Se apegó más al menor de los Black al tenerlo más cerca ya deseando que su papá se apure y suspiró aliviada al verlo volver.
— Vámonos.
— ¡Mamá! ¡Papá! ¡¿Puedo ir con Eris?! — gritó el de gafas.
— ¡Yo también!
Ambos se acercaron para que no griten ya que llamaron la atención de todos y le preguntaron a la pareja Macmillan si podían a lo que ellos aceptaron y sin perder más tiempo Marcus les hizo aparecer a todos en su casa.
— Ve a descansar en tu habitación cariño, en cuanto a ustedes — le señaló a los dos acoplados — Ni se les ocurra ser muy ruidosos que ya los conozco y lo que menos quiero es que le aturdan a mi hija estando así.
— No seremos ruidosos— dijeron como si estuvieran coordinados y voltearon a verse sonriendo.
Mientras tanto Eris ya más aliviada fue directo a su habitación seguida por Regulus y segundos después por los otros dos. Apenas entró dejó todas sus cosas y se tiró en la cama boca arriba pensando en que ya comienza a acecharla y por tanto su vida está corriendo peligro.
— Finalmente mi madre le contó al parecer — habló Regulus sentándose en la cama a un lado suyo.
— Tarde o temprano lo iba hacer Reg, lo que me extraña es que haya tardado tanto en hacerlo.
— O quizás no tardó y como tú estabas en Hogwarts él no pudo hacerse presente y observarte.
— Suena razonable.
James y Sirius se miraron bastante confundidos preguntándose con la mirada si el otro sabe de lo que hablan a lo que ambos negaron.
— A ver, a ver, expliquen de lo que hablan que ya parece código morse porque no entiendo ni mierda — habló Sirius yendo a la cama sentándose.
— ¿Qué nos están ocultando? — preguntó James sentándose también.
— A ti mucho más que al idiota de mi hermano — respondió Black menor.
— ¡Oye! Más respeto que soy tu mayor.
Hay un pequeño detalle que han estado pasando y es el hecho de que James no está al tanto de todos los dones que Eris tiene, nada más eso de que ve seres que otros no ya que eso fue lo único que le contó y después nada más, ni siquiera de la situación con Voldemort, aunque esa información tampoco sabe Sirius.
— ¿Cómo que me ocultan cosas? — frunció el ceño — Creí que éramos todos amigos.
— Es mi culpa James..¿recuerdas aquella vez que te conté sobre cierto don que tengo? — él asintió en respuesta — Ese no es el único, tengo más.
Le explicó detalladamente cada uno de ellos y al terminar todos le observaron esperando su reacción dado que tardaron demasiado tiempo en contarle.
— ¿Quiénes más lo saben?
— Todos nuestros amigos — susurró Eris haciendo una mueca.
En ese momento una parte de James se sintió traicionado de ser el único en no saber, se siente como si ella no tuviera la suficiente confianza en no comentarle.
— O sea que todos lo sabían menos yo...wow.
— En verdad lo siento, solo que..
— ¿Rosier lo sabe? — interrumpió.
— No.
Ninguno se esperó escucharlo reír ante la respuesta y que alce el puño victorioso, y es que lo sintió como una victoria de por fin saber algo que él no.
— Está bien, con eso te perdono — sonrió ya contento de nuevo.
— ¿Seguro? — preguntó dudosa y extrañada.
— Completamente seguro, pero ahora cuenta lo otro, de eso que estaban hablando con Regulus que ya me dio curiosidad.
La chica soltó un suspiro y comenzó a contarles, desde que Voldemort le busca a los de su clase, de como Walburga pudo enterarse que ella tiene dones y de lo que pasó en la estación como consecuencia de que posiblemente la mujer ya le comentó y que lo más seguro es que ahora ande detrás de ella para intentar hacerle unir en sus filas.
— Maldita vieja loca — refunfuñó Sirius en contra de su madre — Siempre hace algo que haga que la odie más.
— Aquí lo preocupante es que el señor oscuro te busca y si te niegas a formar parte él.. — se calló sin atreverse a completar.
— Me matará, lo sé James.
— Pero no creo que pueda, tú prácticas cada semana con mi abuela y también a solas, me dijiste incluso que mejoraste mucho — habló Regulus un tanto inseguro.
Evidentemente los tres están preocupados por lo que le pueda pasar a la rubia y se sienten impotentes sabiendo que no serían lo suficientemente capaces para cuidarla ya que no tienen un alto conocimiento de magia como para luchar contra Voldemort o los mortífagos.
— Yo creo que es momento de dejar tu miedo a un lado y buscar aliados Eris, ya sabes a lo que me refiero — opinó Sirius observándola serio.
— No quiero, puede salirse de control una vez más.
— Pero en ese entonces tú no controlabas nada, ahora si ya podrás. Confío en ti.
— Me perdí nuevamente— se metió James.
— Yo igual — le siguió Regulus.
Ninguno de los dos respondió ya que están en una guerra de miradas, o más bien Sirius le está presionando pero ella se niega.
— Holaaaa ¿están ahí? — alzó la voz el de gafas.
