𝐿𝑎 𝑐𝑎𝑟𝑡𝑎

12 de Octubre, 2006

"Tu eres mi religión
Eres como estoy viviendo
Todos me dicen que necesito espacio
Pero no puedo siquiera imaginarlo
Ni por un minuto
Cuando estoy de rodillas, tu eres como rezo.
Necesito tanto tu amor."

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En 3 días será mi cumpleaños. Papá seguía de viaje, había pasado una semana desde que se fue y no obteníamos noticias desde entonces. Esme era la única que había hablado con él luego de su partida, pero no mencionó nada al respecto.

Cerré la puerta de mi habitación sin hacer ningún ruido y luego di un pequeño chillido de emoción. Me quité mi abrigo y lo aventé hacia alguna parte, me tumbé sobre el suelo boca abajo y me aseguré de que nadie estuviera cerca.

Solté un suspiro nerviosa y miré la carta sobre mis manos. Luego de salir a caminar por el bosque un rato, regresé a casa como de costumbre, era temprano y me encontré con la correspondencia. Me llevé una sorpresa cuando vi un papel muy peculiar. Tenía impreso un característico sello con una "V".

Al inicio pude sentir mi cara derretirse del miedo. Esta vez no permitiría que la escondieran de mi, no sabía lo que querían ni lo que había escrito en ella. Sólo la tomé y la escondí en mi abrigo para luego darle los demás papeles a mamá.

Fue hasta que la analicé bien, no tenía mucha información, únicamente el remitente: "A.V." y el destinatario: "Darcy Hale".

La abrí con cuidado de no maltratar el papel y resoplé antes de leer su contenido. No me tomó mucho tiempo notarlo, efectivamente esa carta provenía de Alec Volturi. El papel olía muy bien, me recordaba al característico aroma que desprendía la ropa de Alec, la letra era pequeña y delicada. Podría parecer que lo que había escrito era un poema pero no era así, solo se trataba del erudito vocabulario del chico.

En esta me relataba lo que había sido de su vida este tiempo que no nos habíamos visto, que no fue mucho en realidad. Resulta que su rutina como guardia era interesante, si bueno, omitiendo lo que se sabía acerca de ese clan. Pero me hablaba sobre los lugares que recientemente le había tocado visitar, haciendo mucho énfasis que Escocia siempre sería su país favorito por la arquitectura y paisajes. También me contó sobre Demetri y Felix, lo único que podía recordar sobre ellos es que uno había tomado el trabajo de darle una paliza a Edward en Italia. Reí ante mis pensamientos.

Continuó hablando sobre lo que hacía cuando no tenía mucho trabajo que hacer, y hasta ahora había descubierto que disfrutaba de jugar ajedrez con su hermana, vagar por los pasillos del castillo y observar las calles por los grandes ventanales. Y sobre todo, ama leer. Remarcó al menos tres veces que había unos libros que estaba leyendo recientemente acerca sobre peces. Me pareció curioso. De tantos intereses que imaginé que podría tener, los peces resultarían ser sus favoritos, en especial los Koi. Sonreí como tonta imaginando algo como eso.

Finalizó diciendo que contaba los días desde la última vez que nos vimos y que esperaba un reencuentro pronto. Expresó con calidez tantas cosas en ese pergamino y dejé de sentirme culpable por las decisiones que había tomado en el pasado. Leer y saber que le importaba me hizo sentir... diferente, extraña y feliz, esas eran las emociones que predominaban en su presencia.

No estaba segura de escribir una carta de regreso, porque ¿y si no la recibía él? No creía esa la mejor opción. Volteé la hoja y miré la parte trasera, leí con detalle:

15 de Octubre, a las 15:30/ En el campo de siempre.

Escuché pasos sobre las escaleras y con rapidez doblé la carta y la guardé en un cajón junto con los pétalos marchitos de la rosa blanca que me había obsequiado. Me palpé la cara para eliminar cualquier tipo de expresión en ella y esperé los toques en la puerta.

Alice abrió la puerta entusiasmada y se asomó mirándome con una sonrisa. Volteó hacia los lados asegurándose de que no hubiera nadie cerca y luego continuó.

── ¿Qué tienes ahí? ── Preguntó con un tono cantado.

── Nada, ¿de qué hablas?

── Ay, de cualquier modo, ya lo he visto. No pueden ocultarme nada a mí.

── Dios, en esta casa no existe la privacidad. ── Negó con la cabeza y rió orgullosa.

