𝑃𝑟𝑖𝑚𝑒𝑟𝑎 𝑎𝑑𝑣𝑒𝑟𝑡𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎

Sentí a alguien chocar contra mis hombros, sin embargo no pude ver la cara de esa persona. Todos bailaban y hablaban animadamente, con vasos rojos llenos de alguna bebida y luces violetas extremadamente fuertes. La música se encontraba en un volumen alto, pero se perdía entre las voces de la multitud.

Esquivando lo más que podía y sin intenciones de ser atrapada, abrí la primera puerta que encontré y con una rapidez sobrehumana la cerré.
Era el consultorio de papá.

Solté aire sintiéndome aliviada y recargué mi cuerpo contra la puerta resbalándome hasta quedar sentada en el piso de madera. Junté mis párpados y dejé caer mi cabeza hacia atrás. Que abrumador.

La tranquilidad fue quebrantada luego de unos minutos, debido a la manija de la puerta que se movía con desesperación, como si la persona allá afuera tuviera prisa por entrar. Puse los ojos en blanco, con apatía y aún desparramada en el piso, moví la perilla dejando a mi vista a la persona allá afuera.

Sus ojos dorados chocaron contra los míos, pero la diferencia era que los suyos proyectaban pavor. Abrió los labios intentando emitir algún sonido, sin éxito, se movieron desenfrenados sin la oportunidad de siquiera tartamudear.

── ¿Bree? ── La preocupación me invadió.

── ¿Puedo...?

Asentí rápidamente, la tomé entre mis brazos, cerré la puerta con seguro y la posicioné a un costado mío. Una vez seguras ahí adentro, ambas suspiramos con pesadez y alivio a la par.

── Alice dijo que serían sólo unas cuantas personas no pensé que...

── ¿Unas cuántas? La mayoría son desconocidos para mí. ¿Al menos estudian en la preparatoria? ── La castaña se encogió de hombros y dio inicio a una especie de ejercicios de respiración. No entendía con qué fin lo hacía pero no juzgué. Entendía su comportamiento. No importa cuanto autocontrol posea un vampiro, siempre será difícil contenerse a los olores corporales que desprenden los humanos.

Esta tarde junto a Alec había sido buena, divertida en su mayoría y no podía dejar de sonreír al recordar ciertas cosas, aunque todo se fue al carajo cuando decidí que no quería continuar con su plática acerca de los clanes porque no quería lidiar con eso por el momento. Luego todo se tornó un poco incómodo para mí. Me despedí de él prometiendo que contestaría sus cartas y lo iría a ver en nuestro lugar como solíamos hacer hace un tiempo. Finalmente me tocó ver como se marchaba y desaparecía entre los árboles del bosque.

Con mis pensamientos hechos un lío me dirigí a casa sin prestarle atención a mi alrededor. Pateé algunas piedritas en el camino y con la mente aún sobreestimulada, abrí la puerta de mi hogar esperando que todo se encontrara como de costumbre.

Si no fuera porque estoy muerta, juraría que un paro cardíaco amenazaba con atacarme. Muchas personas, demasiadas como para prestarles atención a cada una, salieron de su escondite detrás de los muebles y paredes gritando un: "¡sorpresa!". Me habían agarrado tan desprevenida que luego de unos minutos aún fingía una alegría extrema, pero la verdad es que seguía un poco fuera de mí misma.

Amigos y compañeros de la escuela se acercaron a felicitarme con mucha emoción, algunos otros eran rostros nuevos para mí, aunque eran igual de bienvenidos. De inmediato supe que había sido idea de Alice.

Poco después Patrick se le unió y con unas brillantes sonrisas, mis amigos intervinieron también a los preparativos. Vaya sorpresa me llevé al ver ahí a Brooke. Me llené de alegría al verla luego de tanto tiempo. Su sonrisa tierna era la misma, aunque su cabello estaba mucho más corto y grandes ojeras se veían debajo de sus ojos. Venía acompañada de un lobo, pero decidimos que no era el momento de armar pleito.

Ahora estoy aquí. Ocultándome de los eufóricos adolescentes de allá afuera con elaborados disfraces de Halloween y seguramente mucho alcohol en su sistema.

── ¿Viste al tipo vestido de arbusto? Dios, me sacó un susto de muerte. ── Bree dijo soltando una risa, por mi parte recibiendo una negativa con la cabeza y sonriendo levemente.

── No y espero no hacerlo. ── La escuché chistar con los dientes.

── Y... ¿Cómo estuvo hoy? ── Susurró con complicidad. La observé con el ceño fruncido y me encogí de hombros fingiendo no saber a que se refería. ── No te hagas tonta, ya lo sé.

── Alice. ── Asintió repetidas veces, por mi parte, saqué aire y redirigí mi vista hacia cualquier parte de la habitación. Esto comenzaba a tornarse cansado. ── Parece que últimamente lo único que hace es usar sus visiones para estar al pendiente de lo hago. Es molesto. ── Mi tono salió más amargo de lo que tenía planeado.

