━━「 𝗖𝗔𝗣𝗜́𝗧𝗨𝗟𝗢 𝟯𝟮 」━━







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Al día siguiente, me desperté temprano con el primer rayo de sol. Sabía que tenía una jornada llena de responsabilidades y decisiones cruciales que tomar. Me levanté de la cama, sintiendo el peso de mi cargo como emperador de Obelia, y me dirigí al escritorio donde una pila de documentos esperaba mi atención.

Pasé toda la mañana sumido en mis deberes reales, revisando informes, firmando decretos y atendiendo audiencias con mis consejeros. Cada tarea requería mi concentración y juicio, pero mi mente seguía volviendo al encuentro de la noche anterior con Damaris. Sus palabras, su mirada, todo seguía grabado en mi memoria, y no podía evitar pensar en las promesas que había hecho y en el camino que nos esperaba.

Al llegar la tarde, terminé mis obligaciones diarias y me dirigí a los jardines del palacio, donde me esperaba mi concubina favorita, Diana. Ella estaba radiante, con una sonrisa que iluminaba su rostro al verme. Siempre había sido una compañía alegre y afectuosa, y estaba feliz de compartir la tarde conmigo.

— Mi emperador, qué alegría verte. -Dijo Diana, acercándose a mí con un brillo de amor en sus ojos-

— Diana. -Respondí, esbozando una sonrisa- Es un placer verte también.

Nos sentamos juntos en un banco bajo la sombra de un árbol, rodeados de flores y el suave murmullo de una fuente cercana. Diana comenzó a hablarme de las novedades del palacio, de los rumores y eventos sociales, pero yo apenas podía concentrarme en sus palabras. Mi mente seguía volviendo a Damaris, a sus ojos llenos de determinación y a las promesas que había hecho la noche anterior.

— Claude, ¿Estás bien? -Preguntó Diana, su voz suave y preocupada. Había notado mi distracción y mi mirada perdida-

— Lo siento, Diana. -Sacudí la cabeza ligeramente, tratando de regresar al presente- Es solo que... hay muchas cosas en mi mente hoy. -Admití, tratando de no preocuparla-

— Puedo ver que algo te está perturbando. -Diana me miró con comprensión, su mano descansando suavemente sobre la mía- Si necesitas hablar, estoy aquí para escucharte. -Dijo con cariño-

Agradecí su apoyo con una sonrisa, aunque sabía que no podía compartir todos los detalles de mis pensamientos con ella. La tarde continuó, y aunque intenté disfrutar de su compañía, mi mente seguía volviendo a Damaris y al desafío que tenía por delante para ganarme su confianza y amor.
























❨ Después de unas horas. ❩
 ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄
























Después de unas horas, cuando la tarde comenzó a dar paso a la noche, finalmente regresé a mi habitación en el palacio. El encuentro con Diana y las responsabilidades del día me habían dejado exhausto, pero sabía que aún quedaba algo importante por hacer. Apenas crucé el umbral de mi habitación, me dirigí al escritorio y mandé a llamar a Thaddeus.

Mientras esperaba su llegada, me senté y saqué papel y pluma, dispuesto a escribir una carta para Damaris. Mi mente repasaba cada detalle de nuestra conversación en el carruaje la noche anterior, y quería asegurarme de transmitir con claridad mis intenciones y planes para el instituto que deseaba fundar.

Poco después, Thaddeus llegó a mi habitación, su figura imponente y su expresión serena ofreciendo un sentido de seguridad y confianza.

— Thaddeus, necesito que entregues esta carta a Damaris en la residencia del duque Williams. -Dije, mientras terminaba de escribir-

Le di los últimos toques a la carta, asegurándome de que mis palabras reflejaran la sinceridad y la urgencia de mi propuesta. La doblé cuidadosamente y la sellé con el emblema imperial antes de entregársela a Thaddeus.

— Hazlo con discreción. Es importante que esta carta llegue a sus manos lo antes posible. -Le ordené con firmeza-

Thaddeus asintió, entendiendo la importancia de la misión, y se dispuso a partir de inmediato. Observé cómo se alejaba, sabiendo que la carta llevaba consigo una oportunidad crucial para iniciar el proyecto del instituto.

