끝의 시작 ━━━ 𝐄𝐋 𝐈𝐍𝐈𝐂𝐈𝐎 𝐃𝐄𝐋 𝐅𝐈𝐍
끝의 시작 ━━━━ 𝐄𝐋 𝐈𝐍𝐈𝐂𝐈𝐎 𝐃𝐄𝐋 𝐅𝐈𝐍
❝ ¿𝐂𝐨𝐦𝐨 𝐝𝐞𝐣𝐨
𝐝𝐞 𝐩𝐞𝐧𝐬𝐚𝐫𝐭𝐞? ❞
Bangchan se removió en su asiento una vez más realmente incómodo. Echaba un vistazo al jurado que murmuraban entre sí esperando que, muy a su pesar, no fueran demasiado duros con Changbin una vez el juez les dé paso a declarar una sentencia.
Habían pasado dos semanas de aquella terrible noche en las que se marcharon para siempre tres de sus miembros a causa de un plan malévolo por parte de Seo.
A su izquierda tenían su abogado —también abogado de Seungmin, Hyunjin y Minho— quien ordenaba una cantidad de papeles exagerada de documentos que había recabado de informes psicológicos, de peritos sobre la escena donde se llevó a cabo y demás.
Sí o sí ellos iban a ganar y Changbin iba a perder, porque Changbin había cavado su propia tumba.
Miró a sus espaldas hacia las pocas personas que iban a presenciar el juicio. Vio a Minho vestido de negro con su vista clavada en un punto fijo pero aún así apretando su mandíbula. Seungmin y Hyunjin estaban a sus costados, procurando no llorar en cualquier momento.
Una de las puertas se abrió dejando ver al abogado de la parte contraria y, detrás de él, Changbin entrando esposado. Todo dentro de Chan se removió al verlo, por eso le apartó la mirada.
El próximo en entrar a la sala fue el juez, dando paso al juicio.
—Quiero llamar al estrado a Seo Changbin, el acusado —Choi, el abogado de Chan y los demás, habló primero.
Una vez Changbin se sentó y juego decir la verdad, Choi preguntó— Usted trabaja en una empresa de tecnología, que pertenece a su padre, ¿verdad?
—Sí.
—¿También es cierto que modificó el televisor para mostrar las palabras exactas en los momentos exactos porque tenía todo planificado?
—No hay pruebas —especuló el abogado de Seo.
Choi, arrogante, se acercó a por unos papeles y los mostró al jurado.
—Son fotografías que han hecho unos técnicos del televisor, y aquí se muestran las piezas que, obviamente, no pertenecen a un electrodoméstico de los noventa, si no de última generación. Por lo que el acusado tiene los conocimientos suficientes para modificar un aparato como este con facilidad y así manipular a mis clientes. ¿O no es así, Seo?
—Sí —afirmó con la mirada gacha—. Mo-modifiqué el televisor con m-mis propias manos.
—Otra pregunta, ¿cuando supo que Bangchan quería reunir al grupo?
—U-un mes antes, lo escuché ha-hablando con nuestro mánager cu-cuando vino a buscarme de rehabilitación.
—¿Y ahí vio la oportunidad de vengarse de sus miembros? Me refiero a Hyunjin y Lee Minho, a los que, según el psicólogo, usted los catalogó como la causa de su desgraciada vida —dijo leyendo un informe en sus manos—. Además, mis testigos mencionan que el televisor mostraba la palabra revenge, que significa venganza, al momento en el que todo explotó.
Changbin agachó la cabeza, no tenía nada que objetar, pues todo era cierto. El abogado dió paso al abogado Kim, quien hizo que Seo relatara el como su mandíbula acabó partida y lo mucho que ha tenido que sufrir en los últimos años. Después hizo subir a los otros miembros que se encontraban allí, hablando sobre cosas sin sentido que el jurado veía totalmente irrelevantes e innecesarias si su objetivo era ganar el juicio.
Changbin no se pagó un abogado, si no que se le asignó uno de oficio. No quería ganar nada, quería sufrir su condena y sentir aunque sea la mitad de lo que hizo sufrir a Bangchan.
