━━「 𝗖𝗔𝗣𝗜́𝗧𝗨𝗟𝗢 𝟱 」━━







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El duque Williams se encontraba inquieto por la sucesión, una preocupación constante que no le permitía descansar. Caminaba de un lado a otro en su estudio, sus pasos resonando en el suelo de madera mientras su mente estaba sumida en pensamientos profundos. La sucesión del título y la elección del heredero eran decisiones cruciales que determinarían el futuro del ducado.

Sentado en su escritorio, observaba documentos y cartas que relataban los logros y características de sus hijas, Damaris y Simone. Ambas eran candidatas potenciales, pero cada una tenía sus propios méritos y desafíos. La elección no era sencilla y requería una consideración meticulosa.

— Debemos pensar esto detenidamente, Astrid. -Dijo el duque, su voz llena de preocupación mientras se volvía hacia su esposa-

Astrid, sentada en una silla junto a la ventana, lo observaba con atención. Sabía que esta decisión era de gran importancia y que ambos debían ser cautelosos y prudentes.

— Está entre Damaris y Simone. -Continuó el duque, sus cejas fruncidas en concentración- Ambas tienen sus fortalezas, pero también sus debilidades.

Astrid asintió, reconociendo la complejidad de la situación. Sabía que cualquier decisión tendría un impacto significativo en el futuro del ducado y en la relación entre los miembros de la familia. La responsabilidad de elegir al heredero correcto pesaba sobre ellos, y debían asegurarse de tomar la mejor decisión posible.

— Me gustaría pensarlo mejor. -Suspiró el duque Williams, dejándose caer en su silla del escritorio con aire abatido-

— George, creo que debes pensarlo bien. -Dijo Astrid, observándolo con seriedad- No puedes dejarle el ducado al prometido de Simone.

— No estoy de acuerdo, pero no veo indicios de que Damaris esté interesada en heredar el ducado y tú no has podido quedarte embarazada de nuevo. -Argumentó el duque, desviando la mirada hacia su esposa-

— ¡Nunca se lo preguntaste! -Frunció el ceño Astrid, alzando la voz ligeramente- Además, no poder quedarme embarazada es un tema aparte. -Suspiró, tratando de calmarse- Te amo, George, pero no dejaré que me recrimines la falta de un heredero y menos que te quejes de nuestra hija, Damaris.

— Mamá... Papá, ¿Qué está sucediendo? -Interrumpió Damaris, entrando en la habitación con una expresión preocupada-

— Oh... Damaris. -Su progenitor sonrió un poco incómodo- No sucede nada, solo son problemas.

— Puedes comentármelo, padre. -Se acercó Damaris a él y le sonrió con amabilidad, tratando de aliviar la tensión-

— Los dejaré solos. -Suspiró Astrid, dándose la vuelta y retirándose de la oficina-

— Astrid... -El duque la llamó, suspirando una vez más mientras se acomodaba en su silla-

Damaris pidió a Jessy que trajera dos tazas de té y se sentó en el sillón, manteniéndose calmada en todo momento.

— Puedes contarme lo que te está agobiando, padre. -Le sonrió con serenidad, tratando de infundirle confianza-

— Es sobre quién será mi heredero. -Confesó el duque, mirándola con preocupación-

— Me imagino el estrés que deben estar pasando. -Respondió Damaris, mostrando empatía- Sé que es una decisión difícil.

— Te haré una pregunta muy seria, Damaris. -Dijo el duque, examinando a su hija mayor con atención-

— Te escucho. -Respondió ella, manteniéndose calmada-

— ¿Deseas heredar mi título como futura duquesa Williams? -Preguntó el duque, observando cada reacción de Damaris-

La hija mayor del duque se sorprendió, sus ojos se abrieron ligeramente y su respiración se aceleró por un instante. No supo qué responder, ya que la pregunta de su padre la había tomado completamente desprevenida. Las implicaciones y responsabilidades de heredar el título eran enormes, y ella necesitaba tiempo para procesar lo que había escuchado.

En ese momento, agradeció que su criada entrara en la habitación, trayendo las tazas de té que había solicitado. La interrupción le dio un respiro, permitiéndole recuperar la compostura y calmar sus pensamientos. Observó cómo la criada dejaba el pedido en una pequeña mesa junto al sillón y, con una reverencia, volvía a retirarse del cuarto.

