𝐶𝑢𝑎𝑛𝑡𝑎 𝑖𝑛𝑠𝑖𝑠𝑡𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎

14 de Octubre, 2006.

5 días pasaron desde su estadía en el castillo de su viejo amigo. Carlisle sentía el ambiente tan abrumador rodeándolo, no sólo por las miradas de desprecio que recibía por parte de los otros vampiros, ahora todos sabían de los conflictos entre su amo y el líder del clan Cullen.

Después de todo, las súplicas fueron vano, pues si el líder Volturi quería algo, lo conseguiría a como de lugar. Y en ese momento se trataba de sus hijos, dueños de dones bastante convenientes para los Reyes. Carlisle sintió una presión terrible en su pecho. Miedo e impotencia.

Caminó dando zancadas fuertes en busca de aquel vampiro castaño. Luego de haber sido humillado por Aro, iría a enfrentar a aquel muchacho quién según él, era el causante de desmoronar a su familia.

Finalmente, luego de una ardua búsqueda, logró divisarlo vagando como alma en pena por los pasillos de esa fortaleza. Cuando estuvo a escasos metros del chico, llamó su atención sin ningún cuidado en sus palabras, ya que siglos atrás habían interactuado y no le agradaba nada.

── Ahí estás.

Alec se giró con rapidez al escuchar aquella voz. La verdad es que, desde que supo de la visita de aquel hombre, trataba de evitarlo a toda costa. "Estás siendo muy cobarde, hermano. Si ese tipo te toca un pelo, arderá en llamas más rápido de lo que puedes imaginar" le dijo Jane, aunque quedar mal con el padre de Darcy, no era una opción para él.

── No he venido hasta aquí únicamente para hablar con tu "amo". ── El rubio soltó despectivamente, ocasionando una mirada de molestia del "menor".

── Carlisle. ── Dijo sin ningún tipo de emoción en su voz. ── Cuánto tiempo. Imagino con que otras intenciones has venido y no tengo muchas ganas de escucharlo. ── No sabía de dónde había sacado ese valor, porque en el fondo los nervios lo carcomían.

── Primero te pareces con una tonta excusa e inventas todo tipo de calumnias en contra de mi hija y ahora te paras junto a Aro con esa mirada de arrogancia mientras me dice que la única manera de salvar a mi familia es entregando a uno de los míos.

── Te recuerdo que no fui yo quién apareció por estos territorios a interrumpir la paz de los Volturi. ── Haciendo referencia al día en que Edward llegó pidiendo una condena.

Carlisle arrugó la cara tanto como pudo demostrando su molestia, cosa que sorprendió a Alec, ya que el vampiro rubio siempre fue reconocido por su carácter pacífico.

── Aún no es demasiado tarde. Mi único deseo es que te alejes de mi hija y de mi familia de una vez por todas y yo prometo que nunca más volverán a saber de nosotros. ── Alec negó.

── Aunque decidiera dejarte tranquilo, cosa que no sucederá, mantienes a una humana en tu clan y eso tarde o temprano te atraerá problemas. Por cierto ¿qué dijo Caius al respecto?

Carlisle se contuvo de soltar palabras denigrantes contra él, porque no estaba en su territorio y en su ausencia ¿qué le pasaría a sus hijos y esposa?

── Y sí, es muy tarde. ¿Por qué la mantuviese oculta de mí tanto tiempo? ── Dejó escapar una sonrisa cínica. Notó al adulto apretar la mandíbula y supo que había colmado su paciencia. ── Escucha, entiendo que todo esto sea alarmante para ustedes. Nosotros nunca hemos estado de acuerdo con el estilo de vida del otro. Pero ahora es diferente y no me interesa la moralidad. Desde que tus chicas vinieron a salvar a tu estúpido muchacho, lo supe. ── Ambos llevaban a cabo una guerra de miradas, el menor levantó su mentón y dio un paso adelante haciéndole saber que hablaba con en serio. ── Ambos sabemos que aunque tú o Chelsea o cualquiera lo intente, ese lazo es inquebrantable. He elegido a Darcy como mi compañera de vida, y estoy dispuesto a permanecer a su lado por el resto de nuestra eternidad, así tenga que pasar por encima de cualquiera.

En ese momento, el mundo de Carlisle fue cuesta abajo. Lo que más anhelaba era que sus hijos encontrarán a la persona con la que pasarían hasta el último de sus días y luego de que Alec le hiciera saber sus más sinceros pensamientos, debería sentirse feliz por su niña. Pero no era el caso. Un Volturi jamás llevaría confianza ni alegría a su hogar.

── Dentro de poco se le hará saber acerca de los deseos de nuestros Reyes y la decisión estará únicamente en sus manos. Ella tendrá la última palabra. ── El castaño se dio vuelta y desapareció entre las oscuridad de los pasillos dejando a Carlisle con las palabras en la boca.

15 de Octubre, 2006.

