━━「 𝗖𝗔𝗣𝗜́𝗧𝗨𝗟𝗢 𝟵 」━━







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Pasaron unos días desde la visita de la señorita Elisabeth, y Damaris decidió organizar una improvisada fiesta para celebrar su cumpleaños. Además de ocuparse de los preparativos de la fiesta, Damaris se dedicó a cuidar de su madre y a estar atenta para prevenir cualquier intento de Simone de perjudicar al bebé, ya que la conocía bien y sabía que haría todo lo posible para evitar su nacimiento.

En el día de la fiesta, la residencia de Damaris estaba llena de una atmósfera de anticipación y alegría. Había flores frescas adornando las mesas y luces brillantes que iluminaban cada rincón. La mesa estaba repleta de deliciosos aperitivos y dulces, preparados con esmero para la ocasión.

Cuando sus amigas llegaron, Damaris las recibió con gran hospitalidad. Les dio la bienvenida con una cálida sonrisa y las invitó a pasar, mostrando su gratitud por su presencia. Todas se mostraron emocionadas por su decimoquinto cumpleaños y procedieron a entregarle sus obsequios. Sin embargo, al observar su rostro, notaron una expresión de tristeza que no pudieron ignorar.

— Damaris, ¿Te sientes bien? No estarás enferma, ¿Verdad? -Preguntó una de sus amigas con preocupación-

Damaris, tratando de ocultar sus verdaderos sentimientos, respondió con una amable sonrisa.

— Solo no pude descansar bien, ya que estaba emocionada por lo que ocurriría hoy.

Sus amigas la convencieron de abrir sus regalos, animándola con entusiasmo. Aunque Damaris sentía un malestar al ver los obsequios, hizo un esfuerzo por mantener una apariencia alegre. Con una sonrisa encantadora y palabras vacías de agradecimiento, expresó su gratitud a cada una de sus "amigas". Sin embargo, su rostro reflejaba una leve inquietud que no pasó desapercibida.

A medida que iba abriendo los regalos, su mente se debatía entre la cortesía y la incomodidad. Pero cuando llegó el momento de abrir el obsequio de Elisabeth, todo cambió. Damaris tomó el paquete envuelto con esmero y, al desenvolverlo, sus ojos se iluminaron de sorpresa y emoción.

Dentro del paquete, había un hermoso objeto que capturó la atención de todos en la sala. La mayoría de las presentes se quedaron asombradas al ver la delicadeza y el detalle del regalo. La expresión de Damaris se transformó, mostrando una genuina alegría que no había sido evidente antes.

— ¡Es hermoso! -Exclamó Damaris, sonriendo- ¡Podrías abrir una exhibición!

— ¿Por qué ocultaste ese talento? -Preguntó emocionada una de sus amigas de cabello oscuro-

— Realmente no estaba tratando de ocultarlo... -Respondió Elisabeth, modestamente-

Con lágrimas de felicidad, la ojiverde agradeció tener a alguien tan grandioso como Elisabeth a su lado. Sus ojos brillaban de emoción mientras observaba el hermoso regalo que había recibido. La generosidad y el cariño de Elisabeth la conmovieron profundamente, haciendo que el vínculo entre ellas se fortaleciera aún más. Damaris, sintiéndose inmensamente afortunada, no pudo evitar encariñarse aún más con su amiga. Durante unos minutos, permitió que las lágrimas de felicidad fluyeran, abrazando la sensación de gratitud y aprecio.

Elisabeth, al ver la emoción de su amiga, se acercó y le dio un abrazo reconfortante, transmitiendo su apoyo y cariño. Damaris correspondió el gesto, sintiendo una conexión genuina y profunda en ese momento. La calidez del abrazo de Elisabeth le brindó el consuelo que necesitaba para calmarse.

Los sirvientes, con pasos ligeros y movimientos gráciles, trajeron los dulces en bandejas de plata bellamente decoradas. Los aperitivos y postres variados lucían apetitosos, con colores vivos y una presentación impecable que deleitaba tanto la vista como el olfato. Pequeñas tartaletas de fruta, delicados macarons y pasteles de crema se alineaban ordenadamente, esperando ser disfrutados por las invitadas.

Damaris, sintiéndose inmensamente agradecida por la presencia de sus amigas en tan importante ocasión, levantó su copa, captando la atención de todas. El reflejo de la luz en el cristal de la copa creaba un ambiente mágico y festivo.

— Quiero agradecerles a todas por estar aquí hoy y celebrar conmigo este día tan especial. -Dijo Damaris, conmovida y sonriendo con sinceridad- Significa mucho para mí tenerlas a mi lado.

