chapter four, part one.

















𖡼 desde que te conocí, mi vida fue tuya. eres la estrella que convierte lo ordinario en algo extraordinario ༶⋆˙⊹。

chapter four: boy with luv.



— me hace feliz saber que volviste a terapia, cielo. — fue lo primero que serafim escuchó de su madre al bajar a la cocina ya arreglada para tomar el desayuno.

— ¿qué?. — preguntó frunciendo el ceño. 

— sí, querida. en la tarjeta de tu padre se registró el pago de una consulta psicológica al consultorio de una tal doctora oh. — abatadia, la chica sólo se recostó sobre la isla de la cocina y se llevó un trozo de piña a la boca. — me preguntaba cuánto tiempo más tardarías en regresar a eso. —

— no es un asunto importante. — respondió a secas.

— ¡claro que sí!. — exclamó entusiasta. — entre más rápido progreses con el trauma que tienes con el hijo de los lee, más rápido encontrarás un prospecto para casarte. —

serafim bufó. — el matrimonio es innecesario. —

— no lo es, eres nuestra única heredera y tu deber como tal es honrarnos cumpliendo nuestros planes. —

— es mi vida, yo decido cómo vivirla. — finalizó sin darle mucha importancia a su madre. — y antes de que agreges algo más a eso, mi respuesta al matrimonio sigue siendo no. — taeyeon suspiró dramáticamente.

— está bien. — cedió viendo a su unigénita salir por la puerta. — ¡pero después no te quejes si acabas siendo una soterona a los 30!. —

esa mañana el destino de serafim era el evento de degustación de la nueva línea de productos de go food, y estaba cordialmente invitada por su más íntimo amigo, tae-moo. 

un poco de sarcasmo al día no venía mal.

se bajó del coche de sus padres y emprendió camino hacia el edificio de la empresa que en ese día se encontraba atestado de personas yendo y saliendo. ella sonrió a todos los empleados del conglomerado que se inclinaban ante ella al verla y preguntó en una de las oficinas cuál de los auditorios utilizarían. cheol se sorprendió al ver tres equipos de trabajos promocionando sus productos, se acercó al último, tomó la comida en sus manos y agradeció con una sonrisa.

— por favor, dénos su opinión. —

el equipo número dos y realizó la misma dinámica.

— muchas gracias, señorita serafim. agradecemos todos los comentarios que usted quiera darnos. —

al llegar al equipo número uno, se sorprendió al encontrar al equipo de trabajo al que había visitado días atrás y al chef encargado de asesorarlos, un joven alto y guapo que se le hacía extremadamente familiar. 

— ¡señorita cheol!. — saludó inmediatamente la jefe del equipo. — muchas gracias por estar aquí. — la pelinegra tomó el plato entre sus manos que una chica más joven le extendió y sonrió desenfadada.

— muchas gracias a ustedes. — realizó una pequeña pausa detallando la comida. — ¿son ravioles de kimchi blanco?. — la pregunta de la mujer dejó al equipo helado. 

— ¿cómo lo sabe?. — preguntó el hombre bastante conmocionado.

— no lo sé, huelen como una receta que probé antes. — le restó importancia. — se ve delicioso, hizo un buen trabajo, chef . . . — observó el gafete del uniforme de cocina. — chef lee. — el chef sonrió en grande con las mejillas levemente enrojecidas. 

no todos los días una mujer tan atractiva le daba cumplidos. 

— espero que le gusten, señorita. — las personas en la sala se removieron ante la llegada de tae-moo. 

él esbozó una sonrisa imperceptible y se puso junto a serafim, saludándola con la mirada.

— bienvenido, presidente kang. —

— ¡dios mío, es él!. — los murmullos de admiración le hicieron gracia a serafim. 

sin que serafim se percatara, la figura de sunghoon se puso detrás de ella y la movió un poco con una de sus manos alrededor de su delgado brazo. con un susurro suave y voz fuerte, sunghoon saludó lentamente a la mujer. 

— hola, serafim. — ella sonrió inmediatamente, cediendo un espacio a su lado para que sunghoon pudiese ponerse allí. 

— presidente kang, ¿cómo está?. —

— señor, debió haber avisado que venía. — habló el del grupo de trabajo dos.

— siempre se debe estar preparado. — el hombre canoso del equipo uno se rió de su propio chiste. — señor, el equipo uno siempre está listo. hasta nuestro chef vino hoy.