𝗗𝗮𝗿𝗰𝘆 𝗛𝗮𝗹𝗲

Planché con las palmas de mis manos mi nuevo vestido color carmesí, que esa misma mañana Esme me lo había obsequiado dulcemente. La sonrisa nunca abandonó mis labios, pues para mi, ese día había empezado de una buena manera

Alice y Jasper habían sido los primeros en felicitarme por mi gran día. También había recibido regalos por parte de mi familia, pero no era eso lo que mantenía mi buen humor, sino en pensar que estábamos de nuevo en Forks todos juntos. A diferencia del año pasado cuando todos sufrían en silencio por las repentinas decisiones de Edward.

Caminé por aquel bosque dando pasos lentos y pequeños evitando que la flora seca emitiera algún ruido, cuando supe que estaba lo suficientemente cerca me detuve detrás del tronco de un árbol y observé al chico distraído que acomodaba las mangas de su oscuro abrigo.

De entre las sombras y dando brincos, decidí salir de mi escondite aproximándome hasta aquel castaño quien, luego de haber pisado ramas y hojas secas, había notado mi presencia. Con una brillante sonrisa abrió sus brazos y sin dudarlo, enrollé los míos sobre su cintura. 

── Sei bello, angelo mio. ── Lo escuché susurrar. 

── Mmmhm... debo admitir que nunca más volví a tocar ese libro. ── Hice una mueca al separarme, recordando que desde que volví a de Italia, no tenía ni la más mínima idea de en dónde había arrumbado aquel manual para aprender el idioma. Alec soltó una risa nasal y negó con la cabeza.

── Lo imaginé. Tengo algo para ti. ── Lo miré extrañada mientras buscaba algo entre sus bolsillos, finalmente sacó su mano en forma de puño impidiéndome ver lo que había adentro. ── Date vuelta.

Apreté los labios e hice caso a su indicación dándole la espalda, entonces pude sentirlo posar su mano al rededor de mi cabello en forma de coleta y lo movió de lugar. Luego pasó una mano frente a mí cuello rodeándolo, pero no presté mucha atención, pues en ese momento mis nervios estaban de punta.

── Listo. ── Dijo aún permaneciendo detrás de mi. Volteé hacia abajo topándome con precioso collar de perlas. Abrí los ojos sorprendida y me giré para verlo directamente.

── Alec, es hermoso... ¿pero por qué tú...

── Feliz cumpleaños, linda. ── Sonrió tomándome por los hombros.

── ¿Cómo lo sabes? Nunca lo mencioné. ── Entrecerré los ojos mirándolo de lado.

── Sí, no lo mencionaste. Así que me tomé la tarea de averiguarlo.

── A veces me asustas. ── Alzó el mentón sonriendo con suficiencia. ── ¿Por eso me citaste hoy? ── Asintió con la cabeza, jugando con un mechón de mi cabello.

── Mmhm. Y porque tengo algo importante que decirte. ── Alcé las cejas esperando que continuara, pero no lo hizo. Permaneció callado unos segundos como si estuviera pensando en algo, luego se arrepintió y negó con la cabeza restándole importancia.

── Bien, yo tengo algo que mostrarte, ¿vienes? ── Me adelanté y comencé a caminar en dirección opuesta.

── ¿Si? ¿Y qué es? ── Me siguió el paso, mientras sonreía de lado y alzó las cejas.

── Quita esa cara, idiota. Y sígueme o me iré sin ti.

Lo escuché reír a mis espaldas y luego se adelantó quedando a mi lado, colocando su brazo de tal manera que me invitaba a sujetarlo.

── ¿A dónde me llevas?

── Eres peor que un niño pequeño. No es lejos.

── Mira quién lo dice. ── Se detuvo frente a la entrada observando el gran cartel de bienvenida. ── ¿Un parque de diversiones? ── Preguntó incrédulo.

── No, Alec. No es sólo un parque de diversiones. ¿Sabías que el Acuario Nacional aquí en Washington es el único que tiene una reserva de peces Koi en todo Norte América? ── Frunció las cejas en un intento de ubicarse en todo esto. ── Me pareció muy dulce la carta que me enviaste...

── Sí, que por cierto, no contestaste. La estuve esperando ¿lo sabes? ── Rodé los ojos fingiendo ignorancia.

── Hay una razón.

── ¿Y cuál es? ── Se acercó aún más a mi juntando nuestros cuerpos obligándome a levantar la cara para mirarlo a los ojos.

── Cuanta confianza. Y no respondí porque tenía miedo de que alguien más llegara a leerlo. Sería vergonzoso. ── Hizo una mueca admitiendo que tenía razón, se encogió de hombros y prosiguió.

── Bien, pero a partir de ahora quiero que dejes de ignorar mi insistencia, porque si no contestas mis cartas, me veré en la obligación de venir hasta aquí y sabes que para mi no es ningún problema. ── Se acercó a mí rostro y dio un beso fugaz a mi mejilla, cosa que me dejó totalmente perpleja. ── Y bien, ¿qué me enseñarás primero?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top