Las invitadas levantaron sus copas en respuesta, sonriendo y brindando por la felicidad de Damaris. Los tintineos de las copas al chocar resonaron en el salón, llenándolo de una alegría compartida y un sentido de camaradería.

Después del brindis, Damaris invitó a las presentes a disfrutar de los manjares dispuestos en la mesa.

— Por favor, siéntanse libres de comer y disfrutar de los aperitivos y dulces que hemos preparado. -Añadió Damaris con una sonrisa, haciendo un gesto hacia las bandejas-

Las invitadas comenzaron a servirse, probando los diversos dulces y aperitivos con entusiasmo. La atmósfera se tornó animada y relajada, con risas y conversaciones que fluían naturalmente mientras disfrutaban de las deliciosas creaciones.

Sin embargo, la tranquilidad y la alegría de la fiesta se vieron abruptamente interrumpidas por la llegada de Simone. Con una expresión de pena fingida, Simone se acercó al grupo, llamando la atención de todos con su presencia y creando un cambio palpable en el ambiente.

— Estabas aquí. -Dijo Simone, suspirando y tratando de sonar triste- Te estuve buscando por un tiempo. ¿Por qué no me invitaste? Me siento un poco triste.

Damaris, esforzándose por mantener la compostura y ocultando su verdadera irritación, respondió con una sonrisa y se levantó para recibirla.

— ¿Qué quieres decir? -Dijo Damaris, manteniendo un tono amable- Es solo que no pude hablar contigo porque últimamente estabas enferma y no bajabas.

(Tiene cara como diciendo "he venido a cagarte el día" xd)

— Oh... pude haber bajado. -Replicó Simone con una sonrisa "triste"- Pensé que no me habías llamado a propósito.

Antes de que Damaris pudiera responder, la mucama de Simone se apresuró a acercarse, llevando consigo un ramo de flores frescas. La acción fue tan repentina que dejó a Damaris un poco desconcertada. Las flores, hermosamente arregladas, desprendían un aroma suave y agradable. La mucama, con una expresión formal y diligente, extendió el ramo hacia Damaris, como si fuera un mensaje de reconciliación o un gesto de paz.

Damaris, aunque sorprendida, aceptó el ramo con una sonrisa educada, tratando de ocultar su confusión. Mientras lo tomaba, sus ojos recorrieron las flores, apreciando su belleza, pero no pudo evitar preguntarse cuál era la verdadera intención detrás de ese gesto. La inesperada entrega de flores añadió un toque de tensión a la atmósfera, interrumpiendo momentáneamente la festiva reunión y centrando todas las miradas en Damaris y Simone.

— Pensé que te gustaban las flores, feliz cumpleaños. -Dijo Simone, sonriendo mientras se daba media vuelta- Que te diviertas, ya que solo bajé para saludar.

— (¡¿Esta es tu venganza?! Me estás haciendo quedar como la mala otra vez... zorra astuta.) -Penso furiosa Damaris-

Una idea se cruzó por la mente de Damaris, y decidió implementarla de inmediato. Observó a sus amigas con atención, evaluando cómo podría utilizar el estado de ánimo de Simone a su favor. Con una sonrisa sutil, Damaris se acercó a sus amigas y comenzó a hablar en un tono tranquilo y comprensivo.

— Simone ha pasado por momentos difíciles últimamente y me preocupa su bienestar. -Dijo Damaris, logrando que sus palabras sonaran sinceras- Creo que deberíamos mostrarle un poco de apoyo y comprensión.

Sus amigas, sensibles al estado de ánimo de Damaris y dispuestas a seguir su liderazgo, asintieron con empatía. La actuación de Damaris fue convincente, y las demás cayeron en su juego, demostrando abiertamente su apoyo.

— Tienes razón, Damaris. Debemos ser comprensivas con Simone. -Dijo una de sus amigas, seguida por murmullos de acuerdo de las demás-

Damaris aprovechó el momento para fortalecer su posición y desviar cualquier posible atención negativa hacia Simone. Con sus amigas convencidas de la necesidad de ser comprensivas, logró mantener la atmósfera de la fiesta en un tono positivo, a pesar de la presencia perturbadora de Simone.

Cuando la celebración llegó a su fin, Damaris despidió a sus huéspedes con cortesía y elegancia. Las acompañó hasta la salida, agradeciendo una vez más la asistencia de cada una.

