━━「 𝗖𝗔𝗣𝗜́𝗧𝗨𝗟𝗢 𝟳 」━━







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Cuando el encargado me mostró los broches, mi mirada se posó en uno que capturó inmediatamente mi atención. Era una pieza exquisita, con detalles intrincados que reflejaban una habilidad artesanal excepcional. Sabía que era el indicado y, sin dudarlo, decidí que sería el elegido.

Además, aproveché para realizar un pedido adicional. Saqué una hoja de papel en la que había esbozado un diseño detallado de unas pequeñas hebillas. Le entregué la hoja al encargado, aclarando que necesitaba cinco de ellas exactamente como en el dibujo. El diseño era delicado, con un toque de elegancia y sofisticación que sabía que complementarían perfectamente los broches.

El dueño, siempre atento y profesional, me informó que el encargo estaría listo en tan solo un día. Al escuchar esto, decidí pagar de inmediato para asegurarme de que el trabajo comenzara cuanto antes. Mientras realizaba el pago, el dueño, en un gesto de agradecimiento, me obsequió un hermoso collar de zafiro. La joya, brillante y cuidadosamente trabajada, era un verdadero tesoro. No pude negarme a recibirlo con gratitud.

Jessy, siempre diligente y atenta a mis necesidades, me ayudó a probarme el collar. Sus manos expertas ajustaron la joya alrededor de mi cuello, y pude ver el reflejo del zafiro brillando a la luz. El collar se sentía frío contra mi piel, pero su belleza era innegable, y me sentí honrada por el gesto del dueño.

— Pasaré a visitarlos más a menudo.

— Gracias, señorita Williams. -Agradeció el hombre- Puede tomar un descanso mientras espera al carruaje.

Asentí en silencio y me trasladé a una zona más tranquila, donde me senté en una silla, observando a mis escoltas con una expresión severa. Mis ojos recorrieron sus rostros, asegurándome de que comprendieran la seriedad de la situación.

— Busca un nuevo carruaje. -Ordené con voz firme. El escolta, captando mi urgencia, asintió rápidamente y salió corriendo para cumplir con mi pedido-

Durante ese tiempo, Jessy se retiró a buscar algo de comer, dejándome disfrutar de un raro momento de soledad. Me acerqué a la ventana y la abrí, permitiendo que el aire fresco entrara en la habitación. Observé cómo los civiles caminaban de un lado a otro, ocupados en sus propias vidas. No pude evitar sonreír con nostalgia, recordando tiempos más sencillos.

Decidí concentrarme en mi estrategia para deshacerme de Simone y arruinar todo tipo de relación que tuviera con las personas que la rodeaban. ¿Qué mejor manera que la traición a su propia sangre? La idea me parecía justa y necesaria para proteger a mi familia.

Justo en ese instante, noté cómo Claude salía de un edificio cercano. Mi corazón se aceleró al verlo, sintiendo cierta ansiedad por encontrarlo tan seguido. Cuando nuestras miradas se conectaron, una oleada de emociones recorrió mi cuerpo. Percibí los latidos constantes de mi corazón y, en un intento de recuperar la compostura, me aparté rápidamente de la ventana y cerré las cortinas.

— ¡Maldición! -Se notaba mi suerte en este momento-

— Señorita, traje un té de jazmines y un poco de tarta… -Dijo Jessy, preocupada por mí- ¿Se encuentra bien, señorita?

— ¿El carruaje ya está aquí? -Pregunté con seriedad-

— Oh, acaba de llegar, pero el conductor dijo que podía esperar… -Intentó decir Jessy, pero la interrumpí-

— Estoy bien, ya estoy lista -Suspiré- Lo mejor será partir de regreso cuanto antes.

No pensé que me encontraría con él y realmente odiaba esta situación. Al salir del edificio, con la incomodidad pesando sobre mis hombros, me dirigí hacia el carruaje. Uno de mis guardias me ofreció su ayuda para subir, y justo en ese momento noté un movimiento a mi alrededor. Mis escoltas, siempre atentos y entrenados para cualquier eventualidad, reaccionaron rápidamente, cubriéndome y sacando sus espadas, listas para enfrentarse a la amenaza.