— ¿en serio?. —

— si señor. —

la escrutante mirada de tae-moo se dirigió hacia el chef lee y a serafim le sorprendió la confianza del chico para no sentirse intimidado.

— déjeme presentarlos. él es el chef lee min-woo de cocina m, creó la receta de los ravioles blancos de kimchi. — tae-moo extendió la mano hacia el chef.

— soy kang tae-moo. —

— es un gusto conocerlo. — respondió el chef.

— ¡sorpresa!. — el trabajador del equipo uno acercó una bandeja con dos platos de los ravioles. 

— ¿son los ravioles de kimchi blanco?. —preguntó kang. 

— si señor. —

la mujer de gafas le extendió al presidente un tenedor. — pruébelo por favor, señor. — y aunque a serafim le pareció indignante que hubieran pasado de sunghoon como si no existiera, este evitó que serafim hablara dándole un semblante de indiferencia con el tema y una leve sonrisa.

una sonrisita que hizo suspirar como tonta internamente a serafim. tae-moo olisqueó con brevedad el platillo y luego se lo llevó a la boca y masticó durante segundos que parecieron horas. luego, puso el cubierto sobre la bandeja de madera.

— chef lee, ¿no tiene intuición?. — la cara de todos se transformó. — ¿por qué no tenemos algo tan delicioso como esto en nuestro menú?. — el alma volvió al cuerpo del equipo y sonrieron.

la risa efusiva del hombre que trabajaba en el equipo la hizo reír también.

— es un plato que improvisé con algo de kimchi que quedaba en mi casa, pero ahora, gracias a hari es un plato estrella. —

— si, leí la propuesta de la señorita shin y se nota que confía plenamente en ti, chef lee. —

— son buenos amigos desde la escuela . . . — la jefa interrumpió al hombre.

— así que por esa razón trabajan tan bien juntos. — serafim asintió con una sonrisa algo incómoda en el rostro. 

— por cierto, no veo a la señorita shin. — tae-moo analizó la veracidad de la información.

y la ausencia de la señorita shin en la degustación permaneció hasta que la degustación se dio por terminada. 

— yo opino que todas las personas deberían entrar en el mundo del vegetarianismo, lo cruelty free y gluten free. — sunghoon negó divertido, girando la cabeza para prestarle atención a la interesante charla que él y serafim habían mantenido durante el viaje en coche. 

— no porque tú seas vegetariana, solo utilices productos cruelty free y seas alérgica al gluten los demás deben renunciar a sus hábitos propios. — la chica abultó los labios en un mohín y le dio al hombre a su lado sus mejores ojos de chantaje. 

— ¿por qué no?, ¡es un estilo de vida saludable y amigable con el resto de las criaturas que habitan el planeta!. —

— tal vez tengas razón, pero es una decisión que requiere criterio y cuidado. — agregó señalando el abdomen de la chica. — no preguntaste si la pasta de los raviolis tenía trigo y mira como estás, parece que tuvieras un globo allí dentro. — serafim se rió. claramente había sido un poquito descuidada al ingerir los ravioles de la degustación en go food sin inquirir antes sobre la harina que se utilizó para hacerlos; así que más o menos diez minutos después, estaba en la enfermería del edificio medicada y bebiendo té de menta para pasar el malestar estomacal que el gluten le generaba. 

— oh, vamos. — exclamó con reticencia. — estaban muy ricos. podría ser una buena propuesta para tae moo . . . — se quedó mirando tras la ventanilla del auto durante varios segundos. — una línea de alimentos libres de gluten y otra para vegetarianos y veganos. — sunghoon sonrío todavía más contento, viendo como la pelinegra sacaba de inmediato el ipad de su bolsa de mano y empezaba a anotar en ella toda clase de ingredientes e ideas.

— calabacin, zanahoria, dátiles, garbanzos, anacardos, tofu, harina de almendras, patatas, soja. — y así continuó los siguientes diez minutos que les restaban de tráfico, hablando de ingredientes vegetales y alternativas amigables con los animales. 

aunque en el fondo a sunghoon le costaba admitir que no cambiaría un buen trozo de carne por intentos de la misma hechos de alguna proteína vegetal. 

al llegar a cocina m, él bajó del coche y se apresuró a abrirle la puerta de copiloto a serafim, que seguía ensimismada en su ipad. sin que ella se diera cuenta, sunghoon tomó su bolso del asiento y cerró la puerta, empujándola a seguir caminando por la calle sin tropezarse mientras murmuraba un sinfín de verduras que el hombre a su lado imaginaba.