— Gracias por venir y celebrar conmigo este día tan especial. Aprecio mucho su presencia y su apoyo. -Dijo Damaris con una sonrisa cálida, estrechando las manos de sus amigas y despidiéndose con abrazos-

Las invitadas se retiraron, sintiéndose satisfechas con la celebración y con la atención que Damaris les había brindado. Damaris observó cómo se alejaban, sintiéndose satisfecha por haber manejado la situación con habilidad y haber mantenido el control durante toda la velada.

















































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En el momento que regresé a mi cuarto, me cambié rápidamente y me puse el pijama. Aprovechando la ausencia de Jessy, tomé el ramo de flores que me había obsequiado Simone y lo lancé al fuego de la chimenea. Me quedé allí, observando cómo las llamas devoraban las flores, reduciéndolas a cenizas. El crepitar del fuego llenaba el silencio de la habitación, y una sensación de alivio me envolvió al ver cómo el símbolo de la hipocresía de Simone desaparecía.

Respiré profundo, dejando que la calma del momento me ayudara a meditar en una solución para cargar regularmente el reloj de arena. Sabía que era crucial estar preparada, pues podría enfrentar muchos problemas si no lo hacía. Mis pensamientos se centraron en encontrar un método eficiente para asegurarme de que el reloj estuviera siempre listo.

Mientras meditaba en mis planes, escuché la voz de mi criada proclamarse desde fuera de la habitación. Entró con pasos rápidos y me comunicó la llegada de Asterope.

— Señorita, Asterope ha llegado. -Anunció-

Le ordené a Jessy que lo retuviera en la sala hasta que terminara de vestirme.

— Por favor, retén a Asterope en la sala mientras me termino de arreglar. -Le dije-

Jessy asintió y se marchó rápidamente para cumplir mi solicitud. Me apresuré a vestirme, sabiendo que no debía hacer esperar a nuestro invitado. Mientras me preparaba, mis pensamientos seguían enfocados en las acciones que debía tomar para mantener todo bajo control y asegurarme de estar siempre lista para enfrentar cualquier desafío que se presentara.
























❨ Unas horas más tarde. ❩
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Después de aparecer en el salón, noté que Simone, con una expresión de satisfacción en su rostro, estaba a punto de retirarse. Aunque parecía contenta, decidí no prestarle atención y centrarme en mi objetivo. Con un gesto cortés, me acerqué a mi futuro cuñado, Asterope.

— ¿Cómo ha estado, señorita Damaris? -Preguntó Asterope, inclinándose ligeramente en señal de respeto-

— Muy bien, gracias. -Respondí con una sonrisa cálida- ¿Y usted? ¿Ha estado bien?

Asterope y yo nos sentamos en unos sillones dispuestos uno frente al otro, creando un ambiente propicio para una charla amistosa. La luz suave del salón y la decoración elegante añadían un toque acogedor a nuestro encuentro, permitiendo que la conversación fluyera con naturalidad. Sentía una sensación de alivio al dejar de lado las tensiones y centrarme en la interacción con Asterope, disfrutando de la compañía y la oportunidad de conocernos mejor.

— ¿Cómo ha estado, señorita Damaris? -Preguntó con cortesía-

— Muy bien, gracias -Respondí con una sonrisa cálida- ¿Y usted? ¿Ha estado bien?

— Sí -Contestó, devolviéndome la sonrisa- Por cierto, me enteré de que la duquesa Williams está embarazada. ¡Felicidades!

— Muchas gracias. -Reí suavemente, sintiéndome orgullosa-

— Eso significa que dejará de ser la heredera, ¿O me equivoco? -Inquirió con una mirada curiosa-

— Mi padre me comunicó que hasta que no nazca el bebé, seguiré siendo la potencial heredera. -Comenté animada- Lo más importante es que nazca con salud.

— Es verdad. -Asintió Asterope, riendo ligeramente- Le deseo lo mejor.

— Gracias, sir Asterope. -Sonreí nuevamente- Espero que le haya gustado mi regalo.

— Me ha gustado mucho, pero me sorprende que tenga tan buen ojo para escoger un broche. -Comentó, señalando el objeto-

— Me preocupaba que el broche fuera demasiado...

— No, para nada. -La interrumpió con una sonrisa- Es perfecto. Me ha gustado mucho, así que se lo agradezco. -Añadió con su encantador humor- Por cierto, me dijeron que hoy era su cumpleaños.

— Ah, sí. -Respondí con calma, intentando no mostrar demasiada emoción-

— Si no le importa, por favor acepte este presente. -Dijo, ofreciéndome un ramo de rosas-

— Oh, my... -Acepté el ramo encantada, mostrando mi agradecimiento- Muchas gracias.

