━━「 𝗖𝗔𝗣𝗜́𝗧𝗨𝗟𝗢 𝟭𝟬 」━━
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
┏━━━━━━༻❁༺━━━━━━┓
· • ❝. 𝖭𝖠𝖱𝖱𝖠𝖣𝖮𝖱𝖠 .❞ • ·
┗━━━━━━༻❁༺━━━━━━┛
ㅤ
ㅤ
ㅤ
El tiempo pasó muy rápido y Damaris se dedicó con esmero a demostrarle a su nueva criada que estar de su lado sería beneficioso. Se esmeró en cada detalle, mostrando actos de bondad y aprecio, con la esperanza de ganarse su confianza. Sabía que la lealtad de su criada sería clave para sus planes futuros, y cada día trabajaba para fortalecer esa relación.
Simultáneamente, la fecha del cumpleaños de Simone se acercaba, y Damaris reflexionaba sobre cuál sería su próximo movimiento en su complejo juego de ajedrez personal. Consideraba cuidadosamente cada posibilidad, evaluando cómo cada acción podría influir en las piezas del tablero y en las personas a su alrededor. Estaba decidida a no dejar nada al azar y a asegurarse de que cada paso estuviera calculado para lograr su objetivo.
En cuanto a Astrid, su embarazo avanzaba sin complicaciones, una bendición que todos apreciaban. Había cumplido ya cinco meses, y su vientre comenzaba a ser visible, una señal tangible del crecimiento de una nueva vida. Esta transformación llenaba de alegría a Damaris, su primogénita, quien se sentía inmensamente feliz ante la perspectiva de tener un hermano o hermana. En su vida anterior, Damaris había sido hija única, por lo que esta nueva experiencia le resultaba especialmente emocionante y significativa.
La emoción era palpable en la casa, con preparativos y planes que giraban en torno al futuro miembro de la familia. Damaris observaba con cariño a su madre y se maravillaba de la fortaleza y el amor que Astrid demostraba cada día. A menudo se encontraba soñando despierta sobre el futuro, imaginando cómo sería la vida con un nuevo bebé en la familia y cómo ella asumiría su papel como hermana mayor.
Astrid, por su parte, disfrutaba de compartir estos momentos especiales con su hija mayor. A menudo le hablaba sobre el bebé, compartiendo sus esperanzas y sueños para el futuro. Estas conversaciones fortalecían el vínculo entre madre e hija, creando recuerdos que ambas atesorarían.
— ¿Tienes un nombre para el bebé? -Preguntó a su madre-
— Sí. -Respondió Astrid, sonriendo y acariciando su abultado vientre- Si es niña, se llamará Berenice, y si es niño, tu padre decidió que se llamará Cristophe.
— Son nombres hermosos. -Comentó Damaris, sonriente, mientras miraba el vientre de su madre- ¿Puedo tocarlo?
— Claro que puedes. -Respondió Astrid con una sonrisa, sosteniendo la mano de su hija y llevándola hacia su estómago, ambas sintieron al bebé moverse-
— Hola bebé, soy tu hermana Damaris y prometo que te protegeré con todo mi corazón. También trataré de ser una buena hermana. -Dijo Damaris con ternura. Sus palabras parecieron calmar al bebé, quien asomó su mano, tocando la de su hermana-
— Parece que el bebé te quiere. -Comentó Astrid, sonriendo-
— Me alegra saberlo. -Respondió Damaris con una sonrisa-
Damaris retiró su mano del vientre de su madre y le entregó un plato de pastel con una sonrisa. Astrid aceptó el plato con gratitud, y ambas continuaron conversando alegremente. Compartieron historias y risas mientras saboreaban el delicioso pastel, disfrutando de la compañía mutua en ese momento especial. El ambiente en la sala era cálido y lleno de amor, con la expectativa del nuevo miembro de la familia llenando sus corazones de alegría.
