Capítulo Uno

Era una fría tarde de invierno en Moscú, hasta se sentía más fría de lo usual.

No era nada como Florida, pero allí habían pasado muchas cosas y por segunda vez en su corta vida, volvió a huir.

De alguna forma, los imbéciles que querían acabar con Soobin se enteraron de lo sucedido y lo rastrearon hasta allá. Las heridas de bala ya no le dolían al rubio, pero su corazón seguía estrujándose al pensar en ello.

Lo interceptaron a la salida del supermercado y lo metieron a un callejón, comenzaron a golpearlo repetidas veces hasta que uno de ellos sacó un arma. Ellos eran seis y no tuvo oportunidad de defenderse. Ahora tres cicatrices de bala adornaban su pálido abdomen.

Y sólo estaba vivo porque una señora que por allí pasaba lo ayudó.

— ¿En qué piensas, Yeonye? —esa fue la voz de su amigo y jefe, Taehyun.

— E-En nada, sólo me quedé en blanco. —sonrió.

— Pero estuviste decaído toda la semana, ¿pasó algo? —volvió a preguntar.

— No, nada. Es el frío, me tiene un poco idiota. —mintió.

El lunes se habían cumplido tres años desde que huyó de Nueva York y faltaban unos días para que tuviese veinticuatro.

— Sé que mientes, pero esperaré a que tú quieras contármelo ¿si? Yo iré a terminar unos papeles pendientes. —le revolvió el cabello antes de pararse del escritorio— Y te comento, ayer le pedí a Beomgyu que fuera mi novio de forma oficial. Me dijo que sí. —comenzó a caminar.

— ¡Eso es! Me alegro por ti, Tae. —le sonrió genuinamente.

Luego suspiró. Taehyun siquiera sabía que su nombre era Choi Yeonjun. Ahora mismo, era Kim Seungwoo y no iba a cumplir veinticuatro sino veintinueve años.

Fue un servicio bastante caro pero al menos ahora no podrían encontrarlo tan fácilmente. No se sentía bien mentirle a Taehyun acerca de su identidad, pero estaba mejor así; después de todo, si estaba en Rusia ahora era porque necesitaba un nuevo comienzo.

Quería dejar de ser atormentado por los demonios del pasado, pero entonces... Allí se personificaba la imagen de Soobin sonriéndole mientras le prometía que siempre estaría a su lado, y que viviría como un rey, que nada iba a faltarle. Con sus ojos brillosos y su sonrisa hermosa...

Se halló a sí mismo llorando mientras completaba archivos en la computadora.

Moría de ganas por verlo de nuevo y decirle que lo sentía, pero eso sería hipócrita de su parte. Además, no sabía si aún seguía en la cárcel, si lo habían trasladado o algo por el estilo.

Rompió su celular y así, cualquier contacto con los hombres de Choi que pudiese tener. No se arriesgaría a que ellos lo rastrearan también.

Su tarde fue aburrida en comparación a lo que eran cuando estaba con su amado. Realmente solían ser tardes bastante entretenidas.

Algunas veces correrían de otros maleantes, otras irían a buscar a alguien que no pagó, y otras sólo se quedarían a ver algún programa absurdo en la televisión mientras hacían cucharita.

Pero él jamás había matado a nadie, y las veces que estuvo presente en ejecuciones fue porque no había otra opción; no dudaría en matar a alguien si tuviera qué, pero prefería esquivar ese método. Por más insignificante que fuese, la vida de cada ser vivo valía.

Aunque también lo sabía, Soobin jamás mataba a inocentes, mucho menos a niños. Incluso si estos eran del bando enemigo.

Suspiró y se dio una bofetada en su mente; debía dejar de pensar en él.

Pero algo andaba mal, porque él era en todo lo que pensaba últimamente y eso le daba malos presentimientos, sentía que algo malo podía pasar y realmente no quería vivir un infierno de nuevo.

— Vamos a tomar unas cervezas hoy, ¿qué dices Seunggie? —esa fue la voz de Taehyun.

— Sí. Tengo muuuchas cosas que contarte. —le sonrió.

Sus presentimientos no eran por nada, y si algo iba a ocurrirle, no quería irse sin que Taehyun supiera la verdad. Después de todo, era su amigo y quien siempre estuvo ahí para él desde que llegó. Incluso era su mano derecha en la empresa, no podía hacerle eso a su jefe.

Así que apenas salieron del trabajo fueron a uno de los bares de la zona, de esos a los que iban todos los viernes por una copa y quizás alguien para bailar un rato.

Fue un silencio cómodo mientras pedían y luego jugaban una partida de PUBG, sin duda no podía pedir a alguien mejor que Taehyun.

— Entonces... ¿Qué querías decirme, Yeonye? —el castaño le sonrió.

— Primero que nada, promete que pase lo que pase, esto será secreto. Jamás saldrá de tu boca. —lo apuntó con su pequeño dedo índice— Y segundo, no grites y no te alteres. O tendré que neutralizarte. —advirtió.

Sus manos eran pequeñas pero aún así podía lograr que alguien se desmaye.

— Estoy asustado pero bien, si tú quieres que mantenga la compostura, lo haré. —se tomó un trago de cerveza— Puedo soportarlo.