— serafim, deja ese aparato. ahora. — la desagradable voz de tae-moo que había bajado del coche también la hizo suspirar, apagando el dispositivo. el señor cha le extendió su bolso y ella lo puso allí, dándole la sonrisa más dulce que hizo que él se sonrojara.

— eres un amargado, tae-moo, vas a envejecer más rápido de lo usual si sigues siendo así. — él la ignoró. 

por otro lado, hari entró en pánico y se tiró al suelo al percatarse de que tae-moo, sunghoon y serafim entraban a través del gran arco de m kitchen. el chef minwoo se acercó a ellos con expectación, reparando en serafim más de lo que a sunghoon le hubiera gustado.

no le agradaba para nada los ojos que ese chef ponía cuando estaba junto a serafim.

— por favor, entren. ¿a qué debo el placer de su visita?. —

— después de probar su comida, quiero saber más sobre el chef lee. — respondió tae-moo.

— es un honor que vengan. — habló volviéndose hacia serafim. — prepararé algo delicioso. —

— como esperaba, es un lugar popular. — la mujer a su lado asintió. 

— por favor, síganme. tomen asiento. — indicó con su brazo. los tres, con serafim de última dieron varios pasos hacia las mesas del lugar. — por cierto, hari está aquí. — les comentó con una sonrisa dándose vuelta hacia la mesa donde minutos antes ella y él estaban hablando. — qué raro, hace un momento que estaba allí. el chef sacudió la cabeza. — por favor, tomen asiento. —

tae-moo inmediatamente se sentó en una silla y sunghoon se acercó a la mesa cercana, tomando una silla de allí y poniéndola en otro extremo de la mesa. a continuación, sacó la silla de la mesa y la puso a una distancia en la que serafim pudo sentarse y ser empujada delicadamente hacia adelante por obra de la fuerza del señor cha. finalmente, él se sentó y la miró.

el chef marcó el número de hari un par de veces y al final pareció atender.

— hola, hari, ¿dónde estás?. — y básicamente, después de eso, el chef les explicó con voz apesadumbrada que la chica se había retirado por motivos del local de su familia y no volvería.

— es una pena. — habló serafim sin quitar la vista de su ipad que había vuelto a sacar al estar cómoda.

— iré a preparar su comida. —

— espere. — intervino tae-moo. — por favor, el plato que cocine para serafim debe ser elaborado con ingredientes que no contengan gluten, por favor. —

— sin informarle, la señorita serafim ingirió su receta de ravioles de kimchi blanco y tuvo una reacción de sensibilidad severa, agradecemos que lo tenga en cuenta ahora mismo. — continuó sunghoon viendo al chef lee con dureza. el mismo miró a serafim y se inclinó en disculpas.

— lamento mucho haberle causado percances de salud, señorita serafim. — ella sonrió restándole importancia.

— no se preocupe, chef lee, no podía saberlo. — el más joven le devolvió la sonrisa y sunghoon tuvo que limitarse a apretar los puños bajo la mesa.

tras una deliciosa cena que no tentó a lo desagradable que podía ser la enfermedad celíaca de serafim, el chef les acercó a la mesa tazas de té frutal para alivianar el estómago. la fémina sonrio con la taza humeante frente a su rostro, aspirando el olor.

— y, ¿cómo estuvo su comida?. —

— la señorita shin dijo que su comida era un deleite. ahora entiendo por qué dijo algo como eso, chef lee. estoy de acuerdo. —

— se lo agradezco. a hari siempre le encanta mi comida. —

— ¿se conocieron en la universidad?. — serafim frunció el ceño ante tal pregunta y buscó la mirada de sunghoon, quien bebía té despreocupado. 

— nos conocimos cuando teníamos veinte años, hace unos siete años más o menos. —

— se conocen desde hace siete años, ¿y solamente son amigos?. — la pelinegra se atragantó con el té, tosiendo lo más cuidadosamente posible en lo que sunghoon le extendía la servilleta de tela que siempre llevaba con él y le daba suaves palmadas en la espalda.

