13
CAPÍTULO TRECE
• EL CHICO SOLITARIO •
═══════════════
El tiempo pasa tan rápido que hoy ya es el 17 de octubre y Eris siente como si hubiera sido ayer en donde embarcó ese tren con nervios y cierto temor por lo que pasará y jamás se arrepentiría de haber elegido venir a Hogwarts a terminar el año como una adolescente normal porque ha pasado tantas cosas maravillosas, como si ahora el universo le esté regalando los momentos de paz y alegría en compensación a tanto sufrimiento del pasado.
Ahora mismo ella se está adentrando al bosque prohibido con el fin de buscar unicornios solo para verlos de lejos y si es posible tocarlos, así cumplirá uno de sus sueños. Sin embargo, todo se vio arruinado cuando escuchó una repentina voz que la hizo sobresaltar del susto.
— No deberías entrar por aquí sola.
Volteó por todos lados hasta que le encontró a un chico sentado y recargado por un árbol, este tiene el cabello de color negro, piel trigueña, nariz perfilando con dos piercings en el, lleva la camisa del colegio remangado con tres botones abiertos dejando a la vista el inicio de un tatuaje, su corbata verde con plata se encuentra posado en su cuello pero sin el nudo y está fumando un cigarrillo. A Eris le pareció bastante atractivo y por curiosidad se acercó a él y su atención inmediatamente volcó al collar que tiene en su cuello con un pequeño cristal de onix, pero lo que le hizo confiar en él fue su aura de color índigo y su energía buena.
— ¿Por qué no?
— Porque es peligroso.
— Entonces tú tampoco deberías estar aquí.
El chico no respondió y la observó de pies a cabeza analizándola con seriedad hasta que su atención paró en lo mismo que Eris hace un rato, sus collares, pero no le tomó tanta atención y volvió a conectar sus ojos con los suyos y en ese momento la chica notó que sus ojos son de color verde grisáceo. Y por más extraño que resulte los dos se quedaron mirando fijamente por largos segundos sin emitir palabras, hasta que el chico rompió el contacto para apagar por completo su cigarrillo y meter lo que resta en su bolsillo con el fin de no contaminar el bosque con la colilla.
— Así que tienes conocimiento de la brujería muggle.
— Se podría decir, no tanto en realidad ¿y tú?
— Sí. Por cierto, lindos collares; turmalina negra, lapislázuli, el pentagrama y el nudo de bruja, te quieres proteger mucho eh.
Eris sonrió emocionada de por fin encontrar alguien que sabe sobre ello en el mundo mágico y al parecer que también cree dado su collar y el anillo con una labradorita que tiene.
Y justo ahora se percató de que su tía predijo esto y al parecer no era solo un ejemplo, sino que frente a ella se encuentra alguien que podría ser parecido como lo había dicho.
— ¿Cómo sabes sobre eso? — preguntó.
Sintiéndose más en confianza se sentó frente a él con cuidado de que su falda no revele su ropa interior, aunque de todas formas el chico solo está observando su rostro sintiendo curiosidad por ella ya que nunca antes la había visto, bueno, no es como si prestará atención al resto.
— Mi madre es una bruja muggle, específicamente una médium.
— ¿Y tú heredaste esa capacidad?
— No.
— Pero te interesa y por eso tienes conocimiento sobre el tema ¿no es así?
— Sí.
Eris se percató al instante de que no es un chico muy hablador pero no del tipo que se siente incómodo de socializar ya que no siente provenir eso de él, se encuentra bastante tranquilo.
Ambos se volvieron a estudiar con la mirada ya que es inevitable el interés que sienten por el otro.
— ¿Cómo te llamas? — le preguntó la chica.
— Alexander Rosier.
— Un gusto, yo soy Eris Macmillan.
Le pasó la mano con una sonrisa en su rostro y el pelinegro dudó un poco pero luego lo estrechó, aunque no duró tanto ya que la soltó rápidamente.
Otra cosa que agregó a su lista sobre él es que se siente incómodo con el contacto físico.
— Entonces Alexander ¿Desde cuándo tienes conocimiento sobre el tema?
— Desde los nueve ¿y tú?
— Doce años y fue gracias a que mi abuelo me llevó junto a una bruja muggle.
— ¿Por qué te llevó?
— Bueno....En realidad no puedo decirte.
Fue cuando ella presentó sus dones y ya que no poseían de tanta información él la llevó con la mujer con la esperanza de saber algo, supo un poco, pero no mucho dado que era una muggle.