— Sí — respondió Eris mirándolos— A lo que se refiere con hacer aliados es buscar en las cosas que yo veo, según tía Melania si me lo propongo puedo llegar a formar un ejército de ellos que me defiendan de cualquier peligro o hacer cosas que yo les pida, pero para eso debo darles algo a cambio constantemente; algunos de ellos solo piden energía humana, otros pueden pedir que deje matar personas o atormentarlos y otros incluso pueden pedir varias cosas a cambio. Toda paga conlleva lastimar a personas y yo no quiero.
— El fin justifica los medios. Hazlo — dijo al instante Regulus sin darle tantas vueltas.
Todo lo contrario a James que sí se puso a pensar más sobre ello y es que la parte de dañar personas no le convence del todo, menos que sea para pagarle a quién sabe qué clases de bestias que ella ve, además podría ser peligroso. Pese a todo ello asintió aún medio indeciso, pero si eso es necesario para que Eris esté a salvo, entonces que lo haga porque la idea de perderla por siempre es mucho peor.
— ¿Qué opinas tú cornamenta?
— Digo que debería hacerlo pero teniendo mucho cuidado porque estaría aliándose con seres extraños y puede ser peligroso.
— Ves, ya estamos tres que opinan lo mismo y si aún no quieres le enviaré una carta a Remus, Peter, Narcissa y Eloise para que den su opinión.
— ¿Y dónde queda mi opinión? Ya les dije que no quiero.
Se levantó de la cama y mejor fue a quitarle de la jaula a su lechuza y gato ya que se había olvidado de ellos, todo esto ante la atenta vista de los tres chicos.
— Dinos tu razón para entender por qué no quieres hacer algo que te protegerá del peligro — insistió James.
— Una vez en Beauxbatons ya confié en esos seres y todo salió mal, además no quiero lastimar personas.
— ¿Entonces prefieres salir tú lastimada? — preguntó Regulus.
Eso ya no respondió y se quedó en silencio dándole caricias a su gato sin mirarlos, aunque no hace falta que lo diga, ya todos saben la respuesta.
— A veces detesto que seas tan buena, incluso ahora que tu vida a peligra sigues velando por el bienestar de otros en lugar de ti misma. Despierta Eris, el mundo es cruel y debes defenderte como sea antes de que te maten como él lo hará si sigues siendo así.
Antes de decir cosas hirientes se levantó y salió yendo a su propia habitación dejándole nada más a James y Sirius con ella quien sigue callada mirando el piso. Ambos se observaron y comenzaron a hacerse señas para que el otro hable primero pero ninguno cedía. Sin embargo, fue ella quien habló primero al final.
— Necesito pensar, déjenme sola por favor.
— Claro — accedió de inmediato Sirius — Avísame cualquier cosa.
Le dio un corto abrazo y luego salió para darle espacio a los dos con la esperanza de que hablen y él logre convencerla.
— Te decimos esto por tu bien, pero tampoco podemos obligarte, eres libre de tomar las decisiones que creas adecuado, solo acuérdate que nadie será tu mejor protector más que tú misma Eris porque nosotros aunque deseemos protegerte e intentemos hacerlo no estamos al nivel de ellos, así que sé tu propia guerrera y no dependas de nadie más ni veas por el bienestar de otros más que de ti misma. Ya es hora de que te pongas por encima del resto.
Se acercó a ella dándole un beso en su frente y volteó como para irse pero se detuvo al sentir su mano en su brazo.
— ¿Y si me termina gustando lastimar gente y me convierto como Voldemort?
— Eso no pasará preciosa — se acercó a ella poniendo sus manos en sus mejillas haciendo que lo vea — La diferencia entre tú y él es que no estás sola, tienes personas que te aman a tu lado y que harían de todo para evitar eso, además tú eres una personita llena de luz que jamás se dejaría llevar por la oscuridad.
— ¿Tú crees? — preguntó dudosa.
— Oh vamos Eris, una vez le mataste por accidente a un gusano y te pusiste a llorar y me obligaste a hacerle un funeral contigo...¿En serio te ves lastimando gente por gusto?
Ambos soltaron una risita al recordar ese momento en que ella le aplastó sin querer al gusano y luego le hicieron un funeral, incluso le pidió a James que diga unas palabras y este solo accedió a todo aunque estaba deseando reír en todo momento por la situación.
— Está bien, gracias por tus palabras pero aún así tendré que pensar bien.
— Entonces te dejaré sola para que lo hagas. Nos vemos luego.
Se inclinó y dejó un beso en su mejilla que duró más tiempo de lo normal pero a ninguno le importó porque les gustó la sensación que les recorrió ante ese mínimo roce, y cuando se separaron se sonrieron al mismo tiempo.
— Hasta luego James.
— Sueña conmigo esta noche que tú estarás en los míos — le guiñó el ojo y salió finalmente de la habitación.
Eris se quedó viendo la puerta con una sonrisa pegada a su rostro y un ligero sonrojo en sus mejillas, pero al darse cuenta negó varias veces y se tiró en su cama suspirando mientras piensa en varias cosas.
— Se está complicando las cosas Neo — susurró dándole caricias a su gato.
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Holaa gente ♡
Hoy vengo a hacer spam del nuevo fanfic que estoy escribiendo, se llama "CAOS" y lo encontrarán en mi perfil por si quieran leer, es de la época merodeadora.
Por cierto..¿les va gustando como va Skyfall o tienen alguna crítica constructiva sobre la historia? Háganmelo saber ya sea aquí, en mi privado o donde quieran y les estaré leyendo.
Hasta la próxima..
Ingrid.
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