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CAPÍTULO UNO
• MUDANZA •

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Los animales, tanto mágico como muggle, son una parte muy importante en la vida de Eris. Teniendo unos padres magizoologistas desde muy pequeña se ha visto rodeada de criaturas mágicas haciendo que ella los tenga un enorme cariño a cada especie, incluyendo los clasificados como peligrosos, pero no los ama solo por lo mágico y extraño que se ven, sino porque con ellos puede sentirse libre y acompañada, incluso comprendida por más raro que suene para otros. Por esa razón en estos momentos se encuentra discutiendo con sus padres porque no le podrán llevar a su dragón en Inglaterra, lugar donde se van mudar.

— ¡Podemos meterlo en la maleta con el resto!

— Eris, ya te dije que no se puede.

— Sigues diciendo lo mismo pero no me das ninguna justificación. Al menos díganme la verdad porque sé que me ocultan algo.

Alhena y Marcus se miraron fijamente como si se estuvieran comunicando de esa forma hasta que la mujer asintió suspirando y dejando que su esposo sea quien le diga.

— No podemos llevarlo porque está muy enfermo.

— Pero los dos pueden ayudarle, a eso se dedican.

— Cariño...Le quedan solo dos semanas de vida y queremos que pase esos días junto a los de su especie — dijo con suavidad la matriarca.

Eris se quedó tiesa de la sorpresa ante la repentina mala noticia, pero pronto pudo reaccionar sintiéndose triste ante la idea de no verle nunca más a Taby, como ella lo llama. Sin embargo, respiró hondo parpadeando para evitar no llorar y asintió comprendiendo que sería lo mejor teniendo en cuenta que desde que lo rescataron hace tres año atrás nunca más volvió a estar con los de su especie justamente porque ella se encariñó mucho y sus padres accedieron a que se quede con ellos.

— ¿Dónde lo llevarán? — preguntó.

— En Rumania, vendrán a buscarlo dentro de media hora, tienes tiempo de despedirte — respondió Marcus tratando de no caer y llevarlo consigo al ver los ojos con lágrimas retenidas de su hija.

La rubia asintió y se dispuso a caminar hacia el patio sin querer perder el poco tiempo que le queda junto a él, pero antes de poder ir su mamá la llamó deteniendo su intención.

— Eris, recuerda que en una hora nos iremos a la nueva casa por red flu. ¿Ya tienes todas tus cosas listo?

— Sí mamá.

Ahora sí se fue corriendo hacia el patio y le entristeció ver todo tan vacío, sin ninguna criatura más que el dragón que al verla se paró inmediatamente yendo a su encuentro. Eris rápidamente envolvió sus brazos en su cuello acariciando su piel escamosa recordando lo reacio que se mostraba la primera vez que lo vio, pero poco a poco fue ganando su confianza hasta lograr ser unidos.

— Te voy a extrañar mucho Taby, pero sé que tu tiempo en la tierra ha concluido y no hay nada que pueda hacer.

El galés verde soltó un resoplido dándole un cabezazo suave en su hombro cuando ella se separó causando una sonrisa en su rostro. Se limpió las lágrimas dejando atrás la tristeza para luego sentarse y pasar sus últimos minutos junto a él de forma normal antes de que lo lleven.

— ¿Sabes? Estoy nerviosa de ir a un lugar nuevo, solo espero que en Hogwarts no me crean una rarita loca como en Beauxbatons y pueda conseguir aunque sea una amiga.

A la corta edad de once años fue en donde Eris se dio cuenta que si no encajas con el estándar social las personas te van a despreciar por no actuar o tener pensamientos iguales al suyo, o en todo caso te van a dejar de lado y ni siquiera se tomarán el tiempo de conocerte mejor. Cuando te catalogan como la niña rara ya no hay vuelta atrás, todos lo creerán, por esa razón prefirió estar en compañía de la soledad y de los animales, más aún cuando se activó en ella algo que posiblemente otros no tienen. Sin embargo, no ha conocido a todas las personas del mundo aún, también hay unos cuantos que estarán dispuestos a aceptarla e incluso son parecidos.

— Yo creo que tus últimos días vas a pasar muy bien con los tuyos...

Y así continuó hablando con el dragón por largos minutos hasta que vinieron a buscarlo.