Damaris tomó una de las tazas de té con manos ligeramente temblorosas y bebió un sorbo. El cálido líquido la ayudó a centrarse, a organizar sus pensamientos y a considerar cuidadosamente su respuesta. Mientras el aroma del té llenaba el aire, Damaris se permitió un momento de reflexión antes de continuar la conversación con su padre.

— Mmm... es una pregunta difícil. -Admitió Damaris, sintiéndose dudosa- Me encantaría serlo, pero...

— ¿Qué sucede? -Preguntó el duque, notando la aflicción en su respuesta-

— Es que aún son jóvenes para dejar de intentar tener un heredero. -Contestó Damaris, avergonzada- Pueden tomarse unas pequeñas vacaciones juntos e intentarlo una vez más. -Lo miró directamente a los ojos- Hasta entonces, podría ocupar el título de heredera.

— Sabes que tus estudios serán más pesados, ¿Verdad? -Dijo el duque, bebiendo un poco de su té-

— Estoy al tanto. -Afirmó Damaris, tomando un sorbo de té- Además, pude sobrevivir a la pobreza... por lo cual, conseguiré soportarlo.

— Damaris... -Los ojos del duque expresaban una mezcla de tristeza y admiración por su hija-

— En fin... -Dejó la taza en la mesa y sonrió- Padre es sabio y sabrá qué decisión tomar, solo te pido que no dejes de buscar a ese heredero con mi madre.

Damaris se levantó con gracia, alisando su falda mientras lo hacía, y se inclinó en una reverencia profunda ante su padre. Sus movimientos eran elegantes y precisos, reflejando la educación y la disciplina que había recibido desde joven. Con una última mirada a su progenitor, se giró y caminó hacia la puerta, su postura erguida y decidida.

Al salir de la oficina, dejó a su padre en un mar de pensamientos. Recordaba claramente cómo en su vida anterior él había elegido a Simone como su heredera. Esa decisión había causado una profunda ruptura en la relación de padre e hija, un dolor que aún perduraba en su memoria. Damaris deseaba fervientemente que esta vez las cosas fueran diferentes, que su padre tomara la decisión correcta y que la relación familiar pudiera mantenerse intacta.

Mientras se alejaba por el pasillo, reflexionaba sobre el peso de las decisiones y las consecuencias que estas tenían en la vida de las personas. Sabía que debía mantenerse fuerte y preparada para cualquier resultado, siempre con la esperanza de un futuro más armonioso y justo.

— Quizás las cosas sean diferentes ahora. -Sonrió para sí misma-
























❨ Dos semanas más tarde. ❩
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Damaris estaba estresada por sus estudios. La presión de mantener sus calificaciones y la responsabilidad adicional de ser la futura duquesa se acumulaban día tras día. Hace no mucho tiempo, se había anunciado oficialmente que sería la heredera del ducado. Esta noticia había traído consigo una avalancha de invitaciones a las fiestas de la alta sociedad. Cada vez que llegaba una nueva invitación, Damaris sentía una mezcla de emoción y agobio. Debido a su ajustado horario, tuvo que rechazar varias de estas invitaciones, lo que no siempre era bien recibido por los anfitriones.

Simone, por su parte, no pareció digerir muy bien la noticia de la herencia. Desde el anuncio, se había mostrado desanimada y retraída. La relación entre las hermanas se había tensado un poco más de lo habitual, y Simone pasaba gran parte del tiempo sola, sumida en sus pensamientos. Sin embargo, todo cambió al recibir una carta de su prometido. La misiva le notificaba sobre su pronta visita, lo que trajo un rayo de luz a su estado de ánimo.

La noticia de la visita del prometido de Simone provocó una agitación en la mansión. Los sirvientes comenzaron a renovar y limpiar cada rincón de la residencia con diligencia, asegurándose de que todo estuviera impecable para la llegada del invitado. Las cortinas fueron lavadas, los muebles pulidos y los jardines arreglados con esmero. El ambiente en la mansión se llenó de una mezcla de anticipación y nerviosismo, mientras todos se preparaban para recibir a tan esperado visitante.
