— ¿perdón?. —

— me disculpo si dije algo privado, supuse que después de tanto tiempo su relación sería algo más que solo amigos. — el chef se quedó callado y tae-moo bebió un sorbo de la bebida caliente. serafim agachó la vista incómoda y sunghoon la miró atentamente para librarse de la incomidad de la situación. 

ya en el coche, serafim iba en el asiento de copiloto como lo había hecho desde que se subió en el coche que conducía sunghoon mientras que tae-moo iba atrás, taciturno e irradiando más energía negativa de lo habitual. la chica cheol suspiró entre sueños, cubriéndose el pecho con la manta que también sunghoon llevaba desde que la conoció y se percató de que solía dormirse rápido. 

— siete años. — el murmullo de tae-moo sacó de su ensoñación a sunghoon. 

— señor, cuando le preguntó al chef lee sobre su relación con la señorita shin, ¿lo hizo por algo que escuchó?. —

— ¿a qué se refiere?. —

— escuché la conversación de los empleados y la señorita shin solía estar enamorada ddel chef lee. —

— ¿en serio?. — suspiró. — me recuerda a shin geum-hee. —

sunghoon lo observó, volviendo su vista al frente y ocultando una sonrisa cuando escuchó a serafim murmurar "cookies 'nd cream ice cream, please".

— serafim, arriba. — escuchó el eco de una voz masculina que la llamaba. sin embargo, estaba a punto de declararle su amor a oh sehun y eso no podía esperar. —¡cheol minjeong!. — el estruendo de la voz de sunghoon la hizo que diera una vuelta en la cama del hombre (él había dormido en el silló) y cayó de bruces al suelo.

— auch. — comentó frotándose los ojos somnolienta. — no hagas eso de nuevo, sehun iba a decirme que me amaba . . .  ¿o era al revés?, no lo recuerdo. — el señor cha negó con una sonrisa divertida y señaló la bolsa de basura que tenía en una mano, estaba totalmente vestido y listo para ir al trabajo. — el desayuno está en la mesa, iré a tirar la basura y cuando estés lista, llámame y vendré por ti. — ella asintió vagamente abrazando una almohada que se había ido al suelo con ella. 

— no te tardes, serafim. — emitió un gruñido en respuesta y lo último que escuchó fue la puerta del departamento cerrándose. al levantarse, vio que sunghoon había dejado su móvil en la encimera de la cocina y sintiéndose rayo mcqueen, tomó el aparato y poniéndose el suéter del hombre que estaba colgado en la entrada, corrió en pantuflas por el pasillo para alcanzarlo. 

bajó abruptamente por las escaleras para no tener que tardarse esperando el ascensor y unas voces más abajo llamaron su atención.

— ¿soy un virus o algo así?, ¿morirá si me acerco?, ¿no quiere usar el mismo ascensor en el que esté yo?. —

— no es eso . . . — respondió él suavemente.

— es obvio que me está evitando, pero esto también es difícil para mí, ¿acaso no tiene modales?. — 

— no la estoy evitando. — volvió a hablar con lentitud y levantó la bolsa en su mano. — fue por esto. —

la señorita young-seo se quedó sin palabras. 

— ¡sunghoon!. — la voz dulce de serafim hizo que la viera bajar con prisa. 

— serafim, ¿qué sucede?. — preguntó preocupado viéndola de pies a cabeza hiperventilando por el esfuerzo. 

— dejaste . . .  tu . . . móvil. — indicó entregándole el celular al hombre quien lo recibió con media sonrisa. 

— gracias. — ella sonrió en grande. 

youngseo la observó, dándose cuenta que estaba en pijama, con el pelo desordenado y sobre todo, con el mismo suéter con el que había visto al secretario cha antes. 

eso la desilusionó. 

— nos vemos más tarde. — y así, la mujer subió de nuevo las escaleras. — adiós, señorita youngseo. —

— creo que sé a dónde vamos. — indicó serafim comiendo una kit-kat que sunghoon le había comprado después de que pasó por ella.

