𝐷𝑎𝑟𝑙𝑜 𝑜 𝑡𝑜𝑚𝑎𝑟𝑙𝑜
─ 𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐋𝐚𝐫𝐠𝐨 ↓
── ¿Carlisle? ── El hombre seguía sin reaccionar ante las insistencias de su esposa e hijos. Su rostro demostraba que aún era incapaz de digerir lo que acababa de suceder. Esme tomó entre sus manos el delicado rostro de su esposo e intentó buscar sus ojos. Pero era inútil.
Emmet y Rosalie hacieron un pacto de silencio sin brindar mucha información. "Cuando llegamos, ella ya había huido", se limitaron a decir. Guardaron una postura seria y se retiraron.
Por otra parte, Alice estaba angustiada por su compañero. La chica temió al ver al amor de su vida bajo los brazos de aquel gran hombre, que sin ninguna pena jugó con su cordura. Jasper aún mantenía su cabeza pegada a su cuerpo y una grieta adornaba ahora su cuello. Fingía estar bien para evitar preocupar más a su chica, dio pequeñas caricias en su espalda y depositó un corto pero doloroso beso sobre su cabello en un intento de tranquilizar sus nervios.
La noche de Bella y Edward se convirtió en un fracaso, porque a pesar de no haber participado en el revuelo, las consecuencias las sufrieron todos.
Los Denali estaban tan desconcertados como los anfitriones, pues tan solo unas horas antes conversaron y compartieron con la ahora prófuga, y ante sus ojos se veía tan feliz, sin saber lo mucho que aquellos ojos dorados sufrían. Intentaron buscarle una explicación, pero no se les fue otorgada, dejándolos con la incertidumbre y la idea de que aquella chica rubia, su Darcy, había aceptado alguna sucia propuesta del clan vampírico gobernante. No sabían a que se debía tal decisión, si tal vez estaba bajo amenaza o en el peor de los casos, su ambición era más grande de lo que creían.
Los invitados no sabían que aquellos estruendos se debían a algo más allá de su entendimiento. Por suerte, todos salieron ilesos, sin embargo, el incendio se propagó aceleradamente. Fue detectado por la manada de protectores de La Reserva a tiempo y el terreno Cullen se mantuvo intacto, aunque para su desgracia, lo ocurrido en el bosque desvió la atención de los protagonistas de la noche.
── ¿Qué está sucediendo? ── Preguntó Brooke hacia su acompañante. Embry observó a sus hermanos interrogante, con un destello de preocupación en los ojos negaron con la cabeza y se dirigieron hacia la arboleda dispuestos a alejar el peligro de su comunidad.
── Llamaré a emergencias para que se hagan cargo, por ahora salgamos de aquí. ── Embry tomó la mano de su impronta y la sacó de aquel terreno siempre lleno de peligro.
Detrás de ellos se unieron su pandilla de amigos, y así mismo, gran cantidad de invitados optaron por abandonar el lugar. Algunos se disculparon con la pareja debido a la tragedia y otros huyeron sin decir palabra alguna.
Bella tragó seco tratando de esconder sus ojos llorosos, Edward notó esto y suspiró con amargura. Lo único que les quedaba por hacer era observar el caos que su ignorancia había causado.
── Y... ¿Qué es lo que harán? ── Esme señaló el auto que los esperaba desde hace poco más de una hora. El Sol ya se dejaba ver, por lo que debían estar en puntos estratégicos para evitar llamar la atención de los pocos humanos presentes.
── Podemos esperar unos días, hasta que se tranquilicen un poco. ── Explicó Bella.
── De ninguna manera. ── Edward apretó su mandíbula sin dirigirse a su ahora esposa. ── Continuemos según lo planeamos.
── La Luna de miel puede esperar.
── Edward tiene razón. Ustedes vayan y disfruten, tómense su tiempo. ── Esme tomó las manos de la chica y la miró de manera maternal. ── Nosotros nos ocuparemos de esto. ── Observó de reojo a Carlisle quien seguía en medio de su trance. Con el rumbo en el que sucedían las cosas, la mejor opción que podían tomar era esta lo más lejos de Forks como pudieran. ── Váyanse ahora.