Sin embargo, el tiempo pasó rápidamente y Damaris se dio cuenta de que tenía que marcharse para recibir a su padre. Jessy le había informado sobre su llegada, y Damaris sabía que era importante estar allí para darle la bienvenida. Se despidió momentáneamente de su madre, asegurándole que continuarían su conversación más tarde.
Mientras caminaba hacia la entrada, desde la distancia, Damaris pudo ver a Simone y a George charlando animadamente. Simone parecía estar en su elemento, gesticulando con entusiasmo mientras hablaba, y George la escuchaba con atención, asintiendo de vez en cuando.
Sin embargo, lo que realmente llamó la atención de Damaris fue la presencia de un joven desconocido. Se detuvo por un momento, observando al joven con curiosidad. El joven tenía un porte distinguido y una presencia que sugería importancia, aunque Damaris no lo recordaba haber visto antes. Vestía con elegancia y parecía sentirse cómodo en el entorno, aunque su presencia era inesperada.
La curiosidad se mezcló con una leve inquietud mientras Damaris observaba al joven interactuar con Simone y George. Se preguntó quién podría ser y cuál sería su relación con su familia. Sin embargo, decidió no dejarse llevar por sus preocupaciones inmediatas y continuó avanzando hacia la entrada para recibir a su padre, con la mente llena de preguntas sobre el misterioso joven.
— ¿Quién demonios es él? -Pensó la rubia- Oh... bienvenido, padre. -Dijo finalmente con una sonrisa amable-
— ¡Hija mía! -Exclamó el duque, acercándose a su hija mayor y abrazándola con cariño- Gracias por tu cálida bienvenida.
— Duque Williams... ¿Ella es...? -Preguntó el joven, desconcertado por la conducta de George-
— Es mi preciada hija mayor. -Respondió George, observando a su hija-
— Es un placer conocerlos. Soy Damaris Williams. -Se presentó ella, con elegancia-
— Sin duda es realmente hermosa... -Comentó el joven, notándose el sonrojo en sus mejillas-
— Será mejor que regrese, no me gustaría tomar la atención que debería recibir Simone por su cumpleaños. -Comentó Damaris y se dispuso a irse-
— Oh, espera, hija.
Cuando Damaris se volteó, observó a su padre extendiendo una caja hacia ella. La caja estaba adornada con un lazo elegante, y el duque la sostenía con una expresión de orgullo y afecto. Damaris se acercó y aceptó el obsequio con una sonrisa agradecida, sintiendo el peso de la caja en sus manos.
— Gracias, padre. -Dijo Damaris con sinceridad, mirando a su padre a los ojos- Prometo que te visitaré después de la fiesta.
El duque asintió con una sonrisa de satisfacción, contento de ver a su hija feliz.
Con el obsequio en sus manos, Damaris se despidió de su padre y comenzó a subir las escaleras hacia su habitación. A medida que subía, pensaba en la fiesta que se avecinaba y en cómo aprovecharía la ocasión para su siguiente movimiento en su complejo juego de intrigas. Su mente trabajaba rápidamente, evaluando las posibilidades y planificando cada detalle con precisión.
Al llegar a su habitación, Damaris cerró la puerta detrás de ella y se dirigió a su tocador. Colocó la caja cuidadosamente sobre la mesa y se sentó, permitiéndose un momento para apreciar el regalo antes de abrirlo. Luego, se dispuso a prepararse para la fiesta, sabiendo que debía estar impecable para enfrentar los desafíos de la noche.
Mientras se arreglaba, sus pensamientos continuaban girando en torno a las estrategias que debía implementar y las alianzas que debía forjar. Estaba decidida a mantenerse un paso adelante en el juego y asegurarse de que cada movimiento estuviera calculado para alcanzar sus objetivos.
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
❨ Unas horas más tarde. ❩
 ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
Cuando Damaris se presentó en la celebración de Simone, percibió inmediatamente las miradas de desaprobación de los nobles presentes. Sus ojos la seguían con desdén, y un murmullo de susurros se elevó entre ellos, comentando sobre la recién llegada. Podía escuchar fragmentos de sus conversaciones, comentarios críticos sobre su presencia y su elección de vestuario, pero decidió no dejarse afectar por los juicios de los demás.