— Entiendo. ¿Ya leíste libros sobre el tema?
— Solo uno de cristales y de algunas hierbas y sus propiedades, pero me gustaría saber mucho más.
— Yo tengo algunos, si quieres te los presto.
— ¿En serio?
Alexander asintió aún con el semblante serio y Eris deseó poder ver una sonrisa suya imaginándose que seguro será más atractivo de lo que ya es, pero al parecer la mayoría de los que pertenecen a Slytherin son así ya que todos los que ha conocido son serios, excepto Narcissa.
— Me encantaría poder leer — respondió finalmente emocionada.
— Otro día te los doy.
Ambos volvieron a quedar en silencio pero uno tranquilo, la rubia por su parte giró su cabeza observando el bosque hasta donde alcanza su vista periférica esperando poder encontrar lo que iba a buscar aún sabiendo que por aquí no habría unicornios ya que están casi en la entrada y según le dijo Hagrid ellos se esconden en lo profundo del bosque.
Hace una semana que Eris y el guardabosque empezaron a hablar y su unión fue gracias a que comparten el mismo amor por las criaturas mágicas, aunque específicamente lo que les hizo interactuar por primera vez fue su perro Fang ya que este saltó por la chica lamiendo su cara y llenándola de babas cuando ella estaba dando uno de sus paseos solitarios.
— ¿Te gustaría buscar unicornios conmigo?
— Suena interesante pero no.
— ¿Por qué no? — preguntó decepcionada.
— Porque el almuerzo será dentro de unos minutos y tengo hambre, así que no me lo perdería.
— Oh, entiendo.
El pelinegro levantó un poco su comisura al verla triste por su negación ya que ni siquiera lo conoce bien y ya le está invitando en adentrarse a una aventura, por su parte Eris vio el minúsculo intento de sonrisa y no pudo evitar emocionarse un poco al respecto poniéndose en ese instante como meta hacerlo sonreír bien, aunque no lo conozca tanto por ahora ella se asegurará de cambiar eso.
— Si quieres te acompaño otro día.
— ¡Sí! Sería genial. ¿Vamos al comedor juntos?
Alexander se tomó varios segundos en responder porque si acepta sería como una invitación a que ella irrumpa su tranquila vida una vez más y quizás muchas más desde ese momento, por ende se la quedó viendo mientras tiene un debate mental y Eris en ese punto ya estaba distraída por un insecto con apariencia extraña que nunca antes había visto en su vida pero que le dan ganas de conocer más de ellos y su especie.
— Está bien — susurró con el fin de que no lo escuche.
— ¿Qué?
Este fue su gran oportunidad para reivindicarse y negar su petición pero al final decidió querer conocerla ya que por primera vez en siete años ha encontrado alguien con su mismo gusto en Hogwarts.
— Dije que sí.
— ¡Genial! Vamos.
Eris se levantó entusiasmada con una gran sonrisa, todo lo contrario al chico que se levantó con pereza y empezó a caminar de la misma forma con las manos metidas en su bolsillo viéndose bastante relajado, incluso aburrido de la vida en general.
— ¿Ya empezaste tu camino a la espiritualidad? — preguntó la rubia.
— Sí.
— ¿Cómo pasó? — Alexander hizo una mueca recordando el inicio de todo y ella se dio cuenta — Claro, solo si me quieres contar.
— A los quince años cuando terminé con mi novia. ¿Alguna vez hiciste rituales? — le preguntó con el fin de cambiar de tema.
— No, no quiero hacerlo sin que nadie me guíe porque puedo invocar cualquier cosa
— Si tienes suficiente protección no te pasará nada y por lo que se ve tú ya tienes unos cuantos.
— ¿Tú sabes hacerlo?
— Algunos.
Cualquier adolescente de Hogwarts estaría hablando de cosas normales pero ahí están ellos dos empezando a charlar sobre rituales de distintas clases, de brujería y demonología, así estuvieron todo el camino al comedor, aunque ciertamente la que más hablaba es Eris ya que el otro responde todo muy breve y conciso, pero pese a todo ello los dos se agradan mutuamente, aunque él jamás lo aceptaría, primero prefiere cortarse la lengua antes que decirlo en voz alta.
— ¿Tienes algún hermano? — le preguntó Eris por fin algo "normal".
— Sí, uno menor y de tu mismo año.
— Espera, o sea que tú eres de séptimo.
