━━「 𝗖𝗔𝗣𝗜́𝗧𝗨𝗟𝗢 𝟯𝟭 」━━







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Finalmente, la familia Williams informó a la sociedad sobre el despertar de Damaris. La noticia se difundió rápidamente, generando un gran interés y emoción entre las damas nobles y la alta sociedad. La historia de su milagrosa recuperación se convirtió en el tema principal de las conversaciones en los salones y tertulias de la ciudad.

Al conocer la noticia del despertar de Damaris, la felicidad de Simone se desmoronó. La información la golpeó con una fuerza abrumadora, y su estado de ánimo se tornó melancólico e irritable. Cada vez que escuchaba a alguien hablar sobre Damaris y su recuperación, sentía una punzada de dolor en el corazón. Los días que siguieron fueron difíciles para Simone, ya que la tristeza y la ansiedad la consumían lentamente.

Amelia, preocupada por el estado emocional de su nuera, trataba de pasar más tiempo con ella. Intentaba animarla y hacerla sentir mejor, pero la tarea no era fácil. La ausencia notable de Asterophe, el hijo menor de Amelia, solo empeoraba la situación. Asterophe estaba lejos, evitando cualquier contacto con su esposa desde el incidente en el que ella lo embriagó y lo obligó a consumar el matrimonio, resultando en el embarazo de Simone, quien estaba tan solo de cuatro meses.

— Simone, querida, ¿Por qué no tomas un poco de té? -En una ocasión, Amelia se acercó a Simone con una taza de té y una expresión de preocupación- Te hará sentir mejor. -Dijo, ofreciéndole la taza-

— Gracias, madre. -Simone aceptó la taza con una sonrisa débil- A veces siento que no puedo soportar esta tristeza. -Confesó, sus ojos llenos de lágrimas-

— Lo sé, querida. -Amelia se sentó a su lado y tomó su mano con ternura- Pero debes ser fuerte, por ti y por el bebé. Asterophe volverá, estoy segura. Solo necesita tiempo para darse cuenta de lo importante que eres para él.

— Espero que tengas razón. -Simone asintió lentamente, aunque la esperanza en sus ojos era escasa- No sé cuánto más puedo soportar esta situacion.

— No estás sola en esto. -Amelia apretó suavemente la mano de Simone- Estoy aquí para ti, y juntos superaremos cualquier obstáculo. Tómate tu tiempo, pero no pierdas la fe en que las cosas mejorarán.

A lo largo de los días, Amelia continuó esforzándose por estar a su lado, ofreciendo palabras de aliento y apoyo con una devoción inquebrantable. Sin embargo, la sombra de la preocupación seguía acechando sus pensamientos. Sabía que la situación con Asterophe complicaba aún más el estado emocional de Simone, y deseaba con todo su corazón que su hijo regresara pronto para estar al lado de su esposa. Amelia no podía dejar de pensar en cómo la ausencia de Asterophe afectaba a Simone, y cada día, su deseo de ver a su familia reunida se volvía más ferviente.

Simone, aunque agradecida por el apoyo de Amelia, seguía luchando contra sus propios demonios. La noticia del despertar de Damaris había destrozado su frágil felicidad, y el dolor de la traición y el abandono de Asterophe la acompañaban día y noche. Sus pensamientos oscilaban entre la tristeza por la situación con Asterophe y la incertidumbre sobre su futuro. Sin embargo, la fortaleza y el amor de Amelia eran un rayo de esperanza en la oscuridad, un recordatorio constante de que no estaba sola en su lucha. Simone encontraba consuelo en los momentos compartidos con Amelia, y aunque la batalla interna era ardua, el apoyo de su suegra le daba fuerzas para seguir adelante.

Entre tanto, no pasaría mucho tiempo después de la recuperación de Damaris que comenzarían a llegar las invitaciones. Damas nobles de todas partes enviaban tarjetas de invitación a fiestas de té y eventos sociales, deseosas de conocer y recibir a Damaris en sus círculos. Su regreso era visto como un acontecimiento significativo, y la alta sociedad esperaba con ansias su reaparición. La expectación en torno a su retorno se palpaba en cada carta y mensaje que llegaba a la mansión Williams.