Ante mí, con una postura tranquila y una expresión que apenas delataba sorpresa, se encontraba el segundo príncipe de Obelia, Claude. La tensión en el aire era palpable. Mis escoltas, con sus espadas desenfundadas y miradas asesinas, apuntaban directamente hacia él. Instintivamente, supe que debía intervenir antes de que la situación se saliera de control.

— ¡Bajen sus espadas! -Ordené con firmeza, intentando imponer mi autoridad. Mi voz resonó clara y decidida, buscando calmar a mis guardias y evitar un conflicto innecesario-

Estaba profundamente preocupada por si le habían hecho algo. Claude era el hijo favorito del actual Emperador y cualquier daño hacia él podría significar un desastre, no solo para mí, sino para toda mi familia. La posibilidad de perder mi cabeza por un malentendido me aterrorizaba, así que no podía arriesgarme.

Sin embargo, mientras observaba con atención, me di cuenta de que Claude no mostraba señales de agresión. En lugar de eso, se inclinó ligeramente y recogió un ramo de flores del suelo. Pese a mi confusión inicial, logré mantener la calma y observé cómo sacudía el polvo de las flores antes de dirigirse a mí con una sonrisa enigmática.

— Es un obsequio para la señorita, es una lástima que esté un poco sucio. -Dijo, sacudiendo un poco el polvo de las flores- Es bueno verla de nuevo, Señorita Damaris.

— (¿Qué rayos le pasa a este tipo?) -Pensé enfadada y suspiré-

— Parece una tontería, pero quería agradecer a la señorita por la información que me encomendó. -Dijo tranquilamente- Gracias a su consejo, me salvé.

— Bueno, no creo que haya habido una conversación entre nosotros como para que esté agradecido. -Sostuve mi muñeca con fuerza, recordando su amenaza-

— Aun así, me gustaría que aceptara este tulipán producido por el Reino de Obelia. -Me lo ofreció una vez más-

Desconocía las intenciones detrás de su actitud y, mientras observaba su gesto, una creciente incomodidad se instaló en mi corazón. Cada movimiento suyo era meticuloso, como si cada gesto estuviera cargado de un significado oculto que no lograba descifrar. A pesar de esta inquietud, decidí aceptar su obsequio.

Extendí la mano y tomé el ramo de tulipanes que me ofrecía. Mientras mis dedos rodeaban los tallos, sentí una frialdad recorrerme, no por las flores en sí, sino por la incertidumbre que estas traían consigo. Inspeccioné los tulipanes con detenimiento, mis ojos recorriendo cada pétalo y hoja, buscando algún indicio de sus verdaderas intenciones.

Mi expresión se volvió fría y distante, un reflejo de mi desconfianza y cautela. No podía permitir que él viera la confusión y la vulnerabilidad que sentía en ese momento. Mantener la compostura y mostrar una fachada imperturbable era crucial. Aunque acepté su obsequio, mi mente trabajaba frenéticamente, intentando desentrañar las razones detrás de su amabilidad inesperada.

— Gracias por las flores, pero debo regresar a mi hogar. -Dije con indiferencia-

— Gracias por entregarme algo de su preciado tiempo. -Se inclinó-

— Nos vemos.

— Por cierto, no tienes que ser demasiado cautelosa. -Suspiró-

— Ya veo… -Sonreí con falsedad- Lo siento, tengo que irme.

En el momento en que subí al carruaje, me giré hacia Jessy, quien me esperaba con una expresión atenta. Le entregué cuidadosamente los tulipanes, sintiendo la textura suave de los pétalos entre mis dedos.

— Jessy, por favor, coloca estos tulipanes en un jarrón y ubícalos en cualquier zona de mis aposentos una vez que lleguemos a la residencia. -Le pedí con firmeza y un tono suave-

Jessy asintió con diligencia, tomando los tulipanes con ambas manos. Observé cómo sus dedos, ágiles y acostumbrados a las tareas del hogar, manejaban las flores con un cuidado meticuloso. Sabía que los tulipanes estarían en buenas manos y que ella se encargaría de ubicarlos en un lugar adecuado, donde pudieran adornar mis aposentos y aportar un toque de elegancia y frescura.

Confiada en que Jessy cumpliría con mi solicitud, me acomodé en el interior del carruaje, dejando que el suave balanceo del vehículo me ayudara a relajarme mientras nos dirigíamos de regreso a la residencia.
























