네 ━━━ 𝐂𝐔𝐀𝐓𝐑𝐎

네 ━━━━ 𝐂𝐔𝐀𝐓𝐑𝐎

❝ 𝐃𝐞𝐥 𝐦𝐢𝐬𝐦𝐨 𝐝𝐨𝐥𝐨𝐫
𝐧𝐚𝐜𝐞 𝐮𝐧 𝐚𝐦𝐚𝐧𝐞𝐜𝐞𝐫 ❞





A pesar de que el cuerpo de Jeongin cayó al suelo frente a sus ojos, Seungmin rápidamente se agachó a ver por el agujero que había dejado la bala en la puerta. Sólo pudo ver una tela negra pasando por delante y desapareciendo.

Los gritos de Jeongin despertaron a todos del shock en el que se encontraban.

—¡Duele! —vociferó en el suelo, agarrándose el abdomen, el cual sangraba y dejaba un charco de sangre a su alrededor.

—¡Minnie! —gritó Felix asustado, levantándose a duras penas de la silla para ver si el futuro padre de su hijo seguía intacto.

Este corrió hacia él, haciendo que se sentara de nuevo. Acunó sus mejillas entre sus manos y le dijo:

—Quédate aquí y no te muevas, ¿de acuerdo? —Felix asintió sorbiendo su nariz, nervioso y amenazando con llorar.

Seungmin echó una mirada a Han, el cual tenía la boca medio abierta y los ojos iban a salirse de sus órbitas, sus uñas enterrandose en sus muslos.

—Jisung, ¡Jisung! —gritó una segunda vez, asustandolo— Necesito que te quedes con Felix, por favor —este asintió vagamente, parpadeando un par de veces y sentándose al lado del australiano, acomodando los cojines de la silla.

Hyunjin se veía a sí mismo temblando con sus manos haciendo presión sobre la herida abdominal de su menor mientras este gritaba de dolor y lloraba.

Minho, por su parte, cogía la cara de Yang y le decía cosas para calmarlo.

—Mírame, I.N–ah, eres un chico fuerte, ¿a qué sí?

Bangchan había llegado con el botiquín, esperando poder hacer algo por el chico. Changbin, por su parte, regresó de la cocina con un par de aspirinas, esperando que con eso pudiera calmar su dolor.

Lee hizo presión sobre la cara del herido para que no pudiera ver como sus mayores intentaban curarlo.

—Levanta su camiseta —le ordenó a Hyunjin.

Dejó de hacer presión y levantó su camiseta poco a poco. Jeongin gritó nuevamente, puesto que la tela se había pegado a la piel en carne viva, expuesta y herida.

No debió dejar de apretar la herida, más pronto lo hizo, más sangre comenzó a salir de la piel a borbotones.

—No podemos de-dejar de presionar, si no, se... se desangrará —susurró Changbin hacia el mayor.

—Está bien —asintió—. Tenemos que levantarlo, así podremos ponerle una venda y algo con lo que presionar la herida.

Seungmin se quedó paralizado al ver como su menor estaba agonizando debido al dolor. Era su culpa. La bala iba hacia él por haber roto las normas del televisor.

Aquello no era una broma. Aquello iba en serio.

—Minnie, ayúdanos —le dijo Chan autoritario.

Minho junto a Seungmin ayudaron al herido a reincorporarse mientras este acallaba sus gritos por un trozo de tela en su boca que mordía con fuerza. Mientras tanto, el de melena apretaba la herida ahora con unas gasas, al mismo tiempo que entre Chan y Seo se disponían a rodear con vendas el abdomen, apretando bastante fuerte. Finalmente anudaron la venda y se separaron del menor.

Por suerte, la herida había dejado de chorrear. Suspiraron un poco más calmados.

No obstante, la calma que habían sentido al estabilizar a Jeongin fue efímera, que se esfumó conforme la incertidumbre los atrapaba de nuevo.

—Te llevaré al sofá —demandó Hyunjin pasando uno de sus brazos por el pliegue trasero de las rodillas y por la espalda del herido. Seungmin colocó el brazo izquierdo de Jeongin sobre los hombros de Hwang para que pudiera sujetarse.

El peliverde soltó un alarido cuando fue levantado y dejado con la delicadeza que pudo en el sofá.