Entre todas las invitaciones, una destacaba: la fiesta de cumpleaños de Lady Isadora, una conocida de la familia Williams y una figura prominente en la alta sociedad. Lady Isadora era famosa por sus espléndidos eventos y su habilidad para reunir a la élite en ocasiones memorables. La invitación a su fiesta de cumpleaños se convirtió en la oportunidad perfecta para que Damaris hiciera su debut nuevamente en el mundo social.

El día del evento, Damaris se preparó con esmero. Su madre y sus sirvientas, Jessy y Annie, se aseguraron de que cada detalle estuviera perfecto. Vestida con un elegante traje que resaltaba su belleza y gracia, Damaris estaba lista para enfrentar la alta sociedad una vez más.

— Estás hermosa, señorita Damaris. -Dijo Jessy mientras ajustaba los últimos detalles del vestido-

— Sí, todos estarán encantados de verte de nuevo. -Añadió Annie con una sonrisa cálida-

— Gracias, Jessy, Annie. -Damaris asintió, sintiendo una mezcla de nervios y emoción- No sé qué haría sin ustedes. -Respondió con gratitud-

Con el apoyo de su madre y sus leales sirvientas, Damaris se dirigió a la mansión de Lady Isadora, vestida con un elegante traje que realzaba su belleza y gracia. La presencia de Jessy y Annie a su lado le brindaba una sensación de seguridad y tranquilidad. Sus miradas de apoyo y palabras de ánimo la acompañaban mientras avanzaban hacia el evento.

Cada paso que daba hacia la mansión era un recordatorio de su fortaleza y de todo lo que había superado. A pesar de los nervios, Damaris se sentía lista para retomar su lugar en la alta sociedad y enfrentar los desafíos que vinieran con confianza y determinación. La mansión de Lady Isadora, iluminada con luces brillantes y adornada con exquisitas flores, se erguía majestuosamente frente a ella, prometiendo una noche llena de reencuentros y nuevas oportunidades.

— No te preocupes, señorita Damaris, todo saldrá bien. -Dijo Jessy, ajustando los últimos detalles de su vestido-

— Sí, todos estarán encantados de verte de nuevo. -Añadió Annie, sonriendo con calidez-

— Gracias, Jessy, Annie. -Damaris asintió, agradecida por el apoyo de sus leales sirvientas- No sé qué haría sin ustedes.

Al llegar a la mansión de Lady Isadora, Damaris fue recibida con calidez y entusiasmo. Los jardines de la mansión estaban adornados con luces brillantes y flores exquisitas, creando un ambiente festivo y acogedor. La iluminación, cuidadosamente dispuesta, destacaba cada rincón del jardín, haciendo que las flores resplandecieran en una variedad de colores. El suave murmullo de una fuente cercana añadía un toque de serenidad al ambiente.

A medida que Damaris avanzaba por el camino de entrada, los murmullos de admiración y sorpresa se extendían entre los invitados. Cada paso que daba parecía atraer miradas de curiosidad y respeto. Los nobles presentes no podían evitar comentar entre ellos:

— ¡Mira, es Damaris! -Susurró una dama con emoción-

— Sí, está más hermosa que nunca. -Respondió su acompañante, observándola con admiración-

En el vestíbulo, Lady Isadora la recibió con los brazos abiertos y una sonrisa radiante. Su presencia imponente y la calidez de su bienvenida hicieron que Damaris se sintiera apreciada y valorada desde el primer momento.

— ¡Damaris, qué alegría verte de nuevo! -Exclamó, abrazándola con afecto- Todos hemos estado esperando este momento.

— Gracias, Lady Isadora. -Damaris devolvió el abrazo con gratitud- Estoy feliz de estar aquí.

Los invitados se acercaban a saludarla, sus rostros iluminados por la alegría de ver a Damaris recuperada. Los murmullos de admiración y los elogios llenaban el aire a medida que avanzaba por la elegante sala de la mansión. Las damas nobles, vestidas con sus mejores galas, se inclinaban ligeramente al paso de Damaris, expresando su felicidad por su regreso.