Con una postura erguida y una sonrisa serena, Damaris ignoró las miradas y los comentarios, avanzando con gracia a través del salón. Cada paso que daba era una declaración de su determinación y confianza, y no permitió que la negatividad la distrajera de su propósito.
Finalmente, se acercó a Simone, la cumpleañera, con una expresión amable y una sonrisa sincera en su rostro. Simone, al verla, mostró una expresión de sorpresa mezclada con incomodidad, pero Damaris no permitió que eso la afectara. Su objetivo era claro: mantenerse firme y demostrar que nada podía perturbar su calma exterior.
— Hermana... -Simone tenía una gota de sudor en su mejilla-
— Oh, ¿no te agradan? -Suspiró Damaris- Está bien, no importa...
— Oh, no... Gracias. -Aceptó Simone el ramo y sonrió agradecida por el gesto, pero de repente se percató del vestido que llevaba Damaris- ¡Ese vestido es...!
— ¿Te has dado cuenta? -Sonrió Damaris- Es el vestido que recibí de Asterope antes. -Rio ligeramente- Hace rato te vi vistiéndolo y lo comprendí. Debe haberme enviado un vestido parecido como regalo porque somos hermanas.
Damaris se dio cuenta de que estaba provocando a la menor y no pudo evitar reírse internamente, ya que su plan había funcionado. Decidió concluir la conversación, se sentó en una mesa y se sirvió un postre. Saboreándolo con elegancia y buenos modales, dejó a la mayoría sorprendida y dudando si los rumores eran ciertos.
Los rumores ahora comenzaban a desvanecerse y, aunque la rubia mayor no podía negar sus orígenes, sabía que debía ser precavida y continuar atormentando a Simone bajo una máscara falsa.
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
┏━━━━━━༻❁༺━━━━━━┓
· • ❝. 𝖭𝖠𝖱𝖱𝖠 𝖣𝖠𝖬𝖠𝖱𝖨𝖲 .❞ • ·
┗━━━━━━༻❁༺━━━━━━┛
ㅤ
ㅤ
Cuando estaba a punto de irme, noté cómo se le iluminaba el rostro a mi hermana mientras pasaba a mi lado. Sus ojos brillaban con una mezcla de sorpresa y alegría, y su expresión parecía más animada de lo usual. Intrigada por su reacción, me giré para ver qué había causado tal cambio en ella.
Al voltear, me encontré con Asterope, quien estaba acompañado de un joven desconocido. Este joven tenía un porte distinguido y una expresión serena. Su apariencia y el hecho de que estuviera junto a Asterope me llevaron a suponer que debía ser un familiar del lado materno de Simone, alguien importante a quien no había tenido el placer de conocer antes.
Mientras los observaba, trataba de descifrar la relación entre ellos y la razón de su presencia en la celebración. El joven desconocido tenía una mirada curiosa, como si también estuviera tratando de averiguar algo sobre mí. La situación me dejó intrigada, pero decidí mantener la calma y observar con discreción.
— (¿Será algún primo o alguien más?) -Pensé desconcertada- (Esta es la primera vez que veo rostros nuevos después de mi regresión.)
Me entristecí al ver a Asterope preocuparse por Simone, lo cual era muy diferente de cómo había sido en el pasado. Recordé momentos anteriores en los que su atención y preocupación habían estado dirigidas hacia mí, lo que hacía que esta nueva dinámica me resultara incómoda y dolorosa. Sin embargo, consciente de que permitir que estas emociones me afectaran podría causar problemas a largo plazo, decidí alejar esos pensamientos y centrarme en el presente.
De pronto, algo captó mi atención. La mirada del joven desconocido, que hasta ese momento había permanecido observándome discretamente, se cruzó con la mía. En su expresión había algo familiar, algo que me recordó a alguien del pasado. Su mirada transmitía una mezcla de curiosidad y un ligero toque de admiración. No pude evitar sonreírle, recordando vagamente esa familiaridad que lograba tranquilizarme en cierto modo.