Y así lo hicieron. Decir que Edward estaba molesto es poco y Bella lo percibía, agarró su mano y dio un apretón, su sonrisa fue suficiente para calmar los nervios y preocupaciones del chico. Al menos en ese momento. Encendieron el motor y salieron de ahí dispuestos a abandonar ese ambiente lleno de incertidumbre.
Desde lo lejos, por encima de las hojas se encontraba Bree sin alejar su vista de la pareja. Sus sentimientos eran confusos, pues aunque acumulaba rabia, también se sentía muy dolida. Su corazón estaba sumergido en una inmensa tristeza; sus ojos dorados, más opacos que nunca, reflejaban el dolor que su pecho guardaba ante la repentina partida de su hermana. Sintiéndose culpable al no haber hecho nada para ayudarla, no le guardó ningún tipo de rencor, porque durante meses la vio perderse en una inmensa oscuridad, olvidando el sonido sonido de su voz y lo brillante que esta llegaba a ser. Aquel vacío ahora lo comprendía, porque acababa de perder a la única persona que se había ganado su confianza y aprecio antes y después de convertirse en el monstruo que era ahora. En tan poco tiempo habían generado recuerdos felices, abrazos cariñosos y conversaciones profundas que guardaría en su mente, ahora todo eso parecía tan inalcanzable.
Rose extendió su mano esperando que la más pequeña aceptara. Sin ganas de fingir fortaleza, Bree se arrojó entre sus brazos desmoronándose, dejando que la mujer diera pequeñas caricias sobre su espalda.
Su ausencia formaba un gran eco que resonaba en cada rincón de esa casa, y ahora los Cullen debían encontrar la manera de sobrellevar lo que habían causado. Lo que su atormentada mente no imaginaba, es que sus problemas no terminarían ahí y esta vez no serían causados por la adolescente como tanto solían declarar.
Una vez montados en el Jet todos se pusieron cómodos. Demetri se dejó caer sobre el asiento y cerró los ojos "agotado". Felix sacó una revista y la hojeó, mientras que Chelsea eligió un asiento frente a Darcy quien aún lucía muy extrañada con todo. Ellos actuaban de manera tan natural, como si se tratase de un trabajo diario, dejando a la joven rubia con un sin fin de preguntas internas.
Finalmente la quinta persona desabrochó su capucha y la bajó aventándola con desinterés hacia alguna parte entre los asientos. Los ojos de la rubia se abrieron y soltó un jadeo lleno de sorpresa.
Se trataba de una mujer alta y de cabellos rojos. Sus caderas se movían de manera elegante y femenina. Suspiró aliviada y le dirigió algunas palabras a Demetri, pero lo que capturó la atención total de Darcy, fue su hipnotizante e irreal belleza. »Sin duda es la mujer más hermosa que alguna vez haya visto«. Pensó. Parpadeó sin apartar su vista, cosa que aquella mujer no pasó por alto. Ella sonrió afable y se sentó con una pierna cruzada frente a las otras dos chicas.
── He oído mucho de ti. Bienvenida. ── La joven quedó atónita ante sus palabras. Su voz era como una melodía para los oídos de quien la escuchara, su boca se movía con gracia y sus largas pestañas bailaban sobre sus ojos. ── Mi nombre es Heidi.
»Por supuesto, ella estuvo ahí aquel día«.
La mujer sonrió nuevamente esperando una repuesta. Darcy abrió la boca sin emitir palabra alguna. La pelirroja río deleitada, fue entonces cuando la más joven reaccionó carraspeando su garganta y bajó su mirada totalmente apenada.
Redirigió su atención hacia la pequeña ventana a su costado, su mirada reflejaba una mezcla de emociones intensas. Ahora que la calma estaba presente, sus emociones cayeron como un balde de agua fría. Mantuvo su rostro relajado, pero había cierto malestar en sus facciones que mostraban su vulnerabilidad. Sus pensamientos le gritaban exigiendo una explicación para el comportamiento de su hermana. No entendía el porqué de su reacción tan brutal, aunque sabía que lo que hizo no estaba del todo bien, Alice la había condenado sin razón. ¿Acaso ella sabía algo que el resto no?