Yeonjun metió la mano en su maletín y sacó su DNI y su pasaporte originales para luego tendérselo al pelinegro. Respiró hondo, sin dejar de mirarlo a los ojos.

— Lo siento si no te dije nada antes pero... Tampoco es algo que pueda andar contando así como así. —se mordió el labio— Pero confío en ti, de verdad lo hago. —su cuerpo estaba temblando ligeramente, tenía miedo.

Observó como los ojos de su amigo viajaban por sus documentos e iban hacia él, luego a los documentos y luego hacia él de nuevo. Así como por diez minutos.

— ¿No mataste a nadie para ser Kim Seungwoo, no? Por favor dime que no... —esta vez su voz tembló.

— ¡No! —tomó sus manos— No. Te juro que no. Yo solo pagué por una nueva identidad, nada más. No sé quien es él.

— Entonces... Tu nombre es Choi Yeonjun y tienes veintitrés años... —dijo lentamente— ¿A qué mierda se debe todo esto, si es que puedo preguntar? —respiró hondo— No quiero decirte que me siento traicionado pero... Así es como me siento. El vicepresidente de mi empresa es una mentira... —hizo una mueca.

— Todo esto tiene una muy buena explicación, puedo contarte toda mi historia si quieres-

— Antes de que sigas, contéstame algo. —su voz fue demandante, Yeonjun asintió— ¿Mi amistad significó algo, o también es falsa?

— ¿Cómo puedes decir eso? Aún si fuera Kang Shinwoo, tu amistad seguiría teniendo un enorme valor para mi. Podré no ser quien dice mi documento actual, pero mis sentimientos los conservo. —le respondió— Si no te considerara mi amigo, ¿por qué me molestaría en contarte mi historia?

— Tienes un punto. Pero me has hecho desconfiar hasta de mi sombra en menos de media hora. —se hizo hacia atrás en la banca.

— Lo siento, de verdad. —tomó un trago de cerveza— Pero te contaré cómo es que llegué a todo esto si lo deseas.

— Te escucho. Pero primero come un poco, estás pálido. —extendió el plato de pollo hacia él.

— Discúlpame, pensé que ibas a pararte e irte. Me dio nervios de sólo pensar en ello.

— Aún estoy aquí, puedes estar tranquilo por ahora.

Yeonjun tomó aire.

— Todo comenzó cuando yo era demasiado joven y conocí al amor de mi vida. Ambos vivíamos en el mismo barrio y... Esta persona no tenía una buena reputación, su padre era un narco y eso era todo lo que él conocía. Con el tiempo fue haciéndose más grande y aunque su amor por mi jamás cambió, el precio de su cabeza sí. —sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas— Comencé a recibir amenazas de capos mayores que querían su cabeza y me matarían si era necesario. Carteles enteros y ni yo ni él podríamos contra ellos. —tomó aire— Yo lo entregué a la DEA, para que no tuviese que morir en manos de esos imbéciles. Prefería verlo vivo en una celda a verlo muerto en un cajón. —mordió su labio— Huí antes de que ellos llegaran a por él y me instalé en Florida con el nombre de Im Jaesuk... Pero allí, me encontraron los hombres de quienes querían muerto a mi novio. Me hirieron horrible, de allí las cicatrices que viste en mi abdomen. De allí volví a escapar hasta que llegué aquí y terminé trabajando para ti. —sorbió su nariz— Íbamos a casarnos en algún momento. —le tendió su mano, mostrándole ese anillo que tenía puesto desde que lo conoció— Últimamente he estado teniendo malos presentimientos, Tae...

— ¿Y sólo por eso me estás diciendo la verdad? —hizo un gesto de indignación.

— No. —rió mientras negaba con la cabeza— Pero si algo me sucedía y no volvía a verte, quería que al menos mi único amigo supiera la verdad. —fue completamente honesto.

En la vida, él jamás había confiado en alguien más aparte de Soobin y tampoco tuvo algo a lo que llamar amigo, solamente conocidos.

— ¿Único amigo? Tú me estás mintiendo. —hizo un puchero.

— ¡Claro que no! —le dió un golpecito en el hombro— De verdad, jamás le deposité mi confianza a nadie que no fuera mi pareja. Mi vida siempre se resumió a él, y no me quejo porque yo lo decidí así.

— Suena intenso... —fue todo lo que dijo— Quisiera poder contestarte algo más pero... No tengo palabras. —se llevó un pedazo de pollo a la boca— Realmente no sé que sentir. Dame esta semana para digerirlo...

— Está bien. Puedes continuar llamándome Seungwoo de todos modos, Choi Yeonjun es el nombre que, por las razones que te dije, intento no mencionar.

— ¿Cómo se llamaba él? —preguntó tímido.

— Choi Soobin. —le sonrió.

Y Taehyun se puso pálido.

— Yeonjun... No quiero alarmarte, amigo de mi vida... Pero... —se rascó la nuca— ¿Tú no miras las noticias, verdad?

— No. —negó— ¿Qué pasó?

— Yeonye... Él salió en libertad hace casi una semana. —Yeonjun escupió un poco de cerveza para luego comenzar a toser.

Pudo sentir como todo su cuerpo hormigueaba y a su corazón latiendo como loco, tanto que parecía que se iba a salir de su pecho.

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