— (Ahora lo entiendo... se sienten culpables porque les gusto) -Pensé con una sonrisa victoriosa-
— Mmm... me da mucho gusto verte, señor Asterope. -Me acerqué a saludar-
— Lamento mi grosería. -Se disculpó inmediatamente-
— Oh, no hay problema. -Respondí amablemente- Por cierto, ¿Quién es él? -Señalé al joven-
— Él es mi primo. -Contestó rápidamente Simone-
— Soy Alessandro Rocent. -Se presentó con una ligera sonrisa-
— Es un placer, soy Damaris Williams, la hermana mayor de Simone.
— He escuchado mucho de usted, pero veo que los rumores son solo eso. -Comentó Alessandro, riendo avergonzado. No pude evitar reírme también-
— Sí, ahora puede juzgarme con sus propios ojos, señor Alessandro. -Comenté alegremente, notando cómo Simone y Asterope fruncían el ceño. Parece que tenemos a dos celosos por atención, pensé con malicia-
— Tiene razón, señorita Williams.
— Por favor, llámeme por mi nombre... después de todo, somos familia. -Sonreí amablemente- En fin, será mejor que me retire... la verdad no me sentí muy bienvenida desde que llegué y solo deseo descansar. Con su permiso. -Hice una reverencia y me retiré con una expresión triste-
— Oh, Damaris... -Susurró preocupado Asterope, mientras su prometida lo observaba molesta-
Me dirigí a un pequeño salón decorado con elegancia y tomé asiento en un cómodo sillón cerca de una ventana, que dejaba entrar la suave luz de la tarde. Mi dama de compañí, me sirvió un par de dulces delicadamente dispuestos en un plato de porcelana y un delicioso té en una fina taza. El aroma del té llenó el salón, creando un ambiente reconfortante y tranquilo mientras yo esperaba que alguien apareciera.
Como si hubiese leído mis pensamientos, la puerta se abrió suavemente y él ingresó al salón. Su presencia llenó la habitación y sus ojos se encontraron con los míos, reflejando una mezcla de curiosidad e inquietud. Su mirada parecía buscar respuestas, y aunque yo también tenía preguntas, me limité a sonreírle con serenidad, esperando que él tomara la iniciativa para hablar.
— ¿Estoy molestando? -Preguntó-
— De ninguna manera.
— Esta es mi respuesta a tu última carta. Como estaba seguro de que te vería hoy, la traje conmigo.
— Oh my... gracias. -Acepté la carta, sorprendida- ¿Pudiste disfrutar de la fiesta de hoy? -Pregunté-
— Sí, pude pasar tiempo con la señorita Simone. -Comentó calmadamente- Pero no me gustan mucho las fiestas.
— Qué coincidencia, a mí tampoco me gustan.
— Por cierto, ¿Cómo has estado? -Pregunté-
— He estado bien. -Sonrió- Estoy compartiendo tiempo con el señor Asterope.
— Su madre...
— La estoy cuidando mucho, incluso se nota su embarazo y no puedo estar más feliz.
— ¿Cuánto tiempo le falta?
— Solo faltan cuatro meses. -Suspiró- Quizás nazca al final del invierno o a comienzos de la primavera.
— Me alegro de saberlo, señorita. -Sonreí, aunque noté un toque de tristeza-
— ¿Qué sucede? -Consulté, preocupada- ¿Acaso no estás emocionado por tu compromiso con mi hermana? -Traté de evitar sonreír y cubrí mi boca con la mano-
— No, claro que estoy contento. -Se rascó la nuca- Simplemente es una pena que no llegue a amarla.
— Mucho mejor para mí... -Pensé contenta- Es una pena, solo espero que sepas cuidarla, señor Asterope.
— Claro que lo haré. -Sonrió- Usted se preocupa mucho por ella.