—Llamo al estrado a Jung Wooyoung —Choi reclamó cuando fue su turno.
Todos se miraron extrañados entre ellos, confundidos. Changbin abrió sus ojos totalmente sorprendido cuando vio entrar esposado y acompañado de unos policías al que todos suponían que era el amigo de Changbin y ex miembro del grupo masculino Ateez.
—¿Qué relación mantenía con Seo Changbin?
—Éramos amantes —contestó sin tapujos.
Y con aquellas dos palabras, el corazón de Chan terminó por romperse en mil pedazos. Si había estado siete largos años cuidando de Changbin por su incapacidad de demostrarle sus sentimientos, creyéndose que, en realidad, también le correspondía pero ambos eran unos cobardes, la verdad era que Seo tenía encuentros amorosos con otra persona.
—Aunque Changbin nunca ha estado enamorado de mí, sino de Bangchan —comentó Jung señalando con la barbilla al australiano.
Los ojos de Chris brillaron unos escasos segundos.
—Y Changbin le pidió algo, ¿verdad?
—Sí, me pidió que estuviera rondando por el pasillo con un arma y, cuando escuchara ruidos en la puerta, disparase sin importar qué. También me pidió colocar una bomba en la ventana del salón y cerrojos especiales en todas ellas, cortar la luz y el agua.
—¿Por qué?
—Por amor, pensé que así Changbin se enamoraría de mí, pero siempre ha estado enamorado de Bang.
—Esto muestra, señoría y jurado, que el señor Seo Changbin fue el autor mediato de todo esto, valiéndose de otra persona para realizar el delito —sonrió en grande viendo como el otro abogado apretaba los puños sobre la mesa—. Para terminar, quiero mostrar unos documentos del psicólogo que investigó a Changbin y, recalco: el imputado muestra un fuerte estrés postraumático debido al shock de las lesiones cerebrales y físicas en el rostro producidas por una situación, también, traumática. De ahí a que Seo haya adquirido una posición vigilante, incluso alerta, dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de que no se repitan los mismos sucesos traumáticos del pasado —Choi dobló el papel que tenía en sus manos, finalizando su discurso—. Nada más que añadir, señoría.
El juez se levantó recogiendo los papeles y, repitiendo su misma acción, el jurado entero desapareció por una de las puertas.
Choi se reunió con sus cuatro clientes y les dió palabras de ánimo, que seguro que ganarían y Changbin recibiría su merecido. No obstante, Bangchan no estaba contento con eso, no quería hacerlo sufrir más de lo que ya había sufrido.
Se sentía egoísta por Jisung, por Jeongin y por Felix, pero así era como se sentía el amor.
La mirada de Changbin y la de Chan conectaban tímidas entre aquellos metros que le separaban. El abogado Kim parecía estar reconfortando a Changbin, pero este no le hacía caso por estar mirando a Chris con arrepentimiento.
Los minutos pasaron volando cuando el jurado y el juez volvieron con su sentencia.
Una vez todos en sus respectivos asientos, el representante del jurado se levantó con un papel en manos y leyó:
—El jurado decretado para el juicio contra Seo Changbin establece que el reo ha cometido un delito triple de asesinato, pero debido a los daños psicológicos de los que sufre el imputado, creemos que lo oportuno sería que cumpliera la misma pena que cumpliría en prisión, en el Psiquiátrico Central de Seúl por cadena perpetua revisable. No hay más, señoría.
Cuando aquella persona se hubo sentado, hubieron unos minutos en los que el juez escribía en una libreta y, después, llegó con su sentencia final.
—Tras haber oído al jurado y con una cantidad de pruebas nada favorecedoras para el reo, declaro a Seo Changbin culpable de un asesinato triple y un delito de lesiones contra cuatro personas, por el que cumplirá cadena perpetua revisable en el Centro Psiquiátrico de Seúl. Aunque, por buena mejora psicológica de este, podría obtener la libertad condicional en cuarenta y cinco años —dicho esto, martilleó la plataforma en la que descansaba el martillo de madera y se levantó, finalizando el juicio.