— Ajá.
— ¿Conoces a Regulus Black? — asintió — ¿Ya hablaste con él?
— No, no me gusta hablar con nadie.
— Oh...
Eso fue incómodo para la chica ya que literalmente estuvo hablando muchísimo y ahora se siente culpable de prácticamente haberlo obligado a hablar para responder sus preguntas, así que se quedó callada continuando el corto camino que queda para el comedor, pero antes de entrar el pelinegro soltó un suspiro sabiendo por qué ya no volvió a hablar y se detuvo en la entrada misma sujetando su brazo.
— Lamento comportarme como un patán — se disculpó soltándola.
— No, yo lamento haberte forzado a hablar conmigo.
— No lo hiciste, es interesante tener una conversación contigo.
Por otro lado en la mesa de Gryffindor están reunidos los merodeadores, los primos Black y Eloise viendo atentos la entrada con diferentes expresiones en sus rostros.
— Vaya, nuestra pequeña Eris ya consiguió su primera conquista — dijo Sirius en tono burlón.
— ¿Quién es él? — preguntó Peter.
— Alexander Rosier, el chico solitario que no habla ni se junta con nadie a menos que sea vea obligado — respondió Narcissa — Me sorprende que esté hablando con Eris ya que la primera y última persona con quien él se vio fue su ex novia en quinto año.
— Ya me acabo de hacer toda una historia de amor cliché en mi cabeza — dijo Eloise emocionada — El chico malo y la chica buena.
— Lo que dices es ridículo y no creo que pase — habló James ganándose una mala mirada de la morena.
— ¿Por qué no? Es bastante atractivo y hace linda pareja con Eris — dijo Sirius escondiendo una sonrisa para que no se note su intención — Yo los apoyaría pese a que es un Slytherin y ellos no me agradan....Ustedes no cuentan — le señaló a su hermano y prima.
— Debo admitir que se ven bien juntos— opinó un divertido Remus apoyando silenciosamente la intención de Sirius — ¿Tú qué piensas James?
Este ni siquiera respondió ya que está muy ocupado observando fijamente en dirección a ellos viendo como Eris le sonríe e incluso le puso una mano en su hombro y él no se quitó mientras le habla, tuvo la necesidad de ir hacia ellos e interrumpir su conversación pero solo tuvo que abstenerse en ver a lo lejos sintiéndose extrañamente molesto.
Los otros se dieron una mirada cómplice entre ellos percatándose de su intensa mirada y su mano apretando con fuerza el tenedor que si no fuera de plata ya se doblaría por la presión. En estos días el grupo entero se dio cuenta de la obvia atracción de James hacia Eris, aunque este ni se percate de ello ya que asocia sus ganas de estar con ella por amistad, sí, bastante ciego, algo que a ellos les frustra y por ende estaban tratando de ver cómo hacer para que él se dé cuenta y decida conquistarle a Eris ya que a esta no le gusta, no llegaron a ningún acuerdo pero al parecer la ayuda cayó del cielo porque un nuevo chico en la vida de la rubia hará que quizás se percate.
James bajó la cabeza inmediatamente fingiendo que su comida es lo más interesante en el momento en que vio que ella sola se acerca hacia ellos con una gran sonrisa de aparente felicidad.
— ¡Hola! ¿Cómo están? — saludó al llegar.
Regulus hizo un espacio a su lado y Eris se sentó dándole una mirada a cada uno.
— Al parecer no tan bien como tú, mira esa sonrisa de "me conseguí un chico" — bromeó Sirius.
— Oh no, no es lo que creen.
— ¿Cómo lo conociste? — preguntó Eloise interesada.
— Lo conocí en el bosque prohibido y me agrada mucho, tenemos varias cosas en común e incluso quedamos para mañana porque me prestará unos libros y me enseñará a hacer algunas cosas — contó entusiasmada haciendo ademanes en el proceso.
— Me alegra que conozcas a más personas — le dijo Narcissa sonriéndole con ternura mientras le da una caricia en su espalda — Y más si te hacen sonreír de esa manera.
— Mejor hablemos de su físico ¿te parece atractivo? — preguntó Sirius dándole una mirada a James esperando una reacción.
— Sí — respondió avergonzada sintiendo sus mejillas arder por admitirlo en voz alta.
El sonido de cubiertos chocando entre sí sonó fuerte y todos dirigieron sus ojos a James quien había dejado caer su tenedor contra su plato.
