여덟 ━━━ 𝐎𝐂𝐇𝐎
여덟 ━━━━ 𝐎𝐂𝐇𝐎
❝ 𝐀 𝐯𝐞𝐜𝐞𝐬 𝐭𝐞𝐦𝐨
𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐨 𝐡𝐚𝐲𝐚 𝐯𝐢𝐝𝐚
𝐭𝐫𝐚𝐬 𝐥𝐚 𝐦𝐮𝐞𝐫𝐭𝐞.
𝐀 𝐯𝐞𝐜𝐞𝐬 𝐭𝐞𝐦𝐨
𝐪𝐮𝐞 𝐬í 𝐥𝐚 𝐡𝐚𝐲𝐚 ❞
Minho no pudo reaccionar a la muerte del menor del grupo cuando su corazón se estrujó y sintió que algo le faltaba en ese momento. Cuando se había despertado debido a los gritos de Hyunjin, Jisung ya no estaba en la habitación. Supuso de inmediato que ya se encontraría en el salón. No obstante, Han no estaba allí con ellos en el salón.
Le echó una mirada a cada uno de ellos. Estaban rotos, algunos miraban el cuerpo de Jeongin esperando a que este se pusiera en pie o abriera los ojos, cosa que no pasaría. O estaban de espaldas a este con tal de olvidar la imagen que se quedaría grabada en sus mentes por el resto de su vida.
Pero ninguno de ellos se dió cuenta de que faltaba Han Jisung.
Ninguno a excepción de Minho que, siendo lo más irrespetuoso posible, desvió la atención que tenían sobre el fallecido hacia su novio.
—¿Dónde está Jisung?
Si bien ninguno contestó, buscaron con la mirada al chico ausente. La cocina se encontraba abierta y era bastante pequeña, por lo que se podía ver toda su extensión con la puerta abierta. Allí no estaba.
El departamento consistía en cuatro habitaciones, un cuarto de baño, la cocina y el salón. Algo pequeño pero suficiente para que pudiesen vivir ocho personas.
Minho corrió veloz —como pudo con la cojera— hacia el cuarto de baño, el único lugar que quedaría por ver. Sus manos ya de por sí temblaban del suceso anterior y más ahora que estaba sumamente aterrado por su pequeño.
Abrió la puerta y quiso morirse allí mismo.
—¡Jisung! —gritó cayendo de rodillas al suelo, comenzando a llorar sin poder evitarlo— No, no, no, no —negó innumerables veces mientras gateaba hasta el cuerpo inerte de su novio.
Han estaba tirado en el suelo con una tonalidad casi azul con una cuerda floja alrededor del cuello. Lee lo arrulló contra sus brazos importándole poco que la piel fría del otro le pusiera la piel de gallina.
Minho nunca lloraba. Ni siquiera lo hizo frente a Jisung, más que nada porque no tuvo una razón de peso como para llorar y mucho menos de aquella forma tan desgarradora en la que lo estaba haciendo en ese momento.
—Vida mía, despierta —llamó entre pequeños sollozos al tiempo que acariciaba su cabello.
Chan fue detrás de Minho, encontrándose ya con la fuerte escena de Lee abrazando el cuerpo sin vida de Jisung mientras lloraba desconsolado. Sabía que ya nada se podía hacer por el menor tirado en el suelo del baño, pues el color de su piel azulada avisaba que ya hacía horas había fallecido.
No permitió que otros miembros entraran en el cuarto de baño. Si él ya se encontraba demasiado mal viendo aquello, no quería arruinar más la poca salud mental del resto. Más no hicieron falta palabras para explicar lo que estaba pasando.
Changbin se sentó abruptamente en el suelo con las manos en la cabeza, mientras que Felix y Seungmin se abrazaban asustados a la vez que lloraban la muerte de sus amigos.
Por otra parte, Hyunjin ni se inmutó de lo que pasaba a su alrededor. Ni siquiera podía escuchar los sollozos de Minho causados por la muerte de su pareja. Estaba tan absorto mirando el rostro inmóvil de Jeongin, que no reparó en lo que sucedía en el departamento.