Pasó su mano por su rubia cabellera con frustración, el peso de la culpa la acorralaba, y si bien estaba satisfecha consigo misma, sus recuerdos acerca de sus amigos a los cuales había evitado y el rostro afligido de su dulce hermana, la perseguirían por un buen tiempo. Se preparaba para un futuro aún incierto.
Darcy sabía que las cosas no estaban por cambiar, ya lo habían hecho. No se sentía completamente libre por la pesada carga que llevaba sobre sus hombros, pero estaba decidida continuar, porque tanta lucha no sería en vano.
Las heridas en todos eran muy profundas, juraría que casi podían ser visibles, más de un alma había salido herida y aún buscaban la paz. Pronto aquellas almas se juntarían para nunca más volver a separarse.
• • •
Heidi tocó su hombro suavemente buscando la atención de la rubia, esta se giró alarmada como si hubieran atrapado haciendo algo malo. Había pasado más de 9 horas sumergida entre las olas de preocupación, que ni siquiera notó que ya habían llegado al aeropuerto de Italia.
Eran casi las cinco de la tarde y el Sol no daba indicios de querer ocultarse. Poco antes de poner un pie sobre las calles de Florencia, Demetri extendió una capa de color gris oscura sobre sus hombros, luego el grupo se colocó la capucha y esperaron a que la menor lo hiciera. Con inseguridad, cubrió su cabeza, al igual que su vestido lila brillante que permanecía desde la boda. Demetri sonrió orgulloso e hizo una seña con su cabeza para que todos siguieran a la pelirroja.
Los chicos pasaban desapercibidos entre la multitud, mientras eran guiados hasta una pequeña calle poco transitada, luego la mujer se detuvo y sin ningún esfuerzo levantó la tapadera de hierro que llevaba hacia lo que parecía ser un sistema de desagüe. Darcy le dio una mirada confusa a Demetri, este soltó una breve risa nasal y se alzó de hombros.
── Solo entra.
Se abrieron paso entre los húmedos y oscuros túneles subterráneos de Florencia, para posteriormente darse cuenta de que la mayoría se daban a un solo lugar. Volterra.
Ahora recordaba las palabras de Alec, cuando explicó la manera en la que los Volturi atraían a los humanos hasta el castillo sin llamar la atención. El camino no era demasiado largo, tomándoles 10 silenciosos minutos llenos de tensión. Pronto los tenues rayos del sol se filtraron indicando que estaban cerca de llegar al castillo, fue entonces cuando Darcy sintió sus nervios carcomiéndola. Ya no había vuelta atrás, su destino estaba sellado.
El cielo estaba teñido en colores violetas y rojizos celebrando el Sol poniente o tal vez el universo celebraba el futuro reencuentro de dos almas destinadas y obligadas a permanecer lejos durante tanto tiempo.
Sus pasos eran firmes y aunque solo había estado una vez en esa enorme Fortaleza, su mente conocía el camino correcto. Sintió sus cabellos revolotear ante la frialdad de los pasillos y las pisadas hacían eco debajo de ellos. Darcy ignoró a los chicos caminado detrás, tan ansiosos, al igual que ella. Más tarde iría a la sala de tronos y hablar con los reyes, al final de cuentas, ellos ya estaban enterados, luego de tantas cartas intercambiadas ellos esperaban su llegada.
Detuvo sus pasos detrás de Felix y Demetri, ambos se dieron una mirada que no supo descifrar, por primera vez detectaba un rastro de nerviosismo en los chicos. Con el corazón en la garganta, los tres empujaron la enorme puerta ocasionando un ruido en las paredes.
Sus ojos dorados se abrieron en grande, más brillantes que nunca. Sintió algo tirar de su pecho, atrayéndola con desesperación. Demetri y Felix dieron vueltas en su lugar sin saber que hacer, hasta que la pelirroja apareció para sacarlos de la habitación de un tirón.
Los cabellos oscuros, anteriormente brillantes y suaves, ahora lucían opacos y secos, su piel estaba grisácea y su ropa era cubierta por una ligera capa de polvo. El chico estaba de pie frente al pequeño balcón de la habitación sin reaccionar, su espalda estaba encorvada y su cabeza miraba el piso. Su esperanza se fue desmoronando cada día y el mundo dejó de girar, dejándolo en aquel estado de vulnerabilidad.