— Sí, quizás no tengamos la misma madre, pero la quiero mucho y como soy la mayor, debo velar por su felicidad y bienestar. -Sonreí encantadoramente, intentando calmar mi enojo- ¡En realidad esa perra deberá pagar por todas sus fechorías pasadas y me aseguraré de hacerla sufrir el doble!
— En fin, espero que el futuro bebé nazca bien. -Rio suavemente-
— Gracias. -Contesté- Espero que pueda quedarse a comer con nosotros.
— Claro. -Sonrió y aceptó la propuesta-
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
❨ Unas horas más tarde. ❩
 ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
La familia se reunió en el comedor, y cada uno tomó asiento en su respectivo lugar alrededor de la mesa elegantemente dispuesta. La atmósfera era formal, pero también cálida, con el sonido de las conversaciones y el tintineo de los utensilios llenando el ambiente. Thaddeus, quien se había unido a nosotros no hace mucho, con su habitual charla animada, comenzó a hablar con Simone, quien se esforzaba por llamar la atención de su prometido.
Simone empleó varias tácticas para atraer la mirada de su prometido: desde comentarios ingeniosos hasta gestos delicados. Sin embargo, él parecía estar en otro mundo, su mente claramente en otra parte. Sus esfuerzos resultaron infructuosos, y la frustración comenzaba a reflejarse en su rostro.
Mientras tanto, noté que el prometido de Simone me observaba disimuladamente. Aunque trataba de ser sutil, sus miradas se dirigían hacia mí con cierta frecuencia, lo cual no pasó desapercibido. Cada vez que nuestras miradas se encontraban, él apartaba la vista rápidamente, intentando no llamar la atención. Esta situación no hizo más que enfurecer a Simone, quien, al darse cuenta de dónde se dirigía la atención de su prometido, apretó los labios y frunció el ceño, tratando de contener su enojo.
— Ahora que recuerdo, padre. -Dije mientras mi sirvienta me entregaba un pañuelo- Hay algo que preparé mientras estabas afuera.
— Esto... es un buen trabajo. -Dijo sonriendo-
— Hay algunas cosas que aún no sé, pero solo quería dártelo lo más pronto posible.
— Gracias, hija. -Sonrió y guardó el pañuelo-
— Tienes una gran habilidad, Simone. -Comenté tranquilamente- Es un pañuelo genial.
— Oh, he escuchado los elogios de mi hermana... estoy muy feliz. -Dijo sonriendo contenta- ¡Es como una sensación de obtener la aprobación de mi hermana!
— (¿Qué rayos es esto, realmente?) -Pensé-
— De hecho, también preparé pañuelos para ustedes. Me falta habilidad, pero por favor, acéptenlo.
Simone entregó un pañuelo a todos los presentes en la mesa. Cada uno de ellos recibió un delicado pañuelo bordado, cuidadosamente elaborado con esmero y detalle. Los rostros de los comensales se iluminaron con sonrisas de agradecimiento mientras recibían el obsequio. Sin embargo, noté que, cuando llegó mi turno, Simone no parecía tener un pañuelo para mí. Observé cómo su expresión cambiaba ligeramente, quizás mostrando una pizca de incomodidad o nerviosismo.
No me sorprendió en absoluto la situación. Estaba acostumbrada a estos pequeños desplantes por parte de mi hermana menor. Sabía que su intención era probablemente hacerme sentir excluida o subrayar su propio protagonismo en la familia. A pesar de ello, mantuve una expresión serena y agradecida, sin dejar que su acción afectara mi compostura.
— ¿Qué hago ahora? Creo que no tengo suficientes pañuelos para darle a mi hermana. -Dijo, aparentando tristeza-
— Oh, yo acabo de llegar aquí de repente. -Dijo Thaddeus, ofreciéndome su pañuelo- Puedes tomarlo-
— Oh no, ¿Cómo puedo aceptar el regalo que te dieron? -Le respondí, agradecida por el gesto-
— ¿Qué debo hacer? -Fingió estar apenada-
— ¿De qué estás hablando, Simone? -Le dije, examinándola- Somos una familia, ¿No? -Le sonreí- Puedes darme uno nuevo más tarde. Además, estoy bien... por ahora, esperaré con ansias. Seguro serán mejores la próxima vez. ¿Lo harás, verdad?