— ¿Qué? — habló bruscamente con la mandíbula tensa al percatarse de sus miradas.
— ¿Estás bien James? — preguntó Eris preocupada.
— Muy bien — sonrió fingidamente sin mostrar los dientes — Tú sigue hablando de tu amiguito que ya no te interrumpiré.
— Pero...
— De hecho ya me voy, recordé que no hice la tarea de adivinación.
Con eso se levantó y fue dando grandes zancadas y chocando casi con Lily quien iba hacia los demás, pero eso ni siquiera lo detuvo y siguió su camino saliendo del comedor dejándole al grupo en silencio mirándose entre ellos sabiendo lo que sucede y Sirius por su parte chocó su puño disimuladamente con Remus como cuando logran su cometido.
— Ni siquiera tenemos tarea de adivinación— susurró Eris ya que lleva la clase con él.
— Bueeeno....Mejor sigamos comiendo — dijo Eloise para romper el silencio.
— ¿Acaso está celoso?
Ni siquiera debía preguntar porque ya se había percatado gracias a que activó su don en el momento en que lo vio extrañamente serio y callado.
— Iré a hablar con él.
— No te lo recomiendo, pero va de camino a nuestra sala común — le informó Peter mirando el mapa a escondidas.
Se levantó de su asiento para ir tras él pero no sin antes pedirles que le guarden comida.
Caminó lo más rápido que puede pero al salir del comedor empezó a trotar en dirección a la sala común de Gryffindor y para su gran suerte lo vio a lo lejos sin subir aún las escaleras.
— ¡James! ¡Espera!
Él se detuvo inmediatamente volteando para verla relajando su expresión y tratando de calmar el remolino de sensaciones que le causaron sus pensamientos mientras tenía un gran debate sobre su situación, no quiere que ella se dé cuenta de nada.
La susodicha llegó por fin frente a él pero antes de hablar se tomó el tiempo para recuperar su respiración normal.
— ¿Qué sucede? Es que ya debo irme.
— No tenemos tarea de adivinación así que no pongas como excusa por favor, solo dime por qué te fuiste así y por qué estás celoso.
El azabache abrió ligeramente la boca sorprendido de haber sido pillado y boqueó nervioso sin saber qué decirle porque la verdad es que ni él mismo tiene la respuesta correcta, su mente es un caos en estos momentos, un caos en donde la protagonista principal es la chica que está frente a él, pero no puede decirle eso así que pensó en una rápida respuesta.
— Los hombres somos unos idiotas a veces y tú eres como mi hermana menor a quien debo proteger y no quiero que él te haga daño.
— Ah, no te preocupes, no me hará nada malo, además solo hablamos de temas que nos gustan así como lo hago contigo y con los demás. No pasará nada entre él y yo.
— ¿Puedes prometerme que no pasará nada?
— Te lo prometo.
Con esa promesa se sintió más tranquilo y sin poder aguantarlo la atrajo hacia él y se fundieron en un cálido abrazo que no duró tanto ya que la chica se separó regalándole una sonrisa y palmadas en su brazo.
— Ahora que todo está aclarado te parece bien volver al comedor porque tengo hambre.
— ¿Y si mejor vamos a la cocina? Ahí no hay mucha gente.
— Sí, suena bien.
Todo volvió a la normalidad y fueron a la cocina hablando sobre quidditch en donde James le cuenta entusiasmado que en menos de un mes ya empezará la temporada en donde las casas tendrán que jugar entre ellos y como Eris no tiene casi nada de conocimiento sobre ello le hacía preguntas para conocer mejor el deporte y James obviamente le respondía cada uno feliz de hablar sobre eso, incluso le contó historias sobre quidditch y más mientras la rubia lo escuchaba atenta.
═══════════════
— Remus, que sorpresa encontrarte aquí. ¿Puedo acompañarte?
— Por supuesto.
La verdad es que desde hace rato que Eris lo estaba buscando hasta que James le informó que está en la torre de astronomía y aquí está, fingiendo que lo encontró de casualidad mientras se coloca a su lado recargándose por la barandilla del balcón observando las estrellas pensando en cómo llegar al tema que quiere conversar.
— En Francia solía vivir en la ciudad y no podía ver tantas estrellas como acá, se ven tantos y es un paisaje hermoso. ¿Tú dónde vives?
— No suelo vivir en un lugar fijo mucho tiempo, pero siempre suelen ser en medio de bosques o campos permitiéndome el beneficio de ver muchas estrellas todas las noches.