❨ Unas horas más tarde. ❩
 ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄
























Durante la mayor parte de la tarde, dediqué mi tiempo a investigar sobre el extraño suceso. Analicé cada detalle y testimonio, intentando encontrar alguna pista que me llevara al posible culpable. A pesar de mis esfuerzos, no logré obtener evidencia concreta que señalara a alguien en particular. Sin embargo, en mi corazón y mente, tenía la firme convicción de que esto era obra de Simone. Conocía sus tácticas y su habilidad para manipular situaciones en su favor, y todo apuntaba a que ella estaba detrás de este incidente.

Determinada a tomar acción, decidí que era el momento de conversar con mi madre. Sabía que necesitaba su apoyo y comprensión para llevar a cabo mi plan y desenmascarar a Simone. Con el propósito de completar mi jugada, me dirigí a ella con una mezcla de nerviosismo y resolución. Esta conversación sería crucial para esclarecer la situación y tomar las medidas necesarias para proteger a nuestra familia.

— ¿Qué pasó? -Me preguntó medio dormida-

— No es nada. -Respondí, demostrando tristeza- No sé… pero pensé que debería hablar con mi madre en ausencia de mi padre. -Bajé la mirada apenada- Yo… acabo de tener un accidente.

— ¿Qué? ¡¿Un accidente?! -Se levantó de repente y su mirada se llenó de ira-

— Bueno… casi tuve un accidente en el carruaje. -Suspiré apenada- Creo que mi madre y yo no somos tan bienvenidas en esta casa.

Mi progenitora se alistó rápidamente, su determinación visible en cada uno de sus movimientos. Con una resolución inquebrantable, mandó a llamar a todo el personal de la mansión, asegurándose de que cada sirviente estuviera presente.

Poco después, apareció en la sala principal, imponente y majestuosa. Su presencia llenaba la habitación, y su voz se elevó con autoridad, resonando en cada rincón del espacioso salón. Los sirvientes, alineados a lo largo de las paredes, se quedaron quietos, con la mirada fija en ella, conscientes de la gravedad de la situación. La severidad en sus ojos era inconfundible mientras miraba a cada uno de ellos, evaluando sus reacciones y esperando respuestas.

— ¡Soy la dueña de esta casa mientras no está mi esposo! -Los contempló- ¡No puedo creer que no hayan informado nada de inmediato! -Miró a David- El conductor se fue sin permiso de su puesto. ¡David!

Mi madre, sin perder ni un ápice de su elegancia, apuntó al cochero con su abanico. El gesto, aunque delicado en apariencia, tenía una firmeza que dejaba claro su descontento. El abanico, generalmente un símbolo de sofisticación y gracia, se convirtió en ese momento en una extensión de su autoridad. Los ojos de mi madre brillaban con determinación mientras lo señalaba, dejando al descubierto la gravedad de la situación. La expresión en su rostro no permitía dudas: no toleraría excusas ni errores.

— ¿Condujo el carruaje dañado sin informar y casi tuvo un accidente grave?

— Vaya, sucedió tan repentinamente que creo que fue porque tomé el carruaje a toda prisa. -Contestó-

— ¿Entonces es culpa del gerente del carruaje?

— ¡No! ¡El carruaje que se había descompuesto anteriormente no está con los demás! -Se defendió el gerente- Está almacenado lejos del edificio principal, eso lo saben todos.

— Madre, el trabajo del mayordomo es dirigir a los sirvientes -Lo observé- Tal vez… él tiene algo que ver…

— …Me he dedicado a esta mansión durante 30 años. Lo siento, pero no sabía nada de esto hasta ahora que lo escuché -Bajó la cabeza- Es mi trabajo identificar y administrar todo, no tengo excusa… es mi culpa porque di todos los permisos. Es una culpa incuestionable y realmente lo lamento. -Se inclinó-

El personal comenzó a murmurar entre ellos, las voces bajas y cargadas de inquietud. El sonido de sus susurros llenó la sala, creando una atmósfera de tensión palpable. Podía ver las miradas furtivas y los gestos nerviosos, todos intentando comprender la magnitud de la situación y las posibles consecuencias de lo sucedido.

