chapter two, part one.
-ˏˋ ella tiene todo lo que yo no tengo, ¿cómo podría competir con eso?.
♡┊ no soy perfecta y estoy llena de cicatrices, más de las que me gustaría contar.
chapter two: u are so cutie, sunghoon.
— es maravilloso verte de nuevo, serafim. — comentó el chico frente a ella. lee jeno era el hijo menor de los mejores amigos de sus padres y pasaron gran parte del tiempo juntos cuando él todavía residía en canadá.
— puedo decir lo mismo, extrañaba mucho tener una charla desenfadada con alguien. — asintió dándole el último sorbo a su copa de champan.
— ¿cuánto tiempo piensas quedarte en seúl?. — interrogó él, entregándole al mesero su tarjeta de crédito para pagar la cena en ese ostentoso restaurante.
— no lo sé, cielo. probablemente hasta que a mis padres les pique el bichito de mudarnos de nuevo. así que si eso sucede, tendremos eventos de despedida, maletas, cajas, trámites y demás. — suspiró exasperada ante la simple idea de que eso ocurriera.
— entiendo que debe ser frustrante y . . . — jeno no pudo concluir su oración, pues el móvil emitió ese sonido de notificación característico y tomó la llamada de inmediato. — hola, cariño. — serafim supo que hablaba con vivian ning, novia de jeno desde que tenía diecisiete. — ¿ya estás en casa?. vale, iré en unos minutos. — él señaló el móvil como forma de justificar su próxima ausencia. — estoy con serafim. sí, regresó a seúl hace unos días, ya la invitarás a cenar cuando podamos. está bien, te amo. — el más altó tomo sus pertenencias y se puso de pie, incitando a la chica a hacer lo mismo. — vivian quiere invitarte a cenar, te avisaré cuando tengamos el día libre. —
— me encantaría, envíale todos mis buenos deseos. — él le besó la mejilla, tomó su abrigo y se dirigió con pasos apresurados. el mesero se acercó de nuevo a ella y le preguntó con cortesía.
— ¿puedo servirle en algo más, señorita?. — ella negó, sacando de su bolso cinco billetes de cinco mil wones y los colocó prolijamente dentro de la cartera donde le habían entregado el total minutos atrás. — se lo agradezco, señorita cheol. —
— no es necesario presentar tantos agradecimientos. espero tengas una buena velada. — y dicho eso, serafim se levantó del asiento, acomodó su gabardina café y salió caminando elegantemente por el pasillo, bajando por las escaleras y finalmente saliendo del lugar.
para su maravillosa suerte, sunghoon se encontraba de pie frente al auto de tae-moo y al parecer esperando por él. los ojos del hombre se iluminaron de inmediato al contemplar la sonrisa dulce de serafim frente a él.
— señorita cheol . . . — él se detuvo por la mirada de disgusto que le dio la pelinegra ante esto. — digo, serafim. ¿qué está haciendo aquí?. — de inmediato sunghoon se replicó haber sido tan impertinente.
— oh, bueno, vine aquí a reunirme con un amigo y se ha ido ya. — respondió cortesmente.
— ¿sin preocuparse sobre cómo volverá a casa?. — preguntó cha de nuevo con más disgusto del que le gustaría.
— no es un tema relevante, y a ti tampoco debería preocuparte. — ella hizo un ademán para deter la respuesta contraria. — y antes de que respondas, por favor, dejemos las formalidades atrás, me hacen sentir algo mayor. — soltó una risita.
sunghoon se resignó a sonreír de lado y agachar la cabeza, pues un poderoso sonrojo se coloreó en sus mejillas. por la puerta del establecimiento, un tae-moo con la misma expresión de siempre salió y los observó.
— señorita cheol. — saludó fríamente.
— ¿ha terminado su cita ya?. — preguntó sunghoon.
— sólo vámonos. — el ceo emprendió su camino hasta el coche cuando sunghoon de nuevo lo detuvo.
— pensé que podríamos llevar a serafim hasta su residencia. es algo tarde. — el hombre asintió silencioso y entrando al auto.
— creo que no le agrado, no es necesario que hagas esto. — manifestó la chica, refugiándose en el abrigo por el frío clima de la seoul nocturna.