❨ Después de un tiempo. ❩
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Damaris estaba en sus aposentos, absorta en sus propios pensamientos y estudios, cuando se percató de la reciente actividad inusual en la mansión. Los sirvientes parecían estar más ocupados de lo normal, corriendo de un lado a otro con renovado vigor. Se escuchaban ruidos de limpieza, movimientos de muebles y voces murmurando instrucciones. Aunque la curiosidad la invadió, decidió ignorarlo. Estaba demasiado cansada para preocuparse por los detalles de lo que ocurría, y sus estudios la habían dejado agotada.

Decidió que lo mejor sería tomar una siesta para recuperar energías. Se tumbó en su cama, cerró los ojos y pronto cayó en un sueño profundo. Al cabo de un tiempo, se reincorporó y se desperezó. Después de un buen descanso, se sentía renovada y con fuerzas suficientes para continuar con su día.

Se colocó una bata suave y cómoda, y salió de su cuarto con el objetivo de buscar algo para llenar su estómago. Mientras caminaba por los pasillos, el olor de la comida recién preparada le hizo rugir el estómago, recordándole lo hambrienta que estaba. Se dirigió hacia la cocina, esperando encontrar algo delicioso para saciar su apetito.

















































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Cuando me marcho de mis aposentos, bajo al primer piso y noto que todo está demasiado silencioso. El usual bullicio de la mansión parecía haberse evaporado, dejando un silencio casi inquietante. Mis pasos resonaban en el amplio pasillo, acompañados únicamente por el suave crujir de la madera bajo mis pies. Mientras descendía por la majestuosa escalera de mármol, me preguntaba qué podría haber causado tal tranquilidad.

Al llegar al vestíbulo, mi criada Jessy me llamó con su voz familiar y reconfortante. Al girar hacia ella, pude ver que estaba un poco más agitada de lo normal. Detrás de Jessy, oí voces que me resultaron conocidas. Había una mezcla de tonos y timbres que no escuchaba desde hacía tiempo, lo que provocó una chispa de curiosidad en mí.

— ¡Señorita Damaris! -Exclamó Jessy, acercándose con rapidez- Tenemos visitas.

Me detuve por un momento, tratando de identificar las voces que resonaban en el aire. La sorpresa y la curiosidad se mezclaban en mi expresión, aunque traté de mantener la calma y la compostura exteriormente. Sin poder evitarlo, mi mente empezó a especular sobre quiénes podrían ser los visitantes y qué motivo los había traído hasta nuestra mansión.

— Oh, parece que tenemos visitas. -Digo con una expresión tranquila, tratando de ocultar mi sorpresa- (No creía que me encontraría con mi mejor amigo.) -Pensé-

— Señorita Williams. -Asterope realiza una reverencia-

— Con permiso. -Hago una reverencia y me retiro junto a Jessy-

Entro a mi habitación, cerrando la puerta detrás de mí. La atmósfera es tranquila y familiar, el lugar donde encuentro refugio y paz. Inmediatamente, llamo a mi criada.

— Jessy, necesito que me ayudes a prepararme. -Le digo, con un tono de urgencia contenido-

Jessy asiente rápidamente y comienza a buscar entre mis vestidos, eligiendo uno adecuado para la ocasión. Mientras me ayuda a cambiarme, aprovecho para peinarme y ajustar algunos detalles. Su asistencia es rápida y eficiente, como siempre. En poco tiempo, estoy lista, con un elegante vestido que resalta mi porte y estilo.

— Gracias, Jessy. -Le digo con una sonrisa agradecida-

Una vez preparada, salgo acompañada de mi sirvienta, quien camina a mi lado con pasos silenciosos y discretos. Nos dirigimos al comedor, donde sé que se encuentran nuestros visitantes. Respiro hondo y ajusto mi expresión, decidida a actuar de forma "tierna" para causar una buena impresión.

Al entrar al comedor, adopto una postura ligeramente más relajada y dejo que una suave sonrisa adorne mis labios.