— ¡Damaris! Nos alegra tanto que estés bien. -Dijo una dama noble, inclinándose ligeramente-

— Gracias, su amabilidad significa mucho para mí. -Respondió Damaris, sonriendo con cortesía-

Durante la velada, Damaris mostró su elegancia y carisma, cautivando a todos con su presencia y sus modales impecables. Vestida con un traje que realzaba su belleza, se movía con una gracia innata entre los invitados, atrayendo miradas de admiración y respeto. Cada paso que daba y cada movimiento que realizaba reflejaban una seguridad y un porte que no pasaban desapercibidos.

Damaris respondía a las preguntas de los invitados con un encanto natural, escuchando atentamente y participando en las conversaciones con inteligencia y sensibilidad. Su risa suave, una melodía que resonaba con alegría, llenaba la sala y creaba un ambiente acogedor y festivo. Su mirada cálida, llena de amabilidad y empatía, parecía iluminar cada rincón de la mansión de Lady Isadora.

— Es un honor tenerte aquí, Damaris. -Dijo un caballero mientras levantaba su copa en un brindis- Tu regreso ha sido una verdadera bendición para todos nosotros.

— El honor es mío, gracias por su amabilidad. -Respondió Damaris, alzando su propia copa en señal de agradecimiento-

La noche transcurrió en un ambiente de celebración y alegría, y Damaris se sintió profundamente conmovida por el cariño y el apoyo de todos los presentes. La música resonaba en el aire, creando una atmósfera mágica que envolvía a todos en la mansión de Lady Isadora. Las melodías suaves y las notas alegres de los instrumentos llenaban la sala, mientras las risas y las conversaciones animadas se entrelazaban en un armonioso murmullo.

Damaris, rodeada de nobles y figuras prominentes de la alta sociedad, se sentía abrumada por las muestras de afecto y consideración. Los brindis en su honor, las palabras amables y los gestos de bienvenida la hicieron sentirse verdaderamente apreciada y valorada. Cada momento de la velada reafirmaba su decisión de retomar su lugar en la sociedad con confianza y determinación.

Mientras observaba a su alrededor, Damaris supo que había dado un paso importante para retomar su lugar en la alta sociedad y seguir adelante con confianza y determinación. La conexión que sentía con las personas a su alrededor, la calidez de sus sonrisas y el entusiasmo en sus palabras, eran un reflejo del impacto positivo que su regreso había tenido en todos ellos.

La familia Williams observaba con orgullo cómo Damaris retomaba su vida. Desde un rincón de la sala, sus padres la miraban con ojos llenos de emoción y satisfacción. Sabían que su regreso no solo significaba su recuperación, sino también una nueva oportunidad para brillar y hacer una diferencia en el mundo que la rodeaba. Cada sonrisa que Damaris compartía, cada risa que dejaba escapar, eran testigos de su fortaleza y resiliencia.

A medida que la noche avanzaba, Damaris se sintió más segura de sí misma, más decidida a enfrentar los desafíos que vinieran. El cariño y el apoyo de su familia y amigos eran la fuerza motriz que la impulsaba a seguir adelante, a conquistar nuevos horizontes y a dejar una huella indeleble en la alta sociedad que tanto la había extrañado. La celebración en la mansión de Lady Isadora marcaba el comienzo de una nueva etapa en su vida, una etapa llena de esperanza, propósito y determinación.
























❨ Unas horas más tarde. ❩
 ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄
























Después de unas horas, la velada en la mansión de Lady Isadora llegó a su fin. Damaris, acompañada de sus leales sirvientas Jessy y Annie, subió a su carruaje, lista para regresar a la residencia del ducado Williams. La noche era clara y tranquila, y la luna iluminaba el camino con su resplandor plateado. Las estrellas brillaban en el cielo, añadiendo un toque de magia al paisaje nocturno.

El carruaje estaba finamente decorado, con cojines de terciopelo y cortinas elegantes que proporcionaban un ambiente cómodo y acogedor. Mientras el carruaje avanzaba lentamente por el camino, Damaris permanecía en silencio, mirando el paisaje que se deslizaba a su alrededor. Las sombras de los árboles y las luces de las farolas creaban un juego de luces y sombras que resultaba hipnótico. Los árboles proyectaban largas sombras sobre el camino, mientras las farolas arrojaban un brillo cálido y tenue que resaltaba la belleza del entorno nocturno. El sonido rítmico de los cascos de los caballos en el suelo y el suave crujido del carruaje añadían una capa de serenidad a la noche.