Pensó que seguía siendo hermoso aún muerto. Aún manchado de sangre y sucio por todas partes. Parecía un ángel que estaba teniendo un profundo sueño.
El exbailarín, por su parte, se tomó su tiempo para abrazar a su difunta pareja, preguntándose en qué momento había pasado aquello y como no se había dado cuenta antes. En qué momento había salido de la habitación. En qué momento entró al baño. O más bien, en qué momento alguien le obligó a ir al baño y lo asfixió ahí mismo, sin piedad.
Separó un poco el cuerpo de su pecho, mirándole con detenimiento la cara. Apartó con un poco de rudeza la cuerda —que se encontraba suelta— que estaba alrededor del cuello de Jisung y miró expectante la zona entre la barbilla y el hombro.
Poseía unas marcas bastante amoratadas rodeándole el cuello. Claramente, alguien le enrrolló la cuerda en el cuello y apretó e hizo presión desde dos extremos hasta que Jisung se quedó sin aire y expulsar su último aliento. Robándole, así, la vida.
Por ende, la rabia comenzó a aplastar la tristeza casi en su totalidad. Cogió el cadáver de su pareja al estilo nupcial y salió del baño con él en brazos. Chan quiso evitar que saliera de allí con él, pero no se lo impidió.
Seungmin fue más rápido que Felix y estuvo a tiempo de girar la cara de su novio antes de que viera el cuerpo de Han. Changbin quiso vomitar allí mismo, porque muchos sentimientos le abrumaban de repente.
Minho, decidido, dejó el cuerpo a un lado del de Jeongin. Y sólo así, Hyunjin salió de su trance, mirando el cuerpo del rapero. Sin embargo, tampoco se inmutó, simplemente lo miró con la misma expresión neutra que tenía desde que Jeongin se había ido. Pero, aunque no lo expresara, estaba asustado y triste y melancólico.
Minho se lo tomó como una señal; fue algo que le dijo que tenía al culpable delante de sus narices. Y debía hacer algo.
Agarró el cabello largo de Hyunjin desde sus hebras con tanta fuerza como si quisiera arrancarle cada uno de los pelos que tenía y le hizo levantarse entre quejidos.
Chan se acercó rápidamente, queriendo separarlos.
—Minho, para. Suéltalo.
Minho le obedeció, pero no de la manera en la que Bang quería. Si no que lo empujó con fuerza, Hwang tropezó con una mesa baja y cayó de espaldas al suelo.
Dispuesto a moler a golpes al que suponía era el asesino de su novio, avanzó unos pasos, hasta que Chan se interpuso.
—Déjame, Bangchan.
—Por favor, para —suplicó entre lágrimas, totalmente destrozado.
—¿Es que no lo entiendes? ¡Es un puto asesino! ¡Ha matado a Jisung y también lo ha hecho con Jeongin! —vociferó escupiendo levemente en el rostro del líder— ¿Qué no te das cuenta? Esto es un plan suyo para vengarse de mí, ¿no es así, imbécil? —a pesar de que seguía soltando lágrimas, esta vez eran de furia.
—Yo no he matado a nadie —Hwang murmuró entre dientes— Intenté salvar a Jeongin.
—Estuviste aquí toda la noche, ¿qué no viste a Jisung entrar al baño con otra persona? ¿No escuchaste nada? —preguntó irónico, dispuesto a hacer daño.
—Me dormí y por eso tampoco pude hacer mucho por Jeongin —se justificó, pero aquello sólo enfureció más al otro.
—¡Minho, para! —exclamó cuando el nombrado hizo el amago de desistir el agarre del líder— No quiero más muertes, por favor —Chan abrazó con fuerza al moreno y este se deshizo en lágrimas y lamentos sobre el hombro de su mayor.
—¿Y ahora qué voy a hacer? —sollozó Minho.