En la carta, había solicitado a Damaris que se presentara en el palacio imperial para continuar nuestra conversación sobre cómo iniciaríamos el plan para la academia. Quería que ella formara parte de cada paso del proceso, sabiendo que su apoyo y experiencia serían fundamentales para el éxito del proyecto.

Mientras me quedaba en mi habitación, sentí una mezcla de nervios y esperanza. Sabía que este era un momento decisivo, y estaba dispuesto a hacer todo lo posible para ganarme la confianza de Damaris y trabajar juntos en la realización de nuestros sueños compartidos.
























❨ En la residencia Williams. ❩
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En la residencia de los Williams, la noche era tranquila y silenciosa. Damaris estaba en su despacho, revisando las propuestas enviadas por Andrew y el Barón Barboun. Ambos inversionistas habían presentado ideas prometedoras que podrían llevar a grandes ganancias, y Damaris quería asegurarse de que cada detalle estuviera bien analizado antes de tomar una decisión.

El ambiente era de calma y concentración hasta que, de repente, una silueta apareció en el balcón, proyectando una sombra sobre las cortinas. Damaris levantó la vista, su intuición ya le decía quién podría ser. La conocida voz de Thaddeus se escuchó, firme y respetuosa.

La joven no se asustó; en lugar de eso, dejó los documentos sobre la mesa y se acercó al balcón, tomando una manta para cubrirse, ya que estaba en pijama. Abrió las puertas del balcón y salió al encuentro de Thaddeus.

— ¿Qué haces aquí, Thaddeus? -Preguntó seria, aunque su voz mostraba una ligera preocupación-

Thaddeus, con su figura imponente y su mirada decidida, entendía la importancia del mensaje que traía. Se preparó para entregar la carta que el emperador Claude había escrito con tanto esmero.

— Damaris, traigo un mensaje del emperador Claude. -Dijo, extendiendo una carta sellada con el emblema imperial-

Damaris tomó la carta, sintiendo la urgencia y el peso de las palabras que contenía incluso antes de abrirla. Rompió el sello con cuidado y comenzó a leer en silencio, sus ojos recorriendo las líneas escritas por Claude. Mientras lo hacía, Thaddeus permaneció en silencio, observándola con respeto.

— Claude solicita tu presencia en el palacio imperial para continuar la conversación sobre el instituto que desea fundar. Quiere que estés involucrada en cada paso del proceso. -Explicó Thaddeus, anticipándose a las preguntas de Damaris-

Damaris levantó la vista de la carta, sus pensamientos girando en torno a la propuesta de Claude. Las palabras del emperador reflejaban una determinación y una sinceridad que ella no podía ignorar.

— Comprendo. Le diré a mi padre que iré al palacio mañana. -Respondió Damaris, finalmente-

— Estoy seguro de que tu participación será invaluable para el éxito del proyecto. -Thaddeus asintió, satisfecho con la respuesta- El emperador confía en ti. -Agregó, con una sonrisa leve-

Damaris le devolvió la sonrisa, aunque su mente seguía procesando todo lo que implicaba la carta.

— Gracias por traerme este mensaje, Thaddeus. -Dijo- Le transmitiré mi respuesta a Claude personalmente. -Thaddeus hizo una reverencia, mostrando su respeto y lealtad-

Con esa despedida, Thaddeus se retiró discretamente del balcón. Damaris lo vio desaparecer en la noche, sintiendo una mezcla de emociones. Sabía que este encuentro marcaría el inicio de algo significativo, y aunque el camino sería desafiante, estaba lista para enfrentarlo.

Regresó a su despacho y dejó la carta sobre la mesa mientras se tomaba unos momentos para reflexionar sobre lo que acababa de suceder. Sus pensamientos giraban en torno a las palabras de Thaddeus y la determinación de Claude. Finalmente, decidió que era momento de descansar y prepararse para el día siguiente.

Se dirigió a su habitación, encendiendo una pequeña lámpara junto a la cama para iluminar el espacio. Se recostó en la cama, tomando la carta de Claude entre sus manos. Sus dedos recorrieron el sello imperial antes de abrirla nuevamente y comenzar a leer el contenido con atención. Las palabras del emperador reflejaban su compromiso y la seriedad de su propuesta para fundar el instituto. Cada línea escrita con esmero reforzaba la sinceridad de sus intenciones y su deseo de trabajar juntos por un futuro mejor.

