›★ 001 !!
La noche estaba siendo algo pesada. La lluvia golpeaba fuerte con la ventana de su hogar y el sonido de algunos truenos le daba a entender que una tormenta fuerte estaba pronta a venir.
Aún así, era relajante. El sonido de las gotas cayendo calmaban su mente alocada a esas horas, mientras la tele solo reproducía alguna canción aleatoria de su playlist en Spotify, siendo un momento demasiado tranquilo si alguien se atrevía a preguntárselo.
Su vista está en el techo, y su mente divaga por la misma persona; Rodrigo Carrera.
A veces se detesta por no haber superado tan rápido como el menor pareció hacerlo, claro, eso visto a través de sus redes sociales, a las cuales constantemente subía fotos de juntadas con sus amigos –que también eran amigos suyos–, videos de boliches y él mismo tomando una jarra de alcohol, siendo lo de menos lo que el ojiverde tomaba, simplemente demostrándole o pareciendo mostrar que él sí supo superar las cosas.
No comprende cómo es tan difícil luego de cinco meses de haber terminado con él. Ya había pasado tiempo desde su ruptura y Carrera no parecía tener algún tipo de inconveniente con su relación fallida, parecía como si simplemente la hubiera olvidado así como así.
Tomás comenzaba a creer que verdaderamente dos años y medio de relación no fueron nada para el castaño, y que él es el único idiota que aún sufre por lo mismo.
Aunque también conocía a Rodrigo. Conocía a Rodrigo y tranquilamente todo aquello publicado en sus redes sociales podía ser solamente una fachada. Una fachada para no hacerle saber a nadie cuánto le afectó el romper una relación con la duración como la que ellos habían tenido.
Entre vagos y nostálgicos recuerdos es capaz de alumbrar su última discusión, la que terminó por cerrar el ciclo amoroso que ambos tenían. Tal vez fue culpa de ambos por no saber hablar las cosas en su momento, tal vez nada hubiera terminado si el enojo de esa tarde se hubiera pasado y ninguno de los dos hubiera decidido irse cada uno a casa sin haber tratado siquiera de arreglar las cosas luego de haber gritado, ambos, que rompían así sin más.
Pero, ambos tenían orgullo. Y tal vez el orgullo les ganó a los dos en aquel tiempo.
Tal vez actuaron como dos niños inmaduros y no como los adultos que se supone son. Y Tomás, mientras más lo piensa, más grande es su deseo de dejar todo de lado y correr a la casa del ojiverde para poder empezar todo de cero.
Aunque tuvo esa idea por cinco meses hasta ahora, y simplemente no hay momento en que no sienta que Rodrigo ya no quiere siquiera verlo.
Echa un suspiro y se hunde más en la almohada debajo de su cabeza, buscando algún rastro de sueño que le permita descansar y alejar aquellos pensamientos que ya eran recurrentes. Tomar su teléfono ya no servía pues no había nada que lo entretuviese hasta que el cansancio se lo lleve, y por lo que había visto ya eran las tres y media de la mañana.
¿Qué mierda hacía despierto a esa hora? Siquiera él mismo lo sabía.
Suspira cansado, tomando el control de su televisor y poniendo en ella YouTube para ver si hay algo que logre hacerle entrar en el limbo del sueño. Opta por unos cuantos videos de ASMR, confiando firmemente en que los sonidos lo ayudarán a dormir por fin.
Estuvo un buen tiempo así, mantuvo los ojos cerrados esperando que su cuerpo comience a sentirse más aligerado para así dormir plácidamente.
Lo hubiera conseguido si su teléfono no hubiera comenzado a sonar, robándole cualquier indicio de cansancio que había comenzado a crecer en su sistema. Chasqueó la lengua, molesto por ello, odiando internamente a la persona que lo estuviera llamando a altas horas de la madrugada.
Los pensamientos se olvidaron por completo al ver el número del contacto que ahora lo llamaba. El cuerpo se le tensó e inmediatamente tomó el control de la tele y apagó esta, tragando saliva con fuerza por lo nervioso que se puso de repente.
— ¿Hola? ¿Quién habla? —contestó e intentó hablar en un tono normal, aunque fácilmente falló en ello.
Hubo un pequeño sorbido de nariz, y luego un silencio que lo impacientó un poco más. Se relamió los labios, haciendo la pregunta otra vez, ahora siendo recibido por una voz que conocía demasiado bien.
— ¡Tomiii...! —arrastró de repente. Tomás frunció el ceño ante el tono desordenado que podía oír—. ¿No me vas a invitar a pasaaaar...? Estás siendo un novio tan maaalooo...~
Tomás se sentó en el borde de la cama y luego se paró de esta, dirigiéndose hacia el ventanal que adornaba su habitación. Vivir en una casa grande a veces le daba vistas hermosas, aunque ahora desde que se habia asomado solo era capaz de ver a Rodrigo delante de su puerta principal, con el teléfono en manos, totalmente empapado.
Tomás se preguntaba por qué habia sido tan así de repente, y se preguntó también si su menor se daba cuenta de que su celular se estaba mojando, y que probablemente tendría problemas con ello después.