Aunque Damaris estaba inmersa en sus pensamientos, sentía una calma interior que no había experimentado en mucho tiempo. El éxito de la velada, la calidez de los saludos y el apoyo de los invitados le habían proporcionado un consuelo inesperado.

En el interior del carruaje, Jessy y Annie conversaban animadamente, compartiendo los chismes y rumores que habían escuchado durante la velada.

— ¿Te enteraste de lo que dijo Lady Amelie sobre el nuevo conde? -Preguntó Jessy, con una chispa de curiosidad en sus ojos-

— ¡Oh, sí! -Respondió Annie, emocionada- Dicen que es joven y muy apuesto, pero también bastante tímido. Parece que todas las damas están interesadas en él.

— ¡Vaya, eso debe estar causando revuelo en la alta sociedad! -Comentó Jessy con una risa suave- ¿Y qué hay de la marquesa de Verlane? Escuché que su último vestido causó sensación.

— Sí, dicen que el diseño era único y muy elegante. -Annie asintió con entusiasmo- No me extrañaría que todas quieran copiar su estilo en los próximos eventos.

Damaris escuchaba las voces de sus sirvientas, disfrutando de la calidez y la familiaridad de su compañía. Jessy y Annie hablaban animadamente, compartiendo los chismes y rumores que habían escuchado durante la velada. Aunque Damaris no participaba en la conversación, sentía que sus corazones estaban conectados. La lealtad de Jessy y Annie era un consuelo constante para ella, y sus risas y comentarios proporcionaban una sensación de normalidad y estabilidad en medio de las incertidumbres que enfrentaba.

— ¿Sabías que Lady Amelie está planeando otra de sus famosas fiestas de té? -Comentó Jessy con entusiasmo-

— ¡Oh, sí! Y esta vez parece que invitará a un famoso artista para que haga retratos en vivo. -Respondió Annie, con una chispa de emoción en sus ojos-

— ¡Eso suena fascinante! No puedo esperar para ver quiénes asistirán esta vez. -Dijo Jessy, con una sonrisa-

El trayecto continuó, y mientras el carruaje se acercaba a la residencia del ducado Williams, Damaris se sentía reconfortada por la noche estrellada y la compañía de sus fieles sirvientas. La calma de la noche y las risas de Jessy y Annie ayudaban a aliviar sus preocupaciones, dándole la fortaleza necesaria para enfrentar cualquier desafío que se presentara en el futuro.

Sin embargo, a medida que el carruaje avanzaba por el camino solitario bajo el cielo estrellado, la tranquilidad de la noche fue interrumpida de repente. Sin previo aviso, Thaddeus, encapuchado y decidido, se colocó en medio del camino, obligando al cochero a detenerse bruscamente.

El cochero, sorprendido por la aparición inesperada, tiró de las riendas y detuvo el carruaje sin causar incidentes. Thaddeus, con su figura imponente y su capa oscura, se acercó rápidamente al carruaje. Sin dudarlo, abrió la puerta con firmeza, encontrándose con las tres jóvenes asustadas en su interior. Damaris, Jessy y Annie permanecieron en alerta, sus ojos llenos de temor e incertidumbre mientras intentaban comprender la situación.

Damaris, al reconocer a Thaddeus, comenzó a sentirse más tranquila, pero la tensión en el aire aún era palpable. Se preparó mentalmente para enfrentar lo que fuera necesario, sabiendo que su fuerza y determinación serían cruciales en los momentos que seguirían.

— ¡¿Quién eres y qué quieres?! -Exclamó Jessy, tratando de proteger a Damaris-

La tensión en el aire era palpable. El silencio dentro del carruaje contrastaba con la repentina interrupción en el camino. Las tres jóvenes, Damaris, Jessy y Annie, observaban con ojos llenos de temor e incertidumbre al misterioso encapuchado que había detenido su carruaje.