A medida que leía, Damaris se sintió inundada por una mezcla de determinación y esperanza. La carta era una prueba tangible de que Claude estaba dispuesto a cambiar y a luchar por sus ideales, y eso le daba fuerzas para enfrentar los desafíos que se avecinaban.

Al terminar de leer, cerró la carta con cuidado y la dejó sobre la mesita de noche. Suspiró profundamente, sintiendo una calma interior que no había experimentado en mucho tiempo. Se acomodó en la cama, dejándose envolver por la suavidad de las sábanas, y cerró los ojos.

El día había sido largo y lleno de emociones, pero mientras se adentraba en el mundo de los sueños, Damaris se sentía reconfortada por la esperanza de un nuevo comienzo y la posibilidad de un futuro transformador. Sabía que las decisiones que tomara a partir de ese momento serían cruciales, y estaba dispuesta a enfrentar lo que fuera necesario para lograr sus objetivos.
























❨ Al día siguiente. ❩
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Damaris se preparaba para partir al palacio real. La mañana era fresca y el sol iluminaba suavemente la residencia de los Williams. Damaris vestía un elegante traje que denotaba su estatus y su determinación. Mientras se ajustaba los últimos detalles frente al espejo, sus pensamientos volvían a la carta de Claude y a la reunión que tendría en el palacio.

En el salón principal, su padre George y su madre Astrid esperaban ansiosos. La preocupación en sus rostros era evidente. Hacía poco tiempo que Damaris había despertado de un coma, y la idea de que volviera a involucrarse en asuntos tan importantes y demandantes les generaba inquietud.

— Damaris, ¿Estás segura de que estás lista para esto? -Preguntó George, su voz cargada de preocupación mientras la veía bajar las escaleras-

— Sí, padre. -Respondió Damaris con firmeza- Este es un paso importante, y estoy decidida a hacerlo. El emperador Claude necesita mi ayuda, y creo en el proyecto que me ha propuesto.

Astrid, con su semblante sereno pero preocupado, se acercó a su hija y le tomó las manos.

— Hija, solo queremos asegurarnos de que no te estés forzando demasiado. -Dijo con ternura- Apenas has comenzado a recuperarte y no queremos que sufras una recaída.

Damaris sonrió, agradecida por la preocupación de sus padres, pero su determinación era inquebrantable.

— Mamá, papá, agradezco su preocupación, pero sé que puedo hacerlo. Este proyecto es importante no solo para el reino, sino también para mi propio crecimiento y redención. -Dijo, mirando a ambos con sinceridad-

George suspiró y asintió, reconociendo la determinación en los ojos de su hija.

— De acuerdo, Damaris. Confiamos en ti. Solo recuerda que estamos aquí para apoyarte en todo momento. -Dijo, su voz suavizándose-

Astrid asintió y abrazó a su hija con cariño.

— Cuídate mucho, querida. Sabemos que harás lo correcto. -Dijo, besándola en la frente-

Con esas palabras de aliento, Damaris se despidió de sus padres y salió de la residencia, lista para enfrentar el desafío que tenía por delante. Montó en el carruaje que la llevaría al palacio real, su mente enfocada en la reunión con Claude y en los planes para el instituto.

Mientras el carruaje avanzaba por el camino, Damaris sentía una mezcla de nervios y emoción. Sabía que estaba dando un paso significativo hacia un futuro lleno de posibilidades y desafíos, y estaba decidida a enfrentarlo con toda su fortaleza y determinación.
























❨ En el palacio imperial. ❩
 ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄
























En el palacio imperial, la llegada de Damaris fue recibida con los más altos honores. A medida que el carruaje se acercaba a la entrada principal, un grupo de soldados vestidos con sus uniformes de gala se formó en dos líneas, creando un pasillo de bienvenida. Las banderas imperiales ondeaban majestuosamente, y la atmósfera estaba cargada de respeto y solemnidad.

Cuando el carruaje se detuvo, el cochero abrió la puerta y Jessy y Annie se apresuraron a bajar para ayudar a Damaris. Sin embargo, antes de que pudieran hacerlo, un chambelán del palacio se acercó con una reverencia profunda.

— Bienvenida, señorita Damaris. -Dijo con voz ceremoniosa, haciendo una elegante reverencia- Soy el chambelán Edmund y tengo el honor de recibirla en nombre del emperador Claude.