— lo dije antes, es tarde y no confío en los aplicativos para servicios. — dio por terminada la discusión y se adelantó al vehículo.
y cuando sunghoon creía no poder sentirse más nervioso por serafim, la chica aperturó la puerta del copiloto y tomó asiento allí con la mayor de las confianzas. serafim no pensaba bajo ningún motivo sumergirse de nuevo a la compañía obsoleta de tae-moo que la hacía sentir incómoda por esa indiferencia terrible que lo acompañaba.
tae-moo no dijo nada y procedió a analizar la pantalla de su móvil como si eso fuese lo más interesante del universo.
sunghoon inició el coche y así la trayectoria por la vía. la travesía corta estaba desarrollándose de la forma más natural cuando de repente la puerta trasera del coche fue abierta de improvisto y alguien se metió dentro.
serafim dio un brinquito del susto.
— what the hell?. — susurró bajito para que no se escuchara y se inclinó al mismo tiempo que sunghoon para ver qué sucedía.
una chica había ingresado al auto. tenía el cabello castaño y vestía ropa particularme costosa que aunque no era del mejor estilo en combinación, contaba con prendas preciosas. sin comprender un ápice de todo, estudió a tae-moo y a la chica intrusa con la mirada.
— ¿qué está haciendo aquí?. — inquirió él.
— pues, yo . . . — la joven se encogió en su lugar. — tengo algo que decirle. —murmuró con voz quebradiza.
— entonces dígalo. — incitó.
— sólo necesito un momento. — se cubrió con la figura de tae-moo, tirando de él hacia su cuerpo. serafim abrió los ojos bastante sorprendida.
— pero hace sólo un instante dijo que no quería verme otra vez. — la pareja que se encontraba adelante compartió miradas. serafim ya lo entendía, probablemente era parte del plan del abuelo para emparejar a tae-moo y obligarlo a casarse. —¿qué es lo que hace aquí?. — esa pobre chica se veía algo confundida.
— tiene razón. — respondió empujándolo. — no es sólo que no quiera volver a ver su cara nunca más, tampoco hay posibilidad de que quiera casarme con usted. quería decirle que no vuelva a contactarme nunca más y si ya le quedó claro, me voy.— apresuradamente, la chica de las extensiones abrió la puerta, pero tae-moo habló.
— me casaré con usted, ya lo verá. — el rostro de serafim se desencajó por completo y una pequeña risa salió de sus labios, cubriéndola de inmediato con el dorso de su mano.
— ¿qué?. —
— dígame la verdad, ¿cuál es su razón para no casarse?. — serafim sacó de su bolso de mano gucci un gran paquete de dulces de miel y le entregó uno a sunghoon que no pudo negarse. ella tomó el suyo y lo introdujo en su boca, saboreando ese dulce sabor en contraste con el chisme que acontecía frente a ella.
— hm. — hari tragó saliva. — todo. — replicó señalándolo. — me desagrada todo de usted. no me gusta su modo ridículo de hablar y cómo se comporta conmigo. y además parece un archaeopteryx. — esta vez, ni serafim ni sunghoon pudieron ocultar la risita que se les escapó de la boca. él se arregló los lentes y serafim le extendió otro caramelo para hacerse los desentendidos.
— ¿y qué es eso?. —
— ya me tengo que ir. — y hari salió disparada de allí.
— archaeopteryx, me pregunto como son. — musitó tae-moo.
— le aseguro que es idéntico a usted. — comentó serafim con gracia y por primera vez, interactuando con tae-moo.
esa había sido una noche bastante ajetreada para su arribo recién a corea del sur.
había tenido que acompañar a tae-moo hasta su residencia pero nada tardó demasiado, sunghoon le mostró al hombre su parecido con el ave dinosaurio y salió de allí rápidamente para continuar con su viaje.
durante el camino, serafim hizo que se detuvieran en la tienda de conveniencia donde esa pequeña había arruinado su ropa para comprar unas deliciosas honey butter chips que tanto echaba de menos.
y sí, las había comido días atrás.
encontró las chips en la estantería más alta de los aperitivos e hizo un puchero que hizo a sunghoon cuestionarse sobre si serafim era consciente de lo encantadora que era.
— sunghoon. — lo llamó con una vocecita avergonzada.
— ¿sí?. — respondió.