Mientras que el abogado a su lado celebraba la victoria, Bangchan se encontraba llorando y buscando con ansias la mirada de Changbin, a quien unos policías habían cogido de los brazos con el objetivo de efectuar su traslado al psiquiátrico.
Seungmin, Hyunjin y Minho se dieron unas medias sonrisas dolidas aunque satisfechas con la sentencia. Cuando estos tres quisieron ir a por Chris para darle apoyo, se lo encontraron corriendo desesperado hasta Seo.
Los policías quisieron detenerlo, pero su resistencia y la de Changbin por estar juntos aún por unos segundos hizo que sus actos fueran inútiles.
—Sólo será un segundo, por favor —lloriqueó Christopher con desespero, y lo dejaron acercarse sin soltar al reo.
—Lo siento, Chan, lo... Lo siento —lloró el menor. Bang cogió su cara.
—No me pidas disculpas, sólo dime qué... Qué...
—Te amo, Bangchan —estableció en un sollozo.
Chan no lo pensó dos veces a la hora de besar de forma superficial los labios de Changbin unos segundos antes de ser separado bruscamente de él.
Seungmin agarraba la mano de Felix mientras soltaba lágrimas de forma inevitable.
—Tranquilo, Min... —susurró Yongbok, su voz sonaba cansada y alargaba las vocales debido a la anestesia.
La parte de abajo de su cuerpo no estaba al alcance de su vista gracias a una cortina que se encontraba en medio. La operación de cesárea se estaba llevando a cabo en ese preciso momento y para Seungmin se convirtió en el peor momento de su vida.
—No hables, cielo —dijo sorbiendo su nariz y acariciando la cabellera sucia del contrario.
—¿Ha salido ya nuestro hijo? —preguntó con una sonrisa.
—Aún no.
—Ya quiero verlo.
—Lo verás —asintió reafirmando sus palabras.
—Prométeme que... lo cuidarás —Felix lloraba y Seungmin también. Los médicos los miraban entristecidos, parecía ser que todos tenían asumido que Felix se marcharía, pero Seungmin no lo tenía tan claro.
—Lo cuidaremos los dos.
—Seungmin —sollozó el mayor—, me hubiera gustado casarme contigo.
—Nos vamos a casar, Felix —dijo queriendo evitar el hecho de que su pareja se veía totalmente herido y demacrado en sus últimos momentos de vida.
—Tómalo —dijo sacándose, a duras penas, el pequeño anillo de su dedo anular—. Es mi forma de pedirte matrimonio, a nosotros no nos hace falta una iglesia o algo de eso —rió y Seungmin lo cogió llorando a mares, colocándose éste en el dedo meñique.
—Te amo mucho —lloriqueó besando su mejilla con amor.
—Nunca te había visto llorar así —murmuró débilmente, cerrando levemente los ojos.
El llanto de un bebé los alarmó a los dos y una enfermera se acercó con la pequeña criatura. Ahora, se sumaba un tercer llanto, el de Felix. Se lo colocó en el pecho de Lee y éste lo admiró, respirando entrecortado.
Los médicos dejaron sus quehaceres para ver la bonita escena de la pequeña familia, mientras los pitidos de la máquina iban en aumento. Seungmin se alarmó, puesto que nadie estaba haciendo nada y Felix seguía con la herida abierta.
—¿¡Qué mierda hacen!? ¡Ayudenlo!
—Señor Kim, ya no hay nada que podamos hacer para salvar al señor Lee.
—Min, por favor —sintió la mano fría de Felix agarrar la suya y volvió a su lado, resignado—. Minnie, ¿te... te acuerdas lo que te conté del polvo de estrellas? —Seungmin levantó la cabeza mostrando su rostro lleno de lágrimas.
—Sí, que cada átomo de nuestro cuerpo fue alguna vez parte de una estrella —puso una mueca de confusión—. ¿Por... Por qué?
Felix soltó una pequeña risa débil, acariciando la espalda del pequeño que se había calmado.
—Tal vez no me voy. Minnie, tal vez vuelvo a casa, y te estaré esperando allí. Has sido lo mejor que me ha pasado.
Seungmin lo abrazó junto a su hijo, sollozando y escuchando la máquina pitar por última vez.
Ya mismo subo la última parte <3
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