── Lo siento.

Me obligué a poner una sonrisa visiblemente forzada y negué con la mano. Nos mantuvimos en silencio un rato pensando en si deberíamos salir, cosa que no me apetecía, pero mi mal genio había incomodado el ambiente entre nosotras.

Un par golpes se hicieron presentes al otro lado de la madera, maldije mentalmente y me reincorporé de golpe sin importar de quién se tratara.

── ¡Dios! ¿Ahora qué quieren? ── Se me cayó la cara de vergüenza al ver a Carlisle interrogante al otro lado del marco. ── Lo siento, pensé que... ── Negó con una sonrisa relajada y dio unos pasos al frente uniéndose a nuestra pequeña reunión.

── ¿Qué hacen aquí? La fiesta es allá afuera. ── Acercó abranzo mis hombros y dejó un beso ladeado en mi frente. Alcé las manos en forma de respuesta y asintió entendiendo. ── Quiero hablar algo contigo.

Hice un mohín rendida y Bree de inmediato supo que sería una plática únicamente entre él y yo. Tomó aire antes de abrir la puerta y luego salió arrastrando los pies dejándonos a solas.

Me di media vuelta quedando frente a frente sin saber como iniciar la conversación. Nuestra última interacción fue cuando dije que no iba a despedirme de él y que si quería estaba en todo su derecho de no regresar. Cerré los ojos con culpa recordando eso.

── Y... ¿Qué pasa? ── Sonreí con humor. Sus ojos irradiaban temor y parecía estar a punto de desvanecerse.

── Mi dulce niña... ── Se abalanzó sobre mí rodeándome con sus fuertes brazos y sollozó. Me quedé paralizada correspondiendo su abrazo con inseguridad. ── Lo intenté, de verdad lo hice, pero ellos han clavado sus garras por completo en nuestra familia.

── ¿De qué hablas, pa'? ── Se alejó mirándome con sus ojos llenos de remordimiento.

── Ellos vendrán por nosotros. Están aferrados a su decisión.

── Aro... ── Afirmó. ── ¿Cómo lo sabes?

── No hubo ningún viaje de trabajo, Darcy.

── ¡Fuiste con ellos! ¿¡Tú solo!? ── No respondió, pero sabía que era así. ── ¿Con qué fin? Agradece que te dejaron volver intacto, ¿qué pasaba por tu mente?

── Nada. Quería que todo esto terminara de una vez por todas, pero Aro me advirtió. ── Fruncí el ceño interrogando con la mirada. ── Nos doblegamos ante ellos y acatamos su oferta, o... harán lo que saben hacer muy bien y acabarán con nosotros hasta que él esté satisfecho.

── ¿Y qué es lo que quiere? ── Temí por su respuesta.

── ¿Alice, estás segura de eso? ── Movió la cabeza repetidas ocasiones, su mirada estaba baja pensando en cientos de cosas. 

El ambiente estaba tenso entre los tres, luego de que Alice entrara corriendo al consultorio informando de una reciente visión, una noticia para nada buena. 

── Sí, cuando caiga la nieve, vendrán todos los capas rojas. Aro, Caius, Marcus, la guardia y...

── ¿Y qué? 

── Alec y Aro compartían confidencias. 

Parpadeé atónita, muy en el fondo sabiendo porqué ambos estarían unidos en tal hazaña, pero en ese momento parecí no darme cuenta, o tal vez estaba cegada.

── ¿Qué tipo de "confidencias"? Alice, ¿de qué hablas?

── No lo sé. ── Bajó la cabeza decepcionada. 

── Yo sí. ── Carlisle mordió su labio inferior. ── Estúpido mocoso. ── Habló entre dientes. Mentiría si no dijera que estaban colmando mi paciencia. ¿Por qué no sólo soltarlo de una vez y ya? Ya era lo suficientemente malo, hablar en código no cambiaría nuestro destino. ── Darcy, por favor, rompe todo tipo de conexión que tengas con el intruso. 

Bastante ridículo teniendo en cuenta de que sólo hay un tipo de lazo que ni siquiera la vampiresa Chelsea podía romper. El amor. Una vez que un vampiro encuentra a su compañero de vida, ese lazo permanecerá por el resto de su eternidad. 

No tenía pensado renegar por esto. Si mi familia estaba en peligro, lo menos que podría hacer es permanecer a su lado, aunque vaya en contra de la naturaleza de nuestra especie. Los Cullen eran el bando correcto. 

── ¿Qué debemos hacer, papá? ── Me rodeó por los hombros permitiéndome recargar mi cabeza en sus hombros. 

── Pelear, pelear aunque eso signifique caer. 

𝗡𝗼𝘁𝗮:
Chinga tu madre Aro.



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