El corazón de Damaris latía con fuerza mientras intentaba discernir la identidad del intruso. Sin embargo, en ese momento, sus ojos captaron los rasgos familiares bajo la capucha. Un destello de reconocimiento cruzó su rostro, y una mezcla de sorpresa y alivio reemplazó rápidamente el miedo inicial.

— Thaddeus... -Murmuró Damaris, casi sin poder creerlo-

Al escuchar su nombre, Thaddeus se descubrió la capucha, revelando su rostro serio pero conocido. La tensión en el carruaje comenzó a disiparse ligeramente, aunque el aire seguía cargado de preguntas y emociones encontradas.

Damaris soltó un suspiro de alivio, pero el asombro aún se reflejaba en sus ojos. La inesperada aparición de Thaddeus traía consigo una marea de interrogantes, y el alivio de reconocerlo no borraba la incertidumbre de lo que vendría a continuación.

— Tranquila, Jessy. Es Thaddeus, el caballero guardián de confianza del emperador. -Dijo Damaris, tratando de calmar a sus sirvientas-

Thaddeus se quitó la capucha, revelando su rostro serio pero sin intención de causar daño.

— Señorita Damaris, lamento la forma abrupta en que los he detenido, pero necesito hablar con usted urgentemente. -Explicó Thaddeus, su voz firme pero respetuosa-

— Está bien, Thaddeus. -Damaris asintió, comprendiendo la gravedad de la situación- Hablemos, pero por favor, no asustes a mis sirvientas más de lo necesario. -Respondió Damaris con calma, tratando de mantener el control de la situación-

Jessy y Annie, aunque aún nerviosas, comenzaron a relajarse al darse cuenta de que Thaddeus no representaba una amenaza. Sus respiraciones se hicieron más pausadas y sus posturas menos tensas. La noche, que había comenzado con celebración y alegría, ahora tomaba un giro inesperado, y Damaris sabía que debía escuchar lo que Thaddeus tenía que decir. La mezcla de emociones en el aire era palpable, y Damaris sentía que algo importante estaba a punto de suceder.

Thaddeus, comprendiendo la importancia del momento, se hizo a un lado, dejando espacio para que alguien más se acercara. De las sombras surgió Claude, el emperador de Obelia, con una expresión solemne en su rostro. La luz de la luna iluminaba su figura, acentuando su presencia imponente y autoritaria. Al verlo, Damaris y sus sirvientas, Jessy y Annie, se sorprendieron, pero rápidamente reconocieron su figura. Sus ojos se abrieron con asombro, y una mezcla de sorpresa y respeto se reflejó en sus rostros.

Claude avanzó con paso firme hacia el carruaje, su mirada fija en Damaris. La tensión en el ambiente se intensificó, y todos en el carruaje sabían que este encuentro marcaría un momento crucial en sus vidas.

— Buenas noches. -Claude, con voz serena y educada, se dirigió a Jessy y Annie- Les pido, por favor, que me permitan hablar a solas con la señorita Damaris. Es un asunto de suma importancia.

Jessy y Annie intercambiaron miradas, sus ojos reflejaban la preocupación por dejar sola a Damaris en ese momento crucial. Sin embargo, la autoridad y el respeto que Claude emanaba les hicieron entender la seriedad de la situación. Era evidente que el emperador tenía algo importante que comunicar y que no representaba una amenaza para Damaris.

Con una ligera inclinación de cabeza, Jessy respondió:

— Por supuesto, Su Majestad. Estaremos cerca por si la señorita Damaris nos necesita.

Annie asintió en silencio, mostrando su apoyo a la decisión de Jessy. Con un gesto discreto, ambas sirvientas se retiraron del carruaje, dejando espacio para que Claude pudiera hablar a solas con Damaris. Mientras se alejaban, sus miradas seguían llenas de preocupación por su querida señora, pero confiaban en que el emperador no representaba un peligro para ella.

La noche continuaba serena y estrellada, con la luz de la luna iluminando suavemente el carruaje y el camino circundante. El ambiente mágico y tranquilo contrastaba con la tensión que se sentía en el aire. Era el escenario perfecto para una conversación trascendental.