Jessy y Annie intercambiaron miradas, sorprendidas por la grandiosidad de la recepción. No esperaban tal despliegue de respeto y cortesía, y su asombro era palpable. Damaris, aunque acostumbrada a cierta formalidad, también se vio sorprendida por la magnitud de la bienvenida.

— Gracias, es un honor. -Respondió Damaris, tratando de mantener la compostura mientras aceptaba la ayuda del chambelán Edmund para bajar del carruaje-

Los soldados saludaron con precisión militar, y la música de una pequeña banda real comenzó a tocar, añadiendo un toque ceremonial al momento. Damaris caminó entre las filas de soldados, acompañada por Jessy y Annie, quienes seguían asombradas por el recibimiento.

— El emperador Claude la espera en el salón principal. -Dijo el chambelán Edmund, caminando junto a Damaris con una sonrisa cortés- Ha dispuesto que sea recibida con los más altos honores para mostrarle su respeto y gratitud.

— Estoy agradecida por su amabilidad. -Respondió Damaris, su voz firme pero agradecida-

A medida que avanzaban hacia la entrada del palacio, Damaris no podía evitar sentir una mezcla de nervios y emoción. Sabía que este día marcaría el inicio de un capítulo crucial en su vida y en el futuro del reino. Con cada paso, su determinación se fortalecía, y estaba lista para enfrentarse a los desafíos que vendrían.

Dentro del palacio, Claude la esperaba en el salón principal, su expresión solemne pero llena de esperanza. A su lado, su fiel guardián Thaddeus estaba en posición, su figura imponente y vigilante. La mirada del emperador se encontró con la de Damaris, y en ese instante, ambos supieron que estaban a punto de embarcarse en una empresa que cambiaría sus vidas y el destino de su imperio.

En el salón principal del palacio, la atmósfera era solemne y cargada de expectativas. Claude observaba a Damaris con una expresión de esperanza mientras Thaddeus, su guardián leal, se mantenía firme a su lado, vigilante y atento.

Claude se levantó de su trono, sus movimientos llenos de propósito y dignidad, y caminó hacia Damaris. Cada paso resonaba en el salón, subrayando la importancia del momento.

— Damaris, estoy agradecido de que hayas aceptado mi invitación y hayas venido hasta aquí. -Comenzó, su voz fuerte y sincera- Lo que discutimos anoche es de suma importancia para el futuro de nuestro reino, y quiero asegurarme de que tengamos el entorno adecuado para continuar nuestra conversación.

Damaris asintió, escuchando atentamente las palabras del emperador.

— Gracias por recibirme, emperador Claude. -Respondió con respeto- Estoy lista para discutir los detalles del instituto y cómo podemos llevar a cabo este proyecto.

Claude esbozó una leve sonrisa, apreciando la determinación en los ojos de Damaris.

— Perfecto. -Dijo con una pausa para añadir énfasis- Me gustaría invitarte a tomar el té en el Jardín de la Familia. Es un lugar especial para mí y creo que allí podremos hablar con tranquilidad. -Añadió, haciendo un gesto con la mano para indicar el camino-

Damaris asintió una vez más, mostrando su conformidad con la propuesta. Claude, con una ligera inclinación de cabeza, la guió hacia el jardín, seguido de cerca por Thaddeus. A medida que caminaban por los majestuosos pasillos del palacio, los guardias y sirvientes se inclinaban con respeto a su paso, subrayando la importancia de la visita de Damaris.

El Jardín de la Familia era un oasis de paz y belleza dentro del palacio. Flores de vivos colores adornaban los senderos y un pequeño estanque con agua cristalina reflejaba la luz del sol. El sonido suave del agua y el canto de los pájaros creaban un ambiente sereno y relajante. Claude solía utilizar este espacio para sus encuentros con Diana, su amante, pero hoy estaba decidido a emplearlo para una conversación crucial con Damaris.

— Espero que este entorno te resulte agradable. -Dijo Claude mientras tomaban asiento en una mesa elegantemente dispuesta para el té, con una variedad de delicias y teteras finamente decoradas- Quiero que te sientas cómoda mientras discutimos los detalles del instituto.

Damaris observó el jardín con aprecio, sintiéndose en parte reconfortada por la tranquilidad del lugar.