── Rose y Emmett llegaron. Vamos.

Le seguí el paso rumbo a la planta baja. Escuché la dulce voz de Rose y la tosca risa de Emmett. No sabía de qué hablaban pero Edward y Jasper estaban ahí. Con una cuerda imaginaria sobre mi cuello, me acerqué hacia Rosalie que me esperaba con los brazos abiertos. De inmediato los malos pensamientos abandonaron mi mente y correspondí su cálida sonrisa. Me enrolló entre sus brazos y susurró algunas palabras sobre mi odio. Reí ante la sensación y me separé para mirarla a los ojos.

── Te eché mucho de menos, Rose.

── ¿Y a mi no? ── Emmett me miró con los ojos entrecerrados y fingió molestia.

── Creí que tenías algo pendiente conmigo. ── Constantemente pensaba que aún estaría en desacuerdo por lo de Italia, pero Emmett era el más despreocupado de la familia, imaginé que rápidamente lo había olvidado.

── No, ya tienes suficiente con estos bastardos. ── Regañó a Jasper y Edward, estos solo bajaron la mirada. ── Ven aquí, niña. ── Abracé su gran torso sintiendo como me ponía de puntitas por la diferencia de altura.

── Ah, ahora si. ── Jasper miró cínico a Emmett.

── ¿Y cómo les fue con los Denali? ¿Por qué demoraron tanto?

── Uf, una larga historia. ── Soltó Rosalie al mismo tiempo que me alejaba de Emmett.

── Tenemos tiempo. ── Alice nos guió a todos hasta la sala esperando escuchar cada detalle de su viaje.

── ¡Ay! Esto es tan emocionante ¿No lo creen? ── Expresó Alice con entusiasmo mirándonos a nosotras caminar detrás de ella.

Habíamos salido de compras junto con Rosalie y Bree, con la excusa de que sería una "salida de chicas" aunque las únicas intenciones de Alice era comprar muchas decoraciones de Halloween para nuestra casa, cosa totalmente absurda porque, nadie irá a pedir dulces a una casa en medio del bosque. De cualquier modo, no matamos las esperanzas de la chica.

── ¿Qué estamos buscando con exactitud? ── Rose volteó hacia ambos costados buscando entre los pasillos.

── Bueno, sólo algunas decoraciones y los dulces los compramos después, ¡uh, miren!

── Alice. ── Regañó la rubia mayor.

── Por favor, es divertido. ── Asentí dándole la razón. Era una época colorida y los disfraces eran la mejor parte.

── Mmhm, mis amigos quieren organizar una fiesta de disfraces ¿vamos a ver que encontramos? ── La pelinegra soltó un chillido con entusiasmo entrelazando nuestros brazos y guiándonos hacia el área de ropa. Miré hacia atrás riendo ante las caras exhaustas de Bree y Rosalie.

── Mira, por allá. ── La rubia le señaló algún lugar a la ahora menor del clan, llamado su atención. No alcancé a ver a donde se dirigían, solo escuche un "en un momento las alcanzamos" y se marcharon.

── Ahora qué estamos solas... ── Alice se aseguró de que estuvieran lo suficientemente lejos y susurró ── ¿qué decía?

── ¿De qué hablas, Alice? No entiendo códigos.

── No te hagas o lo gritaré en medio de este pasillo hasta que lo entiendas.

── ¡Bien! ── murmuré entre dientes ── no daré detalles, es vergonzoso.

── Oww ── Ella cerró los ojos sonriendo.

── Pero... ¿conoces algún acuario o parque de diversiones cerca? ── Pensé seriamente.

── ¿Para un Volturi? ── Abrió los ojos extrañada. ── No es lo que imaginaba.

── No es una cita.

── Yo no mencioné nada al respecto. ── Se burló ante mí tonto intento se salir de la situación. ── Sólo será una escapada como la última vez. ── Bromeó.

── Alice, no. ── Regañó incómoda por las consecuencias que me había atraído eso. ── Sólo aprovecharé mientras Carlisle no está cerca.

Ella sonrió satisfecha y me dio la razón agitando su dedo repetidas veces. Comenzaba a hartarme toda esa situación de poder salir y vernos cada tanto tiempo. Era tedioso. Y ni hablar de estos últimos días de escuela tan repetitivos. Exigía un cambio de rutina, pero según las galletas chinas del aparador a unos metros de nosotras: "ten cuidado con lo que deseas".


No se pero este chico tiene algo que me causa mucha ternura, tanto en las historias, como en la película.




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