Hyunjin se sintió sucio con sus manos llenas de sangre, manchando todo lo que tocaba. Quiso dirigirse hacia el cuarto de baño y poder lavarse, pero Jeongin cogió su brazo deteniendo el paso.

—No me dejes solo —suplicó, respirando con dificultad.

—Voy a limpiarme las manos, ahora vuelvo.

—Por favor —imploró, echándose a llorar.

—No voy a dejarte solo, será un segundo —las palabras que dejó salir fueron inaudibles porque también estaba a punto de derramar lágrimas y un nudo en la garganta que no le dejaba respirar.

Si bien había disfrutado con el dolor que le pudo causar a Minho con su lesión, le dolía en el alma ver herido a Jeongin, a quien sentía como un hermano menor.

Aunque Jeongin siempre había sentido otras cosas por Hyunjin, por eso se comportaba reacio con él, porque no había podido olvidarlo.

Reparó en sus sentimientos cuando comenzaba a sentirse mal al ver a Minho y Hyunjin dándose caricias o besos en cualquier parte de la casa. Por ello, aprovechaba que esa relación no se hizo pública en ningún momento y la pareja se mantenía separada en sitios públicos para poder acercarse a Hyunjin.

A Lee nunca le había gustado ese acercamiento y más aún cuando parecía que Hwang respondía a los cariños del menor. Siempre había sido un hombre celoso con cada una de sus parejas.

Hyunjin cerró la puerta del servicio y se permitió llorar un poco. Rascó con sus uñas la piel de sus manos bajo el agua para poder sentirse limpio hasta que no pudo distinguir entre la sangre de Jeongin y la suya con las nuevas heridas que se había causado.


En cambio, en el salón, justo delante de la puerta por la que había traspasado la bala, se encontraba Bangchan limpiando el charco de sangre con una toalla. Con su antebrazo limpió el sudor de su frente al hacer un descanso. Le dolían los brazos de tanto frotar y se cuestionó a sí mismo si estaba haciendo bien.

Dos de sus miembros estaban heridos en graves condiciones y no podían salir de allí, por suerte el botiquín de emergencia seguía estando en el cuarto de baño y algunos de ellos habían traído sus propias aspirinas.

Si no salían pronto de allí, Jeongin y Felix podrían acabar mal. Y el resto no tardaría en llegar a ese desenlace fatal. La escasez de comida y agua potable hará que se debiliten y sean vulnerables a cualquier cosa que se les presente.

Se sorprendió cuando Changbin se agachó a su lado con un paño nuevo y comenzó a frotar en el suelo para limpiar la sangre.

—Felix está fatal —murmuró sin mirarle.

El mayor le echó un vistazo por encima del hombro al otro australiano, quien estaba siendo dirigido por su pareja hasta el otro sofá.

En ese momento, Hyunjin también salía del baño y se dirigía hasta Jeongin, sentándose en el suelo a su lado, comenzando a acariciar los  cabellos del peli verde.

—Jeongin tampoco tiene buena pinta —completó Chan.

—¿Q-qué hacemos?

—Llamaremos a la policía —el segundo más mayor apareció a sus espaldas, llamando la atención de los que se encontraban en el suelo y de todos en el lugar.

Changbin y todos miraron a su líder esperando una respuesta.

Chan se levantó y, con un asentamiento de cabeza, extendió su mano.

—Dadme un teléfono, voy a llamar a la policía.

—¿Estás... estás seguro de eso? —temeroso e inseguro articuló Jisung.

—No queda de otra, esto ha ido demasiado lejos —fue Minho quien cojeó hasta el líder para darle su propio teléfono.

Marcó el número de la policía y esperó. Ni siquiera le hizo falta esperar por los tonos, pues el móvil les informó que no había señal.

—No hay señal.

—Llama otra vez —exigió Lee.

Llamó otra vez.

Una tercera.

Y una cuarta.

—Yo tampoco tengo señal —avisó Seungmin, mirando su teléfono desde el sofá, acompañado de Felix.

—Jisung, nuestros teléfonos —pidió Minho. El nombrado fue hasta sus maletas para sacar sus móviles.

—El mío tam-tampoco —tartamudeó Changbin.