La conversación que seguiría marcaría un punto crucial en sus vidas, un momento que cambiaría el curso de los acontecimientos de maneras inimaginables. Claude y Damaris estaban a punto de embarcarse en un diálogo que podría redefinir su relación y abrir nuevas posibilidades para el futuro. Ambos sabían que lo que se dijera en esos momentos tendría un impacto duradero en sus destinos.

















































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El silencio en el interior del carruaje era abrumador. Mi corazón retumbaba con fuerza debido al encuentro inesperado con Damaris. La había buscado durante tanto tiempo, y ahora que finalmente estaba frente a ella, una mezcla de emociones me embargaba. La luz de la luna que se filtraba por las ventanas del carruaje iluminaba sus ojos, que me miraban sorprendidos y cautelosos, brillando con intensidad en la penumbra.

El silencio entre ambos se prolongó, creando una tensión palpable que llenaba el aire. Apenas podía contener mis sentimientos, mientras mi mente luchaba por encontrar las palabras adecuadas. Cada segundo que pasaba parecía extenderse indefinidamente, amplificando la presión de la situación. Las sombras danzaban en las paredes del carruaje, acentuando la sensación de misterio y expectativa que nos envolvía.

Damaris, sin embargo, decidió romper el silencio con una pregunta directa. Su voz resonó con firmeza y claridad, cortando la atmósfera tensa.

— ¿Qué quiere el emperador de mí? -Preguntó, manteniendo su mirada fija en mí, desafiándome a responder con sinceridad-

Sentí un nudo en la garganta mientras intentaba formular una respuesta que pudiera transmitir la profundidad de mis emociones y mis intenciones. La determinación y la cautela en los ojos de Damaris me recordaban lo mucho que tenía en juego, y sabía que debía elegir mis palabras con cuidado.

— Damaris, estoy feliz de verte de nuevo. No sabes cuánto tiempo he esperado este momento. -Las palabras salieron con sinceridad, revelando mi alegría y alivio-

Pero antes de que pudiera continuar expresando lo que sentía, Damaris me cortó con una mirada de molestia.

— Me he enterado de lo que has hecho con Anastacius y cómo usurpaste el trono. -Me miró con seriedad, sus ojos llenos de reproche-

Sentí un nudo en la garganta al escuchar esas palabras. Recordar el pasado siempre era doloroso, y enfrentarme a la ira de Damaris me golpeaba con fuerza. La amargura y el dolor en su voz me hicieron revivir cada error que había cometido y cada sufrimiento que había causado. Era consciente de la magnitud de mis acciones y del impacto devastador que habían tenido en su vida.

Mi mente se llenó de imágenes del pasado, de momentos en los que había tomado decisiones equivocadas y de las consecuencias que estas habían traído. Cada reproche de Damaris era una punzada en mi conciencia, recordándome las profundas heridas que había infligido. Mientras trataba de encontrar las palabras adecuadas, la culpabilidad y el remordimiento me envolvían, haciéndome sentir pequeño ante su mirada acusadora.

Sabía que debía enfrentarme a su ira y encontrar una manera de redimirme, aunque el camino hacia la reconciliación sería largo y arduo. Mi voz temblaba ligeramente mientras intentaba formular una respuesta que pudiera transmitir la profundidad de mis sentimientos y mi deseo sincero de hacer las paces.

— Damaris... -Comencé, tratando de mantener la calma- Sé que cometí errores, errores graves que no puedo deshacer. Pero he venido aquí para buscar redención, para tratar de enmendar el daño que he hecho.

Damaris me miraba fijamente, sin ceder ni un ápice.

— Claude, no puedes simplemente aparecer y esperar que olvide todo lo que has hecho. Nada puede traer de vuelta a Anastacius, y tu traición ha dejado heridas profundas. -Su voz estaba llena de dolor y desconfianza-

Bajé la mirada, sintiendo el peso de mis acciones.

— Lo sé, y no espero que me perdones fácilmente. Pero estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para demostrarte que he cambiado. Quiero ganarme tu confianza, quiero que veas que estoy aquí por ti, porque te amo. -Levanté la mirada, mis ojos llenos de determinación y sinceridad-

Damaris, aunque aún molesta, pudo ver un destello de honestidad en mis ojos. Sin embargo, el camino hacia la reconciliación sería largo y arduo, y no estaba dispuesta a ceder fácilmente.