— Es un lugar encantador, emperador. Agradezco su amabilidad. -Respondió con una sonrisa, sintiendo un poco incomoda, Ya que sabia que ese sitio era un lugar de encuentro habitual para Claude y su amante Diana-

El Jardín de la Familia proporcionaba un entorno tranquilo y hermoso, ideal para una conversación tan importante. Claude y Damaris tomaron asiento en una mesa finamente decorada con teteras y una selección de delicias. Mientras el suave murmullo del agua y el canto de los pájaros llenaban el aire, Claude comenzó a detallar su visión para el instituto.

— Damaris, creo firmemente en la creación de este instituto inclusivo que ofrezca oportunidades educativas para todos, sin importar su origen social. -Comenzó Claude, su voz llena de convicción- Pero para hacerlo realidad, debemos ser estratégicos en nuestros esfuerzos. La primera etapa será reunir los fondos necesarios y atraer a los inversores adecuados que compartan nuestra visión.

— Estoy de acuerdo. -Damaris asintió, comprendiendo la importancia de este primer paso- Necesitamos una propuesta sólida que muestre el potencial del instituto y los beneficios que aportará a nuestro reino. -Respondió, su mente ya trabajando en posibles enfoques- Debemos identificar a los posibles inversores que tengan interés en la educación y el bienestar social.

— Exactamente. -Claude asintió, satisfecho con su respuesta- He pensado en algunos nombres que podrían estar interesados en nuestra causa. -Dijo, mientras sacaba un pequeño cuaderno y lo abría- El barón Barboun y otros miembros de la nobleza como el Marqués Connor y su esposa Elisabeth han mostrado interés en proyectos educativos anteriormente. También podríamos considerar alianzas con comerciantes ricos y empresarios que ven el valor en una población educada,

— Eso es un buen comienzo. -Respondió Damaris- Podemos organizar reuniones con ellos y presentarles un plan detallado. Debemos mostrarles que su inversión no solo beneficiará al instituto, sino también al reino en general, al crear una base de ciudadanos educados y preparados para contribuir al progreso.

Claude sonrió, satisfecho con la dirección que tomaba la conversación.

— También he pensado en algunos eventos de recaudación de fondos. Podemos organizar galas y subastas donde los asistentes puedan hacer donaciones y ofrecer su apoyo. Además, podemos buscar el apoyo de otras casas nobles y figuras influyentes que puedan ayudarnos a atraer más inversiones. -Añadió con entusiasmo-

— Los eventos de recaudación de fondos son una excelente manera de generar apoyo y visibilidad para el proyecto. -Damaris consideró esta idea y asintió-  También debemos considerar la posibilidad de obtener patrocinadores que deseen asociar sus nombres con una causa tan noble. -Sugirió-

— Debemos asegurarnos de que cada detalle esté cuidadosamente planeado. -Claude se inclinó hacia adelante, sus ojos llenos de determinación- Necesitamos un equipo dedicado que pueda manejar la logística y la ejecución del proyecto. -Dijo- Me gustaría que lideraras este equipo, Damaris. Confío en tu capacidad para hacer que esto sea un éxito.

Damaris se sintió honrada por la confianza que Claude depositaba en ella.

— Será un honor liderar este equipo, emperador. Estoy comprometida con este proyecto y haré todo lo posible para que sea un éxito. -Respondió con determinación-

Con esa promesa, Claude y Damaris continuaron discutiendo los detalles del plan, delineando los pasos necesarios para reunir los fondos, atraer a los inversores y asegurarse de que el proyecto del instituto se convirtiera en una realidad. Sabían que el camino sería desafiante, pero con su determinación y colaboración, estaban listos para enfrentar cualquier obstáculo y trabajar juntos por un futuro mejor para su reino.

De repente, la tranquila atmósfera del Jardín de la Familia se vio interrumpida por la llegada inesperada de Diana, la famosa amante de Claude. Vestida con elegancia y con una presencia imponente, Diana apareció en el jardín, su rostro iluminado por una sonrisa radiante.

— Claude, querido, no esperaba encontrarte aquí tan temprano. -Dijo Diana, su voz melodiosa llenando el aire mientras avanzaba hacia ellos-

Damaris se sorprendió al ver a Diana, su mente procesando rápidamente la situación. Sabía de la relación entre Claude y Diana, pero no había anticipado encontrarse con ella en este momento tan crucial.






— - 🌷  - To be continue. . . ୭
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