— Debe ser genial vivir por ahí, yo amaría hacerlo en un futuro.
— Sí, te veo viviendo por ahí, eres del tipo que aguantaría una vida de campo, incluso ya puedo imaginarte teniendo muchos animales.
Eris rio suavemente asintiendo, por supuesto que lo tendría, una de sus metas es tener una casa propia y tener todos los animales que desea sin restricción, también cultivos y cuidar de ello.
— Oh sí, tendría un montón, además amaría poder ver todas las noches las estrellas y la luna, me encanta la luna, es como el ojo de la noche, observando todo aquello que las personas no hacen de día, siendo testigo de muchas personas solitarias como ella mirando desde sus ventanas deseando algo en lo más profundo de su corazón.
— También es testigo de personas sufriendo.
— Lo sé, pero de igual forma me parece maravilloso, especialmente la luna llena.
La rubia observó la tristeza reflejada en su mirada sabiendo lo que posiblemente debe estar recordando y eso le duele a ella, le duele verlo sufrir y haría lo que fuera por verlo bien pero sabe que es imposible cuando se detesta tanto a sí mismo y no acepta su lado licántropo haciendo que viva en la miseria, reprimiéndose de muchas cosas por miedo a lastimar, creyéndose un monstruo cuando está muy lejos de serlo.
— Tú me haces acordar a la luna, tan lindo y brillando a pesar de su soledad, iluminando al resto con su esplendor, guiando un camino en medio de la oscuridad a esas personas desdichadas.
Los ojos de Remus lagrimearon y tragó duro parpadeando rápidamente para calmar sus repentinas ganas de llorar porque él no se siente de esa manera, él cree ser la oscuridad que arrasará la vida de todos tarde o temprano, que los consumirá y arruinará al ser una carga que ni siquiera merece seguir vivo.
— No soy lo que tú crees Eris.
— Sé todo de ti y sé que eres tal cual yo creo.
— ¿Realmente lo sabes?
— Sí, y te puedo asegurar que a mis ojos eres maravilloso.
Toda tristeza se evaporó para darle paso al enojo apartándose de su lado mientras se tironea el cabello de la frustración, no está precisamente enojado con ella, sino con él mismo y de sus palabras que no son reales.
— ¡Soy un jodido hombre lobo Eris! — explotó viéndola con los ojos aguados — No soy maravilloso, no soy lindo y mucho menos ilumino la vida de otros, soy un maldito desastre, así que no vuelvas a decir mentiras.
— Lo sé y aún así sigo sosteniendo mi punto de vista.
— ¿Qué? — susurró anonadado — Tú...Tú..¿lo sabes?
— ¿Acaso te olvidas de mi amor por las criaturas mágicas? Sé todo sobre ellos y desde el momento en que te vi en la biblioteca lo sospeché y más tarde confirmé mi teoría.
Él se quedó quieto observándola fijamente sin poder creer que todo este tiempo lo supo y no dijo nada, y viéndolo desde esa perspectiva se dio cuenta que no es merecedor de su amistad, ella es demasiado para alguien como él, no va a arrastrarle a más personas en esto, ya suficiente tiene con haberlo hecho con sus tres amigos.
— Deberías alejarte de mí, eres demasiado buena para ser mi amiga.
— No digas tonterías, no me alejé de ti en todo este tiempo y no lo haré ahora que me pides. Jamás te voy a dejar Remus, eres mi amigo y siempre tendrás mi apoyo, así que vete acostumbrando al hecho de tenerme fastidiándote por el resto de mi vida.
— Voy a terminar lastimándote.
— Ay por favor, te conviertes en hombre lobo una sola vez al mes, el resto de los días eres bastante inofensivo, literalmente lo único que te la pasas haciendo es leer, comer chocolates y tomar té. Y si te sirve de consuelo esos días del mes estaré encerrada en mi habitación, por ende, no me vas a lastimar.
— No...
— Shuu, no quiero escuchar palabras negativas, así que te lo vuelvo repetir, mejor vete acostumbrando a la idea de que no me alejaré de ti.
Remus negó sonriendo divertido ante su terquedad, le hizo tener un dejavú del día que los chicos se enteraron, se comportaron igual a ella, aunque más agresivos y sin palabras bonitas, prácticamente lo callaron cada vez que quería hablar para decirle que no se alejarán. Se sintió tan agradecido de tener amigos como ellos y ahora también a Eris quien lo conoce menos de dos meses y ya le entregó una amistad bastante pura; en ese momento supo que podría confiar en ella ciegamente y que sería de las personas que jamás lo juzgarían.
