━━「 𝗖𝗔𝗣𝗜́𝗧𝗨𝗟𝗢 𝟭𝟴 」━━







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Cuando se volteó, se encontró con los ojos llenos de preocupación del duque Williams. Su mirada, profunda y cargada de inquietud, parecía reflejar todas las ansiedades que llevaba en su corazón. Sin dudarlo, ella se acercó a su progenitor, buscando en su presencia una señal de consuelo o comprensión.

El duque, con un gesto serio y decidido, colocó una mano sobre el hombro de su hija y la guió hacia su oficina. El trayecto, aunque breve, estuvo impregnado de un silencio tenso que anticipaba la gravedad de la conversación que estaban a punto de tener. Una vez dentro de la oficina, cerró la puerta detrás de ellos, asegurando un espacio privado donde pudieran hablar con franqueza y sin interrupciones.

— Padre... ¿De qué quería hablar conmigo? -Lo miró apenada-

— Se trata sobre los príncipes... -La miró serio- Pensé que había sido claro con no relacionarnos con ellos.

— Lo sé, traté de cumplir con tu petición, padre... pero ellos insistieron en forjar una amistad conmigo. -Reveló con la mirada triste-

— Damaris... eres mi hija más privilegiada y estás soltera. -Suspiró- Estoy preocupado de que termines siendo princesa heredera y te lastimen en el palacio imperial. Es algo por lo que no quiero pasar.

— Sé que tienes miedo, papá... yo tampoco quiero ser una princesa heredera, pero si el emperador me obliga a estar con alguno de sus hijos, tendré que aceptarlo. -Lo miró seria- Si no cumplimos, sería traición contra la corona imperial y nuestra familia caería en desgracia.

— ¿Crees que no lo sé...? -Suspiró- Aun así... esa familia está loca y no deseo que termines sufriendo. -Tocó su mejilla- Te quiero mucho, Damaris... has estado presente en mi vida desde que naciste y, después de sufrir miseria por tantos años, quiero que tengas una vida tranquila.

— Padre... -Sus ojos se llenaron de lágrimas, y él se las secó-

— Solo quiero que vivas feliz y pacíficamente, hija mía. -Comentó con una sonrisa triste-

— Gracias, padre... pero debes dejarme vivir libremente mi vida. -Sonrió triste- Permíteme encargarme y solucionar mis propios problemas. ¿Estás de acuerdo?

— Bien... dejaré que vivas como quieras. -Sonrió- Solo te pido que no decidas volverte monja.

— ¡Padre! -No pudo evitar mirarlo con una sonrisa y reírse por su comentario- Bueno, no me convertiré en una monja.

Después de aquella conversación con su padre, las cosas siguieron su curso habitual. Pronto, las cartas de los dos príncipes imperiales comenzaron a llegar a la mansión de los Williams. Damaris, con su habitual cortesía, no dudaba en responderles. A pesar de que sus respuestas eran concisas, siempre lograba transmitir una calidez que hacía que sus palabras parecieran más personales y afectuosas. Las cartas se volvieron una constante, y así comenzó una buena amistad por correspondencia con los príncipes.
























❨ Después de unas semanas. ❩
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Se aproximaba el cumpleaños de Simone, un evento muy esperado en la sociedad. Tanto las familias Stewart como Williams estaban inmersas en los preparativos para la ceremonia, que marcaba el inicio de los preparativos de su boda.

El día de la fiesta, Damaris, vestida elegantemente, llegó a la celebración. Sin embargo, al observar a su alrededor, se dio cuenta de que no conocía a nadie. Decidió sentarse en un rincón tranquilo y se limitó a beber té. Mientras lo hacía, podía escuchar los murmullos y las miradas furtivas de algunos de los presentes. No fue necesario mucho tiempo para darse cuenta de que muchos de ellos tenían una opinión negativa de ella y preferían lanzar comentarios crueles en lugar de intentar conocerla.

Damaris sabía que no valía la pena tratar de interactuar con personas que no estaban dispuestas a verla más allá de los rumores. Por eso, decidió mantener su dignidad y disfrutar de la velada lo mejor posible, ignorando las palabras hirientes y centrando su atención en aquellos pocos momentos agradables que la fiesta pudiera ofrecer.

— ¡Uh...! -Se molestó Anni- ¡Solo basura sale de sus bocas! ¿Subimos de nuevo?