— ¿podrías por favor ayudarme a bajarlas?, es un estante muy alto. — se quejó. el rió suavemente y asintió, alzando el brazo hasta lograr llegar al lugar y bajar ese paquete. se lo extendió a la chica con una sonrisa.
— te lo agradezco. — sunghoon ladeó la cabeza, restándole importancia.
por primera vez, serafim se percató de lo guapo que era sunghoon, de esa piel bronceada, cabello caoba prolijamente peinado, musculatura ancha y cómo el traje lo hacía lucir mil veces más atractivo y en forma. la nariz prominente pero no tosca, esos pómulos altos y los ojos de cachorrito que tenía.
porque allí, de pie y contemplándola, sunghoon tenía el aspecto más dulce de un cachorrito. tal vez sólo estaba divagando mucho.
sacudió la cabeza y se dirigió hasta la caja, no sin antes armarse de valor y murmurlarle al hombre:
— u are so cutie, sunghoon. —
y rezó a los dioses porque no le entendiera.
esa mañana, los cheol y el abuelo habían enviado a serafim de visita a las instalaciones de go food. pasó toda la jornada matutina conociendo el personal, los lugares, los proyectos y las divisiones de la empresa; si bien no era una tarea que le gustara, se había divertido mucho instruyéndose sobre el funcionamiento de las máquinas y la química de la comida.
y no era necesario decir nada de los empleados quienes estaban ecantados de tener en su recinto a cheol serafim, estimada por toda la familia kang y por tanto, por los laboradores allí.
serafim salía del café de la empresa tras probar un delicioso capuchino cuando se encontró frente a frente con sunghoon y tae-moo quienes salían de los ascensores. sunghoon le sonrió directamente al verla y ella le devolvió la sonrisa.
extrañamente, una chica pasó muchas veces por el lector de escaner su identificación para que se le diera paso a través del registro. habiéndolo logrado, corrió amedentrada empujando un par de hombres por el camino y cayendo de espaldas justo sobre ella. el estrepitoso caer de serafim alertó a sunghoon, pero eso no era lo peor.
la sandalia de trabajo de esa chica salió volando por el impacto y aterrizó sobre el rostro de tae-moo, de no haber estado en el suelo, serafim se hubiera reído con muchas ganas. todos a su alrededor se detuvieron asombrados.
— oh, lo siento mucho. — se diculpó hari con serafim, ayudándola a ponerse de pie con demasiada velocidad.
— señor, ¿se encuentra bien?. — él recogió la sandalia del suelo.
— ¿quién fue?, ¿quién me tiró esto a la cara?. —
— señor, su nariz. — sunghoon objetó, buscando un pañuelo en su bolsillo.
— ¿sangre?. — comentó con miedo, procedió a limpiar el rastro con su dedo y tirar su cabeza hacia atrás. — la mujer con la bata. — hari se vio asustada.
— you better run. — y a pesar de no saber mucho de idioma extranjero, hari obedeció, huyendo.
— ¡señor!. — era oficial, kang tae-moo estaba persiguiendo a shin hari.
— ¿podrían abrirme, por favor?. — uno de los empleados le facilitó la salida a sunghoon y se reunió de inmediato con serafim.
— ¿estás bien?. — preguntó examinándola de pies a cabeza. esa maldita caída con esas zapatillas altas debió doler.
— me encuentro bien, es esa chica quien no lo estará si no evitamos que tae-moo la atrape o algo. — tanto sunghoon como serafim corrieron tras ellos.
la persecusión había concluido en un tae-moo indiferente y una serafim con el tobillo doblado. el dolor estaba matándola pero se negaba a preocupar a alguien, a su abuelo, a sus padres o a sunghoon, que cada cierto tiempo le inquiría si de verdad se encontraba bien.
— y este es el departamento de investigación. — su día concluía conociendo la faceta investigativa alimentaria, un grupo de tres personas algo perdidas en su pensamiento la recibieron en el laboratorio. — están siempre muy ocupados y en general son eficientes. —
los tres voltearon de inmediato, viéndose avergonzados.
— para todos, ella es cheol serafim. — cada uno se vio sorprendido a su manera.
— es un placer conocerlos. — se inclinó haciendo una reverencia.
algo atontados, los tres replicaron el símbolo de respeto.