— ¿Puedo abrazarte?
— Eso no se pregunta Rem, por supuesto que puedes hacerlo.
Acortó la distancia y la abrazó con fuerza cerrando los ojos y disfrutando del momento sintiendo una increíble paz como cada vez que está con ella.
Si todo sigue como ahora posiblemente llegará un momento en que la vea como la hermanita que nunca tuvo.
— Gracias — murmuró separándose — Por quedarte.
— No agradezcas, lo hago con gusto.
— James es afortunado — susurró.
— ¿Qué? — preguntó confundida.
— ¿Qué de qué? No dije nada.
— Ah, creí escucharte susurrar algo, bueno, no importa, continuemos mirando las estrellas.
Ambos volvieron en su antigua posición observando juntos las estrellas y la luna que se encuentra en cuarto creciente siendo acompañados únicamente con el silencio y a veces por los ruidos provenientes de animales nocturnos.
Ahora Eris ya sacó uno de los temas que quería hablar y salió todo bien, ahora falta uno más y este si que no sabe cómo preguntarle sin ser muy directa, hasta que mirando las estrellas se le ocurrió algo.
— A veces cuando veo las estrellas me acuerdo de Sirius por su nombre que proviene de el.
— Sí.
— ¿No te parece lindo?
— Depende de cuál hablas, de su nombre o de él.
— De los dos. ¿Tú que opinas?
— No sé, supongo que están bien ambos — dijo encogiéndose de hombros restándole importancia.
Eris tuvo que aguantarse de no chillar de la emoción por algo tan simple como que acaba de admitir directamente que Sirius le parece atractivo, aunque eso no confirma nada.
Durante los días pasados James y ella siguieron con su plan pero ninguno de los dos obtuvo nada relevante más que el pelinegro admitiendo que le tiene ganas a Remus, algo que no es suficiente porque ambos ya se habían dado cuenta, lo que desean saber es si estaría dispuesto a mantener una relación seria con el castaño si se da la oportunidad, de lo contrario no intervendrán para que pase algo porque no quieren que Remus termine con el corazón roto.
— ¿Nunca dudaste de tu sexualidad? Porque yo sí.
— ¿En serio? — preguntó divertido.
— Es que las chicas son tan hermosas, con personalidades y pensamientos tan atrayentes, todo lo contrario a los hombres que se la pasan pensando por el lado sexual y no sabes si te van a utilizar como objeto porque siempre dan a entender eso. Además las mujeres te entienden mucho más....y no sé, en algún momento me pregunté si habría la posibilidad de que me lleguen a gustar.
— Te entiendo. ¿Y llegaste en algún veredicto?
— Por el momento soy heterosexual, quién sabe más adelante porque a mí me atraen más las personas por su forma de pensar, su personalidad, de como me hacen sentir y de como me tratan, así que no sabemos si en un futuro me guste una chica por esas características y que al final no me importe su género.
Por primera vez Remus le encontró a alguien que piensa igual a él en ese ámbito y se sintió aliviado de no parecer un raro que le atraen más las personas por esas cosas que por su físico y de manera sexual, a veces hasta se preguntaba si es asexual.
— Créeme que te entiendo, yo pienso lo mismo, con la diferencia que....bueno, yo si puedo aceptar que me pueden gustar tanto las mujeres como los hombres, pero no le cuentes a nadie por favor.
Bingo. Con eso respondió a la incógnita de sus gustos y ya podrán proceder con el plan libremente, solo que aún falta la parte de Sirius pero ya lo resolverán más adelante.
— Tranquilo, no se lo diré a nadie.
— Gracias.
El chico le sonrió y le dio un breve apretón en la mano a lo que ella solo asintió también sonriendo.
— Ahora seremos el amigo bisexual confirmado y la amiga no tan heterosexual — bromeó el castaño — Que desastre.
— Pues sí, estamos en la adolescencia, la etapa de descubrir. Todo un desastre y caos realmente.
Y así continuaron haciéndose compañía y hablando de distintas cosas hasta la una de la mañana porque Remus tuvo que continuar con su ronda de prefecto, entonces la acompañó hasta su sala común asegurándose que llegue sana y salva.
Ese día sellaron la promesa definitiva de ser amigos por siempre.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top