— No te molestes, a mí no me interesa lo que estén pensando. -Se puso seria- Ya que fui invitada, debo permanecer aquí, ¿No? -Dijo calmada-

A pesar de las quejas de Annie, Damaris observó cómo Simone hacía su aparición junto a Asterope, y eso terminó molestándola más, ya que muchos nobles alabaron a la pareja de prometidos. La joven sabía que Simone había esperado a su prometido para entrar junto a él.

La familia del Conde Stewart estaba presente y la madre de Asterope, Amelia, parecía estar encantada con la pareja, ya que anunció frente a los invitados que después del cumpleaños de Simone, se celebraría la tan esperada boda y esperaba que pudieran asistir. Por otro lado, Damaris estaba cuidando de su hermano y se molestó al ver la felicidad de Simone, así que ignoró ese sentimiento porque estaba con su hermano, que parecía molesto e incómodo, y decidió marcharse junto con él.

— Madre, padre... me retiraré junto a Cristophe. -Comentó con una sonrisa-

— Está bien, hija. -Sonrió el duque y tocó su cabeza- Cuida de tu hermano. -Le dijo su madre-

— Lo haré... -Sonrió y sintió cómo su hermano se apegaba a ella-

— Es lamentable no tenerte aquí celebrando con nosotros. -Comentó con "preocupación" su hermana-

— Oh, eres muy amable, hermana... pásala muy bien en tu día... pero me retiro porque el pequeño duque no se siente a gusto aquí. -Mostrando a su hermano frente a todos con una mirada "inocente"-

— Cuídense. -Comentó inquieto Asterope-

— Gracias, Sir Stewart. -Sonrió brillante e hizo una reverencia- Nos vemos.

La cara de Simone estaba visiblemente desorientada, sus ojos vagaban, perdidos en el vacío, y sus labios temblaban ligeramente, como si tratara de contener una emoción desbordante. Apretaba los puños con fuerza, sus nudillos se volvían blancos, una reacción que no pasó desapercibida para los presentes. Observando esta escena, Damaris sintió una ola de satisfacción recorrer su cuerpo. Con una sonrisa victoriosa en los labios, salió del salón, sabiendo que había dejado claro el lugar de Simone en la familia Stewart y afirmado su propio dominio en esa situación.

En el momento en que salieron del salón, Cristophe, quien había estado inquieto, comenzó a sentirse mejor. El ambiente opresivo del salón había desaparecido, y la presencia de su hermana mayor lo reconfortaba. Su pequeña mano se aferraba a la de Damaris, buscando seguridad en su toque. Una sonrisa más frecuente apareció en su rostro, reflejando su alivio y comodidad.

Aunque Cristophe, a pesar de tener casi dos años, aún no podía articular palabras, la conexión entre los hermanos era palpable y profunda. Damaris, con un gesto lleno de ternura, apretó suavemente sus mejillas redondas, transmitiéndole amor y seguridad. En esos momentos de simple contacto, el lazo entre ellos se fortalecía aún más, demostrando que la comunicación va más allá de las palabras.

— Me pregunto cuándo podrás hablar, Cris. -Lo llamó por su apodo-

— ¡...! -Solo la miró con una sonrisa y sostuvo su mano-

— Tu silencio me dice todo... -Sonrió cálidamente y besó la frente de su hermano- Eres muy avispado, así que seré breve, Cris... tu hermana está enemistada con esa bruja de Simone.

— ... -La miró serio de repente y asintió-

— Ella hará lo posible por deshacerse de madre, de mí y de ti... -Dijo con tristeza- Pero tu hermanita no permitirá que eso pase... yo te protegeré hasta que te vuelvas el futuro duque y me deshaga de esa bruja de Simone.

— ¡Her... herma... hermana! -Exclamó contento-

— ¿Eh? -Se sorprendió de repente- ¿Acabas de llamarme por mi nombre?

— ¡...! -Asintió con una sonrisa-

— Aww... mi pequeño Cris. -Sonrió feliz y lo abrazó con cuidado- Eres mi angelito... -Se secó algunas lágrimas por la emoción-

— ¡Her... hermana! -Exclamó emocionado-

Annie y Jessy se presentaron rápidamente al escuchar las primeras palabras del pequeño Cristophe. La emoción en sus rostros era palpable, y no pudieron evitar compartir la alegría del momento. Los demás sirvientes, atraídos por la conmovedora escena, se asomaron para observar. Al ver la hermosa interacción entre los hermanos, no pudieron evitar simpatizar aún más con la hija mayor del duque. La ternura y el cuidado que Damaris demostraba hacia su hermano menor reforzaban la admiración y respeto que todos sentían por ella.