Mientras observaba esta escena, medité sobre la necesidad de intervenir. No estaba dispuesta a perder a alguien de tanta confianza por un accidente como este. Sabía que el mayordomo había dedicado muchos años de servicio leal a nuestra familia y no merecía ser castigado sin una investigación justa y completa. Mi mente trabajaba rápidamente, evaluando las mejores palabras y el momento adecuado para intervenir, decidida a proteger a aquellos que habían demostrado su lealtad y dedicación a lo largo del tiempo.

— Madre… el mayordomo siempre ha hecho un gran trabajo, así que no hay duda de su respeto. -Pensé unos segundos- Más bien, alguien está tratando de lastimarme y no lo hace de frente, así que debemos indagar sobre quién será.

En algún punto durante la acalorada discusión, mis ojos se encontraron con la mirada sombría de Simone. Su expresión, normalmente controlada y serena, ahora mostraba signos evidentes de inquietud y nerviosismo. Era una de esas raras ocasiones en las que no podía ocultar sus verdaderos sentimientos, y cada pequeña mueca y gesto revelaban más de lo que ella quería mostrar.

La tensión en su rostro y la forma en que sus ojos evitaban los míos confirmaron mis sospechas. Simone, a pesar de su habilidad para manipular y engañar, no sabía cómo ocultar sus expresiones en ciertas situaciones críticas. Este momento de vulnerabilidad me dio la certeza de que estaba detrás del incidente con el carruaje. La confirmación de mis sospechas solo reforzó mi determinación de desenmascararla y proteger a mi familia de sus intrigas.

— Creo que deberíamos llamar a los guardias. -Mencioné-

— ¿Guardias? -Mi madre me observó extrañada-

— Si el conductor hubiera elegido a propósito el carruaje dañado… podría haberme matado si no hubiera avisado y se supone que el mayordomo está al tanto de todo. -Fingí estar asustada- Me temo que no podré dormir así.

— Yo… creo que llamar a los guardias es un poco exagerado, ¿No? -Apareció una gotita en la mejilla de Simone- Él casi está jubilado, por lo que podría haberlo olvidado. Además, nadie está herido, pero me parece un poco lamentable…

— Mordió el anzuelo… -Decidí preguntar- ¿No crees que podría haber muerto?

— Morir… no es para tanto, no te iba a pasar nada, volviste sana y salva.

— Simone, ¿Y si en efecto hubiera muerto? ¿Cómo es que puedes afirmar algo así? -La observé y oculté mi pequeña sonrisa- ¿Hay alguna manera de que el carruaje esté roto? ¿Y lo supieras?

— Ah… solo escuché sobre eso… -Respondió nerviosa-

— ¿Dónde lo escuchaste? -indagué más sobre el tema-

— Eso es… -Su sirvienta se acercó y le susurró algo- Es porque… estaba hablando del resultado de mi hermana.

— ¿Resultado?

— No es malo, ya que no saliste herida.

— Sí, lo que dices tiene sentido. -Suspiré y me preparé para mi papel- Pero… quizás solo tuve suerte de no salir herida, ¿Verdad?

Después de mi pequeña actuación, me aferré a mi madre con una mezcla de vulnerabilidad y estrategia. Mi cuerpo se acurrucó contra el suyo, buscando su protección y apoyo. Sentí cómo sus brazos me rodeaban, y sus palabras suaves intentaban calmarme.

A través de las lágrimas que fingía, levanté la vista y contemplé a Simone. Su rostro delataba una mezcla de incertidumbre y sospecha, incapaz de ocultar por completo su nerviosismo. Mis ojos se fijaron en los suyos, observando cada microexpresión, cada pequeño gesto que pudiera darme una pista sobre sus intenciones. Aunque aparentaba estar buscando consuelo en mi madre, mi mente trabajaba activamente para desenmascarar a Simone y revelar sus verdaderas motivaciones.

— Es un terrible accidente que terminó siendo realmente afortunado, ¿No es así?

— Sí… -Contestó-

— Entonces creo que puedo pedirle a mi madre la decisión justa y sabia de despedir al cochero.

— Mañana se sabrá mi decisión. -Ella me acarició mi mejilla-






— - 🌷  - To be continue. . . ୭
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