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Eris observaba con nostalgia su casa ya vacío. Tantos recuerdos formados en esas paredes durante seis años, pero no solo extrañaría la casa, sino que Francia en sí, un país maravilloso en donde pasó buenos momentos como también malos.

— Ya trasladamos todo ¿Estás lista? — preguntó Alhena entrando a su habitación.

— Sí, solo me falta llevarle a Neo pero no lo encuentro.

Siguió buscándole a su gato blanco entre los muebles y gracias a que se agachó encontró un cristal bajo el clóset y soltó un chillido asustando a su mamá.

— ¡Encontré mi amatista! Creí que se había perdido.

Lo agarró con una sonrisa enorme llevándolo a su pecho.
Si hay algo que ella ama es coleccionar todo tipo de cristales, pero no lo hace solo porque son bonitos, sino por la función que tiene cada uno, incluso podría hablar por horas sobre ello y explicar para qué sirve cada uno.

— Ya te compré otro más grande, no sé para qué quieres ese.

— Nunca es suficiente mamá...¡Cierto! ¿Le viste a Neo? Ya me empiezo a preocupar.

— Tu papá ya le llevó a la casa, de hecho solo faltamos ir nosotras.

— Entonces vámonos — dijo soltando un suspiro.

Agarró la última caja en donde están todos sus cristales, velas e inciensos y fue tras su mamá mirando nuevamente todo en su camino hasta llegar frente a la chimenea tratando de recordar cómo se llama el lugar ya que solo tiene imágenes mental de ello.

— Emm...¿Podemos ir juntas?

La observó suplicante y su mamá rio negando sabiendo perfectamente lo que sucede.

— Por supuesto, solo atiende bien que no quiero que te pase lo de la última vez.

Como olvidarlo, hace un año atrás Eris estaba tan perdida en sus pensamientos que no escuchó bien la palabra en donde iban a ir y por equivocación terminó otro lado, ese día su mamá le retó muchísimo para luego abrazarla con fuerza al encontrarla de lo más tranquila sentada y hablando con una señora esperando por su llegada.

— Apenas la llama se vuelva verde pasa tú primero y yo te sigo.

La rubia asintió y se centró netamente en la chimenea. Alhena quitó una bolsita de su bolsillo y descargó el polvo flu en su mano tirando a la chimenea y pronunciando su lugar de partida.

— ¡Valle de Godric - Casa Macmillan!

Eris dio un saltito al ver la llama volverse verde y con una sonrisa grabado en su rostro entró en la amplia chimenea cargando con esfuerzo la caja ya que este es pesado, pero como para ella es tan importante decidió transportarlo ella misma, ya suficiente había sido entregar sus preciados libros.
Al instante la rubia mayor la siguió y ambas sintieron la típica succión que resulta bastante desagradable.

Minutos después ambas cayeron del otro lado y con suerte Eris pudo sujetar la caja antes de que caiga el suelo. Ambas salieron tosiendo y lo primero que hizo la chica fue dejar la caja en el suelo y correr hacia el gato quien está sentado esperándole a su dueña, rápidamente lo subió abrazándole y dándole besos en su cabeza.

— ¡Creí que te habías escapado Neo!

El gato se dejó querer ronroneando ante el cariño recibido, a comparación de muchos gatos a él le encanta la atención que le dan.
Marcus Macmillan le saludó a su esposa y con un movimiento de varita le limpió a su hija sin que ella se dé cuenta porque conociéndola seguirá así hasta terminar su tour por toda la casa y el vecindario.

— Eris, si quieres ve a conocer tu habitación, ya está todo instalado menos tus ropas y cosas personales.

— ¡Genial! Gracias, pero primero me gustaría conocer la casa por fuera ¿Puedo salir?

— Sí, pero no olvides llevar tu varita.

Con la inminente guerra en proceso siempre hay que prever la seguridad, y pese a ellos ser sangre pura aún así están en peligro porque el señor oscuro y su séquito también andan detrás de los traidores a la sangre.
Tantas muertes por una estúpida ideología clasista de personas que no pueden aceptar que la magia no mira estatus ni sangre, solo nace en las personas y ellos no tienen la culpa.