It's your fault
It's your fault
It's your fault
Eso ya lo sabía. Se lo decía a menudo su subconsciente.
—Lo sé —dijo en un susurro, asintiendo con la cabeza al mismo tiempo.
Why are you still here?
—No lo sé.
Había pensado muchas veces en ello pero nunca había sido lo suficientemente valiente como para hacerlo.
Una vez, se tomó unas cuantas de pastillas de diferentes tipos que encontró en su casa antes de ir a dormir junto a Minho. Sin embargo, sus planes no salieron como quisieron cuando despertó a la mañana siguiente con gastroenteritis y vómitos. En ese entonces Minho pensaba que Jisung podría estar embarazado y se le veía sumamente feliz.
Han se sintió horrible consigo mismo al ver a Minho tan feliz por pensar en que tendrían un bebé, pero lo que éste nunca supo es que intentó suicidarse. Había esperado morir al lado de su pareja y que este lo encontrara en ese estado. No había pensado en él cuando tomó aquellas pastillas y deseó morir porque la culpa lo carcomía.
Prometió no volver a intentarlo más, al menos hasta que Minho siguiera a su lado. Porque realmente Minho era quien mantenía vivo a Jisung, el que le daba ganas de seguir viviendo.
Se dió de golpes leves en el rostro quitando aquellos pensamientos intrusivos, no iba a permitir que su mente ganara aquella batalla otra vez.
Lo mejor sería volver con Minho y dormir hasta que salga el sol; pensó.
Aún con esa idea en mente, quiso ir al baño a hacer sus necesidades. Sin embargo, no llegó a cerrar la puerta porque todavía no había luz, por lo que la dejaría abierta para que la luz del salón llegara —aunque fuese escasamente— hasta el baño.
Cuando terminó, tiró de la cisterna y cerró la tapa del inodoro. Después, se acercó al lavabo con el fin lavar sus manos, riéndose de sí mismo al recordar que tampoco había agua.
Rápidamente notó como algo pasaba frente a su cara —corroboró segundos después que se trataba de una cuerda ancha—, le rodeaba el cuello por la espalda y estiraba de ambos extremos asfixiandole.
Intentó quitarse la cuerda del cuello mientras forcejeaba con aquel sujeto a sus espaldas que parecía que tenía mucha rabia acumulada. Quiso gritar, pero no podía.
Con las pocas fuerzas que le quedaban, se impulsó hacia atrás con fuerza hasta que el contrario chocó con la pared, la que era cercana a la puerta que seguía entreabierta.
Jisung confió en que había ganado algo de ventaja, pero no fue así. El otro, de un rápido movimiento, salió de detrás de Han y se posicionó frente a sus narices, dando la cara. Estampó el cuerpo del menor contra la pared sin soltar ambos extremos de la cuerda y seguir estirando con fuerza.
En eso, Jisung pudo ver la cara de su oponente gracias a la poca luz que entraba por la puerta, además de su mirada llena de rabia y odio.
El menor lloró pensando que era normal, que se lo merecía, que no le recriminaría nada por haberlo matado. Simplemente tenía que pasar y, por ello, no puso resistencia cuando el otro apretó más el agarre quitándole todavía más el aire.
Sonrió al recordar los buenos momentos que había pasado junto a esa persona. Sobretodo se acuerda de cuando se conocieron, aunque ambos eran de la misma altura en aquel momento, el otro era aún más enclenque que él y ahora estaba allí haciéndole trizas el cuello. Irónico.
Se mantuvo viendo los ojos del que sería su asesino en los siguientes segundos y reparó en que no había ni un solo ápice de arrepentimiento o felicidad por hacer aquello. Tan sólo era rabia.
Cuando apenas le quedaba aire en los pulmones, recordó a Minho y supo de inmediato que no quería morirse. Sin embargo, ya fue demasiado tarde. Siendo su última acción en la tierra la de arañar el brazo izquierdo del otro y su último pensamiento cuánto quería a Lee Minho.
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