él guardó silencio y segundos después llegaron a la casa donde cheol serafim tenía algunos recuerdos poco vívidos de su infancia. 

después de perder a jake en canadá, había sufrido un caso de depresión severa en donde no dormía, no comía y mucho menos salía. de esa forma, mientras sanaba e iba a terapia psicológica y psiquiátrica, serafim se había dado cuenta de que muchos de sus recuerdos fueron suprimidos. según sus médicos, era una forma que su cerebro y conciencia tenían para protegerse y protegerla; así que cosas tanto de jake como de su infancia se convirtieron en recuerdos borrosos a los que le gustaba acceder de vez en cuando con atención para ir coloreandolos de a poco y recordar detalles que no recordaba.

al bajarse del coche, serafim escuchó a sunghoon hablar al teléfono, probablemente con el abuelo.

en la entrada ambos se deshicieron de sus zapatos y se pusieron un par de sandalias para andar por casa. al subir las escaleras, el golpe de las memorias sacudió a serafim quien podía verse a sí misma correr por esos pasillos.

sunghoon se separó de ella abriendo la puerta de una de las habitaciones mientras ella se dirigió inmediatamente a la habitacion frente a esa. giró el picaporte y los ojos se le llenaron de lágrimas.

recordó al abuelo de tae-moo jugando con ella a las princesas en lo que su abuela la miraba con diversión. cheol tomó asiento en la cama, acariciando las sábanas de la misma. vio los libros en los estantes, su tocador rosa, sus muñecas y el primer set de maquillaje infantil que le regalaron para navidad. en la mesita de luz, encontró un portaretrato con la foto de ella, el abuelo de tae-moo y su abuela. 

y en la cómoda, estaban ella y tae-moo. ella tiraba de sus orejas y él se quejaba. 

soltó una risita ahogada, sintiéndose víctima de la nostalgia que no se había podido permitir debido a su falta de recuerdos.

— ¿qué estás haciendo aquí?. — la pregunta de tae-moo la sobresaltó. ella evitó mirarlo parado junto a la puerta mientras se secaba las lágrimas con el dorso de su chaqueta y dejaba la foto en donde estaba.

— nada. trataba de recuperar algunos recuerdos. — cuando ella giró a verlo, no encontró en él la típica expresión estoica con la que la que la miraba. ni siquiera había un atisbo del desespero o desagrado que ella le generaba. 

no.

la estaba mirando con un brillo en los ojos inexplicable, con una calidez que sólo el tae-moo de ocho años podía mirar a serafim de seis sentada sobre el pasto, con el sol sobre sus hombros y unas flores en la mano. 

ya no la miraba.

la observaba.

— tenías algunos recuerdos reprimidos, ¿no es así?. — asintió, secándose los restos de lágrimas en sus mejillas. — vamos. — serafim se levantó de la cama, cerrando la puerta tras ella. 

al entrar en la siguiente habitación, ambos vieron a sunghoon con una libreta azul en la mano, igual de ensimismado que serafim.

— ¿qué hace aquí?. —

— recordando. — respondió, poniendo de vuelta la libreta en su lugar. — este lugar no ha cambiado nada. —

— sí, es cierto. mi abuelo desea que se mude de nuevo aquí. — tae-moo sonrió. — yo estoy de acuerdo, ¿lo va a considerar?. —

— no. no lo creo. — se apresuró a responder. — lo último que quiero es sufrir más. — 

— ¿sufrir?, ¿quién lo ha hecho sufrir?. — preguntó tae-moo mientras que sunghoon abandonaba el recinto. 

en la mesa con el abuelo a la cabeza, los tres se sentaron con un deje de inconformidad.

— ah, ¿cuánto tiempo ha pasado de que comimos todos juntos a la mesa?. — el abuelo sonrió. — este lugar al fin se siente como un hogar. —

— eso es cierto. — intervino la mujer de la cocina con otra sonrisa completa.

— ¿verdad que sí?, aunque si la señorita geum-hee estuviera aquí como mi nieta política junto con unos lindos bisnietos al fin podría morir como un hombre feliz. — el anciano la interrumpió. — y antes de que digas algo, serafim, también me haría MUY feliz que trajeras un buen muchacho a casa, uno que valga la pena . . . — se quedó pensativo. — uno hombre como sunghoon, ¿no es cierto, hijo?. — 

sunghoon se atragantó con su café tal y como le había pasado la noche anterior a serafim y ella se rió.

— dices lo mismo desde que cumplí veinte años. — respondió tae-moo.

— y me escribes lo mismo desde que tuve veintidós. — añadió serafim.

— ¿no te cansas?. — inquirieron los dos al mismo tiempo.

— ¿cuál es el punto de tener tanto dinero?. soy un anciano solitario en una casa vacía comiendo sin que nadie lo acompañe. —

— comer solo ahora está de moda. por eso nuestros productos se venden bien, la gente come con prisa. —

— y más si son gente ocupada. — señaló la mujer.