— No supe con anticipación acerca de su cumpleaños y solo improvisé, así que lamento no tener un regalo más adecuado. -Se disculpó sinceramente-

— No se preocupe. -Dije tras una breve pausa, pensando en una idea- En vez de regalos, ¿Estaría dispuesto a ser mi amigo de cartas?

Asterope pareció desconcertado por unos segundos y guardó silencio antes de contestar.

— Puede rechazarlo si lo desea. -Lo observé con tranquilidad, esperando su respuesta-

— Sí, ser amigo no tendría que ser un problema. -Dijo finalmente, con una sonrisa-

— Gracias por aceptarme como su amiga. -Respondí contenta, sintiendo un cálido sentimiento de nostalgia- (Esto es como los viejos tiempos.)

Después de haber conversado con él, Asterope se levantó y me comunicó su intención de partir. Agradecí sinceramente su visita y, con una sonrisa, me reincorporé también para acompañarlo hasta la salida de mi hogar. Caminamos juntos por el pasillo, pasando junto a las elegantes decoraciones y los cuadros familiares que adornaban las paredes. La conversación continuó de manera relajada mientras nos dirigíamos hacia la puerta principal.

Al llegar a la entrada, me detuve y abrí la puerta, dejando que la fresca brisa nocturna entrara en el recibidor. Asterope se despidió cortésmente, y yo le agradecí una vez más por su presencia y por el agradable rato que habíamos compartido.

— Ha sido un placer verte, Damaris. Cuídate mucho. -Dijo Asterope, inclinándose ligeramente en señal de despedida-

— El placer ha sido mío. Gracias por venir. Cuídate también. -Respondí, devolviéndole la sonrisa-

Tan pronto como se retiró y vi cómo se alejaba por el sendero del jardín, cerré la puerta con suavidad y me dirigí a mis aposentos. El cansancio del día comenzaba a notarse, y sabía que mañana sería un día pesado debido a mis clases. Al llegar a mi habitación, me cambié rápidamente y me puse el pijama, lista para descansar.

Mientras me acostaba en la cama, mis pensamientos se dirigían a las tareas y responsabilidades del día siguiente. Cerré los ojos, permitiendo que el sueño me envolviera, consciente de que necesitaba estar en plena forma para afrontar lo que el día siguiente traería.
























❨ Al día siguiente. ❩
 ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄
























Ese día, el tiempo pareció pasar volando mientras me sumergía en mis estudios. Estaba completamente enfocada en mis tareas académicas, y las horas se desvanecían rápidamente. Consciente de la importancia del reloj y sabiendo que necesitaba ser modificado, decidí enviar a Jessy a encargarse de esa tarea específica. Confiaba plenamente en su habilidad para manejarlo con precisión.

Aprovechando la ausencia de Jessy, reflexioné sobre la necesidad de tener una criada de respaldo. Era crucial contar con alguien más en quien pudiera confiar en caso de que surgiera alguna emergencia o situación inesperada. Tenía en mente a una posible candidata y pensé que ese era el momento adecuado para hacer los arreglos necesarios.

Había mantenido una breve conversación con Simone días atrás, durante la cual mencioné mi necesidad de una criada adicional. Simone, con su habitual disposición a ayudar, se ofreció a prestarme a una joven criada de su séquito. Cuando supe que se trataba de Annie, acepté sin dudar. Annie tenía una reputación de ser eficiente y discreta, y sabía que sería una valiosa adición a mi equipo.

Simone organizó todo rápidamente, y en poco tiempo, Annie se presentó en mi residencia. Su rostro mostraba una mezcla de nerviosismo y determinación mientras me hacía una reverencia. Le di una cálida bienvenida, explicándole sus nuevas responsabilidades y asegurándole que su trabajo sería valorado y apreciado.

— Annie, creo que has estado temblando desde hace rato. ¿Tienes frío? -Pregunté con "preocupación"-

— Hace un poco de frío... -Comentó Elisabeth-

— ¡E-Estoy bien! -Respondió nerviosa-

Decidí concentrarme en la conversación sobre el baile y, sin perder tiempo, comencé a practicar junto a mi maestra. La música resonaba suavemente en la sala, creando un ambiente propicio para la danza. Los movimientos precisos y elegantes de mi maestra eran un ejemplo que seguí con dedicación, tratando de imitar cada paso y giro con la mayor precisión posible.

Bajo la atenta y brillante mirada de Annie, me esforcé por mejorar en cada movimiento. Sentía sus ojos fijos en mí, y eso me motivaba a dar lo mejor de mí en cada paso. La concentración en mis movimientos y en la música me permitió olvidar momentáneamente otras preocupaciones, sumergiéndome completamente en la danza.