— ¿dónde está shin hari?. —
— ha ido a revisar la macarela, del proyecto. —
shin hari, shin hari, ¿dónde había escuchado ese nombre antes?.
— debió informarnos de que había salido herida tras la caída, serafim. — la chica llevaba escuchando al menos diez minutos de unas extrañas reprimendas por parte de tae-moo quien parecía preocupado por la salud de su articulación.
la habían obligado, entre él y sunghoon, a deshacerse de su zapato y vendarse el pie en lo que llegaba a casa y era atendida correctamente.
— no quería alarmar a nadie, por el momento era un dolor soportable. —
— pero dejó de serlo cuando volviste a caerte, ¿verdad?. — sí, demonios, se había caído por las empinadas escaleras de go food y precisamente sobre el pie ya lastimado de antes.
— así es. —
— y aún así decidió no decir nada para llegar a este estado. — señaló tae-moo su pie. — sus padres y mi abuelo estarán muy disgustados. — ella resopló, encogiéndose en su asiento.
— no me lo recuerdes. — serafim no tenía idea a dónde se dirigían pero cualquier lugar menos su casa estaba bien. sunghoon iba tras un coche azul eléctrico para estacionarse, pero el dueño del mismo dio una reversa violenta, chocando contra ellos.
— demonios. — barulló serafim.
— bajaré a hablar con el conductor, no te muevas. — ordenó a serafim.
los minutos pasaban y sunghoon no parecía querer subir al coche de nuevo. tae-moo decidió bajarse y serafim objetó.
— ayúdeme. — abrió la puerta delantera del vehículo y tomó a la chica por la cintura, bajándola del sillón del coche y usándose a si mismo como sostén para que ella no se desequilibrara.
— ¿es usted jin young-seo?. — preguntó sunghoon. la mujer frente a él le sonrió.
— sí, ¿le suena conocido?. —
— me suena conocido. — intervino tae-moo a pasos lentos con serafim abrazando tímidamente el brazo del hombre. — usted no es jin young-seo. — la boca de serafim se abrió sorprendida.
estaban desconcertados.
— ¿no sabía que el robo de identidad es algo grave?. —
— ¿qué?, ¿robo de identidad?. — young-seo se notaba genuinamente confundida. — ¿dice que soy una impostora?. —
— tuve una cita con la verdadera jin young-seo hace algunos días. — la fachada de la mujer se desarticuló.
— ¿acaso tú eres kang tae-moo?. — el anterior nombrado y serafim conectaron sus miradas, comprendiendo la inocencia de young-seo al instante.
— agradezco que me traigas hasta aquí, no quiero que pienses que te convertirás en mi conductor personal o algo así. — rió nerviosa.
— no agradezcas. — sunghoon se lamió los labios todavía más nervioso. — si así lo deseas, puedes buscarme cada vez que necesites un auto. —
ella negó. — no quiero modificar la rutina que tú y tae-moo tengan, sería poco prudente de mi parte. —
— no representas molestia para ninguno, hablo por tae-moo también. —
— ¿estás seguro?. —
— lo estoy, tu seguridad es primero. — serafim sonrió, sacando de su bolso el último dulce de miel que le quedaba.
— es para ti. no es un agradecimiento a la altura, pero en realidad reconozco el trabajo que haces por mí. — el tomó el caramelo con devoción, guardándolo en el bolsillo de su chaqueta y bajó para suplir ayuda a serafim.
— no olvides que un médico debe hacerte una revisión, es importante. —
— sí, mi capitán. — serafim rodó los ojos. — pero por si acaso . . .— rebuscó en el interior de su gabardina hasta encontrar lo que buscaba. de nuevo, se lo extendió a sunghoon que lució desconcertado.
— no encontré un mejor lugar donde anotarlo, pero, ese es mi número, puedes llamarme o escribirme. — comentó con las mejillas rojas. — ya sabes, por si quieres hacerle un seguimiento a mi tobillo. —
sunghoon necesitó un par de segundos para recomponerse y se llevó la mano a la nuca.
— y-yo lo haré, tenlo por seguro. —
— regresa a casa con cuidado, sunghoon. —
— cuida de tu tobillo, serafim. —
author's note:
aynose, amo mucho a sunghoon.
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