— ¿Estoy interrumpiendo...? -Pregunto con un tono suave y educado, asegurándome de que mi voz transmita una mezcla de timidez y encanto-

— No se preocupe. -Sonríe el joven de cabello azul- ¡Sírvele inmediatamente! -Mira a una de las criadas y esta reacciona de inmediato-

— Qué grato verte, hija mía. -Mi padre me sonríe-

— Igualmente, me alegra verlo, padre. -Tomo asiento al lado de Simone-

— Estoy encantado de conocerla. Soy Asterope, segundo hijo del marqués Stewart. -Dice él, manteniéndose tranquilo-

— Es un honor conocerlo, mi nombre es Damaris. -Sonrío dulcemente-

Tanto mi padre George como Asterope parecían conmocionados. Pude ver cómo se miraban brevemente, intentando procesar mi presencia y actitud. Aproveché este momento para comenzar una pequeña conversación con ambos, enfocándome en temas que sabía que les interesarían. Mi objetivo era claro: robar la atención que debía ir a Simone y centrarla en mí.

La conversación fluyó con naturalidad, abordando diversos temas desde la economía del ducado hasta anécdotas familiares. Cada palabra que pronunciaba estaba cuidadosamente seleccionada para mantener el interés de ambos y establecer una conexión más fuerte. Sentía que mi plan estaba funcionando.

Después de una buena comida, llena de platillos exquisitos y acompañada de risas, llegó el momento de los dulces. Un buen té de manzanilla complementaba perfectamente los postres, creando un ambiente relajado y acogedor. Justo cuando pensaba que había logrado desviar la atención completamente, Simone mencionó el tema de los obsequios.

— Oh, ¿Y qué regalos han traído? -Preguntó Simone, con una sonrisa que intentaba ocultar su ansiedad-

Asterope, sin perder su compostura, respondió con una ligera sonrisa.

— Me temo que no he traído obsequios esta vez. -Dijo, lo que claramente no era la respuesta que Simone esperaba-

Decidí concluir mi visita, ya que había logrado mi objetivo de captar la atención.

— Será mejor que me retire. -Anuncié con una leve inclinación-

— ¿Por qué no se queda a compartir más tiempo con nosotros? -Consultó Asterope, sus ojos celestes llenos de curiosidad-

— Sería inapropiado. -Conteste, manteniendo mi tono educado- Además, debo encargarme de unos asuntos con urgencia.

— Es una pena. -Se lamentó con una sonrisa, aunque su tono indicaba comprensión-

Realicé una pequeña inclinación y retorné a mi cuarto, notando algunos libros en mi cama. Después de acabar con mis estudios, decidí ir al jardín a despejarme. Nada más ingresar, examiné mi alrededor. Me puse a regar las plantas y traté de sacar los pensamientos innecesarios de mi cabeza, porque no quería molestarme.

En el momento que subí las escaleras, rocié las plantas con agua y escuché cómo se abría la puerta. Sin embargo, me asusté y ocasioné que la escalera se balanceara, cayendo de ella. Antes de impactar contra el suelo, sentí cómo me atrapaban con firmeza. Al abrir los ojos, me encontré con Asterope, todo mojado.

— ¡Oh, dios mío! -Exclamé, sintiéndome aliviada de que me haya atrapado justo a tiempo-

— ¿Se encuentra bien? -Preguntó Asterope, su voz llena de preocupación mientras me ayudaba a recuperar el equilibrio-

— Sí... lo siento mucho, hermano Asterope. -Dije, tratando de calmarme y sintiendo una punzada de vergüenza-

— Está bien. -Respondió, sonriendo ligeramente mientras se secaba el rostro con su manga seca-

— Oh, bueno... creo que tengo un pañuelo. -Busqué en mi bolsillo, avergonzada por todo el incidente- Olvídalo y toma esto, por favor. -Añadí, tendiéndole el pañuelo-

Se puede notar tranquilo mientras acepta el pañuelo, sus dedos rozando suavemente el delicado bordado. Sin embargo, mantiene silencio por unos segundos, sus ojos se detienen en los detalles del diseño, reconociendo las formas y patrones que le resultaban familiares. Puedo ver la chispa de reconocimiento en su mirada, un reflejo de recuerdos compartidos.

Asterope levanta la mirada, sus ojos se suavizan y una sonrisa genuina cruza su rostro.

— Me lo quedaré. -Dice, con una calidez en su voz que me reconforta-

— Oh, gracias por aceptarlo. -Respondo, manteniendo mi sonrisa encantadora mientras el alivio se apodera de mí-

Salimos del jardín y rápidamente ordeno a una criada que prepare el baño. La criada asiente y se marcha de inmediato para encargarse de los preparativos. Mientras tanto, me quedo hablando con mi compañero, disfrutando de la tranquila interacción que seguía a nuestro pequeño accidente.