Al final de la sesión, Elisabeth se mostró halagada y me dirigió elogios por mi desempeño. Sus palabras de reconocimiento me llenaron de satisfacción y orgullo. Me explicó algunos detalles adicionales, señalando áreas en las que podía mejorar y técnicas que debía perfeccionar. Sus consejos fueron valiosos y los tomé en cuenta con gratitud.

Mientras tanto, Jessy hizo su aparición en la sala, interrumpiendo momentáneamente nuestra conversación. Su llegada marcó el fin de la sesión de baile, y con una sonrisa, me despedí de Elisabeth, agradeciéndole por su tiempo y enseñanza.

— Señorita... ¡Disculpe la tardanza!

— Oh, ¿Ya estás aquí? -Sonreí y le ofrecí un vaso de agua- No tenías que venir con tanta prisa... Aquí tienes un poco de agua.

— Oh, no, señorita...

— Es porque tu cara se ve mal. ¿De acuerdo? -Insistí-

— Bueno, está bien, lo tomaré. -Dijo Jessy, sosteniendo el vaso y bebiéndolo-

— Puedes volver ahora. -Le sonreí amablemente a Annie-

— Oh, sí... está bien...

Seguimos conversando por unos minutos más, disfrutando de la compañía y la charla amena. La conversación fluía naturalmente, tocando diversos temas que nos interesaban a ambas. Sin embargo, eventualmente, nos dimos cuenta de que era hora de concluir nuestra charla. Elisabeth, con una sonrisa, se despidió cortésmente y se preparó para regresar a su hogar.

La acompañé hasta la puerta, agradeciéndole nuevamente por su tiempo y su agradable compañía. Con un suave adiós, Elisabeth se marchó, dejándome con una sensación de gratitud por nuestra interacción.

Una vez que Elisabeth se hubo ido, me dirigí junto a Jessy a la oficina de mi padre. Caminamos por los pasillos elegantemente decorados hasta llegar a su despacho. Golpeé suavemente la puerta antes de entrar, y al recibir su permiso, ingresé con confianza.

Mi padre George, sentado en su escritorio revisando algunos documentos, levantó la vista y me saludó con una sonrisa. Aproveché la oportunidad para comunicarle mi necesidad de contar con otra sirvienta a mi cargo. Le expliqué la importancia de tener apoyo adicional para asegurarme de que todas las tareas se llevaran a cabo sin contratiempos.

Escuchó atentamente mi petición y, tras reflexionar por un momento, me permitió escoger a una nueva sirvienta con total libertad. Me sentí agradecida por su comprensión y apoyo.

— Gracias, padre. -Le dije, sonriendo contenta-

— Todo sea por la felicidad de mi amada hija. -Respondió, acariciando mi cabeza y sonriendo cariñosamente-

— Me voy, padre. -Dije, haciendo una reverencia-

— Ven a visitarme más seguido. -Exigió antes de regresar a su trabajo-

— Como desees, padre. -Respondí con una sonrisa- (Creo que me estoy ganando su cariño, ya que no me pediría que venga a verlo más seguido).

Por otro lado, mi plan con Annie implicaba ganarme su confianza de manera sutil y efectiva, con el fin de manejarla a mi antojo y asegurarme de que me fuera leal. Sabía que esto requeriría paciencia y estrategias cuidadosas, pero estaba dispuesta a invertir el tiempo necesario para lograrlo. Cada interacción con ella sería una oportunidad para fortalecer nuestro vínculo y demostrarle que podía confiar en mí.

Era plenamente consciente de que Annie estaba bajo el cargo de Simone, y conocía bien la naturaleza vigilante de Simone. No tenía dudas de que Annie había sido enviada con el propósito de observar mis movimientos y reportar cualquier actividad que pudiera parecer sospechosa. Sin embargo, esto no me preocupaba; al contrario, lo veía como un desafío que estaba dispuesta a superar.

Para ganarme la confianza de Annie, planeé una serie de acciones que incluyeran actos de bondad y gestos de agradecimiento. Quería que ella sintiera que su trabajo era valorado y que su presencia en mi servicio era fundamental. De esta manera, esperaba que Annie se sintiera apreciada y desarrollara un sentido de lealtad hacia mí.

Al mismo tiempo, estaría atenta a las señales y comportamientos que pudieran indicar sus lealtades reales. Utilizaría mi capacidad de observación para entender mejor sus motivaciones y anticipar sus acciones. De esta manera, podría mantener el control de la situación y asegurarme de que cualquier intento de vigilancia por parte de Simone resultara infructuoso.






— - 🌷  - To be continue. . . ୭
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