Eris le dejó a su gordo gato en el suelo y fue directo hacia la puerta principal colocando su varita en su cabello, específicamente en donde está semi recogido, un lugar nada seguro pero que a ella le gusta.
Al salir quedó encantada al ver el vecindario, hileras de hermosas casas de todos los tamaños, adornados con múltiples árboles, flores coloridas y césped verdoso siendo iluminados con el sol de verano. A lo lejos pudo apreciar a niños jugando y riendo con adultos sentados en sus patios delanteros supervisándolos.
Se sintió bien, la vibra que le transmitió fue maravilloso y al instante se sintió a gusto, mucho más que en su antigua casa de Francia, y quizás se está adelantando pero para ella es importante sentir la energía a su alrededor tranquila y esta pequeña porción del pueblo que vio le gustó bastante.

Más decidida salió completamente guiándose en el camino de piedras de su patio que lleva hasta a la calle, pero en lugar de llegar hasta el asfalto guió sus pasos bajo un árbol y se sentó sin cuidado en el césped, colocó sus manos sobre ellos sintiendo la textura contra su palma y dedos, cerró los ojos respirando hondo sintiendo la tranquilidad recorrer cada centímetro de su ser. Si no fuera porque escuchó un ladrido hubiera continuado relajándose y conectando con la naturaleza pero como es una amante de los animales abrió rápidamente los ojos y al momento en que vio un perro completamente negro se quedó asombrada ante lo grande que es, nunca vio algo así. Extrañamente este perro fue directo a ella saltando y ante el impulso se cayó hacia atrás con el animal encima pero en vez de hacerle daño como pensaba este empezó a lamerle toda su cara causando al instante carcajadas en ella mientras intenta apartarse.

— Hey, tranquilo amigo.

Como si el perro lo entendiera se apartó y acostó en el césped moviendo su cola y mirándole a Eris fijamente, ella sonriendo se volvió a sentar y empezó a acariciar su intenso pelaje negro que parece bien cuidado.

— Eres muy bonito perrito, me imagino que tendrás dueño — el perro ladró en respuesta — Sí, ya decía yo.

Marcus fue directo a su hija pero se detuvo por unos segundos al ver que apenas llegan y ya encontró otro animal del que posiblemente lo adoptará en caso de que no tenga dueño. Él le adora a su hija y daría lo que fuera por ella, eso incluye darle ese pequeño capricho de tener todos los animales que quiere sabiendo que ellos la hacen compañía, pero si siguen así pronto podrán abrir un zoológico con animales de todas las clases, aunque ciertamente él tampoco puede detenerse, su amor por los animales es igual, de hecho eso fue lo que le unió a él y su esposa cuando se conocieron en Hogwarts por culpa de un escarbato, claramente este amor por ellos fue heredado por doble a Eris.

— Pequeña...

El perro se levantó al instante y se quedó mirándolo fijamente para luego verle a Eris y otra vez a Marcus, cosa que le extrañó a ambos pero decidieron ignorar.

— ¿Qué sucede papá?

— Luego de almorzar iremos al Callejón Diagon para que compres tus materiales.

— Pero nos acabamos de mudar, ¿no puede ser mañana?

— Mañana estará lleno al ser un día antes del regreso a Hogwarts, la gente deja todo a última hora.

— Está bien — murmuró resignada.

Marcus volvió a entrar a la casa y Eris se dio la vuelta para despedirse del perro pero este ya estaba corriendo hacia otra dirección así que volvió a entrar a su casa para continuar explorando por completo.

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— ¿Dónde estabas canuto? Te estuve buscando por largas horas — dramatizó el chico de lentes.

— Debemos irnos hoy al Callejón Diagon — dijo ignorando su pregunta.

— Pero si habíamos quedado para mañana.

— Todos dejan a última hora y mañana estará lleno — se excusó con lo mismo que escuchó minutos antes.

El azabache de lentes le miró sospechosamente a su amigo ante su repentino cambio y ganas de comprar los materiales pero decidió ignorar y terminó por aceptar a lo que el pelinegro sonrío de lado sabiendo que volverá a encontrarle a la chica nueva que le causó curiosidad.

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¡Hola! ¿Cómo están?
Espero que les haya gustado el primer capítulo en donde se mostró un poco de lo que es la protagonista.

Realmente estoy bastante emocionada por escribir esta historia y emprender algo completamente nuevo para mí que sería hacer un fanfic.

Les agradecería un montón que a partir de ahora voten en los capítulos como forma de apoyo y para que crezca la historia, sería muy importante para mí.

Y eso es todo, les deseo un bonito día

Ingrid.

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