— Entonces, es verdad que usted es la heredera del ducado. -Dijo Asterope, con curiosidad evidente en su mirada-

— Sí, pero solo temporalmente. -Respondí, tratando de aclarar la situación-

— No comprendo. -Lo observé con atención, notando su confusión-

— Si mis padres no tienen un heredero varón, como hija mayor me corresponde heredarlo. -Expliqué con un suspiro- Desde entonces, el duque ha ajustado mis horarios de estudio.

— Eso explica muchas cosas. -Asintió, pareciendo entender finalmente.+

— Sí. -Afirmé-

— Lamento molestarte con esto. -Se disculpó, con una expresión de preocupación-

— No, usted me salvó y es lo menos que puedo hacer para recompensarlo. -Sonreí amablemente, tratando de hacerle sentir mejor- Solo descanse.

— Igualmente, señorita Williams. -Respondió con una leve inclinación-

— Puede llamarme Damaris. -Comenté antes de retirarme, dejando la conversación en un tono amistoso-

Me encamino a mi cuarto, dejando atrás el jardín y la inesperada compañía de Asterope. Al llegar, me siento en mi escritorio y retomo mis estudios, sumergiéndome en los libros que me estaban esperando. El tiempo pasa rápidamente mientras me concentro en las lecturas y anotaciones, intentando aprovechar cada minuto para avanzar en mis conocimientos y preparación.

No pasa mucho tiempo antes de que Jessy toque suavemente la puerta y asome la cabeza para informarme que la cena está lista.

— Señorita Damaris, es hora de la cena. -Dice con su habitual tono respetuoso-

— Gracias, Jessy. -Respondo, dejando el libro en el escritorio y estirándome un poco para aliviar la tensión acumulada en mis hombros- Ya voy.

Me levanto y sigo a Jessy hasta el comedor. Al entrar, noto que la mesa está dispuesta de manera impecable, y los aromas deliciosos de la comida llenan el aire.

— Qué grato verte, hija mía. -Me saluda mi padre con una sonrisa afectuosa-

— Igualmente, me alegra verlo, padre. -Respondo con una sonrisa-

Me dirijo a mi asiento habitual, justo al lado de Simone, y me acomodo con una sonrisa. La cena transcurre con total normalidad, las conversaciones fluyen de manera amena y sin incidentes. Sin embargo, esta vez hay una diferencia notable: estoy contenta por haber conocido a Asterope. La posibilidad de que se convierta en un gran aliado y fiel compañero en el futuro me llena de esperanza y determinación.

— Me alegra que hayas venido, Damaris. -Dice Simone, aunque noto un tono sutil de celos en su voz-

— No podría faltar, Simone. Es una cena familiar, después de todo. -Respondo con una sonrisa, tratando de mantener la paz-

Durante la cena, mantengo conversaciones ligeras y amenas con todos en la mesa. Disfrutamos de cada platillo y, al final, proseguimos con los dulces y un buen té de manzanilla.

— Asterope es un joven muy interesante, ¿No crees? -Comenta mi padre, dirigiéndose a mí-

— Sí, lo es. Estoy contenta de haberlo conocido. -Respondo sinceramente, pensando en cómo Asterope podría ser un gran aliado y fiel compañero en el futuro-

Sé que debo ponerlo de mi lado, y la cena de esta noche me ha dado la oportunidad de empezar a cimentar esa relación. Al final de la velada, todo acaba pacíficamente. Me siento orgullosa de haber provocado algunos celos en Simone, lo que me da una sensación de satisfacción.

— Bueno, será mejor que me retire. -Digo, levantándome de la mesa y haciendo una pequeña inclinación-

— Que descanses, Damaris. -Dice mi padre, sonriendo con cariño-

— Buenas noches, padre. Buenas noches, Simone. -Me despido de todos y me dirijo a mi cuarto, sintiéndome optimista y esperanzada-

Me cambio para dormir y me acuesto, esperando que mañana sea un buen día lleno de nuevas oportunidades y logros.






— - 🌷  - To be continue. . . ୭
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