— Por supuesto, hermana. -Respondió, contrayéndose un poco- Me esforzaré más para cumplir tus expectativas.
— No te preocupes, siempre has sido buena, incluso sin esfuerzo, ¿No? -La miré con una sonrisa-
Simone no necesita esforzarse mucho, ya que los mismos aduladores que la rodean se encargan de elogiar cada uno de sus actos. Estas personas, siempre en busca de favores o beneficios, la halagan desmesuradamente, sin importar la veracidad de sus palabras. La adulación constante crea una burbuja de complacencia alrededor de Simone, haciéndola sentir que sus acciones, aunque mínimas, son grandiosas e impecables. Este círculo de elogios interesados le proporciona la validación que busca, permitiéndole avanzar sin mayores esfuerzos, mientras sus seguidores esperan obtener algún tipo de provecho a cambio de sus cumplidos exagerados.
— Entonces parece que está resuelto. Así que brindemos de nuevo por el cumpleaños de Simone. -Dije, y la mayoría sostuvo sus copas y las chocaron-
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
❨ Después de una temporada. ❩
 ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
Aún no había recibido el pañuelo, y no pude evitar reírme internamente de las mentiras que había dicho mi hermana menor. El invierno estaba en su punto más alto, con temperaturas gélidas y paisajes cubiertos de nieve. Mi madre, aunque estable, tenía antojos a diario. Su vientre crecía visiblemente, y sus deseos de comer también. Su estado de ánimo fluctuaba, ya que constantemente pedía mi presencia para sentirse acompañada. Prácticamente pasábamos juntas la mayor parte del día, lo cual no me molestaba en absoluto; disfrutaba de su compañía y de los momentos que compartíamos.
En cuanto a Simone, necesitaba averiguar cómo había logrado bordar tan bien. Annie era la persona indicada para contestar mis dudas. La llamé y, aprovechando una excusa perfecta, traté de convencerla para que me informara todo lo que sabía. Sabía que obtener esta información sería clave para entender las habilidades de Simone y, quizás, encontrar algún punto débil en su aparente perfección.
— Pensé que Simone me entregaría uno de sus bordados, ya que pensaba presumirlo en la reunión que tendría con las nobles. -Dije, observándola- ¿Sabes cómo hizo para bordar tan bien?
— Ella recibió mucha ayuda de sus maestros y lo logró con mucho esfuerzo. Le enseñaron muy bien.
— Ya veo. -Respondí, pensando unos segundos mientras seguía hablando-
— Se casará muy pronto y se irá de aquí, así que quiere aprender lo más que pueda.
— El pañuelo... cuando su maestra termina un punto básico, la señorita trata de superarla de esa manera...
— Así que eso es... -Me acerqué y le coloqué el mismo broche que tenía Jessy- Te lo dije anteriormente, ahora tienes mi confianza y espero que sigas desempeñándote como mi mucama, Annie. -Sonreí-
— ¡Sí! -Me observó- ¡Cuente conmigo, señorita!
Al final, logré ganarme a Annie con mis estrategias cuidadosas y actos de bondad calculados. Me aseguré de que se sintiera valorada y apreciada en su trabajo, lo cual fortaleció su lealtad hacia mí. Sin embargo, también tomé medidas para garantizar que no tuviera la oportunidad de traicionarme. Era consciente de su importancia y sabía que ella era la única capaz de cumplir sus metas con la precisión y la dedicación necesarias.
Para mantener esta lealtad, constantemente reforzaba nuestra relación, recordándole su importancia en mis planes y mostrándole que su esfuerzo no pasaba desapercibido. Así, me aseguré de que Annie se mantuviera fiel y comprometida con mi causa, sabiendo que nuestra alianza era crucial para alcanzar mis objetivos.
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
ㅤ
— - 🌷 - To be continue. . . ୭
─────────────────
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top