El corazón de la joven se encogió torturando sus entrañas. Todo a su al rededor pareció suspenderse, era como regresar en el tiempo a la primera vez que esas almas destinadas se descubrieron. Pero en esta ocasión, la tristeza y el desesperado anhelo era mayor. El tiempo dejó de existir y esa oscuridad abrazadora se disipó. Como si de un imán se tratase, sus pies se movieron con lentitud en dirección a la melancólica estatua.
Sus manos tocaron con delicadeza el rostro del chico, temiendo que este se desmoronara bajo su tacto. Alec apretó sus ojos recargando su cabeza en las manos de su compañera, aferrándose a que se trataba de una alucinación más. De cualquier modo, esperaba que esos segundos de locura fueran eternos. Una corriente eléctrica se paseó por su piel, su marchito corazón luchaba por recobrar vida para unirse en sintonía con el de la chica.
Darcy tomó su mentón exigiéndole al muchacho que abriera los ojos, pero el seguía en un complejo laberinto de emociones. "Estoy aquí, soy real", susurró, "nunca dejé de pensarte incluso cuando me obligaba a hacerlo". Alec soltó un suspiro ahogado aferrándose al cuerpo de su compañera, con miedo a que pudieran arrebatársela de nuevo y esta vez para siempre. "Il mio angelo", la voz del chico salió casi inaudible, palabras tan simple hacían que su garganta ardiera.
La cercanía de sus cuerpos generaba una paz que hacía mucho no sentían pero anhelaban. Sus almas se fundieron para convertirse en una sola, como estaba destinado a suceder. Meses, siglos y hasta un milenio de espera, todo ese tiempo de desvaneció enfocando su atención a ese evento tan especial y emotivo para ambos.
Tantos pensamientos llenos de culpa y remordimiento eran borrados de la mente de Darcy. Sosteniendo entre sus brazos a Alec hecho un desastre, ya no había nada que la hiciera dudar de su decisión, porque finalmente priorizó su felicidad y se dio cuenta de que estaba bien permitirse amar con libertad.
Luego de una larga espera, sus ojos se conectaron transmitiendo miles de emociones, miles de palabras silenciosas y sobre todo, la devoción que tenían el uno por el otro. El destino no se había equivocado al elegirlos como su otra mitad.
Aquel ser lleno de luz había llegado a la vida de Alec para sacarlo de ese pozo sin fondo que se lo tragó sin pudor. Le entregó su alma permitiéndole hacer con esta lo que ella deseara, podía destruirlo si así lo deseaba o podía acogerlo entre sus brazos para siempre y protegerlo de su propia mente.
Con la poca fuerza de su cuerpo, Alec dejó un pequeño beso sobre la frente de su chica, inhaló su dulce aroma notando como las heridas desaparecían de a poco, sanando sus desconsolados corazones. Las palabras no eran necesarias. Ellos se pertenecían y con eso era suficiente. Ahora no había nada además de la muerte que pudiera alejarlos. Las guerras internas llegaron a su fin. El Universo era presente en la reunión de dos amantes dispuestos a darlo y tomarlo todo con tal de permanecer juntos por el resto de su historia.
𝐄𝐬𝐭𝐨𝐲 𝐚𝐪𝐮𝐢 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐬𝐚𝐥𝐯𝐚𝐫𝐭𝐞.
𝐄𝐬𝐭𝐨𝐲 𝐚𝐪𝐮𝐢 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐚𝐫𝐫𝐮𝐢𝐧𝐚𝐫𝐭𝐞.
𝐌𝐢𝐬 𝐦𝐚𝐧𝐨𝐬 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐧 𝐜𝐚𝐥𝐢𝐝𝐚𝐬 𝐬𝐨𝐥𝐨 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐭𝐢.
𝐍𝐨 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐞𝐬 𝐯𝐢𝐯𝐢𝐫 𝐬𝐢𝐧 𝐦𝐢
𝐲 𝐲𝐨 𝐧𝐨 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐨 𝐯𝐢𝐯𝐢𝐫 𝐬𝐢𝐧 𝐭𝐢.
Esta historia continuará...
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