— siempre tienen que corregirme. — se quejó con molestia. — ¡bien!, o te casas este año, o dos días a la semana comerán aquí. tú incluida, muchachita. — los tres tosieron repetidamente, queriendo huir de la situación. 

— abuelo, dos veces es demasiado. mi . . . mi agenda está repleta y también . . . — miró a serafim y sunghoon buscando ayuda. 

— y además mi casa está muy retirada, me desperté muy temprano para llegar a tiempo. — y seguido de eso, sunghoon bostezó. 

— y-y yo tengo que estar a cargo los próximos meses de la agencia, mamá y papá se irán de viaje. — apuntó serafim llevándose un tomate a la boca.

— ahora que lo dices, ¿por qué no te mudas de nuevo aquí, sunghoon?, aún no lo entiendo. te fuiste de aquí desde que te graduaste de la universidad. —

— tú ni siquiera recordabas esta casa porque te fuiste y te alejaron de mí cuando eras una pequeña. — la miró. — y ahora actúas como si comer juntos fuera un acto de caridad. — reprendió a tae-moo. — ¿y así se consideran mis nietos?. —

tae-moo dejó caer los cubiertos abruptamente sobre la mesa.

— ¿cómo está la agenda?. — le preguntó a sunghoon quien inmediatamente sacó su móvil. 

— está libre el viernes temprano. ¿le parece si nos reunimos ese día?. — 

— oye, déjame ver. — el abuelo le quitó de las manos el móvil con el calendario a sunghoon. — tae-moo, ¿sabes qué se celebra este sábado?. —

— eh, ¿este sábado?. — levantó una ceja. 

— ¡sí!. — exclamó. 

tae-moo volvió a buscar con la mirada a sunghoon y serafim quienes levantaron su dedo índice señalando un número. al ver que el abuelo se percataba, sunghoon se llevó una mano a la cabeza aparentando tocarse el cabello y serafim se observó las uñas con desinterés.

— hay cosas que no puedes olvidar, ¡en especial un día como este!. — el mayor volteó la pantalla enseñándole a su nieto. — aquí, mira. —

serafim suspiró, dándose un facepalm demasiado fuerte que hizo que la marca de sus dedos quedara en su frente y sunghoon lo usara de cebo para que ambos se fueran a buscar una pomada. horas después, los tres se habían librado de la tormentosa presencia del abuelo y se iban de regreso a la ciudad. 

— la señorita geum-hee te dejará cuando se entere de que olvidaste su aniversario, ¡¿cómo puedes olvidar algo tan importante?!!. — exclamó intentando golpear la cabeza de tae-moo, pero él se movió y logró que el hombre se fuera hacia adelante perdiendo el equilibrio por un momento. serafim se acercó y lo sostuvo por el brazo. 

— gracias, cariño. — se volvió a tae-moo. — ¡grosero!, eres un desconsiderado. seguro te olvidarás de aparecer el día que sea mi funeral. —

— ¿cómo puedes decirme algo así?. por supuesto que yo no lo olvidé. —

— ¿entonces por qué programaste algo más ese día?. —

— la señorita serafim y yo le dijimos que tenía . . . — el abuelo no dejó que sunghoon siguiera hablando. 

— cancela todo y programa una cita con la señorita geum-hee. yo mismo haré la reservación. yo me encargo. — 

y el abuelo se fue un poco lejos para llamar por teléfono.

los tres se miraron.

— perdone, señor, pensaba programar algo por si acaso preguntaba. — serafim puso una mano en el hombro del señor cha, enviándole al fornido hombre un escalofrío abrasador.

— no tienes que disculparte con tae-moo, sunghoon, hiciste lo que debías teniendo en cuenta que quien debería encargarse por completo de mantener esta farsa para tener al abuelo feliz no es más que tae-moo mismo. — sunghoon le agradeció con una sonrisa. 

— ¿qué sugiere?, su agenda para ese día ya está saturada. —

— está bien. — respondió sorprendiendo a serafim. — siempre podemos hacer cambios en la agenda. — y tae-moo avanzó hasta el coche.

sunghoon ladeó la cabeza confundido como un cachorro y serafim volvió a fruncir el ceño. 

— ¿podemos hacer cambios a su agenda?. —

— al parecer sí. — contestó serafim con una risita cantarina. 

tae-moo estaba enloqueciendo y todo por una mujer.

























































































tory's talk: 


REVIVÍ, ÁMENME

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