—El mío y el de Jeongin están en la habitación —señaló Hyunjin, dando a entender que no iba a separarse del menor bajo ningún concepto.

Alterado, Chan corrió hasta la habitación, poniendo todo patas arriba con tal de dar con su objetivo. Cuando encontró los dos artefactos, reparó en que tampoco tenían señal.

Salió de la habitación devastado, que terminó por hundirse internamente cuando Han le dijo que tampoco funcionaban sus teléfonos.

—El televisor —balbuceó Han con la vista pegada a este.

Las letras volvían a cambiar, mostrando así:

Don't call anybody
Somebody can get hurt

—¿Y ahora qué? —preguntó Kim.

—Qué mierda pone —exigió saber Lee.

—Que no llamemos a nadie, que alguno podría salir herido —respondió su pareja.

—¿Cómo vamos a llamar a nadie? ¡Si nuestros teléfonos se han ido a la mierda! —le gritó al televisor.

—Cálmate de una buena vez —le contestó Hyunjin.

—¿Qué hacemos a-ahora, Chan? —le preguntó Seo.

—¿Qué deberíamos hacer? —preguntó más para sí mismo, dejando a los miembros mirándose completamente extrañados— ¿¡Qué coño quieres!? —gritó, posicionándose delante del televisor.

Como respuesta, las palabras desaparecieron de la pantalla, volviendo al mismo tintineo que emitía cuando no había señal.

—¿Y ahora qué, Einstein?

—Esperaremos, Minho.

—¿Cómo? No podemos esperar, ¿acaso has visto como Innie y Felix se encuentran? —Hyunjin vociferó.

—¡Necesito pensar! —gritó, asustandolos a todos. Dicho esto, se retiró a su habitación, cerrando la puerta de golpe.

—Hannie, acompáñame al baño —le dijo su novio.

Este le siguió hasta el interior del cubículo.

—Han, mientras estemos aquí, no te separes de mí, ¿está claro? —habló en un susurro, buscando la mirada de su menor mientras acariciaba sus mejillas.

—¿Qué está pasando? —susurró de vuelta, dejándose abrazar por el mayor.

—No lo sé, pero no confío en ellos.

—¿Crees que tienen algo que ver?

—Me gustaría no confiar en lo que mi mente dice —Jisung cogió sus manos, tragando saliva.

—Tengo un mal presentimiento.

—Yo también, amor —lo abrazó de nuevo y acarició sus cabellos mientras el menor descansaba la mejilla sobre su hombro—. ¿Y si es Hyunjin?

Jisung negó frenético— Él... No sería capaz de disparar a Jeongin, y menos de envenenar a Yongbok.

—¿Y si sus planes se han torcido? El que se encontraba tras la puerta no sabía que estaba ocurriendo, no sabemos si fue para Jeongin o para Seungmin. Puede que esperara a que nosotros comamos de la comida envenenada.

—No sé que decirte... Puede que ninguno de ellos no tenga nada que ver.

—Puede ser, pero hasta que no lo sepamos del todo, será mejor que nos protejamos.





Changbin hacía rato que había ido a por su hyung a la habitación y lo había llevado hasta la cocina para que saliera de la habitación en la que se estaba ahogando con sus pensamientos.

—Tenemos que hacer algo —Chan le dijo al menor, el cual asintió con la mirada perdida.

—He estado miran-do por el agujero de la puerta y s-sólo se ve el pa-pasillo.

Entonces, a Chan se le iluminó la bombilla.

—Seungmin —llamó a este, quien velaba por su novio dormido—, ¿puedes venir?

—¿Qué viste detrás de la puerta? —Min tragó saliva.

—Sólo vi un trozo de tela negra moverse, podría ser de alguna chaqueta larga o quién sabe, no pude ver nada más.

—¿Y no se t-te ocurre alguien que pu-pudiera hacer esto? —Kim negó con la cabeza.

—Literalmente no me he relacionado con nadie de Corea en los últimos siete años —se quejó frunciendo el ceño—. Sea lo que sea, Felix y yo no deberíamos estar metidos aquí.

Y se marchó de la cocina, dejándole un mal sabor de boca al líder, el cual se carcomía a sí mismo diciéndose que la culpa era suya.


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