𝖛. potter stinks
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CAP. 005 ❪ potter apesta ❫ ˊˎ-
LA NOTICIA DE QUE HARRY POTTER era el segundo campeón de Hogwarts era lo único de lo que se hablaba. La mayoría de las veces se decían cosas terribles sobre él y él intentaba que no le importara lo que pensaran. Los Hufflepuffs estaban furiosos con él, por no decir otra cosa. Sentían que Gryffindor, una vez más, les estaba quitando todo el protagonismo, incluso cuando no lo merecían.
Camille observó cómo los amigos de sexto año de Cedric entregaban las chapas. Draco Malfoy las había hecho y las había repartido a otros alumnos. En su opinión, era bastante graciosa. Después de todo, fue ella quien les dio la idea. Era una chapa que decía «Cedric manda — ¡El AUTÉNTICO campeón de Hogwarts!», y luego pasaba a «POTTER APESTA».
—Mill, tienes que disculparte con Harry —dijo Willow desde su lado, cerrando su libro de texto de Pociones.
Camille dejó escapar un suspiro exasperado.
—Pero, ¿por qué? —se quejó, levantando la vista de sus propios deberes.
—Por eso —la chica de pelo oscuro señaló hacia las chapas que se estaban entregando—. Creo que Cedric es el auténtico campeón, pero las chapas son simplemente innecesarias.
—¡Pero son graciosas! —argumentó Camille.
—¡No, son crueles! —regañó Willow mientras se levantaba del sofá amarillo—. Venga, vamos a ir a buscarlo y te vas a disculpar.
No se podía discutir con Willow Castillo. Era como la madre de su grupo de amigos. La que los regañaba cuando hacían o decían algo malo. Ella era la que mantenía a los otros cuatro comportados y fuera de los castigos.
Harry estaba sentado junto al Lago Negro, intentando terminar los deberes. Aunque se distraía fácilmente con Neville Longbottom, que no dejaba de charlar sobre la planta que había encontrado. El chico de pelo azabache oyó unos pasos que se acercaban a él. No tenía intención de levantar la vista, pues sabía que probablemente estaban allí para burlarse de él. Peor aún, podrían ser Draco Malfoy y sus estúpidos secuaces.
Ron Weasley, su mejor amigo, no le creyó. Aunque Harry había intentado decirle que no había puesto su nombre en el Cáliz de Fuego, Ron lo ignoraba. Ni siquiera Hermione pudo mirarlo directamente a los ojos en los últimos dos días.
—Hola Neville —dijo una dulce voz femenina. La voz le resultó muy familiar y en un instante, Harry supo exactamente de quién se trataba.
Era la misma voz que podía pasar fácilmente de un tono amistoso a uno frío. Temía esa voz, pero al mismo tiempo no. En ese momento, fue un alivio oír hablar a alguien más que a Neville.
—Potter —saludó Camille, metiendo sus frías manos en los bolsillos. Harry levantó la vista de su pergamino, esperando ver un ceño fruncido o una mirada fulminante, pero se encontró con unos suaves y cálidos ojos castaños avellana.
«Esto tiene que ser algún tipo de estratagema», pensó.
—¿Vienes a decirme que le he robado el protagonismo a tu hermano? —preguntó Harry empezando a sospechar ya que no tenía su expresión habitual cuando ponía los ojos en él. Su mirada pasó de Camille a Willow, obviamente confundido sobre el motivo de la presencia de las dos Hufflepuffs.
Camille frunció el ceño, claramente descontenta con su respuesta.
—La verdad es que no —contestó, apretando los dientes, pareciendo que intentaba contener un comentario. Miró hacia atrás a su amiga, que le dio una mirada—. Estoy aquí para decirte que lo siento.
Harry, tomado por sorpresa por esto, se levantó de su sitio. Neville había abandonado la planta en su mano mientras observaba atentamente el intercambio. Nunca, en los cuatro años que llevaba conociendo a Harry y a Camille, los había visto conversar con normalidad. Normalmente discutían o se lanzaban palabras vulgares el uno al otro.
—¿Q-Qué? —balbuceó Harry.
—No me hagas decirlo otra vez —respondió ella, con los ojos clavados en los suyos—. Sólo he venido a disculparme por lo de las chapas. Fue... fue una especie de... idea mía. Malfoy me oyó hablar de ello y luego las hizo.
—Vaya, gracias —se burló, volviendo a centrar su atención en Neville.
Ahí estaba; la misma expresión que siempre tenía cuando discutía con él. Parecía que sus orejas podían echar humo de lo enfadada que estaba.
—¿Sabes qué? —empezó, con las manos cerradas en un puño—. Al menos he venido a disculparme. No es culpa mía que ese idiota se tomara la broma tan en serio. Nos vamos —se dio la vuelta, agarró a Willow del brazo y se marcharon.
Harry se quedó parado con una expresión de enfado en el rostro. Primero el mensaje algo confuso de Hermione y sus gritos, luego Camille disculpándose con él. Después de eso, se enteró de que tendría que luchar contra un dragón para la primera prueba. Y por último, el extraño coqueteo de Hagrid y Madame Maxime. Su primer mes de regreso a Hogwarts no había sido más que extraño, confuso y, en general, terrible.
AL DÍA SIGUIENTE, casi todos llevaban las chapas y le gritaban comentarios groseros. La mayoría eran de Hufflepuff. Aunque tenían fama de ser buenas personas, esa proeza era todo lo contrario a eso.
Finalmente, Harry encontró a la persona que estaba buscando. Cedric estaba sentado en un banco, y a su lado estaba su hermana. «No haría daño contarle a ella también lo de los dragones, ¿no?», pensó. Sin embargo, decidió no hacerlo. Debería enfadarse con ella o despreciarla aún más, pero no lo hizo. Incluso después de todas sus discusiones de los últimos tres años, nunca sintió ningún tipo de ira o enfado hacia ella.
—¿Podemos hablar? —preguntó Harry, llamando la atención de los hermanos. Para su sorpresa, Camille no dijo nada y evitó el contacto visual con él.
—Vale —respondió Cedric, levantándose de su asiento y siguiendo al chico más joven.
—Dragones. Es la primera prueba —informó Harry—. Un dragón para cada uno.
La boca de Cedric cayó ligeramente, boquiabierta.
—¿Vas en serio? —preguntó él, a lo que Harry asintió—. Y Fleur, Krum, ¿saben que. . .?
—Sí —respondió Harry antes de que el castaño pudiera terminar la pregunta.
Justo cuando Harry se iba a marchar el chico de sexto año agregó:
—Escucha, lo de las chapas. Quise impedirlo, pero...
—No te preocupes —respondió Harry apresuradamente.
—Y Camille lo siente de verdad por ellas —añadió Cedric—. Ella sólo estaba bromeando y ellos se lo tomaron demasiado en serio.
Harry asintió y se alejó. Pasó junto a Camille, que los observaba con curiosidad, pero cuando sus ojos se posaron en ella, volvió a bajar la vista a su libro de Runas Antiguas.
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