Evidentemente, Rodrigo no tenía del todo claro que estaba delante de la puerta de su ex.
— ¿Rodrigo? ¿Qué estás haciendo acá? —cuestionó con rapidez mientras se apoyaba en el vidrio del ventanal. No estaba seguro de si bajar y verlo, pues lamentablemente ni su cuerpo ni su mente eran capaces de controlarse con el ojiverde cerca—. ¿Estás borracho?
— Nahh... —en su tono era fácil distinguir que aquello era una mentira. Su voz sonaba ronca, arrastraba mucho las palabras, y a veces se tambaleaba desde lo que Tomás podía ver—. Pero abrime, es-eso hacen los buenos novios...~
— Nosotros terminamos, Ro —le habló secamente. Su pecho quizás dolió cuando lo dijo—, no sé si sea conveniente tenerte acá en casa. Iván se puede preocupar, tus demás amigos igual. ¿Por qué no te quedaste con ellos?
Observaba al ojiverde pensar una respuesta. Probablemente sería una respuesta ridícula, pues cuando Rodrigo estaba así, solamente era cuestión de tiempo para que empiece a decir cosas sin sentido.
— ¡Eso da iguaaal! —le habló, sorbiendo la nariz nuevamente. Tomás formó una línea recta con los labios, no muy convencido— ¿No puedo venir a visitar a mi noviecitooo...?
— Terminamos hace cinco meses, Rodrigo.
— ¡Bueehh! —Arbillaga escuchó una queja por parte de él, algo que le sacó un suspiro—. Entonces a m-mi ex, no séee... Abrimeee...
Quedándose allí, viéndolo debajo de toda la lluvia y tambaleante de vez en cuando, Tomás creyó que era mejor ser una buena persona e invitarlo a pasar al menos hasta que la tormenta parase, aunque si no lo hacía no había más opción que dejarlo dormir en su casa.
Apesar de todo, ni loco lo dejaría irse solo a esas horas, menos con el clima de aquella manera.
No respondió nada y cortó la llamada, obligándose a sí mismo a dejar el teléfono sobre la mesita de noche a un costado de su cama y encaminarse hasta la puerta de su habitación.
Había algo en él que le decía que no estaba tan bien dejar que Rodrigo pasase la noche con él en ese estado, estando ebrio. Aunque no entendía cómo aún estando así pudo ir hasta su casa.
Bajando escalón tras escalón, pasó por el baño unos segundos a sacar unas toallas que colocó delante de la estufa en la sala principal. Luego –y con rapidez– puso a calentar la pava eléctrica mientras sacaba dos bolsitas de café en saquitos, colocando estos últimos en dos tazas ya preparadas.
Suspirando y preparándose mentalmente para aquello, tomó la perilla de su puerta y la giró.
El viento le golpeó el rostro con violencia haciéndole achicar los ojos, mientras observaba a Rodrigo quien se apoyaba en el marco de la entrada, mirándolo con el rostro mojado y los cabellos desordenados, la ropa empapada y una pequeña sonrisa. Como si para nada pudiera coger un resfrío com todo eso.
Se acercó al menor e inmediatamente lo ayudó a entrar, haciendo una leve mueca al sentir el olor a alcohol pasar por el cuerpo y la ropa de este. No era demasiado, podía notar que al menos podía mantenerse en pie aún, tampoco apestaba tanto, pero en cierto punto era un poco molesto.
Rodrigo cuando ingresó solo se dio la vuelta para mirarlo. Tomás cerró la puerta detrás suya para girarlo a verlo también.
Mientras mas lo veía, su cuerpo comenzaba a sentir más ansias, y esa sensación y ganas de acercársele a robarle un beso aparecían de nuevo, como siempre, desde que habían terminado hasta las pocas veces que lo había visto en estos cinco meses.
Qué jodido.
— Te vas a enfermar si seguís estando así. Lo mejor sería que te duches, y... —él mira hacia un costado, en la ventana. El clima se veía pésimo y probablemente la tormenta no tardaría tanto en llegar—...que te quedes acá a dormir, porque está lloviendo muy fuerte como para que te vayas solo a esta hora... De nuevo.
— ¿No dijiste que no sabías si era conveniente? —Tomás se giró a verle con cara de pocos amigos. Aquel tono desordenado que la voz de Rodrigo portaba lo hacía sentir inquieto. El menor solía perderse mucho en estado de ebriedad, aunque para su sorpresa también podía notar que el más bajo parecía tener el completo control de su habla y su estabilidad, al menos por lo que aparentaba.
Parecía hasta un poco sobrio, y era raro.
— Si te querés ir y andar caminando como un vagabundo todo mojado por ahí, andá y hacelo. No me importa —contraatacó, dándole una mirada firme al chiquillo bromista delante suyo.
Él se encamina hasta la cocina y se dirige a la pava eléctrica cuando escucha el «click», avisándole que el agua ya estaba lista. Toma entre sus dedos el costado de esta y mientras se va hasta donde están las tazas, escucha la suave risa de Rodrigo perseguirlo.