— Eso está por verse, Claude. Solo el tiempo dirá si eres digno de confianza. -Respondió con frialdad, dejando claro que no estaba dispuesta a dejarse llevar por las palabras-

Asentí, aceptando su respuesta con un movimiento firme de cabeza. Sabía que este encuentro marcaba el inicio de un nuevo capítulo en nuestras vidas, uno lleno de desafíos y pruebas que pondrían a prueba nuestra fortaleza y determinación. La tensión y la incertidumbre eran palpables, pero estaba decidido a demostrarle a Damaris que mis sentimientos eran sinceros y que estaba dispuesto a luchar por su amor.

Suspiré profundamente, tratando de calmar mis emociones que se agitaban en mi interior. Con movimientos deliberados, pasé una mano por mi cabello, ordenándolo y recuperando mi compostura. Sentí cómo la calma volvía a mí, proporcionándome claridad en mis pensamientos. Sabía que debía aprovechar esta oportunidad para proponerle a Damaris una idea que había estado contemplando durante mucho tiempo, una idea que podría cambiar el curso de nuestras vidas y el futuro de nuestro reino.

— Damaris, sé que es difícil olvidar el pasado, y no espero que lo hagas de inmediato. -Dije con un tono serio y sincero- Pero he estado trabajando en algo que creo que podría hacer una gran diferencia en nuestro reino.

Damaris me miró con curiosidad, aunque mantenía una expresión cautelosa.

— ¿De qué estás hablando, Claude? -Preguntó, manteniendo su mirada fija en mí-

Tomé aire antes de continuar, sintiendo una mezcla de nervios y esperanza.

— Quiero fundar un instituto donde personas de todas las clases sociales tengan la oportunidad de estudiar y convertirse en alguien. Creo que la educación es la clave para un futuro mejor y más justo para todos. -Expresé, con palabras apasionadas y llenas de convicción-

Damaris levantó una ceja, interesada pero aún escéptica.

— ¿Un instituto? ¿Y cómo piensas hacerlo, Claude? -Preguntó, su tono lleno de curiosidad-

— Estoy dispuesto a invertir en este proyecto, pero necesitaré el apoyo de personas influyentes y comprometidas con la causa. -La miré directamente a los ojos, buscando transmitir la sinceridad de mis intenciones- Y tú, Damaris, eres una de las personas más inteligentes y capaces que conozco. Tu apoyo y experiencia serían invaluables para hacer realidad este sueño. -La determinación en mi voz era evidente-

Damaris permaneció en silencio por un momento, sus ojos fijos en los míos mientras reflexionaba sobre mi propuesta. Su expresión era pensativa y distante, como si estuviera sopesando cada aspecto de lo que acababa de escuchar. Podía ver la sinceridad en mis ojos, mi deseo genuino de enmendar mis errores y hacer algo positivo para nuestro reino. La idea de un instituto que ofreciera oportunidades educativas a todos, sin importar su clase social, parecía resonar con sus propios ideales y valores. Sentía que cada segundo que pasaba en silencio era una eternidad, pero sabía que era necesario darle el espacio para considerar la magnitud de lo que le estaba proponiendo.

— Claude, tu propuesta es noble y ambiciosa. Pero aún hay muchas cosas que debemos resolver entre nosotros. No puedo prometerte mi apoyo incondicional hasta que demuestres que realmente has cambiado. -Respondió con honestidad, su voz suave pero firme.

— Lo entiendo, Damaris. -Asentí, comprendiendo su postura- Y estoy dispuesto a trabajar arduamente para ganarme tu confianza y demostrarte que soy digno de tu apoyo. Este instituto no solo es un proyecto, es una oportunidad para redimirnos y construir un futuro mejor juntos. -Dije con convicción-

Damaris me observó detenidamente, sus ojos buscando en los míos alguna señal de sinceridad y determinación. Podía ver la forma en que reflexionaba sobre mis palabras, evaluando cada una con cuidado. En su mirada, detecté un destello de esperanza que se mezclaba con la cautela y la desconfianza. Sabía que el camino hacia la reconciliación sería largo y desafiante, lleno de obstáculos y pruebas que pondrían a prueba nuestra fortaleza.