Después de unas horas, Damaris se encontraba arrullando a su hermano menor en sus brazos. Cristophe había estado dormido durante un buen tiempo, y sus respiraciones suaves y rítmicas llenaban la habitación de una paz reconfortante. Con movimientos cuidadosos, Damaris lo dejó en la cuna que estaba pegada a su cama, asegurándose de que estuviera cómodo y bien arropado. Luego, con un suspiro de alivio y satisfacción, se acostó en su propia cama e intentó dormir, dejando que el cansancio del día se desvaneciera mientras escuchaba el suave susurro del sueño de Cristophe a su lado.
























❨ Al día siguiente. ❩
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La joven despertó al amanecer, la luz suave del sol se filtraba a través de las cortinas, iluminando su habitación con un brillo cálido y reconfortante. Con un suspiro, se estiró ligeramente y mandó llamar a sus criadas de confianza. Sabía que tenía un día importante por delante y necesitaba estar perfectamente preparada.

Las criadas llegaron rápidamente, con la diligencia y eficiencia que siempre las caracterizaba. Annie y Jessy la ayudaron a levantarse y comenzaron a prepararla para el día. Annie se encargó de seleccionar un vestido adecuado y de peinar su cabello con esmero, mientras Jessy le ofrecía una bandeja con el desayuno y la ayudaba a lavarse y vestirse. El proceso, aunque meticuloso, era una rutina bien establecida que brindaba a la joven una sensación de comodidad y familiaridad.

Mientras tanto, Cristophe había despertado en su cuna y se veía visiblemente inquieto. Sus ojos buscaban a su hermana, no encontrándola a su lado. La joven, notando su agitación, se acercó a él y le acarició la mejilla con ternura, susurrando palabras tranquilizadoras.

— Jessy, por favor, encárgate del cuidado de Cristophe. -Dijo con suavidad- Parece que está inquieto por no encontrarme a su lado. Asegúrate de que esté cómodo y llévalo con mi madre más tarde.

— Por supuesto, señorita Damaris. -Respondió Jessy con seriedad, tomando al pequeño en sus brazos-

Cristophe se aferró a su hermana por un momento más, su pequeña mano sosteniendo la de ella. Con una sonrisa, Damaris le acarició la mejilla una vez más antes de alejarse para terminar de prepararse. El niño, aunque todavía un poco inquieto, pareció calmarse al sentir la seguridad y el amor de su hermana, confiando en que Jessy lo cuidaría bien.

La joven terminó de arreglarse, luciendo impecable gracias al esfuerzo y dedicación de sus criadas. Con el cuidado de Cristophe en manos de Jessy, pudo enfocarse en las tareas y responsabilidades que le aguardaban, segura de que su pequeño hermano estaría bien cuidado y protegido.

— Hermana... -Sonrió y sostuvo con su pequeña mano la de ella-

— El joven amo es un niño muy avispado. -Dijo emocionada Jessy-

— ¡Creo lo mismo! -Confirmó Annie-

— Él será el próximo cabeza de esta familia. -La joven apretó suavemente la mejilla de su hermano- Jessy, encárgate de llevarlo con mi madre... imagino que ella debe extrañarlo. -Sonrió cálidamente y se alejó de su hermano-

— Está bien, señorita Damaris. -Habló con seriedad Jessy-

Una vez que Jessy se marchó con Cristophe, Annie y Damaris se quedaron en la habitación, disfrutando de un momento de tranquilidad. La conversación fluyó naturalmente hacia el tema de la inversión que Damaris había hecho con el hermano de Annie. Analizaron los detalles de la inversión, evaluando los beneficios y los posibles riesgos, mientras intercambiaban opiniones y experiencias.

En algún punto de la conversación, la nueva criada, Bárbara, llamó su atención. Damaris decidió abordar un asunto que había notado anteriormente: la preparación del té. Bárbara había demostrado ser bastante descuidada en esta tarea, algo que Damaris consideraba inaceptable.

Con un tono firme pero educado, Damaris intercambió un par de palabras con Bárbara, señalando los errores y ofreciéndole consejos sobre cómo mejorar. Aunque la reprimenda fue necesaria, lo hizo con la intención de ayudarla a crecer y mejorar en su labor.






— - 🌷  - To be continue. . . ୭
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