Sirve en las tazas el agua y deja que el café se haga, mientras se gira a ver al borrachín que tiene allí parado. Rodrigo estaba vuelto un desastre completamente, aunque sus cabellos pegados a la frente le hacían ver adorable, tierno, como un niño en necesidad de protección.
Lo ve apoyarse en la pared al lado de su heladera. Se ve algo cansado, aunque si lo mira mejor tiene más ojeras de las que solía tener antes. Cuando estaban juntos aquellos pocitos negros debajo de los luceros del menor no estaban tan marcados, eso le preocupó bastante.
— ¿Dormiste algo en este tiempo? —preguntó sin pelos en la lengua, recibiendo la mirada de Rodrigo inmediatamente.
— Sí.
— Venís a mi casa durante la noche, mojado, como si te hubieras clavado treinta botellas de birra, ¿y encima me mentís? —Tomás chistó la lengua con una molestia ligera, girándose para preparar las bebidas calientes.
— No estoy taaan borracho. No tomé tanto —se defiende el más bajo, chasqueando la lengua de igual forma—. Y... Y no creo querer café.
— ¿Me estas jodiendo? —se volteó el mayor para mirarlo, indignado.
— No quiero café. Quiero– —Rodrigo se detuvo por un pequeño hipido que salió de su boca. Si bien no se había excedido con el alcohol, a su hablar aún le afectaba—. Quiero dormir... Dormir con... algo calentito.
Las orbes marrones de Tomás no hicieron más que mirarlo de pies a cabeza. Era adorable la manera en la que aquellos ojos verdes lo obsevaban con súplica, Arbillaga podía entender que le estaban suplicando un lugar cómodo para descansar y mantas calentitas, además de ropa que no esté empapada.
El mayor suspiró y asintió, pidiéndole a Rodrigo que lo espere en su sala y que tome una de las toallas que había puesto delante de la estufa hasta que él vuelva con ropa seca.
Verdaderamente la situación era tan rara para él. ¿En qué momento tuvo a Rodrigo en su casa? ¿En qué momento él se quedaría a dormir en ella? ¿Y en qué momento le comenzó a buscar ropa suya para que esté un poco más relajado?
Era demasiado para procesar, y tal vez nada de esto era lo que él estaba esperando.
Cuando subió las escaleras hasta su cuarto, optó por brindarle un short y una remera holgada suya. Olían a él y no sabía si eso a Rodrigo le iba a gustar, pero no tenía otra cosa para prestarle que no llevara impregnado su aroma. Tomó ropa interior que también le pertenecía y buscó alguna colcha más o menos abrigada, pues la noche comenzaba a enfriarse.
Cuando creyó que fue suficiente, bajó con las cosas en la mano hasta donde se encontraba Rodrigo.
Verlo cubierto con una toalla en la cabeza y la otra atrapando su cuerpo tembloroso justo delante de la estufa era algo tierno, lo hacía ver tan pequeño que quería correr y abrazarlo, enrollarlo entre sus brazos para brindarle el calor que necesitara y no separarse de él por nada del mundo.
Se rió ante su idea. Eso era lo que solían hacer antes, cuando estaban juntos. Siempre que uno tenía frío, se ponía delante de la estufa y el otro le abrazaba desde la espalda para dar más calor.
Quitó el pensamiento de su cabeza y se dirigió hasta él, aclarando la garganta.
— Te traje ropa para que te cambies, y una frazada para que no te haga frío. El sofá está un poco cerca de la ventana y, aunque esté cerrada, acá por la noche se pone heladísimo. También traje una frazada, me encargué de buscarte la más calentita —le sonrió. El menor no se dio vuelta para verlo aún, solo lo veía tambalearse un poco y estirar sus manos para buscar más calidez en el fuego de la estufa—. Igual, ¿te querés bañar? Digo. Más cómodo para vos, así te sacas el olor a alcohol de encima.
Aquellos iris verdes voltean a verlo, tan brillantes gracias a la luz que emana la estufa. Cada vez que lo mira, Rodrigo parece volverse más hermoso en cada aspecto en el que se le mirase. Es lindo cómo el rojo le adorna las mejillas, tiene la nariz del mismo color también, con pequeños temblores en el cuerpo por el frío.
Se le queda viendo tanto rato que es capaz de visualizar aquella sonrisa volverse más grande, algo que hace revolotear su corazón con alegría. Que Rodrigo sonriera cada que lo veía siempre había sido una de sus cosas favoritas, por no decir la favorita entre todas.
Lo ve sentarse en el sofá y mirar hacia un punto fijo, todavía manteniendo la sonrisa.
— No, yo... —Rodrigo luego de un rato lo vuelve a mirar. Tomás frunce el ceño al verlo removerse inquieto en su lugar.
El menor se queda en un silencio algo largo, a la vez que eso impacienta a Arbillaga muchísimo más. Rodrigo era un experto en el suspenso, pero ahora que estaba con algo de ebriedad encima podía pasar cualquier cosa.
Está a punto de reclamarle el momento tan tortuoso de espera que le hace tener, pero Rodrigo habla. Y es demasiado claro en lo que pide.
— Yo no quiero dormir en el sofá —él le sonríe—. Yo quiero dormir con vos, Tomi.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top