Sin embargo, también vi en sus ojos la posibilidad de un cambio real y significativo. La idea de un instituto que ofreciera oportunidades educativas a todos resonaba con sus propios ideales y valores, y parecía considerar que tal proyecto podría ser una vía para la redención y el progreso. Aunque el perdón y la confianza no se ganarían fácilmente, esta conversación marcaba el inicio de un nuevo capítulo, uno en el que ambos podríamos trabajar juntos para construir un futuro mejor.

— Tienes mi atención, Claude. Mostremos juntos que este proyecto puede hacer la diferencia. -Dijo finalmente, dejando entrever una pequeña sonrisa-

Sentí una oleada de alivio y gratitud al escuchar las palabras de Damaris. La intensidad de mis emociones me abrumaba, pero también me llenaba de determinación. Sabía que este era solo el comienzo de un arduo camino, lleno de desafíos y obstáculos que necesitaríamos superar juntos. Sin embargo, con el apoyo de Damaris, me sentía más decidido que nunca a hacer realidad mi visión de un instituto inclusivo y transformador.

Suspiré profundamente, tratando de calmar las emociones encontradas que se agitaban en mi interior. Mientras lo hacía, levanté la vista y miré a Damaris una vez más. La luz de la luna iluminaba su rostro, revelando una mezcla de esperanza y cautela. Sabía que este encuentro había sido un paso importante, un primer acercamiento hacia la reconciliación. Sin embargo, también comprendía que el camino hacia la realización de nuestros sueños sería largo y desafiante.

Cada desafío que enfrentaríamos juntos sería una prueba de nuestra fortaleza y determinación. Sentía la carga del pasado y las expectativas del futuro, pero también una renovada energía para seguir adelante. Estaba decidido a demostrarle a Damaris que mis sentimientos eran sinceros y que estaba dispuesto a luchar por su amor y por la visión compartida de un futuro mejor para todos.

Con una sonrisa suave, tomé la mano de Damaris entre las mías.

— Damaris, gracias por escucharme y considerar mi propuesta. -Le dije, mi voz cargada de sinceridad- Prometo hacer todo lo posible para ganarme tu confianza y demostrarte que he cambiado.

Ella asintió, su expresión aún reservada pero un poco más cálida.

— Espero que cumplas tu palabra, Claude. -Respondió con firmeza-

Llevé su mano a mis labios y deposité un beso suave en el dorso, un gesto de respeto y afecto.

— Buenas noches, Damaris. -Le dije, mirándola con cariño antes de soltar su mano-

Me bajé del carruaje, sintiendo el aire fresco de la noche en mi rostro, y me dirigí a Thaddeus, quien me esperaba pacientemente a unos pasos de distancia. Mientras me alejaba del carruaje, no pude evitar volver la vista atrás y ver a Damaris observándome desde el interior. Sus ojos brillaban con una mezcla de emociones, y su presencia me llenó de una renovada determinación.

Sabía que había mucho por hacer, pero este momento, este pequeño paso hacia la reconciliación, me llenó de esperanza. Con una última mirada a Damaris, me giré hacia Thaddeus y comenzamos a caminar juntos de regreso al palacio real.

La noche estrellada servía como un telón de fondo impresionante para nuestras siluetas mientras avanzábamos. Las estrellas parecían brillar con un resplandor especial, como si estuvieran guiando nuestros pasos en la oscuridad. A medida que caminábamos, mi mente estaba llena de pensamientos sobre el futuro y las innumerables posibilidades que nos esperaban.

El camino hacia la redención y la realización de nuestros sueños apenas comenzaba, pero estaba decidido a enfrentar cualquier desafío que se presentara. Sabía que demostrarle a Damaris que podía cambiar y ser digno de su confianza y amor no sería fácil, pero estaba dispuesto a darlo todo por ella y por nuestra visión compartida de un futuro mejor.






— - 🌷  - To be continue. . . ୭
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